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Julieta Laso: cabeza y corazón

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El tango como emblema de lo nuevo, y lo arrollador de un disco: Julieta Laso está presentando Cabeza Negra. La experiencia artística que empezó en una ducha, la Fernández Fierro, y siguió como catarata. El enigma entre la rabia y la felicidad: ¿para quién se canta? Por Julián Melone.

Julieta Laso: cabeza y corazón
Foto: Nacho Yuchark

“Estoy feliz, creo que estoy en mi mejor momento. Y Cabeza Negra es el disco más trágico que grabé. Pasa que eso de estar feliz es un montón para mí –y yo soy trágica. Pero bueno, ¡bienvenido sea!, no tengo un discurso de que hay que estar todo el tiempo feliz y ser optimista. Imaginate: en el mundo que vivimos si uno estuviera siempre feliz sería un esquizofrénico”. 

Es imposible predecir cuál de nuestras acciones puede cambiarnos la vida. Hace casi diez años, Julieta recibió el llamado de un tal Yuri Venturín, quién le ofrecía ser la voz de (nada más y nada menos) la Orquesta Típica Fernández Fierro. Sucede que en aquel entonces, tanto Julieta como la esposa de Yuri vivían en el mismo conventillo, compartiendo un patio común con todas las demás viviendas. Aquel espacio se había transformado en el involuntario anfiteatro de Julieta, que cantaba tango desde el baño desconociendo el calibre de sus vecinos. La primera fecha que Yuri le ofreció fue para un festival multitudinario en Sidney, Australia. Dos meses después de ensayar seis horas diarias, estaba arriba del escenario sin poder recordar ninguna de las letras que tanto había practicado.

Todo pasa muy rápido. Hoy es una de las voces de tango más respetadas del país y presenta Cabeza Negra, su cuarto disco solista, con Yuri como arquitecto de la orquestación musical. “Lo grabamos en Buenos Aires, en el estudio de Mariano Otero, que tiene la característica de que estamos todos juntos, viéndonos; no estamos separados en cuartos o cosas así. Eso le da una onda muy interesante a la grabación. Pero el tema es que vivo en Salta. Venía cada dos meses, hacíamos una sesión con dos temas, ensayábamos tres o cuatro veces, grabábamos y me volvía a Salta. Después Yuri escribía los arreglos, nos volvíamos a encontrar a los dos meses y así. Tardamos un año en grabar este disco. Me gusta este ritmo, de grabar más despacio y con más ensayo”.

Cabeza Negra es un disco arrollador. Y es otra cosa. Nadie que lo haya escuchado puede negar un nudo en el pecho, un escalofrío en la espalda o que olvidó la mecánica de respirar. Aquí el tango es una herramienta; las canciones son ideas; estamos leyendo por nuestros oídos. Una tragedia ruidosa y dramática, diseñada para destruir el letargo de cualquier otario. La incendiaria interpretación de Julieta navega sobre una pared de fuelles distorsionados, cortesía de una orquesta de minimalismo grandilocuente. 

“Al principio escuché el disco y dije ‘Ah bueno, nos fuimos al carajo’ (risas). Es muy intenso. Pero después empecé a tener una fascinación por él. Creo que está bueno que haya cosas distintas y este es un disco distinto y audaz. ¡La formación es muy nueva! Está pensado como si fuera una orquesta de bandoneones. No escuchás la típica forma de acompañamiento a un cantor, por eso digo que tiene mucha audacia”. 

Cuenta que le dio miedo esa formación: “Pero al toque que grabamos el primer tema, Fuga de Ausencias, entendí que estaba bueno el camino. También entiendo que es un disco difícil, conceptual y que no a todo el mundo tiene que gustarle. Es trágico, es telúrico: me encanta, pero bueno… sé que no es fácil de digerir. Tiene rabia también, entonces te despierta un poco. Está bueno ser audaz. Pero no creo que vuelva a grabar un disco como este”.

Arte y plantas

Al contrario de su presencia en el escenario, en persona Julieta tiene una actitud tímida. La voz a veces parece temblarle, como si hablar la pusiera nerviosa. Su rostro muestra que está contenta, pero su cuerpo no. Está continuamente moviéndose como si estuviese incómoda, queriendo protegerse de algo. Al verla y escucharla, queda claro que la audacia y el miedo son tópicos recurrentes que rodean a Julieta, en guerra constante. Como en su lucha por dejar de fumar, la audacia vence, pero las batallas se libran diariamente.

Durante la pandemia, Julieta se mudó con su pareja a La Calderilla en Salta. Un paraje donde alguna vez estrecharon manos Güemes y Belgrano, ahora es el encuentro de ella y una vida que no imaginaba posible. Vive a unos 12 km de la capital, yendo para Jujuy y para llegar hay que hacer un buen tramo de camino de cornisa. Describe su mudanza como una gran decisión que la está transformando en todos los aspectos de su vida. Hasta tiene su huerta. “Me gustan mucho las plantas, mi familia vive en una comunidad autosustentable así que ese mundo lo tengo cerca. Pero con la pandemia y tan alejadas de la ciudad, a veces no nos dejaban pasar. Y en el pueblo había muy pocos productos, así que empezó a ser una necesidad. Llegue a tener maíz y montón de cosas más. ¡Estaba feliz! Pero se me muere todo. Estoy dos meses allá y todo florece… pero después me voy, estoy mucho en Buenos Aires. Me está costando pasar más tiempo en Salta. Voy a tener que trabajar mucho en que todo lo que hago no sea en Buenos Aires”.

El celular le suena: un colega la invita a cantar una canción en Montevideo, Uruguay. Se le arma una sonrisa cuando cuenta que le van a invitar el pasaje de ida y vuelta. “Espero algún día poder hacer eso, poder pagarle el viaje a alguien para que venga y cante conmigo”.

Julieta tiene planificadas varias fechas en noviembre que la llevan por el país. El sábado 5 en el Studio Theater de Córdoba, el domingo 6 en Casa Brava de Rosario y el miércoles 16 en la Usina Cultural de Salta, con una formación especial que incluye a Milagros Caliva en bandoneón y Noelia Sinkunas en piano. Pero hay una fecha que le genera ansiedad: el domingo 25 de noviembre cierra el año en el Ateneo, junto a la extensa formación que grabó el álbum. 

“Nunca toqué en El Ateneo, ¡entran 600 personas!” Cuesta imaginar que lo dice la misma artista capaz de lanzarse de cabeza a debutar en un megafestival al otro lado del mundo y que cada vez que se sube a un escenario se lleva puesta cualquier inseguridad, mostrando nervios con una fecha porteña. ¿Tendrá que ver algo su estirpe de actriz? Hace poco retornó a la actuación en el corto documental de Lucrecia Martel, Terminal Norte, pero habla de su carrera actoral como algo pasado, incluso con un aparente amargor.

“Siempre sentí que mi pasado de actriz fue una herramienta importante: el tango es muy actoral. Es cierto cuando se dice que una buena interpretación ayuda mucho al cantor de tango. La verdad es que en un principio me sentía una actriz que cantaba, pero ahora ya me siento más cantora que actriz”.

Páez, parra y la aplanadora

“Oblíguenme a salir a la sucia calle / Para insultar a la vida ya estamos grandes / Quiero arder / En el espejo de tu alma me quiero ver”. Así empieza el álbum, con una mixtura de tango y cueca que dura poco más de un minuto titulada Pregón donde Julieta despliega una interpretación rabiosa, visceral y de una sinceridad incómodamente grácil. “Es la primera vez que escribo una letra. No me sale bien… lo escribí muy tarde a la noche, se lo mandé a Yuri y él decidió que se grababa. No quiere decir que ahora me voy a poner a escribir: solo que aquella noche lo necesité, me hizo bien y quedó. Nunca me lo hubiese imaginado”.

El resto del repertorio original pertenece a una gran variedad de autores como Violeta Parra, Alfredo Zitarrosa, Fito Páez y Daniel Toro, entre tantos. Julieta define a las canciones como “un poco olvidadas” y que “Yuri las trajo de nuevo”. Él fue quien se ocupó de elegir las canciones y ver cuánto le gustaban a Julieta, cuánto había que acomodarlas o arreglarlas para después  ensayar y finalmente, grabar. Todos los autores originales se ven beneficiados de ser procesados por la aplanadora estilística lograda por la audaz sociedad creativa e interpretativa de Laso-Venturín.

Para entrar a la casa de Julieta en Buenos Aires hay que subir unos pisos por un ascensor anacrónico y escueto, en un edificio que algunos llamarán clásico y otros prehistórico. Su casa es en realidad un departamento espacioso. Hay ventanas hacia la calle y otras que dan hacia un patio interior, un pulmón que desahoga vapores de baños y cocinas. De pronto, la sonrisa calma de Julieta entibia el ambiente. “Siempre presto atención a ver si escucho a alguien cantar en el baño o en su casa. Pero acá nadie canta ¡Ellos me oirán cantar! Canto mucho en casa, igual que siempre. Pero aunque cante sola, canto para los demás: si no hay alguien, no canto”. 

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Creciendo Juntos cumple 40: la gestión social en la educación y en la vida

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Representan otra posibilidad de lo educativo: ni estatal ni privado, sino de gestión social. Familias, estudiantes y docentes de Paso del Rey, Moreno, provincia de Buenos Aires, que sobrevivieron a todas las crisis de los últimos 40 años y recrean el sentido de la enseñanza. El estilo de una escuela que es maestra, en la que pensar y trabajar para y con las generaciones futuras no es un cliché mediático. Este 2 de diciembre a las 19 celebra su 40° cumpleaños en su sede, Belgrano 2901 de Paso del Rey. Reproducimos La comunidad organizada, publicada en MU 174, como un recorrido y un homenaje a la creatividad y la autogestión. Por Francisco Pandolfi.

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La educación y la vida, adentro y afuera del aula. Fotos: Lina Etchesuri
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La cárcel como ecología: el fiscal Gustavo Gómez y los delitos ambientales

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Dice que la justicia es demasiado importante como para dejársela a los abogados. Recorre el país explicando con tutoriales cómo iniciar una querella penal contra los delitos ambientales. Hace público su teléfono (incluso en esta nota) “para socializar el conocimiento”. El ecocidio como crimen perfecto. Los delitos ambientales de lesa humanidad. El círculo de la corrupción. Minería, incendios, fumigaciones y contaminación social: el fiscal Gómez propone menos buenas intenciones, menos diagnósticos, y más condenas.  Por Sergio Ciancaglini.

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Gustavo Gómez y una sugerencia frente a delitos ambientales: “No presentar una querella penal con 30 firmas, sino 30 querellas, para que los juzgados se tengan que hacer cargo por el volumen de causas iniciadas”. Fotos: Sebastián Smok
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Viaje en llamas: Rosario y los humedales incendiados

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MU recorrió los focos de incendios que hoy golpean a Rosario. Por aire, tierra y agua, las consecuencias del ecocidio impactan directamente en las personas y las comunidades, mientras continúa el debate por la Ley de Humedales. Lo que se habla y se percibe en cada lugar sitiado por el fuego y por el humo. Crónica de un delito ambiental. Por Facundo Lo Duca.

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El concepto Somos Humedal: una síntesis de la comunidad movilizada para encarar los problemas socioambientales del presente. Fotos: Juliana Faggi
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LA NUEVA MU. Generación Nietes

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