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Presas sin ley

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La criminilación del aborto: datos y realidades. Este año ya suman 15 las mujeres presas por abortos espontáneos. Y la tendencia crece. Cuál es el rol de los médicos en la criminalización. Qué dice la ministra de Salud bonaerense. Y cómo es la excepción que es modelo: la maternidad Estela de Carlotto. Por María Florencia Alcaraz.

Presas sin ley

La idea de que podían ayudarla con ese dolor de panza y con la hemorragia que no paraba se hizo un bollito en la cabeza de Carla cuando el médico Christian Pesce le dijo: “Vas a ir presa por asesina”. Carla había llegado la mañana del 31 de agosto al Hospital Juan Sanguinetti de Pilar, al norte del conurbano bonaerense, en busca de ayuda. La había acompañado su papá, asustado porque los cachetes de la chica de 20 años habían perdido color y el Ibuprofeno no alcanzaba. En el Hospital, la joven supo que el sangrado no era menstruación y que estaba embarazada. Ahí tuvo un alumbramiento de placenta y sufrió un interrogatorio que la ubicaba más en una escena policial que en una habitación hospitalaria. “¿Dónde está el feto?”, le preguntaba una y otra vez el doctor Pesce, mientras otros profesionales le raspaban el útero durante el legrado.

El médico, cirujano de Tocoginecología, también es jefe del servicio de Ginecología del Hospital Militar de Campo de Mayo. El doctor Pesce abrió la puerta a la criminalización de Carla cuando llamó al destacamento Agustoni y la denunció. Los pasillos del lugar se llenaron de uniformes de la Bonaerense. El doctor Pesce firmó una planilla de intervención policial y completó el supuesto delito a investigar: “parto domiciliario (sin feto)”.

Le dijeron a Carla que no podía irse, que estaba detenida en el propio Hospital. Salió a los dos días: el movimiento de mujeres, rápido de reflejos, hizo público el caso y consiguió que una abogada feminista interviniera en su defensa. Pero la causa en su contra, al cierre de esta edición, todavía está abierta.

Criminalizando pacientes

¿Cómo se arma una causa contra una mujer que no pudo o no quiso ser madre? Así como el olfato policial funciona como una supuesta destreza que tienen los policías para identificar ladrones, la cultura de la sospecha que atraviesa al sistema de salud opera para reconocer supuestas mujeres que abortan. La presunción de inocencia desaparece: todas abortaron hasta que se demuestre lo contrario. Dejan de ser pacientes para ser criminalizadas. Rehenes de lo que ocurre en sus propios úteros, las mujeres con complicaciones obstétricas y aquellas que abortaron en la clandestinidad son así empujadas a un encierro injusto.

Mientras el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo presentado en el Congreso, aún no camina hacia la discusión, la cultura de la sospecha avanza y se convierte en una trampa para muchas. A Belén, en Tucumán, le significó casi 900 días de encierro y aún espera la absolución. Un entramado que tiene la marca y el disciplinamiento en tándem de la corporación médica, la policía y el Poder Judicial.

El expediente contra Carla recayó en la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 2 de Pilar. El fiscal Leonardo Loiterstein tiene que decidir si lo archiva o no. Está a la espera de los resultados de las pericias sobre la placenta que expulsó en el hospital. Por el momento la carátula es “averiguación de delito”. Aunque el doctor Pesce, como si fuese fiscal, ya la acusó de homicidio cuando todavía estaba en una camilla.

Víctima de Estado

«Quiero que todo esto termine y volver a mi vida normal”, dice Carla. Ese no es su nombre real, es una identidad ficticia que se creó para protegerla. Sentada en las escalinatas de la plaza central de Pilar, tiene la mirada puesta en un punto perdido. A su alrededor, dos chicas improvisan una coreografía sin música y unos pibes rapean.

La “vida normal” de Carla eran los cursos de arte a los que iba y su trabajo. Ahora todo está en pausa: le cuesta salir a la calle porque se siente observada. Quizás por eso esconde su pelo largo en la capucha de una campera de algodón. Nunca se saca la mochila repleta de pines de Pokemon y cada tanto pispea el celular. “Si no fuera por las chicas no sé que hubiera sido de mí. Por ahí iba presa”, dice de repente.

“Las chicas” son un grupo de mujeres organizadas de manera autogestiva y militante en las defensorías de género que funcionan en distintos barrios. Una de ellas había conocido a una médica en un viaje a Pilar, arriba del colectivo 57, y habían intercambiado teléfonos. Esa mujer fue la que las alertó sobre la situación de Carla.

Las chicas, con Aixa Rossi a la cabeza, se movieron rápido hasta el hospital Sanguinetti junto a otras activistas como las integrantes de Red de Mujeres. Aixa fue víctima de violencia obstétrica: estuvo cinco días detenida en una comisaría de Ezeiza por denunciar al hospital de ese municipio por la pérdida de su bebé que, se supone, nació muerto. De víctima de la violencia institucional pasó a ayudar a otras.

Gabriela Chiqui Conder, integrante de la Gremial de Abogadas y Abogados, está a cargo de la defensa de Carla. “Están expulsando a las mujeres del sistema de salud. La persecución es terrible. Parece como si estuvieran a la espera para denunciarlas. Están a la caza de las que abortan y de las que tienen complicaciones obstétricas”, resume Conder.

Si se tiene en cuenta que en 2014, sólo en la provincia de Buenos Aires, fueron 15.000 los egresos hospitalarios por abortos inseguros, esta atmósfera de persecución es preocupante.

La ministra responde

No se trata solo de la denuncia contra Carla. Antes, el 20 de agosto, circuló la foto de un cartel del centro de salud Doctor Springolo, en Morón, que obligaba a los médicos a violar el secreto profesional y denunciar a las mujeres de las que se “sospechara aborto”. El mensaje era explícito: iba acompañado con el número de teléfono de la comisaría de El Palomar. Después de que saliera a la luz, el intendente Ramiro Tagliaferro separó al coordinador médico de ese centro de salud, Mario Marine, y al coordinador administrativo, Daniel Araujo.

A los pocos días del cartel, el Ministerio de Salud bonaerense distribuyó la comunicación N° 4 para recordar cuál es el protocolo vigente para asistir a mujeres que consultan por abortos:

“Debe respetarse la confidencialidad y el secreto médico, de acuerdo a lo establecido en las leyes”.

“No debe realizarse denuncia policial o judicial o amenazar con realizar tal denuncia”.

El comunicado enumera todas las legislaciones vigentes y  los fallos de la Corte que establecen que el deber de confidencialidad de profesionales de la salud tiene preeminencia sobre el eventual deber de denunciar, aún en el caso de una comisión de un delito. Sin embargo, una semana después sucedió lo de Carla.

“La realidad es que muchas veces se pierde más tiempo en interrogar a la mujer que en atenderla. Y eso no tiene que suceder porque muchas veces está en juego la vida”, dice Zulma Ortiz, Ministra de Salud de la provincia de Buenos Aires.

¿Qué está haciendo el ministerio para evitar que médicos criminalicen a las mujeres?

El cartel que apareció en Morón nos sirvió para recordarles a los colegas los marcos normativos y legales a través de la circular que difundimos. Pero también demuestra que queda mucho por hacer. Se cometen estos errores por el tema de la objeción de conciencia, por desconocimiento y también por desidia. Estamos trabajando fuertemente en capacitaciones, en que se cumplan los protocolos de atención post aborto y en la implementación de la ley que creó consejerías para situaciones de embarazos no planificados, que es un proyecto de la senadora Mónica Macha. También abrimos una dirección que antes no existía, de Maternidad, infancia y adolescencia. Y seguimos con el Programa de Salud Sexual y Reproductiva.

¿Cómo intervinieron en el caso de Carla?

Es un caso diferente porque está judicializado y faltan muchas cuestiones por determinar. Según la información que nos llega, la chica cursaba un embarazo ya en el tercer trimestre. Ofrecimos asistencia con el equipo de psicólogos que tenemos para situaciones que generan estrés post traumático.

En este contexto, ¿el proyecto de ley de despenalización del aborto que está en el Congreso no es una forma de dar marco legal a las interrupciones de embarazos y frenar la criminalización?

Como funcionaria no tengo opinión personal. Es una respuesta institucional y no es un tema que hayamos hablado con la gobernadora.

La gobernadora María Eugenia Vidal dijo en una entrevista que hay que dar el debate legislativo…

La gobernadora le ha dado mucha jerarquía a la Secretaría de Derechos Humanos y es clave que tengamos una opinión conjunta. Todavía no lo hemos hablado

El mapa de la criminalización es claro: de pacientes a presas

Aunque no hay estadísticas oficiales, Carla no es un caso aislado. El Observatorio de Violencia de Género (OVG) de la Defensoría del Pueblo bonaerense le pidió a la Procuración General de la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires números. Todavía esperan una respuesta. El organismo que dirige Laurana Malacalza reaccionó al panorama de denuncias con una propuesta: que la Procuración defina directrices que dispongan la anulación de investigaciones penales cuando se originan por denuncias de personal de salud que no respetan la confidencialidad y el secreto profesional.

El síntoma Belén

Con la mirada puesta en todo el país, en los últimos años se registraron, al menos, 15 casos de mujeres criminalizadas por complicaciones obstétricas o abortos. La abogada feminista Daniela Fagioli, de Mujeres en lucha, se ocupó de recopilarlos. Belén representó la situación más extrema, pero existen otras con distintos niveles de criminalización.

Un resumen del panorama:

En Jujuy, en 2014, tres amigas fueron imputadas por ese crimen. Estuvieron presas en una comisaría hasta que los abogados consiguieron prisión domiciliaria.

En San Juan hay otra mujer encerrada en su casa acusada del mismo delito.

En Villa Dolores, Córdoba, hay un proceso abierto desde 2013 que espera su juicio.

En Tierra del Fuego, dos mujeres sufrieron una persecución penal que duró seis años: en 2010 las acusaron de haber consentido un aborto. La absolución llegó recién este año.

En Rosario, Yamila, 19 años, sufrió un parto espontáneo en su casa en 2012. La jueza Marisol Usandizaga la condenó en septiembre a nueve años de prisión.

En Santiago del Estero se registraron dos casos en lo que va del año. Eva estuvo presa 21 días en una comisaría de La Banda acusada de haber ayudado a su hermana, que murió después de la intervención, a interrumpir un embarazo. La denuncia salió del Hospital Regional Ramón Carrillo. El 12 de septiembre otra joven de 20 años llegó con un aborto en curso a un hospital zonal de la ciudad de Clodomira. Cuando la derivaron al Centro Integral de Salud La Banda los médicos la revisaron y encontraron restos de misoprostol en el útero: la denunciaron.

En Buenos Aires, además de Carla, en septiembre hubo un caso de una chica en Zárate acusada de homicidio tras parir en el baño de su casa.

En el ámbito porteño, Fagioli encontró dos criminalizaciones más.

Lo que se oculta

A Florencia Maffeo, integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y de Socorristas en Red, le sonó el teléfono la mañana del 27 de septiembre. Se preparaba para dar una charla sobre la temática en la Legislatura porteña y casi tiene que salir corriendo al Hospital Ramos Mejía. Una médica de ahí se había alarmado por la presencia de policía en el sector de obstetricia y avisó a las socorristas. Se trataba de una chica de 18 años, migrante, que llamó al SAME en su casa por dolores abdominales fuertes y hemorragia. Después de que expulsara de forma espontánea un feto de alrededor de 21 semanas, los médicos del SAME la denunciaron en la fiscalía de turno. La red de organizaciones feministas y los médicos del Hospital atajaron la persecución. La chica fue dada de alta al día siguiente. La causa todavía no fue archivada. ¿Cuántos casos no llegan a tener difusión mediática? ¿O no son detenidos a tiempo por las redes del movimiento de mujeres?

“Nunca habíamos vivido situaciones así de salir corriendo como este caso. En este contexto político-regional de avance del conservadurismo no es menor. Hay un clima en el Poder Judicial que da lugar a estas causas. Algunos médicos, como el que denunció a Carla, están envalentonados. Quizás unos meses atrás no lo hacían. Creen que pueden ser médicos y fiscales”, analiza Maffeo.

La excepción hace regla

En Argentina, la práctica del aborto es un derecho amparado en el Código Penal sólo bajo el modelo de causales desde 1921: si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre; o si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una “mujer idiota o demente”.

Con la lupa en la mano, en las tramas estatales no todo es un panorama de sombras. ¿Cómo acompañar a las mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos? En la Maternidad Estela de Carlotto pueden dar cátedra. El lugar funciona desde 2013 en Trujui, un barrio del partido de Moreno. Su directora, Patricia Rosemberg, se para en la vereda de enfrente del paradigma médico hegemónico. Desde mayo de 2014 hasta hoy registran 3.000 nacimientos. Los partos se hacen en salas amplias que incluyen aromaterapia, música, instrumentos musicales, pelotas gigantes, telas de colores y la familia de la mujer. Hasta los empleados de seguridad son distintos a aquellos de los hospitales tradicionales: se los llama “cuidadores hospitalarios”.

En esta isla sanitaria la interrupción voluntaria del embarazo es vista como una instancia más. Los abortos seguros se convierten en la forma de frenar la mortalidad materna. Sólo en los primeros seis meses del año acompañaron a 26 mujeres en sus abortos legales. El 73% de ellas se fue con un método anticonceptivo a largo plazo para tratar de evitar que se repita la situación. Las acompañan en consejerías interdisciplinarias antes, durante y después. En un modelo similar al que funcionaba en Uruguay antes de la legalización. También en un programa de reducción de riesgos y daños, donde les brindan la información necesaria.

“Las interrupciones se hacen con la mujer asistida en la Maternidad hasta la semana 16, con misoprostol o aspiración manual endouterina (AMEU). Si vienen con un embarazo más avanzado, tiene que ver con que no pudieron llegar al sistema de salud antes. O con el momento que ellas deciden pedir ayuda”, explica Rosemberg. Cuenta que la mayoría de estos abortos tienen que ver con situaciones de abuso sexual.

¿Por qué hay tanta resistencia de la corporación médica sobre el aborto legal?

Los equipos de salud fuimos formados en una hegemonía y en una asimetría: el poder de las decisiones de los médicos sobre las personas. Sin embargo, nosotros no tenemos que estar de acuerdo con lo que el otro piense, tenemos que garantizar la atención. Hay que desaprender lo aprendido. Hace 20 años que soy médica y me tocó estar en guardias en las que le preguntaban a la mujer qué se puso, qué se colocó, cómo se lo colocó. La elección es siempre una circunstancia única de la mujer.

¿En qué medida el aborto es una realidad cotidiana para las mujeres en edad fértil?

El 50 por ciento de los embarazos termina en abortos espontáneos. Muchas veces la mujer no se entera que estaba embarazada y pasa como un sangrado más. Por otra parte, la mitad de las mujeres que llegan a parir no estaban buscando ese embarazo. Si una mujer pasa por una situación de un embarazo no deseado hay algo que está atentando contra su integralidad. Y para la Organización Mundial de la Salud, el concepto de salud tiene un sentido amplio: es el estado de completo bienestar físico, mental y social. Ahí es donde interviene la causal salud que está en nuestra ley.

El problema es la interpretación de la ley, por eso es necesario que se apruebe el proyecto de ley de despenalización…

Es importante la ley porque cuanto más explicitado está, menos discusiones hay. La legislación tiene que garantizar menos interpretaciones. El peregrinaje de cómo acceder a la medicación hoy también es un problema. Es un mercado negro que va desde los 2.000 a los 8.000 pesos.

Más cuentas:

El Ministerio de Salud de la Nación reconoció que en 2015 se hicieron entre 370 y 522 mil abortos.

El aborto inseguro es la primera causa de mortalidad en mujeres gestantes y se calcula que al menos una mujer por día muere por falta de un sistema de salud que la proteja.

Ante las trampas del sistema de salud que sospecha de todas y no ayuda a muchas, queda claro que la ley de aborto legal, seguro y gratuito es la llave para cerrar la puerta a la criminalización.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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