CABA
Brigada Eva
Eva Giberti. Sus febriles 78 años la encuentran dando un salto: de referente feminista a funcionaria del Ministerio del Interior. Aquí comparte los misterios de ese trayecto.“¿Eva Giberti?… ¡Me acuerdo cuando enseñaba a masturbarse por televisión!”. El comentario aparece y no sé si es un recuerdo riguroso, cierto, pero, ¿cuánto importa? En todo caso lo que marca es otra cosa: cómo Eva Giberti es un nombre asociado al gusto por desacomodar las cosas; la figura de una señora que corrió los muebles de lugar, un poco a lo kamikaze, y se convirtió por eso en un mito al uso argentino (y femenino): Giberti es desde “la que planteó que Freud no había acertado una sobre las mujeres” hasta “la primera que defendió el derecho de los homosexuales a adoptar”.
Ahora tiene 78 años y está haciendo algo extraño para su edad y su historia: es funcionaria.
Cuando vamos al Ministerio del Interior para verla, resulta que ocupa la oficina 700 (el número puede dar una pista de lo que son ciertas reparticiones públicas). El despacho tiene un escritorio, una computadora de pantalla chata como un papel, una biblioteca con sus libros y nada más. Las paredes están lisas y peladas, sin cuadros, tan despojadas que parecen más blancas. Me pregunto por qué.
Eva nos prometió una hora de entrevista, pero va a hablar mucho más. La ventaja con ella es que hablar no le cuesta (“cuando empecé a hacer televisión, en Canal 7, prendían la cámara y me decían: hablá 15 minutos”); la desventaja es que resulta difícil adaptar la oreja a los nuevos tonos de su discurso. Así, elogia durante unos minutos interminables a Aníbal Fernández, cuenta cosas reveladoras sobre la prostitución infantil, dice que acá está “en el riñón del poder”, repasa tramos clave de su vida: la fama temprana, el encarcelamiento de su hijo, la soledad. Cuando no se acuerda de un nombre después de una hora de entrevista, se impacienta:
–Falta de memoria: es la tercera edad.
Así pasa otra hora, y media más. Habla, y en la antesala un comisario espera ser recibido. Ella sale a disculparse dos veces por la demora. Cuando la entrevista termina se cumplieron casi tres horas y el comisario ya no está.
El periodismo
Eva nació en Buenos Aires el 21 de mayo de 1929. Su primer título fue el de maestra normal, pero se hizo conocida como periodista a principios del gobierno de facto de Pedro Eugenio Aramburu. Estaba recién divorciada, (“Hernán tenía tres años”, recuerda), todavía no se había recibido de psicóloga pero ya era asistente social y para mantener al hijo había empezado a trabajar en la revista Mundo Argentino.
Una denuncia sobre malos tratos a los adolescentes detenidos en la Colonia Hogar Ricardo Gutiérrez la llevó a ofrecerse para investigar el caso. Aprovechando su condición de asistente social, entró a la Colonia y la recorrió con dos fotógrafos: “Fuimos un domingo porque sabíamos que el director no iba a estar”. Durante la visita, con la guía de los internos, se las ingeniaron para llegar a las celdas de castigo. Los fotógrafos tomaron imágenes de los chicos golpeados. “Hicieron fotos de las espaldas marcadas y además, encontraron los chicotes que los celadores usaban para azotarlos, unas lonjas de cuero crudo manchadas con sangre”. Las robaron: uno de los fotógrafos las sacó ocultas en la caja de su cámara.
Esa noche la revista publicó la primera de una serie de notas con el título “Operación Desamparo”. “Nos llaman de la Casa Militar, nos dicen que no iban a tolerar ese tipo de prensa amarilla y que el Presidente quería vernos. Aramburu había asumido hacía poco y éramos bastante inconscientes, no hacíamos una lectura política de la situación. Vamos a la Casa de Gobierno y Aramburu nos dice que lo que habíamos hecho era poco serio. Entonces el fotógrafo abre su caja y pone los cueros con sangre sobre la mesa. Aramburu se quería morir”.
Al año siguiente fundó la sede argentina de Escuela para Padres, que introdujo el psicoanálisis en los medios. La Escuela empezó como una columna en el diario La Razón –que en esa época tenía una tirada masiva de 500 mil ejemplares–, y reuniones con los padres a nivel privado; tenía un enfoque crítico del autoritarismo en los colegios y en las familias.
Eva seguía con las investigaciones sobre la violencia. Por ejemplo, mientras trabajaba en los consultorios externos de la Cátedra de Pediatría del Hospital de Niños armó una encuesta sobre si las madres les pegaban a sus chicos. Para abarcar a todos los sectores sociales, extendió el estudio a consultorios privados. Había supuesto que ninguna encuestada reconocería el castigo, o que lo disimularían. Pero sorprendentemente no fue así: las madres admitían los maltratos e incluso describían de qué manera los llevaban a cabo. “Vimos cómo los castigos formaban parte de una pauta cultural transmitida de padres a hijos, respaldada por la necesidad adulta de expresar agresividad y aceptada como una forma de educación”.
Los mitos
La Escuela existió desde 1957 hasta 1973. En el medio, Eva hizo televisión (Buenas tardes, mucho gusto; Sábados circulares de Mancera), formó pareja con el pediatra Florencio Escardó –25 años mayor que ella– y tuvo a Vita. Su segunda hija nació de parto vertical, en cuclillas, para pujar mejor. Giberti había cuestionado lo artificial del parto horizontal, cómodo para el médico pero no para la madre ni para el niño. Fue unos de los primeros nacimientos de este tipo realizados en las clínicas argentinas.
Las fotos de la época la muestran con una belleza altiva. Ya era reconocida por su pelea por la igualdad de género y los derechos de los niños y acumulaba premios por su labor periodística y televisiva. Le pregunto por aquello de enseñar por televisión a masturbarse “Que enseñara no; eso es algo que la gente tiene que aprender por su cuenta –contesta–. ¡También dicen que yo decía que estaba bien que los chicos saltaran sobre los sillones!”.
¿Y no es verdad?
¡Nooo!, jamás lo dije en la vida. Es que cuando entrás al mito te hacen decir cualquier cosa.
¿Qué significaba, entonces, en aquellos años trabajar cuestiones de género?
En la década del 60 los artículos sobre la mujer eran agitativos, no había estudios desarrollados, así que escribía desde la indignación. Por ejemplo, a principios de los 70 hice una nota en Damas y Damitas, que dirigía Julia Constela, diciendo “la virginidad es un estado del alma”, con una descripción de lo que es el himen. Y secuestraron el número. Después creamos el primer movimiento de psicoanálisis y género, éramos jugadas porque en esa época el psicoanálisis era sagrado. Metimos una cuña fuerte contra el trabajo psicoanalítico ortodoxo, ese de la inferioridad de la mujer y otros disparates freudianos.
La cárcel
En 1973, su hijo Hernán Invernizzi fue detenido cuando estaba haciendo el servicio militar, acusado de abrir las puertas a un grupo del Ejército Revolucionario del Pueblo que intentó copar el Comando de Sanidad del Ejército. Lo condenaron a cadena perpetua. En la casa de Eva el teléfono dejó de sonar. “Me quedé con cinco amigos. Toda la gente de radio y televisión, el periodismo, nunca me volvieron a llamar, ni siquiera para preguntar si estaba resfriada”.
Empezó otra época, de visitas a la cárcel. “Íbamos con Vita a Magdalena. Como el penal quedaba más cerca de La Plata, nos instalábamos en un hotel los viernes para poder visitarlo el fin de semana, hasta que el propio Hernán nos avisó que se estaban llevando mucha gente en La Plata”.
De las visitas y las requisas a los familiares (Hernán pasaría también por Caseros y Devoto) Eva escribió Mujeres carceleras, un grupo en las fronteras del poder. “Fue una de las mejores cosas que escribí en mi vida, un folleto totalmente psicoanalítico, pero en el que pude describir las requisas y el modo de funcionar de las guardiacárceles. Lo editó la apdh”.
Cuando volvió la democracia, Hernán cumpliría un récord como preso político, al pasar 12 años y nueve meses privado de su libertad. Eva, que había acompañado a Madres y Abuelas desde los tiempos difíciles, eligió como nuevo abogado defensor a Florencio Varela, un ex funcionario de la dictadura. “Yo había tenido como primer defensor al coronel Luis Perlinger que patrocinó a Hernán como soldado y él mismo después fue preso; después hubo un par de abogados de derechos humanos que se acercaron, pero era un caso de justicia militar, era muy complicado y en esa época no era fácil representar a un preso político, no era que estuvieran todos locos por hacerlo. Entonces mi abogado personal me propuso consultar a Florencio Varela. A esa altura iba a ver a quien fuera. Me valió, por supuesto la hostilidad de la gente de los organismos de derechos humanos, cosa que yo puedo entender, pero había que sacarlo a Hernán de la cárcel”.
El programa
En el programa Las víctimas contra la violencia que hoy coordina, una de las medidas que implementó fue la creación de una Brigada Niños y Niñas, un patrullero camuflado que sale a recorrer las calles.
¿Hay más prostitución infantil?
Sí, hay más.
¿Por qué?
Porque son los clientes los que están en crecimiento. O sea, la convicción de los sujetos de que pueden disponer de las nenas es una convicción en aumento. No sólo acá, sino en el mundo.
¿Cómo son los prosituyentes?
No hay un perfil, quiero decir que puede ser cualquier padre de familia o cualquier muchacho que crea que así le es más fácil. Cuando un sujeto se interesa por una niña de 12 años en realidad lo que busca es eliminar a una testigo de su sexualidad, porque si vos le pagás a una mujer que ejerce la prostitución, la mujer es una testigo inteligente de lo que vos hacés. Se trata de una sexualidad que tiene más que ver con el goce del abuso del poder que con la sexualidad en sí.
La brigada está integrada por una psicóloga, una asistente social y dos policías que salen de recorrida con una camioneta camuflada. Cuando encuentran un auto que trata de acercarse a una nena o cuando la nena ya subió y está teniendo sexo, la camioneta se acerca, bajan dos oficiales de policía, golpean la ventanilla y detienen al prostituyente. Lo más difícil, cuenta Giberti, es la reacción de las niñas. “Son víctimas que no saben que son víctimas, ni se dejan tratar como víctimas. Forman parte de un problema grave porque lo que hacen es pedirnos que nos vayamos y las dejemos ‘trabajar’ tranquilas”.
¿Entonces?
Lo único exitoso es que detenemos al tipo, y es relativamente exitoso porque los jueces tienden a liberarlo.
Al problema con los jueces lo vieron desde la primera intervención. “Fue a una cuatro por cuatro en la que iba un señor. Las colegas ven que sube una niña, los policías bajan, golpean el vidro, ‘identificación, Policía Federal’. Ahí descubren que la niña, que debía tener 14 ó 15 años, era travesti. Ella salta por la puerta de atrás, pierde un zapato y se va corriendo. El señor estaba in fraganti, porque la evidencia de su pantalón era indiscutible, así que lo llevamos detenido por corrupción de menores, pero el juez lo liberó”.
Poco después se toparon con lo mismo al detener a una cafishia. “Las colegas ven el movimiento de las chicas en la esquina, miran en los alrededores, localizan a una señora en la cuadra que les parece sospechosa. La detienen y la señora tiene una lista con los nombres de todas las chicas, ésta cien, ésta debe tanto, etc. Y al juez no le pareció que esto fuera algo digno de ser investigado, aunque la señora era evidentemente una rufiana. Y lo que finalmente pasó fue que los rufianes se dieron cuenta de que es un peligro tenerlas en la calle porque nosotras llegamos, entonces, ¿qué han hecho? No están más en la calle. Las nenas están en un boliche con un celular. Las llaman y hacen la cita en un departamento que está metido dentro de un consorcio. Las han sacado de la calle”.
El poder
Misterios del poder: Giberti dice que le dan todo lo que pide, pero al final de la entrevista, mientras hacemos las fotos, le pregunto por las paredes sin cuadros. Qué raro que no tenga ninguno. “Traje una reproducción de Pettoruti. ¡Pero no consigo que lo cuelguen!”, confiesa. Hago la cuenta: asumió en marzo de 2006.
¿No pasa lo mismo cuando pide algo más arriba?
No, no. Me dan todo. Esto es estar en el riñón del poder. (Acá siguen cinco minutos de elogios para el ministro Fernández)
Así que no encontró ninguna…
No, no: acá la única complicación que encuentro es que no conozco de Derecho Administrativo. A veces hay cosas que quiero hacer rápido y los tiempos administrativos son lerdos.
No da más detalles; rechaza toda posibilidad de meterse en el tema: “Yo entré a este Ministerio ya siendo Eva Giberti, por lo cual fue muy fácil para mí levantar el teléfono, llamar a determinada gente, a jueces, toda gente amiga o que si no es amiga me atiende. Así hice la gestión, llamando por teléfono”. Le comento que en la página oficial del Ministerio aparece como “socióloga”. “Ya lo vi (se pone de evidente mal humor) Pero no lo escribió el Ministerio, sino un periodista para un diario de la provincia de Buenos Aires”.
Las denuncias
El programa tiene tres brigadas: además de la Brigada Niños y Niñas, hay otra contra la violencia familiar que asiste a la gente en el momento mismo de la violencia, en la calle o en el domicilio, y la tercera interviene en comisarías, cuando llega la víctima de violación. Acompañan a las mujeres para que mantengan la denuncia y el violador sea identificado; se aseguran de que reciban la píldora del día después y el kit contra infecciones. “Trabajamos en la calle. Por ejemplo, cuando nos llaman para denunciar un hecho violento –puede llamar la víctima, una escuela, los vecinos–, llega primero el patrullero porque si el sujeto está armado hay que desarmarlo y pegadito llegamos nosotros, y ahí hacemos un acta, vemos si hay que serenar, si hay que llamar al same, nos subimos a la ambulancia con ella, le buscamos un refugio si es necesario. Trabajamos en la urgencia, no somos una oficina de asistencia a la víctima.
¿Por qué?
Porque el Gobierno de la Ciudad ya las tiene, ¿por qué vamos a repetir? Ponemos toda nuestra energía en lo que no existe.
Las estadísticas mostraron que el 56 por ciento de las víctimas de violencia son mujeres, más un 15 por ciento de niñas y un 15 por ciento de niños. Hay un 9 por ciento de hombres y en el 5 por ciento de los casos restantes no hay una distinción clara entre el agresor y la víctima. “Es decir que se da lo que se denomina violencia cruzada”. Los datos corresponden al período entre noviembre de 2006 y marzo de 2007, en el que atendieron 453 casos. Como el programa es nuevo, no se ha medido todavía si hay una tendencia a denunciar más los hechos de violencia que antes.
Al armar las brigadas, Giberti encontró que lo más difícil era conseguir gente preparada para trabajar en la calle. “Necesitaba cien personas de base, entonces colgué en Internet el pedido que decía ´psicólogos y trabajadores sociales, con matrícula´. A la primera llamada hubo 5 mil currículums. Bueno: a mí me costó llegar a rescatar cien”.
¿Cuál fue el problema?
Que las universidades no forman gente para trabajar en terreno, mucho menos para trabajar con víctimas. Las niñas prostituidas no existen en el plan de estudios, como no existe la trata de personas. Hacíamos entrevistas a gente con currículums maravillosos, pero cuando empezábamos el diálogo veíamos que tenían la cabeza llena de escuela francesa y ni idea de su país. Las facultades son guetos en los que la gente se forma para trabajar exclusivamente en el consultorio.
La entrevista ya está terminando. Antes de irnos, pedimos ver el centro de atención telefónica del programa. Una secretaria nos acompaña por el interior del edificio. El Ministerio tiene una arquitectura desconcertante: un ascensor moderno, pasillos con olor a hospital, una escalera de mármol que no conduce a ningun lado (sería más exacto decir que desemboca en un pedazo de cielorraso agujereado). Finalmente, llegamos a la sala donde dos psicólogos esperan los llamados. No es nuestro día de suerte. En el rato que estamos el teléfono no suena. Me pregunto cuánto podrá hacer Giberti en este lugar. ¿Hacía más antes? ¿Cómo miraría aquella Giberti de 30 años a la actual? Ella dice que en el cargo aprendió a esperar. “Yo siempre he sido una persona de presionar, pero ahora, acá, la necesidad me está enseñando a ir con ciertas estrategias”.
¿Por ejemplo?
Si quiero allanar un prostíbulo donde hay chiquitas, puedo allanar ya, pero si le pido a inteligencia de Gendarmería que siga a la red, es posible que cuando finalmente allane, allane en firme..
¿Qué le dio más poder, este lugar o…?
(Giberti no deja terminar la pregunta y anticipa su respuesta) Esto me dio un ejercicio del poder protegido. Éste es un tipo de poder que yo desconocía.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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