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La chica shock

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Su nuevo libro, La doctrina del shock, no puede analizarse sin tener en cuenta el año que la autora vivió en Argentina. Esa experiencia marcó su mirada sobre lo que ahora revela al mundo: la relación entre una experiencia social traumática y la imposición de medidas económicas brutales. En esta entrevista explica los puntos centrales de su arrollador ensayo.

La chica shock

¿Cómo podría sintetizar la teoría que desarrolla en su libro a lo largo de 600 páginas?
La doctrina del shock es una filosofía que ha guiado la toma de decisiones en los más altos niveles de gobierno de Estados Unidos y en muchos otros países. Es una filosofía creada por personas cuya agenda política es tan impopular que no pueden imponerla en circunstancias normales. Tiene que producirse algún tipo de shock, golpe o trauma, infligido a una sociedad –una guerra, un ataque terrorista, un desastre natural– para lograr que las personas pierdan su eje, pierdan su orientación. A partir de ese shock se puede impulsar un programa político-económico que nadie aceptaría de otro modo. Ése es el principio central de la doctrina del shock, que yo también denomino “capitalismo del desastre”.
¿Qué significa un shock?
En el libro examiné tres tipos diferentes de shock. En primer lugar, investigué cómo las principales catástrofes naturales, las guerras y los atentados terroristas arrojan a las personas a un estado de total desorientación. Esto ablanda las condiciones de resistencia para aplicar el segundo shock, también conocido como terapia de shock, que consiste en la implementación de políticas económicas que impulsan el libre mercado y empujan al abismo de la exclusión a grandes sectores de la población. Lo hemos visto en Chile en la década del 70, en Bolivia en la década del 80 y en Rusia en la década del 90. La tercera forma de shock es literal: el shock de la tortura. Sostengo que la tortura está fuertemente vinculada a la terapia de shock económico, porque está relacionada con la necesidad de eliminar todo tipo de resistencia a la imposición del “libre mercado”: los gobiernos torturan a las personas para aterrorizar a las sociedades en su conjunto. Me interesé en la forma en que estos tres shocks se refuerzan mutuamente cuando estuve en el Irak en momentos de la ocupación norteamericana. Presencié cómo primero se impuso la “conmoción y pavor”. Entonces, Irak pasó de ser un país estrangulado por las sanciones económicas a ser un país capitalista salvaje. Ése fue el segundo shock. Pero los iraquíes comenzaron a organizarse y protestar y resistir. Y cuando surgió la resistencia, vimos el tercer shock: la cámara de tortura.
¿Qué rol jugaron los Chicago Boy´s en este desastre?
Milton Friedman (1912-2006), el difunto economista y gurú del libre mercado, fue quien articuló la doctrina del shock mejor que nadie. Él escribió a principios de 1980: “Sólo una crisis –real o aparente– produce un cambio real. Cuando se produce la crisis, las medidas que se adopten dependen de las ideas que estén en casa”. Estaba hablando de sus propias ideas, las más brutales sobre el libre mercado, con las que implementó una verdadera campaña ideológica impulsada por el Departamento de Economía de la Universidad de Chicago, una campaña que no podría avanzar en circunstancias normales. Friedman sabía de primera mano que Nixon era muy afín a sus ideas, pero que consideró que si trataba de convertirlas en política en el marco de una democracia electoral, no podría mantenerse en el poder. Fue después de esa experiencia que Friedman llegó a la conclusión de que la crisis era la solución. Se refería a la crisis económica, pero en el libro ‘La libertad de elegir’ enumera una amplia gama de traumas que pueden servir para “ablandar” las resistencias a imponer políticas de libre mercado. Se ha hablado mucho de los economistas norteamericanos que fueron a Chile a colaborar con Pinochet. Y eso es cierto hasta cierto punto, porque el propio Friedman viajó a Chile en 1975 y se reunió con Pinochet. Pero los verdaderos Chicagos Boy’s fueron los chilenos que estudiaron en la Universidad de Chicago. No se trató simplemente de formarse en un programa académico de Estados Unidos, sino de integrar un programa con el que el gobierno norteamericano intentó cambiar el panorama ideológico de América Latina. Este programa se inició en la década de 1950, cuando existía una gran preocupación en Washington porque América Latina estaba avanzando muy lejos y a la izquierda.
¿Cuál fue entonces la estrategia?
Una de las estrategias fue la de traer un gran número de estudiantes de Chile a la Universidad de Chicago. Friedman siempre se quejaba por la forma en que sus ideas eran consideradas marginales, mientras que las ideas keynesianas de Harvard y Yale tenían el monopolio de la influencia política. Él y sus colegas se vieron a sí mismos como una banda de rebeldes en la periferia y, en ese marco, el trabajo con estos estudiantes latinoamericanos era prácticamente como impulsar una secta de extrema derecha capitalista. Los estudiantes fueron entrenados como guerreros ideológicos; sus matrículas universitarias eran pagadas por Estados Unidos –por el gobierno primero y más tarde por la Fundación Ford– y, una vez entrenados, eran enviados de regreso a casa para dar la batalla. Este programa de entrenamiento ideológico comenzó con Chile, pero más tarde fue ampliado a Argentina, Brasil, México.
¿Ganaron?
El primer error importante que surge al analizar el rol de los Chicago Boy´s es decir que los Friedman Boy´s han ganado la guerra pacíficamente en el terreno ideológico. Ganaron en América Latina, ganaron en Rusia, ganaron en China. Sin embargo, desde el principio, desde el primer laboratorio del programa que instalaron en Chile, los Friedman Boys siempre perdieron cuando intentaron imponer sus ideas de forma pacífica. Los primeros estudiantes que participaron del programa en la Universidad de Chicago regresaron a Chile en los 60. Tenían sus revistas, sus columnas en los diarios, sus puestos académicos, pero nadie los escuchaba. Recién cuando los tanques derrocaron a Salvador Allende, los Friedman Boys lograron regresar a Chicago como triunfadores. Fue de esa forma brutal, de lucha contra el sistema democrático, que “ganaron”.
¿De qué manera su experiencia en Argentina influyó en su teoría?
Viví en Argentina durante un año, con mi marido, Avi Lewis. Estábamos haciendo una película sobre la crisis económica en ese país. Todo el mundo me hablaba de las 30.000 personas desaparecidas en la dictadura y de cómo se había impuesto un modelo económico de concentración y exclusión. También me hablaban del grupo de Chicago Boy´s que llegó al poder durante la dictadura militar. Para mi era evidente que no se trataba de una casualidad. En Argentina encontré, entonces, la confianza necesaria para hacer esas conexiones entre diferentes experiencias traumáticas y la adopción de determinadas políticas económicas.
¿Cómo siguió a partir de su “descubrimiento”?
Mi mirada se centró en los momentos clave para la expansión de la ideología del libre mercado, momentos que se vendieron como pacíficos y democráticos, pero que fueron exactamente lo contrario. En ese sentido, el caso de Margaret Thatcher es particularmente interesante. Ella trató de impulsar reformas económicas “liberales” muy impopulares, en 1981 y 1982. Logró convertirse por eso en la primera ministro menos popular de la historia británica. Su imagen positiva se había reducido al 22% en las encuestas. Era evidente que dentro de Gran Bretaña y su democracia no podía lograr sus objetivos, mucho menos a las puertas de una elección donde pretendía retener su cargo. Fue en ese marco que la dictadura argentina se apoderó de la Islas Malvinas, un evento que Thatcher aprovechó para salvar su carrera política. Después de ganar la guerra, su popularidad se disparó al 59%. Ella fue muy explícita al respecto. Cuando envió a la policía antidisturbios a reprimir la huelga de los mineros del carbón, dijo: “Hemos luchado contra el enemigo externo y ahora vamos a luchar contra el enemigo interno”. Y ese enemigo estaba adentro de los sindicatos.
¿Qué significa, concretamente, lo que llama “capitalismo del desastre”?
Lo que yo llamo “capitalismo del desastre” es mucho más grande que la relación militar-industrial que se establece a partir de las catástrofes, como por ejemplo, las empresas que venden los misiles o las que obtienen los grandes contratos de reconstrucción de los puentes que han sido bombardeados. El capitalismo de desastre es la privatización de la seguridad del Estado, tanto en el frente doméstico, como para la ampliación del poderío de Estados Unidos en el extranjero. Hoy entendemos la forma en que la administración Bush utilizó el 11 de septiembre para tomar el poder, concentrándolo en el Poder Ejecutivo. La Casa Blanca utilizó el shock del 11 de septiembre para eludir el debate y, en nombre de la seguridad, dar un golpe al sistema democrático. Pero al mismo tiempo, se apoderaron del poder otros actores. El Estado autoritario es un molde hueco y la seguridad que dice garantizar no está a su cargo, sino que subcontrata empresas privadas para hacerlo. He llegado a pensar que esta supuesta “guerra contra el terror” es la reproducción de la misma clase de sugestión que se creó en los 90 con las punto com, con el efecto burbuja de una supuesta “nueva economía”. Ahora, esta nueva economía de la seguridad que se anunció después del 11 de septiembre, se vendió con el siguiente eslogan: “ El gobierno de Estados Unidos hará lo que sea necesario para que esté ´seguro en su hogar; vamos a librar una guerra contra el mal en todas partes, por siempre”. Desde una perspectiva comercial, esto es tremendamente tranquilizador ya que los inversores siempre están buscando la previsibilidad y la sostenibilidad de un negocio, y la administración Bush emitió un mensaje claro al respecto: el escenario de este negocio es global y eterno. En otras palabras, les dijo a los inversores que apuesten a este negocio de la “seguridad” porque la fabricación de productos para satisfacer la demanda que el 11 de Setiembre creó es una apuesta sin riesgo, segura. Al lanzar esta “nueva economía” el gobierno, además, proporcionó financiación ilimitada y contratos seguros. El Departamento de Seguridad Nacional es un gran ejemplo de ello. No se trata de un organismo gubernamental en el sentido tradicional, sino de una cáscara vacía que sólo existe para repartir dinero a los contratistas privados que producen los productos que el gobierno adquiere.
¿Por qué lo que parece tan evidente es difícil de ser reconocido hasta que usted lo cuenta?
Una de las razones por las que se ha tardado tanto tiempo en reconocer que ésta es una nueva economía -y para comprender la forma en que está cambiando nuestras vidas- es que durante la década del 90 nos acostumbramos a ver cómo nuestras élites se jactaban de su riqueza. En aquel entonces, una interminable procesión de “capitanes” de la industria, las finanzas y la tecnología desfilaba por la portada de las revistas como los integrantes de un nuevo star system. Pero los titanes del capitalismo del desastre no alardean. Utilizan la fórmula que tuvieron en su momento las punto com, pero manejan su negocio con la discreción de la cia. El resultado es que nadie –ni la gente ni los especialistas– está hablando del capitalismo del desastre como una nueva economía, aunque sus consecuencias son más dramáticas que las del fordismo.
En su libro uno de los últimos capítulos analiza el caso de Israel como una advertencia. ¿Qué representa como ejemplo de capitalismo del desastre?
Israel es un caso de estudio de lo que sucede cuando un país pierde completamente su incentivo económico para la paz. Es interesante analizarlo, en términos de la sabiduría aceptada de la década de 1990, cuando se proclamaba que “el libre comercio” tenía interés en promover la paz, ya que los países estarían demasiado ocupados en lo comercial como para bombardearse unos a otros. Pero la experiencia de Israel desmiente este axioma “libre comercio-paz”. La economía de Israel es una de las más exitosas en el mundo, con un ritmo de crecimiento del 8% anual, gran parte del cual está impulsado por la industria de guerra. Israel se ha convertido en un salón de exposición de tecnologías de seguridad, por ejemplo con su desarrollo de aviones teledirigidos no tripulados. Otro ejemplo: su sistema de cgp que tiene la capacidad de orientar al conductor de un automóvil se presentó en un exposición internacional de armas. Otro: una empresa israelí se asoció con Boeing en la licitación de un contrato por un valor de $ 2,5 millones de dólares para la construcción de las llamadas “vallas virtuales” en la frontera de México y de Canadá. Al promocionar estas tecnologías las empresas israelíes resaltan que ya fueron probadas sobre terreno palestino. Así Israel se convierte en la última paradoja. Muestra que el crecimiento rápido y la interminable guerra pueden coexistir. Debería servir de advertencia sobre lo que sucede cuando gran parte de la economía está atada al capitalismo del desastre, al que no le conviene ni le interesa la construcción de un mundo más pacífico.
Siguiendo con las paradojas, podríamos decir que durante el siglo XX, los desastres naturales en América Latina brindaron oportunidades para las alternativas políticas nacionalistas. En 1944, el terremoto de San Juan, en Argentina, marcó un hito en la historia del peronismo; terremotos en Nicaragua y Guatemala, en la década del 70, contribuyeron una radicalización popular. ¿Por qué piensa que la derecha puede ahora aprovechar a su favor esos traumas, justamente en momentos en que responden menos a causas “naturales”, y más a consecuencias sistémicas?
Cuando Friedman formuló su teoría sobre el aprovechamiento de la crisis, lo hizo muy conscientemente imitando a la izquierda. Su estrategia la formuló a partir de analizar cómo la izquierda respondió a la Gran Depresión y cómo, según su opinión y a pesar de que nunca lo dice de manera explícita, el libre mercado perdió esa batalla. En esa oportunidad, los socialistas y los keynesianos estaban listos, y supieron qué proponer y cómo hacerlo. Tenemos que pensar toda la red de derecha de los grupos de reflexión que Friedman creó como la manera de mantener las ideas calientes, si se quiere, para asegurarse de que estén listas y esperando la oportunidad de que una crisis golpee a sus puertas. Pero esos grupos de estudio se convirtieron también en expertos en la creación de muchas de las crisis, o de la atmósfera de crisis, que luego explotan. Ellos son una máquina de la generación de crisis. Son intelectuales especialmente preparados para casos de desastre. Lo vimos de manera dramática después del huracán Katrina. En un encuentro que se prolongó durante toda la noche y que celebró la Fundación Heritage, en Washington, se reunieron los actores clave de muchos de estos grandes grupos de reflexión, junto a los representantes republicanos en el Congreso. Llegaron a formular hasta 32 medidas de “libre mercado” como “soluciones” para el huracán Katrina. ¡Es un extraordinario ejemplo de éxito de venta! Pero el punto es que, como ansiaba Friedman, “están listos”. Sucedió un huracán y allí encontraron la oportunidad para colocar las propuestas que ya tenían preparadas: precarización laboral, privatización de la educación, incluso, hasta un proyecto de extracción de petróleo en el Ártico.
Lo que está describiendo parece ser de segunda etapa el neoliberalismo. La primera etapa generó una serie de crisis y la segunda, en lugar de combatirlas, creó una nueva economía que se beneficia con ellas. Otra vez, la pregunta pesismista: ¿ganaron?
¿Qué es lo que lo hace aterrador al capitalismo del desastre? Que una vez que encontró su incentivo económico en la crisis, la única amenaza seria a su desarrollo es la paz. Y ésa es la razón por la que es tan importante que tengamos un debate público acerca de las consecuencias políticas de este nuevo escenario económico. Veo algún motivo para el optimismo, no obstante, a pesar de todos los terribles ejemplos de campañas cínicas que se han hecho para explotar los momentos de trauma que narro en el libro. La izquierda sufre una crisis de confianza, porque muchos de nosotros creemos que hemos perdido la batalla de las ideas. O bien porque fueron traicionadas por los dirigentes que prometieron una cosa durante las campañas electorales e hicieron algo completamente diferente una vez en el poder (Solidaridad, en Polonia; el Congreso Nacional Africano, de Sudáfrica). O bien porque las alternativas socialdemócratas, que se propusieron a lo largo de los últimos 35 años, fallaron. Si veo, entonces, algún motivo para el optimismo es porque miro para otros lados. Cuando estuve viviendo en Argentina, pude conocer los escritos de Rodolfo Walsh. En 1977 predijo que los efectos del terror durarían entre 20 y 30 años. Leí esa predicción casi 25 años después, cuando la gente estaba en las calles, rechazando al neoliberalismo, gritando “que se vayan todos”. Pero muchos me decía que en realidad lo que se estaba gritando era: “La dictadura terminó”. No tenía ni idea de qué me estaban hablando, porque la dictadura había terminado en 1983. Pero al seguir conversando con más gente, más entendí por qué se necesitó tanto tiempo para que terminara el miedo. Tenían una especie de resaca del terror. Necesitaron todo ese tiempo para sanar esas heridas y recuperar la confianza. Creo que gran parte del mundo está todavía en estado de shock, pero también que hay partes de ese mundo que comenzaron a salir de ese estado y pueden contarnos la experiencia. La doctrina del shock comenzó en América Latina y es lógico que los primeros levantamientos contra ella hayan comenzado en América Latina. Hacia allí tenemos que mirar para hoy encontrar esperanza.

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El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

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A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.

Por María del Carmen Varela

El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.

La propuesta reza:

El Teatro está Abierto: ENTRÁ.

La historia no se repite igual, pero rima.

El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.

La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.

Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».

El texto poético que acompaña el mitín:

Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada

Ayer fue incendio, hoy es apagón

Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito

Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva

Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital

En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.

Entrá porque es urgente

Entrá porque es ahora.

El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.

Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)

[email protected]

Instagram: @festivalentra

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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

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Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

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Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

Marcha de jubilados: balas y bolitas
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