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La otra campaña
Despidos en PepsiCo. 600 familias quedaron en la calle luego de que una de las mayores corporaciones mundiales anunciara la relocalización de la planta de Vicente López: tomaron la fábrica en resguardo de las maquinarias y sus puestos de trabajo. Qué hay detrás de cada despido. POR LUCAS PEDULLA
El WhatsApp de 600 trabajadores y trabajadoras sonó al unísono. Era una misma foto que mostraba una hoja A4 en horizontal, pegada en los portones de la planta de snacks de PepsiCo en Florida, localidad del municipio bonaerense de Vicente López, y decía:
“Con motivo del cese de operaciones de Planta Florida y la relocalización de su producción en otro establecimiento se comunica al personal que queda transitoriamente liberado de prestar servicios manteniendo el goce de haberes. La empresa los estará contactando para mayor información, pudiendo Uds. también comunicarse al 0800 666-7377. PepsiCo Alimentos”.
Edgardo Carrizo es uno de los siete delegados de la Comisión Interna, tiene 35 años, lleva 10 en la empresa, tiene tres hijos y, al leer el mensaje, entró en shock.
Lo leyó otra vez.
Y otra vez.
Y una vez más.
“Lo leía, lo leía: no sabía qué hacer. Tengo tres hijos, alquilo, y lo primero que me pregunté fue: ´¿Y ahora?´”.
29.8 millones
PepsiCo es una de las mayores corporaciones mundiales de alimentos y bebidas, con producciones en 200 países, 270 mil empleados y con ganancias netas en 2016 por más de 63 mil millones de dólares, según anuncia en su sitio oficial. El sitio mexicano Economía Hoy apuntó que la presidenta ejecutiva de PepsiCo Inc., Indra Nooyi, recibió 29.8 millones de dólares en remuneración “por su trabajo” en 2016, y remarcó que las acciones de la empresa (sede en Purchase, Nueva York) aumentaron casi el 5 por ciento, en comparación con una caída del 3,5 de su rival Coca-Cola. En una entrevista con Forbes, la vicepresidenta de Asuntos Corporativos de PepsiCo para América Latina y el Caribe, Mónica Bauer, dijo que la compañía genera 70 mil empleos directos en la región. “La planta de Vicente López está impecable para producir”, informa Camilo Mones, otro de los delegados. “Hay materia prima, no están apagados los tableros: es una planta a la que le estuvieron haciendo mantenimientos millonarios antes del cierre”.
¿Qué ocurrió? “La empresa venía trabajando muy bien, teníamos horas extras”, dice Catalina Balaguer, 20 años en la fábrica, sector logística, dos hijas, dos nietas. “Lo que sí veníamos denunciando, desde hace dos años, es que se estaban llevando producción a la planta de Mar del Plata. Eso lo advertimos con denuncias al Ministerio de Trabajo”. Nicolás Gómez, delegado del sector producción: “La empresa presentó un plan preventivo de crisis, que el Ministerio de Trabajo aprobó, pero es una mentira: PepsiCo nunca pasó por ninguna crisis. Además, ese proceso preventivo debe hacerse con los obreros y las obreras dentro de la fábrica: tendríamos que estar trabajando”.
¿Qué dice la empresa? A través de un comunicado anunció cambios operacionales y detalló que la decisión se debió a “obstáculos inherentes a la ubicación de la planta en un área mayormente residencial, su compleja estructura de costos y extensos requerimientos logísticos”. La multinacional ya cuenta con una planta en el Parque Industrial de Mar del Plata que, según el portal 0223, recibió en los últimos años inversiones de más de 50 millones de dólares. En febrero se anunció que invirtió 2 millones de pesos para comprar allí un predio de 3750 metros cuadrados. Gómez: “Eso te habla de algo: acá nunca hubo crisis”.
Los rumores, de a poco, comenzaron a aparacer. Liliana Burgos, 43 años, 18 en la empresa, sector producción: “Se llevaban los pedidos a galpones. De a poco, también materia prima. Cuando planteamos a la empresa que algo estaba pasando, nos aseguraron que no iban a cerrar, que no se podía despedir a 600 empleados todos juntos, que encaremos los turnos tranquilos de que había producción para todo el año. Nos lo dijeron así, en la cara, y el 20 nos encontramos con el cartelito”.
Tres días después realizaron un plenario en el Sindicato de la Alimentación, con la presencia del secretario general Rodolfo Daer (cabeza de la CGT durante el menemismo, hermano del actual triunviro Héctor Daer). La propuesta: el llamado a un paro y la contribución al fondo de lucha del 2% de aporte solidario que el gremio descuenta todos los meses. Balaguer: “Se negó a todo”. Gómez: “Sentimos una gran traición. Fue muy doloroso ver a compañeros gritando, a compañeras llorando, a quienes tienen hijos con discapacidad y que necesitan la obra social escuchar que les digan que agarren la indemnización porque después no hay nada más”. Los obreros y las obreras pintaron su bronca en las paredes de la fábrica: “Daer traidor”.
El 26 de junio decidieron cortar parcialmente la Panamericana, pero un fuerte operativo de Gendarmería ya se había desplegado para impedirlo. Encima, les avisaron que mientras estuvieran en el corte iban a llevarse las maquinarias. Llamaron a una asamblea, discutieron qué hacer y la respuesta no tardó: ingresaron a la planta en resguardo de las maquinarias y para preservar los puestos de trabajo.
Plata esfumada
El desempleo en el primer trimestre de 2017, según el INDEC, llegó a 9,2 por ciento, el registro más elevado en una década para este momento del año. Ese proceso se acompaña por un incremento en la subocupación (las personas que trabajan menos de 35 horas semanales por causas involuntarias), que llegó al 9,9 por ciento. En síntesis: en Argentina hay más de 3,3 millones de personas desempleadas o subocupadas en las ciudades. Eso es lo que la obrera Soledad Quispe -31 años, sector logística, madre de dos hijos- ve todos los días cuando sale a la calle. “Vivo en el barrio y con esta ya son varias las fábricas que cerraron: Atanor (160 despidos entre las plantas de Munro y Baradero), Bangho (205 despidos), ahora esta, la mía”.
Sigue: “Cada despido de PepsiCo significa mucho más que 600 personas individuales. Yo era sostén de familia y ahora estoy sin trabajo. Te presiona la cabeza, y además se te suma la impotencia de pensar que no merecía que me pongan un cartel y nada más. Y eso también me da fuerza para seguir: yo puedo luchar por mi reincorporación. Pero no somos sólo nosotros: hay gente tercerizada, de limpieza, la gente del comedor de la fábrica. ¿Qué va a pasar con ellos? Hay muchos. Esto no se acaba: sigue”.
Sonia Brizuela -36 años, sector empaque, un bebé de 2 años- resume cómo ve al país: “Pensamos que estaba pasando algo, porque sabemos la crisis del país. No hay laburo, las industrias están cerrando, no hay fábricas, no tenemos dónde buscar trabajo. De indemnizaciones no se vive: el dinero se esfuma. Sabemos que afuera no hay nada. Cualquiera sabe que esto no se soluciona con decir ‘andá y buscá otra cosa afuera’, porque no hay. No queremos volver a la crisis del 2001, que era estar tres meses en un lugar, tres en otro, y que te despidan y te echen como si fuéramos perros: no estamos para eso otra vez. Acá ya teníamos nuestros derechos ganados, nuestras vacaciones, antigüedad. Es desesperante ver que todo esto es una crisis que se está dejando pasar y ningún poder está interviniendo”.
Papa frita
Maní Pehuamar, papas fritas Lay’s, Twistos, Doritos, palitos Pep, 3 D, son algunas de las marcas producidas en la planta, que ahora los trabjadores llaman a dejar de consumir.
El mismo día en que las obreras y los obreros de Pepsico quedaron en la calle, el presidente Mauricio Macri habló desde el acto en el Monumento a la Bandera, en Rosario. Dijo: “Estamos haciendo lo que había que hacer, y los primeros resultados comienzan a asomar, el país ha comenzado a crecer, hemos recuperado los puestos de trabajo que habíamos perdido en el último año”.
Desde hace días Laura Ruiz, obrera del sector línea de empaque, llega a la carpa instalada sobre la calle y lee algunas pintadas en la pared que unen los conceptos “Macri” y “ajuste”, y confiesa: “Yo lo voté y hoy me quiero morir”.
¿Por qué?
Yo creí en el cambio y ahora creo que todos estos cierres de fábricas le van a jugar en contra en las elecciones. Son votos menos. El mío, seguro. Cuando íbamos a cortar la Panamericana éramos como mil personas y me quedé tan sorprendida que me pregunté: ¿por qué voté a la derecha? Porque pensaba en positivo, quiero que al país le vaya bien, pero las cosas son distintas: la gente que está con Macri jamás pisó un barrio humilde, no tienen ni idea. Ojo: yo me di cuenta ahora, porque estoy en la calle. Siempre criticaba a los que cortaban la ruta porque no dejaban ir a trabajar a la gente. En ese momento no veía la realidad.
¿Por qué pensás que a veces no vemos la realidad?
Los medios la tapan. Lo veo ahora: vinieron el primer día y después no salió nada más de PepsiCo. Ahora están a full con las elecciones, no muestran los despidos. Mandé mensajes a TN, a América, a todos: nadie me contestó. Están con el Gobierno, claramente. Estoy muy arrepentida: lo he defendido a muerte contra mis compañeras. Ahora me dicen: ´¿Viste, Laura?´. Se me cae la cara: tenían razón”.
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Ahora nosotras
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La cordillera, última película de Santiago Mitre.Darín hace de presidente, Dolores Fonzi de su hija irreverente y Santiago Mitre, del director que mejor interpreta la época. Los tres son parte de una fórmula que levanta el nivel de la industria y ya cosechó elogios en Cannes. Estrena en agosto. Pero Mitre ya está pensando en lo que sigue. POR CLAUDIA ACUÑA
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