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De la 1 al 130: historia de Abuelas y nietxs

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Desde Tatiana, la primera nieta recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo hasta la restitución de Javier, nieto 130, historias que revelan qué mecanismos se activan en cada recuperación. Las investigaciones, las dudas, la identidad, los silencios, el deseo. La memoria en tiempos de olvido. Cómo se puede correr los límites de lo posible, y hasta de lo científico, para vencer a la mentira. Por Lucas Pedulla
Cuando Santiago Bidegain se asomó a ver quién aplaudía afuera de su casa en Capilla del Monte, Córdoba, notó que era una mujer que no había visto nunca en su vida.
-¿Puedo pasar?- le preguntó.
La mujer entró. Le explicó que era la amiga de una asistente social de la Comisión Nacional de Identidad (CONADI) y le dejó dos números de teléfono: “Necesitan que te contactes con ellos. Tienen una información para darte”. Santiago llamó al día siguiente. Su pulsación aumentó. “Tenemos una información para darte”, le repitieron. “Acercate a la sede de Abuelas en Córdoba. ¿Cuándo podrías viajar?”. Santiago respondió: el martes 25 de octubre.
Santiago asoció: después de la insistencia de sus amigos, de su pareja, de su padre adoptivo antes de morir; después de tener la certeza interna durante toda su vida, de saber que había nacido en 1977; que había sido encontrado en la esquina de Ramallo y Grecia, a tres cuadras de la ESMA; y que quizá hubiera alguien, algún hermano, algún tío o alguna abuela buscándolo a él, se decidió, y en 2006 se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo en Córdoba a dejar una muestra de sangre. Pero la muestra le dijo que no, aunque había un 17 por ciento de coincidencia, la respuesta fue no, hasta que se pidió los días en el trabajo, y solo, el 25 de octubre de 2016, se acercó y lo atendieron y le dijeron que su muestra – ahora sí- había dado una coincidencia del 99,9 por ciento con la familia Darroux Mijalchuk y, como si fuera poco, que tenía un tío que lo estaba buscando hacía 40 años.
Santiago escuchó. Le dieron el teléfono de su tío, a quien también le comunicaron la noticia, pero a quien le recomendaron que esperara el llamado. A Santiago le dieron otra información: su mamá, Elena Mijalchuk, había desaparecido estando embarazada. Se quebró. No podía llamar a nadie. Fue entonces que en su casa, en Capilla del Monte, sonó el teléfono.
Atendió Vanina, su compañera.
-Hola, ¿está Javi? –preguntó la voz.
-¿De parte de quién? –contestó Vanina, nerviosa, aunque sabía que sólo una persona en el mundo podía llamar a esa casa y preguntar por Javi, y no por Santi.
La voz dijo:
-Del tío Roberto.
Después de 40 años, Roberto había encontrado a su sobrino.
A Javier Matías Darroux Mijalchuk.
Al nieto 130.

1. El antídoto

a historia de cada recuperación es un abrazo, pero también la de un latido de una institución que lleva 42 años de regar las noticias más conmovedoras en tono social, histórico y político. El número dicta 130, y aún faltan otras 300, pero desde diciembre de 2015 la comunicación de Abuelas se convirtió en algo más que estadísticas: un antídoto de energía vital contra lo que podemos llamar macrismo; el intento de cercamiento no sólo de nuestros bienes comunes y nuestros cuerpos, sino también de nuestra memoria. Un espejo: el 28 de diciembre de 2017, Abuelas anunció la restitución de la nieta 127, hija de Carlos Poblete y María del Carmen Moyano, cuando aún dolía la represión a las protestas contra la reforma previsional de una semana atrás.
“Hoy cerramos el año con una noticia feliz”, anunció ese día Estela de Carlotto.
Y no mentía.
Cada recuperación es una enseñanza de cómo evitar que el país se convierta en un desierto.
De la 1 al 130: historia de Abuelas y nietxs

2. Primera

La primera caricia restituida por Abuelas en Argentina es Tatiana Ruarte Britos, en 1980. Dos años antes, las Abuelas habían confirmado el fallecimiento de Emiliano Ginés Scotto, de 11 meses, hijo de Marta Ester Scotto y Juan Antonio Ginés, asesinados el 14 de octubre de 1977. El bebé había nacido con Síndrome de Down y había sido entregado a unos vecinos, que lo llevaron al Tribunal de Menores N°1 de Lomas de Zamora, a cargo de la jueza Delia Pons. Las Abuelas denuncian que la jueza nunca intentó localizar a sus familiares y lo envió a Casa Cuna, en La Plata, como NN, a pesar de que sabía su identidad. Emiliano murió diez meses después.
En 1979, gracias a la organización brasilera CLAMOR, las Abuelas localizaron en Chile a Anatole Boris y Victoria Eva Julien Grisonas, hijo e hija de Victoria Lucía Grisonas y Mario Roger Julien, secuestrados y desaparecidos el 26 de septiembre de 1976.
En 1980 llegó la restitución de Tatiana y de su hermana, Laura Jotar Britos, el primer encuentro de Abuelas en el país. Tatiana habla desde el ex centro clandestino, hoy Espacio para la Memoria Virrey Ceballos: “Fue el primer caso donde las Abuelas no sabían qué hacer”.

3. La erre

Tatiana nació en democracia, el 11 de julio de 1973, en Córdoba. Es hija de Mirta Britos Acevedo y de Oscar Ruarte, militantes de la FAL-22 y del PRT-ERP. Al tiempo, se separaron. Tatiana viajó con su madre a Villa Ballester, conurbano bonaerense. Su papá fue secuestrado el 17 de agosto de 1976 en Córdoba. Su mamá había formado pareja con Alberto Jotar. En agosto del 77 nació su media hermana, Laura. Les secuestraron dos meses después. “Estábamos yendo a casa: ella, mi hermanita y yo. Mi mamá ve el operativo en la puerta. Sigue de largo. La siguen. Llegamos a la Plaza Mitre y ahí empieza a despedirse. Tengo la visión de varios tipos vestidos de fajina, trata de irse pero la interceptan y la encapuchan y se la llevan. Quedamos varias horas en la plaza. Enfrente había un comercio, cuyos empleados hacen la denuncia a la policía sobre dos nenas abandonadas. A las horas pasa un patrullero, nos levanta y nos lleva a la comisaría”.
Tatiana tenía cuatro años. Laura, dos meses y medio. Fueron internadas en distintos institutos hasta que fueron dadas en guarda al matrimonio Sfiligoy, con intervención del Juzgado de Menores de San Martín, en 1978. Las Abuelas llegaron a ellas el 19 de marzo de 1980.
Tatiana cuenta: “Un cura tercermundista, amigo de mi mamá adoptiva sospechó que podíamos ser hijas de desaparecidos. Hizo la denuncia desde Canadá y activó la alarma. Digo que Abuelas no sabían qué hacer porque nuestros padres adoptivos nunca se opusieron a la historia y, a su vez, veían que estábamos bien. Entonces se dio una adopción simple, donde no se cortan los lazos de sangre, pero seguimos viviendo con ellos. Hay 14 casos similares en Abuelas. Se llevaban muy bien con mi abuela paterna. Viajábamos a Córdoba. Me llevaban a Abuelas y conocía a otros nietos. Es difícil de transmitir porque generalmente se conoce la figura de los apropiadores, que no permiten que se tenga contacto con la familia biológica. Lo que sí me reconoció mi mamá fue que nuestra historia previa no le cerraba. Fue tres veces a preguntarle al juez, y las tres veces el juez le dijo: ‘Señora, estas nenas no tienen familia’. Eso abre todo otro capítulo: la Justicia se encargó de omitir, negar y no investigar, porque encima yo sabía mi nombre completo. Era anotada como NN o Tatiana Duarte, porque no me salía la erre de mi apellido. Se supone que, ante esos datos, el juez puede y debe investigar. Como en muchos casos, no se hizo”.
Eso fue lo que hizo Abuelas.

4. Límites

Lorena Battistiol explica que el área más antigua que funciona en Abuelas es la de Investigación: “Fue el origen de la búsqueda”. Con su hermana Flavia se acercaron en 2000. Son hijas de Juana Matilde Colayago y Egidio Battistiol, desaparecidos el 31 de agosto del 1977. Juana estaba embarazada de seis meses. Lorena comenzó a pensar el archivo de la institución: algunas abuelas empezaban a fallecer, y con ellas se perdía una memoria oral. Hoy funciona un equipo que realiza entrevistas a familiares: hay más de 2.000 realizadas.
La dimensión de la búsqueda: “Investigaban muy artesanalmente, casi de forma detectivesca, con info que aportaba la sociedad: papelitos debajo de las puertas, llamados por teléfono, personas que decían que nunca habían visto a su vecina embarazada y de repente aparecía con un bebé. Y eran muy activas: amas de casa, profesionales, docentes. Y en esa combinación encontraron la fuerza: una sabía sacar fotos, otra manejar. Todo muy doméstico, pero así se acercaban a las casas, hacían fotos, y con información iban al juez a hacer la denuncia”.
Esa lucha también corrió los límites de la ciencia y de la justicia. La pregunta que transformó lo posible: ¿se puede usar sangre de las abuelas y familiares para reconocer a los nietos robados? Construyeron la respuesta visitando academias, investigadores, científicos y crearon así algo único: el “índice de abuelidad”, que garantizaba un 99,99 por ciento de eficacia en la determinación de parentesco. El Poder Judicial lo tomó como prueba y lo aplicó por primera vez en 1984. Mientras, los casos de robos de bebés quedaban fuera de la aplicación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y eso significaba el único resquicio para obtener algo de justicia. Entre 1986 y 2003 (año de la derogación de las leyes) hubo 18 condenas por 13 casos de robo de bebés. La causa más emblemática, el “Plan sistemático de apropiación de menores”, finalizó en 2012: se investigaron 35 casos -25 de ellos eran nietos restituidos-, declararon 200 testigos y el genocida Jorge Rafael Videla fue sentenciado a 50 años de prisión.
Desde el Estado, en 1987 se había creado el Banco Nacional de Datos Genéticos, y en 1992, la CONADI, dos organismos con un rol fundamental en las restituciones. Ambos combinan el trabajo con las áreas en Abuelas, donde trabajan, entre todas las filiales del país, más de 100 personas.
En el nuevo siglo, Tatiana se sumó a Abuelas para acercar su aporte como psicóloga a una nueva área en formación: Presentación Espontánea, a la que ya comenzaban a llegar jóvenes de 20 años con dudas sobre su identidad. También allí Javier Matías se acercó en 2006.

5. Los genes

En 1999 Javier viajó a Córdoba. Estudió un tiempo Filosofía y, luego, Turismo, escapando de su vida. Su mamá adoptiva había fallecido cuando tenía cinco, y entre las discusiones con su papá y su abuelo (“él más tirado a la derecha y yo, a la izquierda”), había una intuición de algo que no encajaba. El abuelo remataba toda discusión con una misma frase: “Son los genes, querido”.
Javier Matías lo confirmaría. En 2006, la muestra había dado negativa porque estaba incompleto su perfil genético. Diez años después ocurrió que el perfil se completó con una muestra de su abuela paterna gracias a que el avance tecnológico permitió que se pudieran comparar 15 marcadores genéticos en lugar de 5.
Decidieron esperar a que actuara la Justicia. “Si mi tío denunciaba antes de 1984, se hubiera vinculado la desaparición forzada con el terrorismo de Estado. La hace en 1999. CONADI arma cuatro legajos de búsqueda: mi madre, mi padre, mi hermana o mi hermano y yo. Pero no tienen la misma fuerza de citar a declarar que puede tener un juez”. Lorena explica que los trámites llevaban años, pero la creación de la Unidad Especializada para Casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado, a cargo del fiscal Pablo Parenti, agilizó los tiempos. Javier Matías: “Todavía hacen falta piezas”. Por eso, quiso hacer pública su historia.
Lo último que sabe de su papá Juan Manuel es por el relato de algunos familiares. Un primo vio cómo lo subían a un Chevy azul metalizado a comienzos de diciembre de 1977. “Por mi mamá no se conoce ninguna militancia, pero se llamaba Elena y se hacía llamar Alicia. Su padre era comunista. Cuando mi padre está secuestrado, escribe un ayuda memoria con preguntas que reflejan que no era una típica ama de casa”. El relato de los hechos es confuso: según cuenta, Elena habría recibido una carta de Juan Manuel para encontrarse el 26 de diciembre en Capital Federal. “Coordina que vaya a esa esquina conmigo y que nos van a sacar del país. No sabemos. Mi papá tenía instrucción militar. Trabajó en Prefectura. Hay diferentes hipótesis que manejamos de cuál pudo haber sido la situación. Lo que pedimos es que la Marina desclasifique los archivos para ver qué había de mi viejo, para poder saber algo de verdad”.
Elena estaba embarazada de dos meses. Desde ese momento, ambos están desaparecidos. Javier Matías apareció a tres cuadras de la ESMA. Allí comenzó su tránsito a ser Santiago Bidegain. “En mi caso la adopción fue legal. Lo que no se respetó es que, cuando se encuentra un NN, antes de darlo en adopción plena, hay una obligación de parte de la Justicia de publicar fotos del niño y tratar de buscar a los familiares biológicos. Eso no se hizo”.
La jueza que intervino en su adopción fue María Romilda Servini de Cubría, quien no aceptó ser entrevistada para esta nota.

6. Lo sistémico y lo colectivo

No es casual que las voces de esta nota sean nietos y nietas. Gabriel Corvalán habla de un traspaso generacional. Tenía dos años cuando su mamá, Mónica Delgado, y su papá, Eduardo Corvalán, fueron secuestrados, el 22 de julio de 1976. Militaban en el ERP-22. En 2009, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de Eduardo.
Su mamá sigue desaparecida. Estaba embarazada de tres meses. Gabriel se enteró recién en 2006, cuando conoció a compañeros de militancia de su papá. Durante los 90, la CONADI había intentado contactarse con la familia, sin éxito. Junto con su hermana, Mariana, se criaron con sus abuelos maternos. Según la segunda mujer de su abuelo, que vivía al momento de la revelación, no sabía nada. Él no le creyó. Así se acercó por primera vez a Abuelas, para buscar a su mamá y a su hermana o hermano, después de toda una vida que sintetiza en un dato: “Fuimos a un colegio católico donde el cura que nos entrevistó nos dijo que una de las condiciones para ingresar era que no podíamos decir que éramos hijos de desaparecidos”.
Tatiana explica que ese cambio de noción es pasar de lo individual a lo sistémico: “Javier Matías cuenta que hizo el click cuando dejó de pensar en él y que, más allá de saber si era o no hijo de desaparecidos, podía haber un familiar, alguien, buscándolo. Ahí el eje está puesto en el otro. Y a nosotros también nos pasó: darnos cuenta de que quizá no podíamos salvar lo que sucedió en nuestras vidas, pero que sí podíamos salvar la forma de dejar de sufrir. ¿Cómo se sale de ese sufrimiento continuo que uno puede llevar toda la vida? Personalmente, la primera batalla fue contra mí misma: me niego a ser víctima. Y es una decisión. No todos la pueden hacer. El trabajo es diario. Y por eso también en Abuelas se creó un área de Fortalecimiento, que es de apoyo, desde trámites por sus identidades hasta la complejidad personal. Pero todo este engranaje, a su vez, no es posible sin la intervención de una enorme cantidad de gente que trabaja en pos de la búsqueda de Abuelas. Funciona porque hay un deseo atrás, que nos motoriza, y que no se detiene”.

7. Sumar

Javier Matías inició todos los trámites para cambiarse el nombre. Vanina se va acostumbrando: le dice Matisan. Sus amigos le siguen llamando Tango, por Tanguito Feroz. Es hincha fanático de San Lorenzo y cuenta que siempre odió las fotos y la exposición.
¿Cómo te llevás con tu terremoto?
A lo largo de mi vida fui adoptado muchas veces. Ahora me adoptó una enorme familia con conciencia social y militante, acorde a mi proceso y mi tiempo actual, en medio de un gobierno negacionista. Sumar a mantener la memoria, a incentivar no sólo a los jóvenes que nacieron entre el 76 y el 83 sino a todas las familias que tienen dudas, es una responsabilidad civil. No podemos mirar para otro lado.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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