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El péndulo de Zaffaroni

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Dice que no pretende lo imposible y que en la Corte vivenció la diferencia entre la teoría y la realidad. Cree que el sistema presidencialista está acabado y que no hay que temerle al caos. Habla de la exclusión, del clasismo que afecta a ciertos defensores de derechos humanos y de los viejos problemas que nos depara el futuro.

El péndulo de Zaffaroni

“No hay que tenerle miedo al caos”, asegura y describe el mecanismo actual de control de la protesta social: la pelea de pobres contra pobres. Eugenio Raúl Zaffaroni es un juez de la Corte Suprema que exhibe hábitos inesperados. Suele dejar abierta la puerta de su despacho, por ejemplo, en ese Palacio de Tribunales donde las puertas cerradas han sido siempre una clave de manipulación y secreto. Otra rareza: Zaffaroni no tiene celular, incluyéndose entre quienes parecen sospechar que sin tal prótesis la vida es posible.
Sus amigos le dicen Raúl. Eugenio era el nombre de su padre: “Lo sigo usando por eso mismo, y por la documentación. Van a pensar que soy dos personas y voy a tener que enviar información sumaria aclarando que soy el mismo”. Cuestión inquietante, en tierras plagadas de políticos y funcionarios reversibles. Zaffaroni, ¿es realmente el mismo? Llegó a su cargo en 2003, como una respuesta del gobierno de Néstor Kirchner a uno de los reclamos prioritarios del estallido social del acorralado 2001: renovación de la Corte, colocando allí no a jueces adictos, sino a personas capaces. Se convirtió en símbolo de un intento de transformación en ese edificio oscuro presidido por una señora de ojos vendados y una balanza calibrada casi siempre de modo incierto.
¿Cómo se ven las cosas desde aquí?
Siempre me resisto a que el cargo me trague. A dejar de ser yo. Cuando eso me pasa en alguna función, me voy, por preservación de mi salud mental. Pero me miro al espejo y todavía me reconozco. En muchos sentidos veo las cosas como las veía antes, pero me voy abriendo a más problemas. Por ejemplo, los ambientales, entre tantas cosas que alarman.
¿Y qué lo alarma a usted?
Que el mundo se ha convertido en una sociedad de riesgo, en serio, por el retroceso de los derechos humanos. Frente al llamado terrorismo, al que yo prefiero llamar crímenes masivos indiscriminados, se ha montado la oportunidad para limitar derechos civiles y políticos en forma grave. Con el pretexto de esos crímenes, se empiezan a destruir las garantías de toda la población. Otra cuestión es que hay zonas del planeta donde los derechos humanos directamente no existen, como África, donde el promedio de vida sigue siendo de 40 años. La historia es como un péndulo, que ahora nos tiene frente a estos temas.
¿Cree que se puede hacer algo, o sólo esperar al péndulo?
Se puede hacer mucho, y además el péndulo va a cambiar por algún desastre, porque no parece que haya una reacción frente a los reclamos de racionalidad. Va a haber incluso desfases de tipo ecológico. ¿Ejemplos? El recalentamiento del planeta, lagartijas en Noruega y en Ushuaia, bloques de hielo desprendiéndose de los polos, o cosas peores: vamos a pagar las consecuencias todos.
En términos locales, ¿cómo percibió que se pueden resolver temas como el de la contaminación del Riachuelo, a partir de las audiencias públicas en la Corte?
Se ha establecido un organismo, habrá que ver si funciona. Lo que podemos hacer es señalar el problema: discutan dentro de políticas racionales. El problema es complejo porque hay pymes contaminantes de las cuales vive la gente, que a la vez es víctima de la contaminación. Uno puede negociar con las empresas grandes, que siempre se las arreglan para no perder rentabilidad, pero, ¿qué se va a hacer con las chicas? Ahí hay que facilitarles las cosas. Eso es gestión. Lo que pasa es que aquí se vivencia la diferencia entre el plano teórico, y la realidad. El “deber ser” y el “ser”. Es decir: me gustaría que todos los jubilados tengan el 82 por ciento móvil, que todos tengan una vivienda, que todos tengan trabajo, pero de lo que uno se da cuenta aquí es de que tiene que empujar hacia eso, sin pretender lo imposible.
Pero pueden hacerse gestos. La Corte está abriendo una oficina referida al tema de violencia familiar.
Es complicado. Durante años la subordinación y violencia contra las mujeres no llamó la atención de nadie. Era lo normal, y ahora se des-normalizó. Lo que hay que tener cuidado es de no “normalizar” nuevamente a través de ficciones, como podría ser darles un diploma de víctima a tres o cuatro mujeres y con eso decir: “miren cómo nos ocupamos”.
El simulacro…
Claro, lograr la condena de cuatro o cinco bestias no es suficiente.
Usted hablaba de no pretender lo imposible. Parece increíble que haya que pensar así sobre derechos tan admitidos: la jubilación, el trabajo, la vivienda, como si fuesen letra embalsamada, que no se cumple.
Son admitidos como un deber ser. Pero hay que hacerlos ser, ir empujando, aunque sea una tarea que no se acaba nunca. Hay una cantidad de sentencias que van en ese sentido. Pero esto no tiene un límite. No hay país en el mundo en el que los derechos humanos estén realizados plenamente. Por eso creo que es función del poder jurídico ir empujando a las restantes fuentes de poder para que eso pueda realizarse. Ni siquiera aquellos derechos humanos de primera generación son respetados en el mundo.
¿Cuáles son?
Esos derechos individuales que le imponen al Estado abstenerse del maltrato, la tortura, la detención arbitraria. Hay que estar empujando siempre para la realización incluso de esos derechos elementales.
Si todavía ocurre eso, conviene tener una actitud muy actualizada para no quedarse atado a pensamientos que fueron progresistas hace 40 o 50 años pero que tal vez ya no sirvan para entender el presente.
Sí, pero no es nada fácil, porque aquellos pensamientos progresistas respondían a unos esquemas que hoy no funcionan. Es decir, cada momento de poder planetario tiene sistemas de interpretación de la realidad, ideologías en el buen sentido de la palabra, que permiten acercarse a la realidad. Y estamos viviendo un cambio en el poder. Así como el mundo vivió el colonialismo y el neocolonialismo, ahora vive la globalización. No como programa, sino como momento de poder planetario. Y no tenemos un sistema de ideas que nos aproxime a la globalización. Intentan aproximarse con ideas del siglo xix y algunas del siglo xviii.
¿Ejemplos?
Los ideólogos de la globalización, los integrados, al decir de Umberto Eco (semiólogo italiano, autor de Apocalípticos e integrados) , lo hacen con una ideología propia del siglo xviii. Y los apocalípticos lo hacen con un marxismo que es una ideología propia del siglo xix. No digo que no haya elementos en todas las ideologías que se puedan elaborar, no descubrimos la nieve tampoco. Pero sí puede observarse que no hay un sistema de ideas con el cual aproximarse a esta realidad. Eso es un poco complicado. Uno ve una economía de especulación, donde predominan los servicios y no la producción. Yo creo que si lo traemos a Lord Keynes a estos días, el pobre se volvería loco. O inventaría otra teoría, que es lo que haría un tipo genial. Pero lo que no funciona es el sistema de ideas que tenemos para entender una realidad distinta de la que nos hacía sentir muy seguros. Hoy no sabemos dónde estamos parados.

Derechos humanos clasistas
¿Ocurre también con los derechos humanos? Se percibe que mucha gente que fue capaz de denunciar temas como la represión ilegal, los tormentos y asesinatos, resulta indiferente frente a las formas actuales de violaciones a los derechos humanos.
Hace rato que vengo percibiendo este tipo de actitud. Mire: esto que voy a decir no va en detrimento de nadie, ni quiero que sirva esto para justificar ninguna aberración ni ningún genocidio. Pero hay una realidad: somos un país no discriminador dicen, pero no tenemos negros. Si no, seríamos Sudáfrica, yo creo. El hecho es que tuvimos nuestro racismo de los cabecitas negras hace 60 años. En un determinado momento la dictadura genocida ¿qué hizo? Empezó a hacer desaparecer y a matar a hijos de la clase media. Y la voz que se pudo escuchar en el mundo fue la de madres, abuelas y organismos de clase media. Sabían hablar, y sabían hacerse oír. Y todo esto puso a Europa frente a una realidad: son blancos como nosotros, ¿y les hacen esto? Más allá de que yo creo que me parece magnífico que le hayan dado el Premio Nobel de la Paz a Adolfo Pérez Esquivel (1980), creo que se lo merecía: no me entienda mal. Lo que quiero decir es que si Adolfo hubiese sido negro y de Zimbawe, no le habrian dado el Nobel, aunque todo hubiese sido igual o peor. Estoy diciendo: no creamos que el colonialismo ha desaparecido del mundo, ni la mentalidad colonialista ha desaparecido. Siguen existiendo. Y el clasismo también existe. Quizá haya gente que no logra actualizarse y percibir dónde están las violaciones a los derechos humanos hoy.
No sorprende en gente que nunca adhirió a una defensa de estas cosas.
No, el que está del otro lado, está del otro lado.
Pero asombra en quienes sí tuvieron la capacidad para percibir la realidad.
Bueno, pero la capacidad se la dio el dolor, la capacidad se la dio el desastre, el muerto de al lado. ¿Pero da capacidad para percibir todo? Es cierto que mucha de esta gente uno la sienta, le explica un rato, y al final se da cuenta. El que está del otro lado, ni estaría dispuesto a conversar. Éste acepta y por ahí se da cuenta.

Pero hay un pedido de cierto progresismo más bien oficial frente a los que reclaman por sus derechos hoy: córtenla.
Sí, se ve muchas veces. Dicen: “Miren que esto es demasiado”.
Con un argumento: “Siempre fui defensor de los derechos humanos, qué me vas a venir a hablar a mí del tema”. Termina siendo una cuestión de poder.
(Muestra las palmas de la mano, como ante lo obvio) Bueno, la dialéctica del poder es así. Se llega a una posición, pero esa posición no significa algo cristalizado: inmediatamente va a aparecer una antítesis. Es una regla del progreso en definitiva. Del progreso de la conciencia.

Estado proxeneta
¿Cuál sería la actual agenda de derechos hacia los cuales hay que empujar, según su mirada actual?
No creo en una división tajante entre derechos individuales y derechos sociales. Siempre digo que la alternativa “pan o libertad” es falsa. Puede ser cierta en una coyuntura, pero en un período prolongado o a largo plazo no resulta verdadera. Si a alguien se le da libertad y se le niega el pan, va a usar la libertad para buscar el pan. Y si a alguien le dan pan sin libertad no va a poder criticar al dueño del reparto, que al final se va a quedar con todo el pan. Vuelve a ser un tema de poder. Creo que se engloban los derechos individuales y los sociales, o de lo contrario se produce una regresión global en el ámbito de los derechos humanos.
Sobre el poder, ¿qué opina de la definición del Estado como proxeneta, que hacen María Galindo y Sonia Sánchez en el libro Ninguna mujer nace para puta?
Todavía no lo leí, pero sí (se queda pensando), en casi todos los Estados periféricos, sobre todo, la prostitución es carne de cañón para la percepción de un canon por parte de la autoridad de control.
¿Y más allá de la prostitución? El planteo es que el Estado sigue teniendo un contenido autoritario, de control justamente…
Hay una tendencia autoritaria tremenda en el mundo. Y creo que la función fundamental del Poder Judicial es justamente contener ese avance. Hablan de posmodernismo, pero yo creo que estamos en un premodernismo, tipo siglo xvi. Creo que todo Estado encierra una tendencia al autoritarismo o al totalitarismo que pugna por reventar. El Estado de Derecho, en todo caso, busca contener esa tendencia, pero es una tensión, nunca la hace desaparecer del todo.
Usted decía que los viejos esquemas de ideas no sirven frente a estos problemas nuevos y complejos. Entonces: ¿cómo pensarlos? Veo que una cosa crucial es que esta etapa de globalización, con una polarización brutal de riqueza, provoca el surgimiento con una extensión inusitada de una nueva categoría: los excluidos. No son los viejos marginados. No es el lumpen proletariat que veía Marx. Es el que queda fuera del sistema. Tampoco es el explotado. El explotado era un tipo necesario para que existiera el explotador.
¿Los desocupados no son explotados?
No, es otra cosa. El excluido es alguien que está de más. Alguien que sobra. Descartable. Nadie lo necesita. Ya no es la dialéctica explotador-explotado. Acá no la hay. (Toma un bolígrafo y empieza a dibujar círculos en un sobre de papel madera). Si proyectásemos esta tensión actual hacia el futuro, sin que nada la detenga –cosa que no va a ocurrir– nos llevaría a una sociedad con un 20 ó 30 por ciento de incluidos a lo sumo (señala un círculo pequeño), y 70 por ciento de excluidos (el círculo más amplio). Este 20 por ciento viviría en zonas residenciales comunicadas con el centro económico por Internet y autopista. No tendrían esquinas donde le roben a uno el reloj. Y el resto estaría debajo de las autopistas. Como mutantes, ¿no?, a los que les tiraríamos de vez en cuando un hueso.

El know how bajo la autopista
La postal que usted proyecta responde a lo que los optimistas proclaman como la teoría del derrame.
Por supuesto esto es una distopía (una utopía al revés, el grado ideal de una sociedad indeseable). Pero en definitiva ése sería el esquema urbanístico del futuro. En alguna medida se está viendo en las grandes ciudades.
¿Ése es el fin de la Historia?
Por supuesto que no. No hay masas ni millones de personas que se resignen a morirse fumando un porro, esperando en la puerta de la villa que venga la policía y se los lleve para fusilarlos. Eso no pasa, pasan otras cosas. Se irá generando una nueva dinámica. Ahora todo esto ¿qué es lo que va generando? Va generando un control social represivo, que no es el control social a través de la violencia estatal, por lo menos no exclusivamente. No son los cosacos del zar rodeando la villa, controlando la calle. No hay más zar ni cosacos. Es otra cosa.
No entiendo.
¿Cómo se controla a este 70 por ciento? ¿Cómo se lo mantiene fuera de cualquier dinámica?

(Golpea con la birome sobre el círculo de excluidos) Generándoles contradicciones. Haciendo que se maten entre ellos. Y mientras ellos se matan debajo de la autopista, los integrados circulan por arriba. ¿Y cómo se logra esto? De una manera casi natural. Se criminaliza a estos sectores, se los deja bajo la autopista, que se arreglen entre ellos, o les metemos la policía en el medio. Pero, ¿de dónde sacamos a la policía? (Redondea el círculo del 70 por ciento) Del mismo sector. Y en la medida que todos éstos se maten, no dialoguen, no se puedan coaligar, no puedan concientizarse. Ésa es la forma nueva de control que está surgiendo. Esa es la regresión global de los derechos humanos. Tanto de los derechos humanos sociales como de los individuales. Pensemos que en la provincia de Buenos Aires tenemos un 75 por ciento de presos sin condena: presos por las dudas.
Y en crecimiento geométrico…
Pero además, esto me da el siguiente resultado: de este 75, un tercio será absuelto, según las estadísticas. A un cuarto de los casos se le dirá “Usted tiene que quedarse algún tiempo, como pena formal”. En la mitad de los casos, al momento de la sentencia se le dirá “Váyase que ya tiene la pena cumplida”. Y al otro cuarto le voy a decir: “Usted estuvo preso gratuitamente. Vaya tranquilo”. Mientras tanto el macrodelito nunca cae.
Ése es un gran cambio. En otras épocas uno hablaba del control y la represión como una cuestión militar, policial. Pero ahora es el Poder Judicial el que criminaliza la protesta y la pobreza, bajo el argumento de “hacer justicia”.
Pero yo creo que el Poder Judicial está poniendo también un límite. Quizá no todo lo deseable. Pero empuja en el sentido de buscar un límite. La esencia de la función judicial es la contención del poder punitivo.
Hay varios jueces que no parecen haberse enterado.
Pero si no existiéramos nosotros, si se fueran los jueces, los tribunales, ¿qué pasaría? Ahí sí sería el Estado totalitario. ¿Qué eran la Gestapo o la kgb? La policía sin límites.
Doctor: puede ser que en la Corte haya quienes piensan de un modo nuevo, pero de ahí para abajo hay gente que da miedo.
Habrá eso entre miles de personas que forman un poder. El sistema es complejo y además de burocracia hay también agencias de reproducción ideológica: la academia, que condiciona el discurso. Los que entrenan a los pichones. Hoy yo noto una renovación en esto. Se discuten temas en la Universidad que hace 30 años eran impensables. La contención del poder punitivo, la inconstitucionalidad de la justicia penal militar, las cuestiones de la criminalización, la pobreza, de todo esto nadie hablaba. Y hoy sí.
Aunque todavía esos mundos bajo la autopista, el trabajo precario, desocupación, prostitución, parecen mundos a los que no llega el derecho. ¿Qué hacer en ese caso?
Justamente, es un problema de ciudadanía, que no está construida totalmente en América Latina. Otra vez: la exclusión. El ciudadano no es sólo alguien con documento que vota cada tanto, sino el que tiene una serie de derechos que hacen a una dignidad de la vida. Si no, el derecho queda como una ficción.
Volviendo a lo anterior, ¿cuál sería la opción? ¿Qué ocurre con este 70 por ciento que quedó afuera?
No estoy en una posición pesimista. Son momentos pendulares. Este 70 por ciento no se va a quedar en la entrada de la villa. ¿Qué es lo que va a pasar? No en una forma lineal, pero a la larga este 70 por ciento va a querer su cuota de poder. ¿Qué es el poder o qué da el poder en este momento de globalización? No es el dinero: es la información. Y eso es tener el “know how” (el conocimiento, el saber cómo hacer las cosas). Y la globalización, como todo momento de poder, tiene enormes contradicciones. Una de las más graves, y también más positivas, es que abarata enormemente el costo de la información. Hace 40 años tenía que ir a Harvard para encontrar la bibliografía que necesitaba para escribir una tesis. Hoy lo hago en casa. Y cada vez lo voy a poder hacer más, a un costo relativamente reducido. Y cada vez va a ser más barato. Por supuesto me dicen que esto en realidad transmite basura, etcétera, pero yo digo: la imprenta también. No todo fue Platón o Aristóteles. Bosques enteros se han consumido para fabricar papel para imprimir basura. Bueno. Está esa basura en el medio, pero están también las cosas que uno puede usar.
¿Y eso cómo empalma con la cuestión del poder?
Hay algo que tiene este 70 por ciento que les falta a los incluidos. Y es lo que uno ve en la villa, en las favelas, en los pueblos jóvenes. Lo que les sobra es tiempo. Y el 30 por ciento de incluidos no tiene tiempo. Entonces, la organización del tiempo para el apoderamiento de la información, teniendo en cuenta que saber es poder, va a generar un efecto competitivo entre el excluido y el incluido que va a reanudar la dialéctica. Y el excluido va a tener un “know how” mejor que el incluido, porque tiene más tiempo.
Bueno, por lo pronto suelen ser temas de investigación académica. Hoy hay cientos de estudios sobre los movimientos sociales, de desocupados, fábricas recuperadas, que analizan sus formas de creación de alternativas.
O váyase a Devoto, y vea lo que pasa con los presos que están en el Centro Universitario. Sacan mejores notas que los estudiantes sueltos. ¿Qué tienen? Tiempo. Por supuesto, esto va a traer un despelote bárbaro, porque el sistema no está hecho para incluir al 70 por ciento de los excluidos. A partir de ahí se inicia una dialéctica que no sé decir a donde va. Pero por ahí va la cosa, ahí va a ir.
Por lo que hablamos, presumo que se criminalizará a los que se resistan…
Y la función judicial será es contener ese movimiento, permitir el espacio para que se genere la dinámica social: la sociedad es la que amplía la ciudadanía, nosotros a lo sumo debemos preservar el espacio de protesta social, que es el espacio de dinámica política.

De quién es la calle
Pero ese escenario de batalla social es el espacio público, la calle. No los tribunales.
Exacto, y creo que nosotros los argentinos siempre lo hemos hecho. Plazas llenas, manifestaciones, gases, represión. Hay espacios en la medida en que uno los reclame. Y otros vendrán a decir: “eso es el caos”. No hay que asustarse con eso del caos, hay que preservar el espacio de expresión social.
He visto tantos jueces que no se enteraron…
Aun así, si no existiéramos nosotros, si se van todos los jueces, los tribunales, el ministerio público, ¿qué pasaría? La policía sin límites, el Estado totalitario. ¿Qué era la Gestapo? ¿Qué era la kgb? Ese es el Estado totalitario. La esencia de la función judicial siempre es la contención del poder punitivo.
La otra visión es la que dice que el poder jurídico es otra forma de control…
Sí, la versión marxista no institucional, la del 68, la versión Marcuse (Herbert Marcuse, filósofo alemán, autor de El hombre unidimensional y uno de los inspiradores de la revuelta estudiantil francesa de mayo de 1968) Pero esa visión ¿a qué conduce? A que tengo que esperar la revolución para tirar todo por la ventana, y también la ventana. Mientras no pase eso, me quedo en el molde, esperando que venga la revolución.
Usted lo describe como una actitud pasiva: espero a que llegue el momento en que se solucione todo, si es que llega.
Y mientras tanto matan gente, torturan, queman a los presos en las cárceles, les pegan y violan a las mujeres. Y yo no hago nada, total ya va a venir la revolución. Claro que cuando venga la revolución, seguramente primero me harán mierda a mí. Suele ser lo primero.

Presidencialismo y arterias
Le propongo un breve repaso de la actualidad, ¿qué le pareció la actitud de la justicia con respecto a los productores agropecuarios que hicieron piquetes?
(Sonríe) Es de todo lo que hablamos. Me llamó poderosamente la atención. No nos trajeron casos en ese sentido.
Otro tema: el caso Patti. Usted votó…
(Interrumpe) El pasado hay que juzgarlo y condenarlo. Lo que no hay que dejar es que nos envenene el presente. Las causas por las cuales se le puede rechazar el diploma a un diputado están en la Constitución. Nosotros no podemos cambiar eso.
Le preguntaba por otro dilema: el del sistema representativo, con esa sociedad que vota, pero no se siente representada por los políticos.
Es otro debate mundial. Creo que hay que mejorar los canales institucionales de representación, pensar otras formas.
¿Por ejemplo?
Por lo menos en nuestro caso, creo que el presidencialismo no va más, está agotado, ha caducado. Mucho más racional es un sistema parlamentario. Fíjese que en las últimas décadas hubo en América Latina 20 presidencias interrumpidas, con violencia, muertos, incendios, pero ninguna terminó en dictadura. Lo que se hizo, como aquí en el caso de Eduardo Duhalde, fue buscar una salida parlamentaria. Para mí con el sistema parlamentario, si un gobierno pierde mayoría cae, y no se produce un abismo.
Otro tema de estos días: el debate entre el gobierno y las empresas periodísticas…
(Se ríe) Lo veo sólo como eso: el gobierno y las empresas. La globalización nos va a ir llevando a otro escenario donde juega mucho más la sociedad. La comunicación y la información resultan más baratas, y vamos hacia medios como Internet, canales pequeños, radios, tecnologías que hacen que la gente busque y acceda a otros modos de información y comunicación. Los grandes medios como la Red Globo, monopolio terrorífico que maneja la opinión pública brasileña, se van a morir de inanición porque la gente puede ya contar con otros canales.

Mariana Caraballo y Gabriela Gusis, las secretarias de Zaffaroni (que además son abogadas) se asoman haciendo gestos para redondear la conversación. El juez mira por la ventana. Dice como con preocupación: “Todo es una dialéctica permanente en lo judicial, un ‘unfinished’. Pero hay algo que no va a terminar nunca. Alguien leerá esto dentro de 50 años y dirá: ‘Miren el reaccionario este lo que decía’, porque uno no sabe cuáles son los arrastres reaccionarios que uno puede llegar a tener”.
Según entiendo, entonces, usted es optimista: me está invitando a que volvamos a conversar dentro de 50 años…
(Sonríe) Lo que digo es que no hay que perder la capacidad de comprender. Uno nunca sabe cuándo se le endurecen las arterias y empieza a dejar de darse cuenta de las cosas.

Actualidad

Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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CABA

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

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“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.

Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.

La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Quién dijo que hace frío?

Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro  Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?

Las luces apagadas, las pizzerías vacías

Los artistas callejeros sin público

¡Esta peatonal es orgullo nacional!

Y eso es gracias a nuestro teatro

Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color

en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro

que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?

Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país

Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto

con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación

¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,

produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!

¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!

¡Defendámoslo!

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.

El teatro que habla y Pluto en marcha

Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.

¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Los besos vuelan.

Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:

  • Ay, ay, ay, me duele todo
  • Teatro, ¿qué pasa?
  • ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
  • ¿Por qué?
  • ¡Quieren desmembrarme!
  • ¿Quién?
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor
  • El teatro explicándo por megáfono la situación.
  • El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
  • ¿Al instituto  que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
  • Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
  • ¡Cuidado el teatro se desmaya!
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor
  • Al teatro le da un soponcio.
  • Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
  • ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
  • ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
  • ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
  • Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.
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Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.

La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.

Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

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