CABA
Vías venenosas
Ciudad contaminada, capítulo 1: asbesto en subtes. Durante el mandato de Mauricio Macri, el gobierno porteño compró formaciones de subte españolas que contenían un material cancerígeno: asbesto. La contaminación se comprobó y hay trabajadores afectados, uno operado de cáncer de pulmón. Lo que dicen el sindicato, la absurda defensa de la empresa. La voz de los trabajadores y lo que se ve al final del túnel. Por Anabella Arrascaeta.

En la sede de los Metrodelegados hace ya más de dos horas que empezó una asamblea que llevará otras tres horas más. Sobre la mesa hay dos equipos de mate y un termo de café. Están el secretario y el equipo de Salud del sindicato, y representantes de los talleres que se turnan para hablar. Están preocupados y eso se traduce a todo tipo de preguntas; los que tienen más conocimiento del conflicto explican los pasos que fueron dando a los que recién se suman. Todo gira alrededor de una palabra: asbesto.
Hay quienes cuentan que se están haciendo estudios médicos, y un médico del equipo explica al resto en qué consisten. Otros preguntan cómo se tiene que lavar la ropa. Alguien nombra a los despedidos y a los jubilados. Deciden hacer una lista y rastrear a los que no están: “Hay que incluir a todos”, dicen. Antes hicieron listas de piezas muestreadas. Algunos piden por contención psicológica: “Los ves grandotes, con luchas encima, pero les pica la cabeza”, dice un delegado. El secretario de Salud dice: “Este trabajo colectivo sirve para sociabilizar, para empezar a ver que no estás solo”. De un taller denuncian que llevaron gente para hacer el trabajo que ellos rechazan: los llaman “cuadrilla venenosa”.
En la asamblea hay 20 hombres y una mujer: Inés, de apodo India, del equipo de Salud. En el mar de preguntas ella irrumpe clara: “No perdamos el objetivo: desasbestización del ambiente subterráneo, pedir el cronograma de cómo van a ir llamando a los compas, cambio de flota y monitoreo de todos los ámbitos subterráneos”.
La historia
El 16 de febrero de 2018 se conoció en España, mediante notas periodísticas, que había un trabajador del Metro de Madrid enfermo de asbestosis. Los trabajadores españoles ya habían denunciado un fallecido por cáncer de pleura, y varios enfermos. Con esta noticia se confirmaba la presencia de asbesto en los trenes de la flota CAF 5000, los mismos que habían sido adquiridos en 2011 por la Ciudad de Buenos Aires con Mauricio Macri como Jefe de Gobierno: 36 coches para la Línea B que en España habían sido retirados de circulación once años antes.
El 20 de febrero de 2018 Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) dispuso sacarlos de servicio ante las sospechas. A mediados de ese año la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP, conocida como Metrodelegados) había iniciado la denuncia a la empresa para que investigara si en las formaciones que se habían comprado estaba presente el asbesto. Dicen desde el sindicato: “La empresa argentina niega sistemáticamente la presencia de asbesto. Comienza entonces la investigación por parte nuestra”. Se inició en los trenes comprados a España, se extendió al resto de las flotas que estaban en circulación (Líneas A a H y Premetro) y luego a los trenes que ya no circulaban. Las muestras fueron enviadas para su análisis a la Universidad Nacional del Sur, Departamento de Geología, donde es docente la doctora Leticia Lescano y cuya tesis doctoral en el año 2013 había sido “Asbestos argentinos y sustitutos. Degradación, movilidad y potenciales riesgos para la salud”. Los resultados: de las 143 piezas analizadas de vagones, más del 40% presentaban asbesto.
Recién en diciembre de 2018 Sbase reconoció la presencia de asbesto en los coches CAF 5000 que había retirado de circulación, y Metrovías confirmó que hay trabajadores de los talleres afectados por la exposición a es sustancia. En una entrevista con CNN, el presidente de Sbase, Eduardo De Montmollin, dijo: “La documentación técnica de un tren pueden llegar a ser manuales o carpetas así (grandes) y de repente lo que dice esto es una letra chiquita en la página 473 del tomo 4 de manual de descripción de partes”.
Sobre esa declaración Francisco Ledesma, secretario de Salud del gremio de metrodelegados, dice a MU: “El presidente se Sbase dice que a los técnicos se les pasó entre los biblioratos que tenían que leer. A mí me dieron los biblioratos y en una hora nos leímos todo y no tenemos 70 ingenieros como tiene Sbase, somos un grupo de diez personas. Yo creo que no es que no pudieron, no quisieron, sino que es el cinismo de la impunidad”.

Los cuerpos
El asbesto, o amianto, es un material fibroso, compuesto por la combinación de ácido salicílico con magnesio, calcio, sodio y hierro, cuyo uso se extendió con la revolución industrial. Tiene gran resistencia a la combustión y por eso es empleado como aislante, en revestimiento y en tejidos resistentes al fuego y al calor. Sus fibras son flexibles y se descomponen con facilidad; cuando esto sucede, pueden ser inhaladas y provocar graves patologías en el cuerpo.
Matias Gallastegui, médico generalista, es coordinador de la Escuela Popular de Salud Comunitaria en la Villa 21/24 que piensa la salud desde y en los territorios; allí, desde hace años están investigando las implicancias de los conflictos ambientales en la traza urbana, más específicamente en la Ciudad de Buenos Aires. “Las convenciones internacionales marcan sobre el asbesto una relación muy clara entre la exposición y el desarrollo de enfermedad: mientras más te exponés más posibilidades de desarrollar enfermedad tenés”, diagnostica. “Si bien el período asintomático puede ser prolongado es importante remarcar que el daño pulmonar comienza junto con la exposición”.
Entre esas patologías posibles está la asbestosis, una fibrosis pulmonar difusa a partir de la cual podría desarrollarse cáncer de pulmón o un mesotelioma pleural maligno como diagnósticos de mayor gravedad. “La asbestosis es una enfermedad progresiva que se desarrolla por la reacción inflamatoria que genera la inhalación de las macropartículas de asbesto que ingresan por la vía respiratoria alta y viajan, las más pequeñas, hasta los alvéolos. Esta respuesta inflamatoria va generando por un lado fibrosis y muerte celular limitando la capacidad del pulmón para el intercambio de oxígeno, y por otro lado genera mutaciones celulares que pueden desencadenar el cáncer”. El daño que se puede generar por la exposición al asbesto es incurable e irreversible. “Todo el tejido pulmonar que pierde su capacidad funcional para oxigenar nuestro cuerpo no se recupera, y el proceso inflamatorio continúa”.
El miércoles 4 de septiembre de 2019 la Secretaría de Salud de la Nación respondió a una nota presentada por lxs trabajadorxs del Subte. En el primer punto dice: “La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) clasifica como ‘Agente carcinogénico para humanos’ (Grupo 1) a todas las formas de asbestos incluyendo actinolita, amosita, antofilita, crisolito, y tremolita. La Organización Mundial de la Salud (OMS), a través del criterio de Salud Ambiental N° 203/98 del Programa Internacional de Seguridad Química, establece que la aparición de los efectos crónicos por exposición de amianto es independiente de la dosis de exposición, siendo por lo tanto imposible establecer niveles de exposición seguros. La Asociación de Toxicología Argentina expresa que ‘aplicando la metodología actual para la evaluación de los riesgos, nos encontramos con un primer problema: muchas sustancias cancerígenas no tienen un valor límite asignado y otras, aunque lo tengan, no nos protegen del efecto cancerígeno porque no hay una relación dosis-efecto. No se ha establecido un umbral de riesgo carcinogénico para el asbesto”.
Hacer lucha
«Se reclama desamientar los talleres y estaciones para que los laburantes trabajen en mejores condiciones / Va a ganarse la vida, no a perderla, que respeten la ley, que respeten la regla”. India escucha en su celular el rap que hicieron pibxs de un colegio secundario. “Es mortal”, dice sentada en su escritorio del Área de Salud del sindicato. Desde ahí hace memoria: “Compraron 36 coches que se tuvieron que canibalizar para armar lo que andaba. Cuando empezamos a leer lo que no se podía hacer (perforar, cortar, amoldar), todo eso lo habían hecho los compañeros en el taller. Se nos pararon todos los pelos del cuerpo. Empezamos a preguntar qué es lo que se hacía, cómo se comprobaba la presencia de asbesto, y llegamos a la doctora Lescano. Más allá de que teníamos confirmación de los componentes, lo que pedíamos era que se ingrese a los compañeros al Registro de Agentes de Riesgo porque necesitábamos saber cómo estaba su salud”.
Ingresar al RAR implica hacerse los estudios, recibir capacitaciones específicas y que la empresa se encargue del lavado de ropa. Los exámenes se hacen de manera periódica, y se guarda la historia clínica durante 40 años. Dice India: “Trabajamos en la Intersindical de Salud de las tres corrientes; la coordina Lilian Capone, neumonóloga con matrícula B de lectura de amianto por la Organización Internacional del Trabajo. Ella es nuestra experta en la parte médica junto con el doctor Ariel Rossi que es nuestro médico legista”. Rossi presentó en el Aula Magna de la Academia Nacional de Medicina, en el III Congreso Internacional de Medicina del Trabajo, una exposición sobre el impacto en la salud de los trabajadores del subte de la Ciudad de Buenos Aires por exposición al asbesto.
Cuenta India que el principal problema fue de comunicación: “En 2018 bajábamos y dábamos esta noticia horrible pero los compañeros no se veían referenciados. Teníamos un problema que ocurría delante de ellos y no encontrábamos la vuelta para decir: es acá y es con vos”.
¿De todo esto, qué se sabía hace tres años? “Nada. Cuando íbamos dimensionando, nos queríamos matar. Después hicimos estas planillas y eran muchísimos los posibles afectados. Para nosotros es muy necesario saber en qué estado están los compañeros, y ver de qué manera garantizar iguales condiciones de monitoreo epidemiológico, iguales condiciones para que sean tratados. La ART a veces da el alta pero recomienda no ir a trabajar en un ambiente contaminado, cosa que sigue pasando. Entonces tenés una bomba: en los pulmones y en la cabeza”.
El equipo de Salud se amplió al ritmo del conflicto: se sumó asesoramiento técnico, legal, médico y por primera vez dos psicólogas sociales, Cecilia Domingo y Beatriz Leonardi, recorren talleres y se encuentran con trabajadorxs. Con el equipo legal se presentó en noviembre de 2019 un amparo ambiental y una acción de clase contra el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Subterráneos de Buenos Aires, Metrovías S.A., y Metro de Madrid S.A.
La acción de clase comprende a los trabajadorxs del subte que han prestado algún tipo de servicio o tarea en los últimos 40 años, incluyendo a su núcleo familiar, y a los usuarios del subte que han utilizado el subte en ese mismo período. El objetivo: retiro seguro de todo material contaminante y limpieza para eliminar toda fibra de asbesto; reparación de los daños no patrimoniales para todos los afectados, y de los daños patrimoniales en caso de verificarse consecuencias de enfermedad, incapacidad o muerte en cada caso particular; financiar la creación del “Instituto para la Prevención, Capacitación y Tratamiento del Asbesto”, con sede en la Ciudad de Buenos Aires. También se solicitó una medida cautelar –a la que la jueza Elena Liberatori en enero de este año dio lugar– para que se ordene la prohibición del contacto con piezas o lugares con asbesto y se garantice tanto el derecho al trabajo de los empleados afectados, como que deban ser reubicados.
India concluye: “La pelea es a largo plazo. falta concientizar a muchos trabajadores. Desasbestizar el ambiente laboral va a llevar más de diez años. Esperar una flota nueva, más de dos años. Pero estamos actuando para cambiar las condiciones de trabajo de las generaciones futuras”.
La radiografía actual
Desde Sbase responden a MU: “Hasta el momento se han incluido 1.181 trabajadores en el Relevamiento de Agentes de Riesgo. 1.075 ya se realizaron exámenes y 18 presentan síntomas de índole respiratoria que podrían estar vinculados a la exposición de asbesto”. Uno de los tratados en el Hospital Británico tuvo que ser operado de cáncer de pulmón. Y agregan que actualmente se “avanza en la desasbestización de la flota Mitsubishi de la Línea B. Ya se terminaron dos formaciones y se avanza en la quinta tripla”.
Desde el sindicato informan que se encontró asbesto en la Formación Mitsubishi, que se están desabestizando en la actualidad en el taller Rancagua, y CAF 5000 de la Línea B, fuera de circulación al igual que las formaciones Nagoya 300 y Nagoya 1200 que circularon en las líneas A, E, D y C. Además se encontró asbesto en la Formación Nagoya 5000 de la Línea C, fuera de circulación porque no hay trabajadorxs que quieran manejarlos, y en la Formación Fiat – Materfer y General Electric de la Línea E. En instalaciones fijas se encontró asbesto en subusinas y depósitos de agua de inodoros de baños.
Este 3 de marzo, se firmó un acuerdo entre la Secretaria de Trabajo, Industria y Comercio de la Ciudad de Buenos Aires, Metrovias, los metrodelegados y Sbase. Se iniciarán las tareas para la compra de nuevo material rodante para la línea B que reemplace la flota Mitsubishi. Los metrodelegados se comprometen a realizar tareas de mantenimiento normales en componentes sin presencia de asbesto. Explican a MU: “Por la línea B no puede ir ninguno de los otros trenes que están en circulación porque la infraestructura es distinta. Es por eso que empezamos pidiendo recambio de flota, porque es específica”, pero advierten: “Vamos a celebrar esta decisión cuando sepamos quién hará los trenes”.
Las preguntas que quedan
Federico Cattáneo es técnico en electrónica. Durante quince años trabajó en el Taller Rancagua de la Línea B, donde todo empezó. “A principio no se tenía mucha conciencia de lo que implicaba. No lo teníamos identificado como algo malo. En el taller uno de los chicos tuvo una enfermedad de asma y eso generó cierto nivel de conciencia en el conjunto”.
¿Cómo empezó la sospecha sobre el origen del problema? “En una asamblea saltó la problemática del asbesto. Vino el sindicato, se planteó la necesidad de iniciar una retención de tareas porque manipulábamos todos los días piezas que tenían asbesto. Los talleres se dividen en distintas especialidades: mecánica, eléctrica, confort y neumáticos. Y dentro de eléctrica, en la que en ese momento creíamos que éramos los que más manipulábamos asbesto, había 20 trabajadores más o menos. A medida que iban apareciendo nuevos positivos se fue ampliando a nuevos sectores. La pregunta es: ¿qué hacemos ahora? Estuvimos expuestos todos estos años”.
¿Cómo se vive la procesión por dentro? “Es muy característico el proceso: al principio no entendés de qué se está hablando, después te empezás a pasar de mambo en cuanto a la preocupación y finalmente, una vez que te involucrás, empezás a racionalizar un poquito. Teniendo en cuenta la latencia de la enfermedad, al ser tan grande, entrás en un constante signo de pregunta que lo tenés que empezar a trabajar de alguna manera, porque si no la ansiedad te termina matando”.
Desde hace treinta años Claudio Garay trabaja en ese mismo taller. Desde hace ocho meses está de licencia. Tiene inflamación en la pleura y ahora se está haciendo estudios cada seis meses para control. Dice a MU: “En esta lucha está involucrada la salud. Compromete a un montón de compañeros, y puede derivar en una posible enfermedad en la familia porque uno lleva la ropa de trabajo y elementos a su casa. Una sola partícula basta para producir en un tiempo la enfermedad. Es una preocupación. Uno sabe que está afectado, no enfermo. Tengo engrosamiento de pleura. Al no tener enfermedad no estoy medicado, pero eso no quiere decir que no la vaya a tener: es un veneno que está ahí y se puede activar”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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