Por Pablo Marchetti

Astrazeneca

Empresa farmacéutica global con sede en Cambridge, Inglaterra. Es la quinta empresa farmacéutica del mundo de acuerdo a sus ingresos y tiene operaciones en más de 100 países. La conformación actual es el resultado de la fusión entre dos empresas. Por un lado, Astra AB, fundada en 1913 por 400 médicos y farmacéuticos en Södertälje, Suecia. En 1994 la compañía formó una sociedad conjunta con la alemana Merck. Por otra, Zeneca Group, como un desprendimiento de la Imperial Chemical Industries (ICI), con sede en el Reino Unido. En 1999, Astra AB y Zeneca Group se fusionaron para formar AstraZeneca. Todos estos datos pueden ser muy relevantes para el mundo de los negocios, el mundo de los medicamentos y, sobre todo, el mundo del negocio de los medicamentos. Pero lo cierto es que la inmensa mayoría de la gente conoció a AstraZeneca cuando el gobierno argentino eligió a la empresa como una de las proveedoras de las vacunas para prevenir el covid 19. Algunos comunicadores intentaron hacer correr la voz de que la aplicación de esta vacuna podía generar reaciones anglofílicas y que se había escuchado a algunos pacientes gritar, tras ser vacunados: “Falklands are British”. Más aún, hubo quienes recordaron el origen sueco de Aztra y afirman que algunos pacientes, tras recibir su dosis, se pusieron a cantar “Chiquitita”, entre otras canciones del grupo ABBA. Nada de eso pudo ser confirmado oficialmente, a pesar de que los rumores siguen circulando.

Patente

Propiedad intelectual de la constitución de un determinado preparado o invento. Existen patentes de todo tipo de sustancias y el término se vuelve popular de acuerdo a la popularidad de alguna de las múltiples cosas que pueden denominar una patente. En términos generales y cotidianos, hablar de “patente” significa hablar del número de identificación que tienen los vehículos automotores que se observan todos los días por las calles. Pero durante la pandemia, así como cambiaron muchos otros términos, sucedió algo similar con “patente”. Y fue entonces que se transformó en una palabra para hablar de la propiedad intelectual de los medicamentos. Y específicamente, de una vacuna. Sucedió entonces algo muy curioso: mientras muchas personas reclamaban una mayor solidaridad en muchos aspectos de la vida (desde mantener una cuarentena hasta respetar distancias sociales o el uso de mascarillas o alcohol en gel), fueron pocas, en comparación, las que reclamaron que los laboratorios también se mostraran solidarios y compartieran las patentes de las vacunas. Que es básicamente pedir que se piense en la salud de la gente, antes que en el negocio. Algo que no fue muy tenido en cuenta por casi ningún sector político, sin importar el tipo de vacuna que defendiese.

Pfizer

Empresa farmacéutica estadounidense, con sede en Nueva York. Después de las fusiones con Pharmacia and Upjohn y Parke Davis, se transformó en el laboratorio líder a nivel mundial en el sector farmacéutico. La empresa fue fundada en 1849 por los primos Charles Pfizer y Charles F. Erhart, inmigrantes alemanes, instalados en Brooklyn. Como sucede con el resto de las empresas farmacéuticas, su nombre sólo era conocido para personas vinculadas a la industria y a la medicina. Su nombre se volvió masivo cuando comenzó a fabricar la vacuna contra el Covid 19. No tanto por fabricar la vacuna, sino porque el gobierno argentino no llegó a un acuerdo con la empresa y no incluyó sus productos en el calendario oficial de vacunación. Esto provocó una reacción por parte de la oposición, y Pfizer comenzó a cobrar un protagonismo que no se veía en algo o alguien de origen estadounidense desde que el entonces embajador de ese país, de apellido Braden, se erigió en la contrafigura del mayor líder político argentino del siglo XX. Por el momento, nadie ha medido la imagen pública de Pfizer para evaluar una posible postulación de la empresa como candidata a algo por la oposición en unas elecciones. Tampoco se sabe si la empresa aceptaría o no esa postulación. Pero por el momento, nadie está en condiciones de desmentir ni de descartar absolutamente nada.

Sputnik V

Vacuna contra el Covid 19, desarrollada por el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, y registrada en Rusia el 11 de agosto de 2020 por el Ministerio de Salud de la Federación Rusa. Fue la primera vacuna contra esta enfermedad registrada en el mundo. El nombre generó confusión, pues en la mayoría del mundo no se sabía si lo que seguía después de Sputnik era una letra V o un 5 en números romanos. La confusión tuvo como condimento el hecho de que el nombre Sputnik había sido un estandarte en la antigua Unión Soviética, pues así se había nombrado a una serie de satélites durante la carrera espacial contra los Estados Unidos. Hubo satélites Sputnik de 1 a 4, y por eso se especuló con que pudo haberse tratado de un cinco, como continuación de aquel legado. Pero el propio Ministerio de Salud ruso salió a aclarar que usaron la “V” porque es la letra de “Vacuna” y también de la “Victoria” que esta vacuna supondría contra el virus (que también va con “V”) causante de la pandemia. Sputnik significa literalemente en ruso “compañero de viaje”, y además de un satélite, los soviéticos también habían fabricado un auto con ese nombre. La vacuna Sputnik no sólo fue la más difundida en la Argentina durante la pandemia, sino que además los rusos le dieron al país la fórmula para fabricar aquí la vacuna. Algo que evitará los viajes en aviones de la aerolínea de bandera hasta Rusia, que en el oficialismo eran esperados con la misma ansiedad y fervor patriótico con que se esperó en 1973 el regreso de un ex presidente que estuvo 18 años en el exilio y cuyo apellido da nombre al término “peronismo”. Desde la oposición se desató una furia anti Sputnik que no se veía contra algo de procedencia rusa desde que aquel país se llamaba Unión Soviética y lideraba el bloque comunista mundial. Más allá de que Rusia abandonó el comunismo hace tres décadas, el fantasma de aquel país sigue recorriendo el imaginario de amplios sectores de la oposición en la Argentina. Y desde distintos medios ha corrido el rumor que indica que algunas personas, tras vacunarse con Sputnik, han salido a las calles para reclamar la dictadura del proletariado, con banderas rojas, algunas con la hoz y el martillo y las letras CCCP y otras con las caras de Stalin. Algo que, por el momento, no ha podido ser chequeado.