La cotorral. Por Susy Shock.

Y así, poco a poco empezamos a madurar el proyecto de nuestro propio espacio, no queríamos nombrarlo geriátrico, nos parecía muy pobre y muy poco poético. Veníamos de Cotorras, un ciclo hermoso de diálogos mensuales travas trans en MU, en nuestra Trinchera Boutique, en donde durante dos años fueron pasando unx a unx artistas, activistas, referentes o simplemente quienes desde sus lugares tenían una experiencia trava trans para compartir, con la sencilla y poderosa búsqueda de exponer nuestras voces, nuestras reflexiones, sin intermediaciones, de esas que siempre anduvieron y todavía andan pensándonos solo objetos de estudio, o entregando la triste historia de la trava, como decía Lohana, y no ese pensar al mundo, políticamente empoderadxs desde nuestra identidad y desde nuestra propia pedagogía, y también desde nuestras palabras. 

¿Y por qué Cotorras? Porque somos plaga ya, y así nos sentimos o así nos soñamos, invadiéndolo todo, abrazadxs en nuestras certezas, y amuchadxs frente al dolor y la soledad, cuidando de las más viejas y protegiendo a las pichonas. Hermosa metáfora para sentirnos comunidad, también en esa responsabilidad de hacernos cargo de nuestro propio cuidado en el Descuido y de la construcción de los refugios en medio de la total Destrucción.

Pensando en nuestro proyecto y continuando con las metáforas con plumas es que pensé en otro nido: El Hornero, y así comencé a llamarlo en cada reunión en donde empezamos a tirar redes para darle forma a la idea. Pero la Wayar, otra vez en su revuelo, me lo pone en duda. “Es muy paki” me dice, hay algo de ese cuentito individual que se parece a la calma de lo inevitable, ese transcurrir heterosexualidad fingiendo un orden de lo bien trabajado, lo bien ejecutado, metáfora campestre de lo bien diseñado y nunca discutido, ese hogar del que mamá y papá cuando crecemos nos expulsan. 

Sigamos con la idea de lo incómodo, ese rejunte insolente de verdes que, nativas de este Continente, hoy lo invade todo, al punto de ponerlo casi todo en peligro.

Lo que queremos construir es nuestra Cotorral, con pedacitos de todo lo que nos sirve, para hacerlo bien firme al nido, capaz de soportar tempestades, invasiones, privaciones. 

Rejunte trava, como la misma teoría travesti latinoamericana, que saca lo mejor de aquí y de allá, y se intenta superar de lo colonizado para soñarse otra cosa más que ser hombre o mujer. 

¡Listo! 

Será La Cotorral, entonces.