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Mariano Tenconi Blanco: celebrar lo extraordinario
Acaba de cumplir 40 y ya es un reconocido dramaturgo y director. Se consagró con dos obras excelentes y exitosas: Las cautivas y La vida extraordinaria. Estudió economía y trabajó en comercialización hasta que encontró refugio en el arte. De la supuesta falta de formación a ser elogiado por la crítica, confesiones entre los cuadernos y los sueños. Por María del Carmen Varela.
Desde la infancia, le apasiona escribir. Mariano Tenconi Blanco se formó como actor, es dramaturgo, director y su nombre resuena en todo lo que se refiera a la escena teatral. Autor de obras forjadas en poco más de una década, como Montevideo es mi futuro eterno, Lima Japón Bonsai, Quiero decir te amo, La Fiera, Todo tendría sentido si no existiera la muerte, entre otras, su reconocimiento creció gracias a La vida extraordinaria y Las cautivas, dos obras entrañables que definen su estilo y lo ubican entre los jóvenes autores más destacados. Formó junto a la productora Carolina Castro y al músico y compositor Ian Shifres la Compañía Teatro Futuro, que presentó su producción teatral en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Colombia y España. Dirigió su primera obra a los 28 años, y a los 34 fue elegido para participar de la residencia para escritores más antigua del mundo, el International Writers Program de la Universidad de Iowa. Con sus 40 recién cumplidos en junio, asegura que el teatro argentino es el mejor de la lengua castellana.
Ciencias teatrales
“El teatro es el lugar donde me dejaron escribir”, afirma Mariano Tenconi Blanco, y por eso fue el espacio creativo que despertó su entusiasmo y al que se entregó con ganas. El niño Mariano descubrió en cuarto grado el placer de escribir. El profesor Hernán les leía el cuento El fantasma de Canterville de Oscar Wilde. La trama le resultó fascinante y le produjo el primer impulso para ponerse a escribir su propia versión en unas diez hojas que abrochó a un costado para que pareciera un libro. A los 15 años empezó a dedicarle tiempo a la lectura, escribió cuentos y poemas “y cosas que eran un espanto pero a mí me gustaban en su momento”. La faceta literaria no fue muy alentada en el entorno familiar. “Vengo de un hogar trabajador: en casa mis padres sabían que escribía pero que yo quisiera ser escritor era un lujo que no nos podíamos permitir. ‘Ya probarás si te gusta y lo harás los fines de semana’, me decían”.
Mariano estudió la carrera de Ciencias Económicas, se recibió de licenciado en Comercialización y su primer trabajo fue a los 19 años, en 2002. En plena crisis trabajar en el sector de ventas era una tarea casi imposible: “No le vendía nada a nadie”. Siguió en el área de ventas de varias empresas, consiguió un empleo donde ganaba muy bien y al tiempo renunció. “Hubo un shock en mi familia y me fui de casa”. Hizo algunas materias en Filosofía, luego en Letras. “Pero lo que yo quería era escribir”. Ese afán seguía intacto junto con las ganas de ir a ver teatro, así que tomó un curso de dramaturgia con el director teatral, dramaturgo y docente Alejandro Tantanián, luego de ver su obra Los sensuales que lo dejó embelesado. Un amigo le propuso tomar clases de teatro con el objetivo de conocer gente y divertirse. La actuación le gustó y fue probando distintos talleres hasta que hizo uno con el actor, director teatral, dramaturgo y docente Ricardo Bartís. En ese momento se animó a mostrar a sus compañeros algunas escenas que venía escribiendo y fueron recibidas con mucho entusiasmo. “Entré al teatro por la escritura. Cuando me preguntan por mi ocupación, por ejemplo en el censo, pongo director de teatro, no pongo ni dramaturgo, ni escritor. Ya siento que soy del teatro. Tuve como cinco o seis años de formación como actor, hice una obra amateur cuando era jovencito pero no me considero actor. Tampoco es algo a lo que me gustaría volver, me gustaría hacer un montón de cosas que no hice, pero no actuar”.
Una vez asomado al universo teatral, Mariano fue poniendo cada vez más el cuerpo y el alma en el oficio de contar historias. “Quizás haya gente que es consciente desde el inicio de lo que quiere hacer pero en mi caso yo lo fui descubriendo a tientas”. Después de la renuncia al puesto de ventas, Mariano estuvo poco más de un año sin trabajo, viviendo de sus ahorros. Encontró otro trabajo y en ese momento Tantanián le propuso ser su asistente de dirección en Las Islas que se estrenó a comienzos de 2011 en el Teatro Presidente Alvear. “Teatro que, dicho sea de paso, sigue cerrado. Solamente iba a cobrar dos sueldos, no es que era un trabajo por un año, pero dije: es ahora, o nunca me animo. Veremos qué pasa. Sentí como que el tren pasaba y bueno, salió bastante bien. Después de ese trabajo lo asistí a Tantanián muchas veces, él me ayudó mucho dándome trabajos y además empecé a dar clases”. Para la creación de dramaturgia utilizó la intuición. “Yo no tuve una formación académica, como muchos que van a la UNA, a la EMAD, desde el principio escribí cosas que no eran tan teatrales, o que eran pedazos de textos juntados. No había tenido la formación de un maestro, una maestra que dijera ‘vamos a leer a Tennessee Williams y vamos a analizarlo, vamos a leer las tragedias y vamos a analizarlas’, más allá de que había leido a Tennessee Williams y las tragedias, pero las había leído como lector. No conocer la estructura teatral, ni las teorías de cómo se debe escribir una buena obra, me hicieron escribir esas obras medio deformes. En mi primera obra hay largos monólogos y mi tercera obra son cartas y diarios. Fue eso, más que nada, venir de afuera del teatro y confiar en que había algo de lo que yo traía que igual podía funcionar. Después con el correr de los años, cuando uno ya se vuelve un autor, empezar a entender qué es eso y sistematizarlo, organizarlo, y quizá volverlo una marca de estilo”.
Aurora acaba de perder a su padre que vivía en Ushuaia; hasta allí fue para despedirlo. Antes de regresar, quiere ir a ver el mar. Se pone el abrigo, sale y camina con el viento en contra. El viento en la cara la hace sentir viva. Al llegar a la orilla se encuentra con una enorme ballena muerta. “Nunca vi algo tan muerto en mi vida, Pero a la vez nunca jamás vi tanta vida como en esa ballena muerta. Entiendo algo. Todo. No sé qué es. Ahí está ella. Ahí estoy yo. Estamos vivos. Siempre. Estamos muertos. Siempre. La toco. Toco a la ballena muerta. La saludo, le doy el pésame, le doy aliento, aguante, le digo hola. Cuánta vida y cuánta muerte hay en todo”, relata el personaje de Aurora. La escena de la ballena –de La vida extraordinaria escrita casi en su totalidad en el bar Varela Varelita– es una de las favoritas de Mariano. Aurora y Blanca, interpretadas por Valeria Lois y Lorena Vega, son amigas desde la infancia. Ambas viven en Ushuaia hasta que Aurora se muda a Buenos Aires y la amistad continúa a través del intercambio de cartas, poemas y recuerdos por escrito. Otro de los momentos favoritos de Mariano es cuando Blanca tiene un estallido de furia y rompe la municipalidad, “como si arremetiera contra el Estado, pero también contra cualquier hipótesis de orden”. El texto fue ganador del Concurso Nacional de Obras de Teatro en 2017. Fue estrenada en el Teatro Nacional Cervantes en 2018 y también montada en Rumania por la directora Teodora Petre, quien conoció la obra gracias a un amigo inglés que leyó la versión traducida y le dijo a Teodora: “Tenés que leerla, es una genialidad”. Ella la presentó al Teatro Nacional de Rumania, la eligieron; se lo comunicó a Mariano, él le cedió los derechos y desde el estreno siempre está a sala llena. “Admiro mucho a las dos actrices y siempre que la veo hay escenas que me gustan y me conmueven, y otras que no porque hace mucho tiempo que la estamos haciendo y no me amo tanto como para pensar ¡qué genialidad! De a ratos las veo actuar a ellas y me comuevo como si la obra no fuera mía y me acuerdo de que la obra es mía y pienso que ya está, que no tengo que mirarla más. Me sigue gustando mucho la obra y la quiero mucho”.
La francesa y la india
En Las cautivas –escrita en la habitación de un hotel en Ecuador y estrenada en 2021– los personajes se ubican en el siglo XIX. Celine (Laura Paredes) es una joven francesa a punto de casarse cuando un malón irrumpe en plena boda y la secuestra. Para socorrerla en un episodio de extremo peligro, aparece Rosalila (Lorena Vega), una india con la cara pintada y arropada con vistosos colores. Ambas construyen a través de sus relatos una historia de alianza y supervivencia. El universo masculino que aparece en sus narraciones es hostil, violento, déspota. Ambas son cautivas de esa tragedia. Ante tanta adversidad, se tienen a ellas. Dos mundos antagónicos, se aventuran en la embarcación con el único fin de unir sus orillas y una vez juntas no hay más opción que la fuga. De esta obra, Mariano cuenta que le gusta mucho el final. “Sin spoilear nada. Mucha gente puso sus ideas para que ese final sea tan conmovedor”. Hace pocos meses Editorial Losada publicó el libro Mitos y maravillas, reúne cinco de sus obras que contienen romances, amistades, aspectos fantásticos y universos femeninos. Su realización fue iniciativa del historiador del teatro y docente Jorge Dubatti. Más adelante será publicado el nuevo libro Canciones de amor para hacer la revolución, con sus obras de corte más político como Montevideo es mi futuro eterno, Lima Japón Bonsai, Las lágrimas y Walsh, todas las revoluciones juntas.
Telenovelas con la abuela
Amigas desde los 5 años en La vida extraordinaria; una joven francesa y una india, a simple vista tan opuestas, sellan un pacto de compañerismo y amor en Las cautivas; una maestra se entera de su enfermedad terminal y decide como última voluntad filmar una película porno. El mundo femenino está presente y es protagonista en la obra de Mariano. “Yo no tuve ni hermanas ni primas, fui a colegio de varones en primaria y secundaria, a colegios católicos en La Paternal, entonces de alguna forma había una ausencia de lo femenino que generaba más interés porque se volvía la zona de lo desconocido”. En la casa familiar había dos presencias femeninas importantes: su madre y su abuela, ambas uruguayas, con quienes miraba las telenovelas de la tarde. Grecia Colmenares, Andrea del Boca, Luisa Kuliok eran parte del repertorio de actrices que interpretaban lo mejor del melodrama de los 80. “Me acuerdo de mi abuela contándole el capitulo de la novela a mi mamá que no lo había visto. Yo también miraba, debía ser bastante chico y me acuerdo que en una época yo iba a la tarde a la escuela, y me la contaban a mí, o yo les preguntaba. Recuerdo que conversaba con mi abuela en torno a qué pasaba en las novelas”. De algún modo, Mariano siente que en sus obras teatrales hace algo similar: contar historias que son relatos de oreja a oreja, celebración de lo que es tan simple como trascendente.
La abuela era oriunda de Salto, al noroeste del Uruguay, y tenía un acento influenciado por el idioma portugués. Todo tendría sentido si no existiera la muerte fue escrita por Mariano en pleno duelo por la muerte de su abuela. “Presumo que lo que hubo fue una suerte de desplazamiento a contar otra cosa, porque algo que me provoca tristeza no sé si lo considero para la ficción, pero sí había algo de esa energía del duelo que evidentemente estaba atravesándome y que yo sabía que de alguna forma podía santificarla con la escritura”.
¿Cómo brotan las ideas? ¿Hay un método? “Muchas veces hay algo que me atraviesa que tiene que ver con cuestiones sociopolíticas o personales, pero trato que después se vuelva teatro. No me interesa tanto que eso esté en primer plano sino que en todo caso sea una energía fértil para después producir ficción”. Otras ideas aparecen haciendo una de sus prácticas favoritas: la lectura. “Encuentro en otros libros o en otros autores y autoras las ideas. Muchas veces me ha pasado, a veces soy muy conciente de qué cosa tienen algunos libros, pero a veces me voy olvidando y capaz que años después releo un libro y digo: pero esta frase la puse literal, yo pensé que era mía y dije qué buena esta frase y no, la había sacado literalmente de otro libro. Entonces también muchas ideas aparecen leyendo y en algún punto se mezclan y ya no sé qué saqué de qué lugar y qué se me ocurrió a mí”.
Los cuadernos son elementos fundamentales para su quehacer laboral y lo acompañan a donde vaya. Después pasa todo a la computadora y si tiene que estar muchas horas frente a la pantalla, no lo padece. “Es puro placer, aun los días en los que no escribo nada o avanzo muy lento o paso toda la noche y escribí una carilla sola y me doy cuenta de que no me funciona tampoco esa carilla y la voy a tener que borrar. Aun cuando pasa eso, es pura felicidad. Me pone más nervioso si no encuentro una escena cuando estamos ensayando porque el tiempo siempre es acotado, tenés una fecha de estreno, la responsabilidad ante un grupo. Por supuesto que uno tiene derecho como director a estar en la búsqueda pero no quiero que mis actrices y actores consideren que no tenemos rumbo. Es más intenso, contradictorio y estresante el proceso de dirección por millones de cosas que no dependen de uno, cosas que tienen que estar listas para una fecha, o un actor al que de pronto se le movió una fecha de rodaje y no está un día que vos lo necesitabas entonces tenés que rearmar todo. Disfruto mucho de los ensayos pero disfruto mucho más cuando ya terminamos y dejo de ensayar. En cambio escribir casi que necesito estar haciéndolo siempre, no disfruto tanto la vida si no estoy escribiendo”.
La Fiera fue la primera obra que la Compañía Teatro Futuro –Mariano, Carolina y Ian– hicieron juntos. La obra cuenta la historia de una mujer que en la noche asesina hombres. Es una mujer-tigre que ejerce la misión de la venganza. Este trío creativo analiza cada aspecto de la puesta en marcha de una obra teatral “porque no narra lo mismo una obra que está hecha en un teatro comercial, que en uno oficial en Corrientes o en La Boca, o en un teatro independiente que entran 20 o uno en el que entran 150, entonces hay que pensar no solo en términos económicos sino también estéticos: qué obra, con qué artistas, en qué lugar”. El año pasado comenzaron a producir obras que no están escritas ni dirigidas por Mariano. Arrancaron con Una casa llena de agua, la primera obra de teatro de Tamara Tenenbaum. La leyeron, les gustó y le propusieron producirla ellos. Junto a Tamara eligieron a Violeta Urtizberea como actriz y Tamara, Violeta y Carolina eligieron a la actriz, directora, dramaturga y docente Andrea Garrote para que la dirija.
Venga a ver teatro
Mariano tuvo la posibilidad de viajar a distintas partes del mundo, especialmente en Latinoamérica, y cree que lo que sucede en Argentina con el teatro no es habitual en otras ciudades. Las temporadas son más cortas, acá pueden durar años y el fervor por el teatro es notable y sostenido.
“Diría que hay una tradición muy fuerte del teatro de todo tipo, teatro de texto, de revistas, cómico, de obras experimentales, político, de montaje de clásicos. Una oferta muy variada que hizo que los porteños y las porteñas estén muy cerca del teatro, y siento que es un fenómeno que existe por el público y por los artistas. El Estado acompaña pero menos de lo que debería. Yo creo que no se dan cuenta del tesoro que es el teatro de Buenos Aires. Quizá gastan el tiempo en otras cosas, en lugar de pensar eso. El otro día, por ejemplo, leía que alguien en Twitter había pedido una recomendación turística de la Argentina para no hacer los paseos obvios y una persona respondía que si hablaban español, fueran a ver teatro porque el teatro que está acá no está en ningún lado”.
Propuesta de promoción: “Habiendo conocido bastante teatro en España y en Latinoamérica de México para abajo, yo estoy seguro de que el teatro de Buenos Aires es el mejor teatro que hay en lengua castellana. Sería genial poder promoverlo: ¿Usted quiere ver el mejor teatro? Venga a Buenos Aires. Se alquila un hotel en Avenida Corrientes, se va a ver tres obras en el Abasto, dos en Corrientes, dos en el Cervantes, dos comerciales y en diez días vio ocho o diez obras y encima, baratísimo. Con lo que ven una obra en Londres ven diez acá. El teatro es el patrimonio mayúsculo de la ciudad de Buenos Aires”.
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La combustión del aceite
Cooperativa Aceitera La Matanza fue la fábrica recuperada de tres hectáreas y media que los trabajadores lograron rescatar durante el primer año del macrismo. Soportaron la violencia del desempleo, y el costo de poner en marcha el sueño cooperativo. Hoy cosechan sus frutos: mayor producción, más fuentes de trabajo y retiros que están por sobre el convenio de los aceiteros. Por Lucas Pedulla.
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Originario & Original: MU en Salta, viaje al país olvidado
La comunidad chorote –etnia nómade y preexistente a los Estado Nación– habita en Paraguay, Bolivia y Argentina. La Pomis Jiwet es una de ellas. Emplazada al norte de Salta, se organiza en medio de un territorio asolado por el hambre y el extractivismo. Crearon un proyecto autónomo de piscicultura, su propio pozo de agua, pelearon por educar en su idioma originario, y llevan la música como bandera. En esta tercera entrega hacemos caso a las palabras ancestrales: “No solo somos pobreza, hambre y desnutrición: cuenten también todo lo otro”. Por Francisco Pandolfi.
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Los neogauchos
Traslasierra, Córdoba: Proyecto Atahualpa. Son parte de un proceso que de a poco, pero cada vez más, revaloriza al campo frente a la ciudad como lugar no solo de producción y trabajo, sino de vida. Se consideran neocampesinos. Demuestran de qué modo la agricultura natural, agroecológica, es realizable y rentable. Están recuperando hectáreas de nogales abandonados, regenerando el suelo y abasteciendo una demanda creciente de alimentos sanos en Córdoba y San Luis. La huida del ambiente tóxico laboral y universitario. ¿Cómo viven ahora? Bocashi, bioinsumos, horizontes y la reivindicación de la gauchada. Por Sergio Ciancaglini.
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