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Viaje en llamas: Rosario y los humedales incendiados

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MU recorrió los focos de incendios que hoy golpean a Rosario. Por aire, tierra y agua, las consecuencias del ecocidio impactan directamente en las personas y las comunidades, mientras continúa el debate por la Ley de Humedales. Lo que se habla y se percibe en cada lugar sitiado por el fuego y por el humo. Crónica de un delito ambiental. Por Facundo Lo Duca.

Viaje en llamas: Rosario y los humedales incendiados
El concepto Somos Humedal: una síntesis de la comunidad movilizada para encarar los problemas socioambientales del presente. Fotos: Juliana Faggi

AIRE

A más de 200 metros de altura de la ciudad de Rosario, el helicóptero que dirige Alberto Seufferheld –titular del Servicio de Manejo del Fuego–, se ladea a un costado. La estela de humo en frente, las lenguas de fuego abajo, cercando pastizales verdes. En unas horas, cientos de esas hectáreas serán campos de cenizas sometidas por el viento. Morirán muchos animales. Las plantaciones, necesarias para la fauna y vida de muchos trabajadores rurales, se arruinarán por meses. La humareda, además, contaminará los centros urbanos más cercanos. Alberto lo sabe. Tras treinta años de servicio, entendió que el significado del fuego es ambiguo. Que esa energía contenida tiene beneficios, que enseña sobre respeto y colabora con la naturaleza eliminando, por ejemplo, el combustible vertido en el mar o los desechos en los basurales, pero ahora, en medio de una emergencia ambiental por la proliferación de incendios intencionales, sabe que es momento de poner el cuerpo. Divisa uno de los focos entre un conjunto de vacas que escapa de las llamas. No habla con nadie. La soledad del cazador en un cielo nuboso. Detrás de Alberto en el helicóptero, otro brigadista abraza un bidón de agua. Todo sucederá rápido. El descenso al territorio, el salto a tierra, la entrega del bidón a otro compañero. No hay tiempo. De vuelta arriba. 

–El fuego en ese estado me entristece –dirá Alberto, cuando aterrice en la base de operaciones que los brigadistas y la Armada levantaron en las afueras de la ciudad. 

-La matriz ecológica se pierde para siempre.

Es un sábado a mediados de septiembre. Desde hace semanas, Rosario y otras ciudades del Litoral y el Delta del Paraná, sufren las consecuencias de la quema de humedales en diferentes zonas rurales. El humo, por ejemplo. La contaminación del aire ataca directamente la salud de la población. Según estimaciones científicas, lo que respiramos debe contener menos de 50 microgramos de contaminantes por metro cúbico (ug/m3) para considerarse un aire sano. El martes 13 de septiembre, el Centro de Monitoreo Meteorológico y Climático de Rosario confirmó que más de 900 mil rosarinos “inhalaron peligrosamente” 483 ug/m3. 

Otra consecuencia es el impacto directo en el suelo. Las llamas arrasan con una vegetación propia de cada área de sembrado. Los pequeños productores y trabajadores rurales que viven de actividades agrícolas perderán importantes ingresos frente a quienes les conviene que todo arda: los grandes hacendados y empresarios inmobiliarios. La nueva siembra que se haga después traerá suntuosas ganancias para diferentes corporaciones.

–Las ocurrencias del fuego son cada vez más frecuentes– dice el brigadista Alejandro Gutiérrez desde el aeroclub Alvear en Rosario, en el campamento donde brigadistas y gente de la Armada conviven por estos días. 

Alejandro se encarga de coordinar los medios aéreos que se desplazarán para combatir los incendios. A la cuestión de la intencionalidad, el brigadista suma otro componente: la larga sequía que hace tiempo sufre toda la provincia. 

–Lo que antes era un río, ahora es un pajonal de un metro y medio. Eso alimenta mucho las llamas y es difícil de controlar.

Otra complicación que Gutiérrez señala es el viento. Las ráfagas, a veces, alcanzan los 50 km/h, suspendiendo cualquier actividad área por seguridad de los pilotos. 

–Falta concientizar más –suma el brigadista. 

–Porque no es solo el Delta. Hoy se quema Jujuy, las yungas y la Patagonia.

El operativo tiene una particularidad histórica: la incorporación, por primera vez, de dos brigadistas mujeres de la Policía Federal. Mariana –un nombre ficticio dado que así lo quiso la entrevistada–tiene 24 años y entró a la brigada forestal en febrero. Está vestida con un traje amarillo a la espera de que la llamen para volver al territorio. 

–Hicimos muchas brechas de ensanche para que el fuego no avance- cuenta. Nos cambió mucho el viento y la intensidad del fuego. Al haber viviendas próximas, las personas son nuestra prioridad.

Si a Mariana le preguntan qué significa el fuego, dirá rápido algo sumamente extraño en este marco:

–Vida. El fuego es vida.

Cae la tarde en el campamento. Alfredo Seufferheld aterriza y baja nuevamente del helicóptero. Un caminar cansino y los ojos rojizos por el humo muestran una jornada ardua. 

–Una de las prioridades de hoy eran las colmenas y las casas de los pescadores -cuenta. 

Seca el sudor de su frente con un pañuelo.

–Necesitamos una buena lluvia.

Viaje en llamas: Rosario y los humedales incendiados
El helicóptero que transportó a MU sobrevuela las zonas incendiadas del Delta.

TIERRA

Una procesión ambiental. Así podría definirse a lo que ahora, un sábado por la tarde, sucede en el puente Rosario-Victoria. La contaminación que la ciudad vive por el humo impulsó a que miles de personas de diferentes organizaciones ecológicas y políticas se unieran para cortar uno de los principales accesos a la ciudad.  

Ivo Peruggino, integrante de la Multisectorial Humedales, ve un costado positivo del humo. 

–La gente se moviliza más porque, literalmente, respira la problemática–cuenta. 

Peruggino trabaja como voluntario en un refugio de fauna silvestre y, desde el 2020, forma parte de la multisectorial. 

–La gente en las calles es la única respuesta. No es solo una emergencia ambiental, sino de salud pública. 

Entre las principales exigencias de esta tarde, la Ley de Humedales es la principal. Al cierre de esta crónica, en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación, se organizó un plenario para analizar las diferentes propuestas de cara a la confección del proyecto. 

La propuesta vigente garantizaría un marco regulatorio de los humedales, cuya extensión es del 21,5% en todo el territorio nacional. Los humedales permiten una oxigenación del suelo a través del agua, proveyendo de vitalidad a la fauna silvestre.  La norma permitiría ordenar áreas protegidas, donde la actividad ganadera no tenga impacto y su preservación sea segura. 

–Ya con la legislación vigente esto no debería estar pasando –plantea Peruggino. 

–Pero el avance de la frontera ganadera y los negocios inmobiliarios es permanente. 

Ramón Alcaraz tiene 46 años y trabaja en una huerta ecológica en las afueras de Rosario. 

Dos días a la semana, viaja hacia las islas a buscar diferentes insumos. “Ganadería en las islas se hizo siempre, pero de una manera familiar y sustentable”, apunta. “Hoy estamos viendo cómo familias muy poderosas y adineradas están arrasando con ecosistemas enteros, sometiendo a la gente a respirar aire tóxico”, cuenta. 

“Yo sabía, yo sabía, que a los humedales los quemó la oligarquía”, canta ahora un grupo en medio de la marcha.

Las organizaciones leyeron un documento que fue escrito en conjunto, donde una pregunta lo resumió todo:

“¿Te detuviste a pensar, de dónde vienen esas cenizas y ese humo que respiramos y que tanto molesta?”.

Al final de esta crónica, el documento completo.

AGUA

La lancha de Esteban Martin da pequeños saltitos, mientras atraviesa el Río Paraná. Las costas de Villa Constitución, al sur de Rosario, donde Esteban vive, quedan atrás. Diferentes islas, ahora, contornan el paisaje.

–Nos llega el humo directamente. Intentan transformar un humedal en una pradera. 

La lancha bordea una fábrica de Acindar y, esta vez, el único humo que se divisa es industrial. 

–Acindar nos da trabajo y a la vez nos contamina. Todos los desechos los tira acá –dice y señala al río. 

–¿Sabías que la tasa de cáncer acá es altísima?

Su pregunta encierra un dato preocupante: el número de personas afectadas por diferentes tumores en Santa Fe es completamente desigual en zonas con una intensa actividad agroindustrial. Distritos del sur sojero como estos, superan con comodidad la media nacional, según datos del ministerio de salud provincial.

-Donde vamos ahora, hay un establecimiento ganadero con vacas y caballos. Y ellos necesitaban renovar el pasto hace un tiempo. Adivina dónde se prendió fuego.

FUEGO

Los veía entre los juncos y pastizales. Simón, de 62 años, recuerda a los caballos que se paseaban frente a su casa, un pequeño rancho en ubicado en una isla del Paraná. Unos días antes que comenzaran los últimos incendios, dice, nos los vio más. 

Fue un martes. El brazo de humo empezó lejos.  “Apenas veía un rulo”, dice Simón, desde su casa. Había ido a buscar una manguera a lo de un vecino. Cuando volvió, la llamarada llegaba a la copa de los árboles de su terreno. Lo único que se interponía entre el fuego y su casa, era él mismo. Salió corriendo y se perdió en la espesura del monte. 

Miguel, un vecino del otro lado del río, llegó con otras personas y contuvo el foco. 

“El que tiene hacienda necesita yuyos nuevos. Con una lluvia, esto queda verde en pocos días”, vuelve Simón.

Esto, ahora, es lo que quedó del fuego: un valle acolchonado de cenizas negras. El isleño camina lento, pisando con cuidado. Se dedica al cuidado de colmenas para la venta de miel. Tras el incendio, sus abejas no podrán alimentarse de ninguna vegetación. “Perdimos mucha plata”, cuenta. “Nadie de la municipalidad se acercó”.

Kian, un vecino de ocho años de Simón, ahora corre descalzo por la pradera humeante. Parece jugar entre las ruinas del ecocidio. 

“Esto era una tortuga”, dice y levanta un caparazón ennegrecido. 

Todo fuego es político

Principales párrafos del documento que las organizaciones sociales dieron a conocer durante la última marcha sobre puente Rosario-Victoria. 

Hoy nos encontramos acá porque hace años que en Rosario y muchas ciudades del Litoral y el Delta del Paraná no podemos respirar. El humo invade las ciudades y nuestros hogares, llega a nuestros pulmones y nos enferma.

Estuvimos años usando un barbijo para cuidar nuestra salud, y ahora nos aconsejan que lo sigamos usando a causa del humo, mientras el extractivismo ecocida atenta contra nuestra propia supervivencia. (…)

El humo que cubre nuestra ciudad y tantas otras en la región, no es más que el síntoma de una enfermedad crónica en nuestro ecosistema provocada por actores del agronegocio y el negocio inmobiliario. Los medios de comunicación se hicieron eco de todo esto, pero es necesario que hablemos del fuego, sobre todo en el contexto de crisis climática y ecológica. 

Fuego que arrasa con ecosistemas enteros, asesinando el humedal con su flora y su fauna, que se ve obligada a huir… a buscar refugio, pero está claro que no todos corren la misma suerte. Fuego que arrasa con las costumbres y culturas de las personas que habitan estos territorios. Este fuego tiene nombre y apellido. Y por más que lo quieran encubrir, cuenta con la complicidad de los sectores económicos y políticos que detentan el poder con sus proyectos extractivistas de destrucción apropiándose de los bienes comunes para enriquecerse cada vez más en desmedro del ambiente. (…) 

El humedal es nuestro principal reservorio de agua dulce. Un ecosistema capaz de mitigar inundaciones y sequías, cuya vegetación produce el oxígeno que respiramos y que es el hogar de miles de especies, como las aves migratorias; es por eso que se lo considera un sitio RAMSAR (es decir, de importancia internacional). La vida del humedal es nuestro mejor pulmón, un sumidero de carbono que contribuye a evitar el aumento de la temperatura global. Estos servicios ecosistémicos hicieron de nuestra región un lugar habitable. (..)

Volvemos a repetir: no queremos cualquier ley. Exigimos una ley que sea la herramienta legal para defender estos ecosistemas en todo el territorio nacional. No queremos esa ley que les abre paso a los explotadores de siempre, a los negociados y especuladores. Exigimos la sanción de la ley trabajada y consensuada por organizaciones de la sociedad civil y comunidad científica que el año pasado fue frenada en comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca, perdiendo el estado parlamentario que tanto costó tener. (…)

Las pruebas y las evidencias sobran. Esta es una crisis ética donde no vemos que la voluntad política nos proteja ante el avance de la destrucción y la muerte. (…)

Basta de falsas soluciones. Tenemos una ley de bosques que no se cumple, una ley de glaciares que no se cumple, una ley de acceso a la información pública ambiental que no se cumple. Tenemos una ley general del ambiente que no se cumple. Exigimos su efectiva implementación ya, queremos una justicia del pueblo que haga cumplir las leyes y juzgue a quienes las pisoteen.(…)

Convocamos a las organizaciones sociales, a los sindicatos y asociaciones gremiales, a las vecinales barriales, a las escuelas, a las organizaciones feministas y a todo el pueblo a que participen de las futuras acciones conjuntas para seguir reclamando el pronto tratamiento de nuestra Ley de Humedales.  Esta acción formará parte de una serie de actividades y movilizaciones en todo el territorio argentino, en los distintos humedales del país, como parte de unplan de lucha federal, coordinado, unificado y ciudadano para presionar al Congreso, de afuera hacia adentro. Reclamarle a nuestros diputados y diputadas que traten el proyecto de ley consensuado expediente 75-D-2022, que sea votado en recinto cuanto antes. 

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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