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La tercera muerte de Griselda Blanco

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Contó en su último video cómo la querían asesinar, cosa que ocurrió al día siguiente. Pero la causa por el femicidio de la periodista no avanza ni se investigan las principales hipótesis: por qué la mataron, sus denuncias periodísticas. El rol de la policía que intentó encubrir la escena deteniendo a un inocente. Cómo era Griselda Blanco, las amenazas que recibía y el celular desaparecido. El viaje de Periodistas Argentinas a Corrientes y de uno de sus hijos a Buenos Aires. Crónica de un crimen, también, a la libertad de expresión. Por Claudia Acuña.

La tercera muerte de Griselda Blanco

Griselda Blanco era una buena periodista y esa virtud está presente en las pistas que dejó sobre su propio crimen. La más aterradora todavía puede verse en su cuenta de Facebook, en el último video del programa que transmitió horas antes de su asesinato. Como todos los viernes, aquel 19 de mayo su emisión en vivo duró tres horas. Con remera fucsia, la bandera de su Corrientes detrás y mate en mano, Griselda comenzó meneando la cabeza al ritmo de la cumbia que le daba sabor a su programa y con su estilo contundente abordó los temas de los que todos hablaban en voz baja en las calles de Curuzú Cuatiá, su tierra: la muerte de su amiga, Débora Serrano, una joven madre que falleció en el Hospital Civil Fernando Irastroza –caso que presentó como consecuencia de mala praxis–, las versiones sobre el nuevo comisario –sospechado de abusos–, la gestión de la titular del Anses –a quien invita a mantener una entrevista frente a frente– y la sospechosa muerte de dos jóvenes atribuida a un accidente de moto. Cada una de estas noticias culmina con una idéntica invitación a sus vecinos y vecinas: “Desde el Facebook esto no se arregla, olvidate. Únanse, muévanse, reclamen por sus derechos porque como ciudadanos merecemos respeto y que se nos escuche”. 

Es entonces cuando a las dos horas, ocho minutos y dieciséis segundos de esta transmisión, una de las mil veintinueve personas que la seguían en vivo tipea la siguiente pregunta:

¿Por qué ningún otro medio habla de todo esto?

Griselda sonríe y responde:

“La única que habla de lo que pasa en Curuzú es Griselda Blanco. Y por eso a Griselda Blanco la quieren… fiuuuu”.

Y con ese ruido acompaña el gesto de su mano cortándose la garganta.

Veinticuatro horas después así la asesinaron.

La tercera muerte de Griselda Blanco
Curuzú Cuatíá es la cuna del chamamé y un punto estratégico de la Mesopotamia: en una de las casas del pueblo (foto) vivió y mataron a Griselda Blanco. Su crimen dejó huérfanos a Fabián y Lautaro, quienes a las dos semanas también tuvieron que enterrar a su abuelo.

Femicidio de Griselda Blanco: Tres carátulas en cinco días

El sábado 20 Griselda Blanco recibió dos cartas documento que la intimaban a ratificar lo informado en su programa. Una era del nuevo comisario, otra del médico al que denunció por mala praxis. Catorce audios dan testimonio del pedido de ayuda a la abogada Silvia Casarrubia, quien reside en Corrientes Capital, a 400 kilómetros del infierno que comenzó a vivir Griselda ese día. Su voz, fuerte y clara, habla de presiones y amenazas para revelar sus fuentes, de su vívida intuición de que la quieren muerta y de su desconfianza en la justicia. A media tarde le dice a su hijo menor, con quien vive:

–Si me llega a pasar algo llamá a este número.

Y le entrega en un papelito el teléfono de esa abogada.

Hoy se sabe que desde el mediodía hasta la hora del crimen recibió catorce llamadas de quien sería su asesino. Trece no las respondió. La última, la atendida, fue a las doce y media de la noche. La autopsia determinó que una hora después la golpearon hasta romperle los dientes, le clavaron en la garganta dos veces un cuchillo Tramontina y la ahorcaron con dos vueltas de soga celeste en el cuello. Su madre la encontró desangrada en el living de su casa; desde entonces quedó en shock. Su padre murió dos semanas después. En menos de quince días los dos hijos de Griselda –25 y 27 años– tuvieron que hacerse cargo de dos muertes y de curar el espanto de su abuela.

Desarmar la escena

La policía fue la primera en llegar a la escena del crimen. Cuarenta minutos más tarde arribó la fiscal María José Barrero Sahagún, titular de la Unidad Fiscal de Recepción y Análisis de Casos (Ufrac), una muy joven funcionaria judicial, designada en diciembre en ese cargo y como subrogante. 

Las primeras versiones a la prensa filtradas por la policía local hablaban de un suicidio. Fue entonces cuando el hijo siguió las instrucciones de su madre, llamó a la abogada y esta a la Asociación de Periodistas correntina, de la que Griselda era afiliada. Esa misma madrugada y en auto dos de sus dirigentes desandaron los 400 kilómetros hasta Curuzú, se presentaron a la fiscalía, le entregaron los audios y exigieron el apartamiento de la policía local, por sospechosa. Denunciaron también que había desaparecido uno de los dos teléfonos celulares que tenía Griselda y que el que faltaba era el que usaba para su trabajo. La fiscal solicitó entonces la intervención de la Policía Federal, pero para cuando llegó a Curuzú ya había un detenido, acusado de femicidio: Armando Jara, la ex pareja de Griselda Blanco. 

Jara es periodista.

Una periodista asesinada, un periodista acusado de su femicidio, un celular desaparecido que contenía las fuentes de información por las cuales Griselda Blanco había denunciado que la presionaban. Ese era el panorama que llevó a Periodistas Argentinas a organizar el viaje de una delegación que llegó Curuzú Cuatiá en el mismo momento en el que la investigación del crimen de Griselda Blanco daba su tercer giro en apenas cinco días. 

La tercera muerte de Griselda Blanco
Postal de la entrevista de Nancy Pazos y Claudia Acuña con la fiscal y los jefes de la Policía Federal y de la comisaría local.

Encuentro con la injusticia

Curuzú Cuatiá nos recibe con un diluvio de esos que destruye paraguas y convierte en ríos de barro rojo sus calles. En el portón del viejo edificio de tribunales hay un puñado de cámaras que apuntan a la noticia del día: la fiscal ordenó la liberación de Armando Jara y detuvo a un nuevo sospechoso, Darío Alfredo Holzweissig, un empresario dueño de tres boliches bailables. 

Ambos están ahora mismo ahí adentro: uno completando el trámite de su liberación, el otro de su detención. Son las diez de la mañana, la hora pactada con la fiscal para recibir a la delegación de Periodistas Argentinas, y la sincronía horaria con las novedades de la causa torna toda la situación incómoda y sospechosa. Cuando los truenos arrecian, una mujer de uniforme nos convoca.

Atravesamos el patio de adoquines y el pasillo estrecho hasta la tercera puerta y lo que encontramos detrás fue una escena inesperada: una larga mesa con la joven fiscal en el centro, a su derecha los dos jefes de la Policía Federal y a su izquierda el comisario denunciado por Griselda. La primera pregunta la hizo a la fiscal la periodista Nancy Pazos, mi compañera de delegación, sin siquiera sentarse:

¿Por qué está acá la policía local si supuestamente usted ordenó separarla de la investigación? 

Le pedimos ayuda para hacer los rastrillajes ya que ellos son quienes mejor conocen el terreno.

¿Y si durante el rastrillaje aparecía una prueba que los comprometía?

Estuvieron todo el tiempo bajo mi supervisión. Y además ahora estamos siguiendo otra línea de investigación.

Otro punto conflictivo de la actuación  de la fiscal Barrero Sahagún es en relación a la detención del periodista Jara. Consultada sobre en qué pruebas basó su detención, incomunicación e imputación por “femicidio”, la fiscal respondió:

Que se habían encontrado pertenencias de él en la casa de Griselda; cuando se le preguntó qué pertenencias, respondió: “Una campera”.

Que había una relación preexistente.

Que el perito forense indicó que el asesino tenía un vínculo con la víctima por el tipo de violencia hallada en el cuerpo.

Jara no quedó desvinculado de la investigación porque la fiscal alega que para hacerlo debe esperar el resultado de las pericias, aún pendiente. 

Luego, fue el comisario Ricardo Juri, jefe de la delegación NEA de la Policía Federal, el encargado de detallar cómo encontraron al verdadero asesino: fue el desaparecido celular de Griselda Blanco el que los llevó hasta a él. A partir de los datos hallados en la nube reconstruyeron los movimientos de Darío Holzweissig a través de diferentes cámaras de seguridad. En una lo vieron tirar una bolsa de nylon blanco en un descampado que hay detrás de su casa. Ese es el terreno que rastrillaron y donde encontraron un aparato Nokia celeste, igual al desaparecido.

La fiscal explicó entonces que Griselda Blanco tenía un vínculo personal con el nuevo acusado, al que lo unía “una relación tóxica”, precisó. Sugirió también el motivo del crimen: una supuesta extorsión que le hizo Griselda para no revelar ese vínculo.

Ahora, cuando el expediente dejó de estar protegido por el secreto de sumario, se sabe que tal hipótesis no está sostenida por ninguna evidencia concreta. Aquel día tampoco: la fiscal acusó al imputado de homicidio simple, figura penal imposible si existiera relación entre la víctima y el asesino. Tampoco consideró como agravante la brutalidad del crimen. 

Dos días después quedó en evidencia qué puerta dejó así abierta: la fiscal dio lugar al pedido de la defensa de realizar un juicio abreviado. Esto es: aceptar el delito y cumplir el mínimo de la pena prevista. Ocho años. La propuesta fue finalmente rechazada por el fiscal general de Corrientes por un motivo concreto: la fiscal Barrero Sahagún no había dado lugar a la querella de la familia de Griselda Blanco a que opine sobre este cierre exprés de un crimen horrendo. 

La tercera muerte de Griselda Blanco

Lo que falta

Cuarenta días después del crimen, Fabián Cesani cruza el Salón Blanco de la Cámara de Diputados de la Nación y se sienta en el centro de la mesa. Es uno de los dos hijos de Griselda Blanco y viajó más de 600 kilómetros para denunciar las trabas en la investigación, que la causa sigue caratulada como “homicidio simple” y no como femicidio, que la policía sospechosa sigue implicada en la investigación, y que no entiende cómo pudieron asesinar así a su madre, trabajadora de prensa, en democracia. Lo acompaña su abogada Andrea Tribbia. Juntos llegaron en la tarde del martes 5 de julio al centro porteño para realizar una conferencia de prensa en la Cámara Baja, junto a la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa de la Argentina (FATPREN), la colectiva Periodistas Argentinas, y el movimiento Familiares Víctimas de Femicidios. 

Fabián tomó el micrófono y con la voz cascada por las lágrimas nos dijo: 

“Desde el lado humano les puedo hablar de mi madre como una persona muy tierna, simpática y, sobre todo, empática. Se comprometía a resolver muchas causas sociales de Curuzú. Mucha gente humilde, día a día, se acercaba a mi casa porque mi mamá se comprometía a ayudar. Juntaba comestibles, ropa, y la entregaba. Tenía un cuadernito donde anotaba todo: quién donaba y quién recibía. Pero lo más importante era su voz: ella hablaba y resaltaba todas las irregularidades que pasaban en el pueblo. Mi madre no tenía miedo. Decía verdades, cosas que pasaban en el pueblo y eso lamentablemente a mucha gente le molestaba”.

Luego habló Andrea Tribbia, la abogada: “Venimos a suplicarles que se investigue como se tiene que investigar. Hay mucho material, muchas líneas de investigación que ni se indagaron. Venimos a rogarles que se tiene que terminar el tema que Griselda era una extorsionadora. Jamás extorsionó a nadie: fue víctima de un femicidio atroz. Que quede bien claro”. 

Después detalló qué exige la familia: “Hoy necesitamos muchas cosas. La primera es seguridad para estas dos criaturas que quedaron huérfanas. También necesitamos recursos técnicos idóneos para analizar el perfil del femicida y el vínculo que tenía con Griselda, porque este es un tema que ha sido interpretado de una manera muy errónea por la fiscal. También necesitamos expertos técnicos para analizar si se ha borrado o alterado material, porque tenemos sospechas de que esto ha ocurrido desde que se fue la Policía Federal y tomó el control del expediente la policía provincial. Todos estos recursos son caros y no los podemos pagar, por eso les pedimos a las autoridades que los aporten. También necesitamos saber si el que está detenido es el autor material y también el intelectual, o si fue simplemente material. Si hay cómplices. Hay mucha información que Griselda manejaba que no se está investigando y que por su naturaleza no sabemos si corresponde a la fiscal de Curuzú o a otra instancia”.

Y cerró: “Pedimos una investigación justa y profunda, con claridad y objetividad. Pedimos que nunca más haya una Griselda Blanco. Y pedimos, también, que funcionen los organismos de control porque, si no, lo único que nos queda es salir a la calle para tener verdad y justicia”.

La tercera muerte de Griselda Blanco

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Hijas del fuego. Fuegas: mujeres brigadistas contra los incendios en Córdoba

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Son más de 30 brigadistas forestales del corredor de Sierras Chicas, Córdoba. Cada una integra la brigada forestal del pueblo o comuna que habita, y juntas Formaron la red Fuegas. Cuerpos y naturaleza. El machismo cotidiano. La quema de territorios que favorece negocios inmobiliarios y estatales. ¿Cuidado es igual a heroísmo? La valentía de compartir los sueños. Texto: Bernardina Rossini.

Hijas del fuego. Fuegas: mujeres brigadistas contra los incendios en Córdoba
Las brigadistas que además crearon Fuegas: la defensa de la naturaleza frente a los incendios, y de las propias mujeres frente a la desvalorización y la violencia.
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Autogestión en la comarca. Clínica recuperada en El Bolsón, Río Negro

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Empresa recuperada a comienzo de siglo en la Comarca Andina y conformada en su mayoría por mujeres. Tiene capacidad para 50 internaciones y maneja además un geriátrico. Cómo resistieron al vaciamiento. De las patronales inútiles y sobrevivir limpiando casas, a la ocupación, el cooperativismo y la creación de puestos de trabajo. Texto: Lucas Pedulla

Autogestión en la comarca. Clínica recuperada en El Bolsón, Río Negro
Isa, la presidenta de la cooperativa, rodeada por Leonor y Alicia.

Liliana Bilotti nunca podría haber imaginado en 1980 que dejar su conurbano Haedo para viajar con su marido al patagónico Bolsón le significaría, dos décadas después, un brindis de año nuevo en una clínica en recuperación para cuidar su trabajo y futuro.

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El jujeñazo

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MU en una provincia en conflicto. La provincia se sacudió frente al gobierno de Gerardo Morales, que eligió la violencia y la criminalización de quienes defienden el trabajo, el salario, el agua y la vida. Y derechos reconocidos por toda la legislación. La aprobación de una reforma nada constitucional. Negocios políticos y familiares, nepotismo y autoritarismo. Niveles cada vez más altos de pobreza, indigencia e injusticia. Las balas que apuntan a los ojos de la sociedad en un conflicto que revela mucho de lo que está en juego para el futuro del país. Recorrimos cada corte hasta los 3.500 metros de altura. Juego sucio, identidad, esperanzas, relación con la tierra y lo que dicen las comunidades sobre la capacidad de la mente y la del corazón. 

Texto: Francisco Pandolfi

El jujeñazo
Las comunidades originarias de pie, en el corte de la localidad de San Roque, Humahuaca.
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LA NUEVA MU. Generación Nietes

La nueva Mu
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