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Jugar con fuego: José Guerrero, dramaturgo
Oriundo de Viedma, vivió en Cutral Có y en distintas ciudades sureñas que alimentan su última y aclamada obra: del desierto a los movimientos piqueteros (“los fogoneros”), moldeados con la poesía del teatro. Su vida, entre la crianza de su padre pastor y la escapada a la ciudad detrás de un novio. El encuentro con la dramaturgia como una salida vital donde moldear los lenguajes contemporáneos. De qué hablan sus obras premiadas, y por qué el teatro se parece más a la música que a un recetario. Por María del Carmen Varela.
Un relato con impronta infantil se escucha en los auriculares que, a modo de confesión, desgrana una serie de vivencias que hacen que las orejas de cada espectadorx se vuelvan cómplices de una historia; mientras, los ojos hacen un recorrido por montículos de arena, ladrillos, carretillas y dinosaurios de plástico. La actriz Virginia Leanza y el actor Eddy García se mueven por una de las salas del Museo de Arte Moderno —ubicado en el barrio porteño de San Telmo— y ponen cuerpo a las palabras. El susurro al oído acerca el paisaje escénico y la amplitud de la sala no es un obstáculo para conectar con todos los sentidos. El dramaturgo y director José Guerrero también camina y acomoda ladrillos, en un espacio que está habitado por sus recuerdos: la infancia en la Patagonia, madre ama de casa, padre albañil, ambxs pastorxs envangélicxs.
Un grano de polvo suspendido en un rayo de sol se estrenó en mayo en el Moderno y finalizó a principios de julio en el marco de la tercera edición del ciclo “El borde de sí mismo”, creado por el director teatral Alejandro Tantanián, con su curaduría y la de Javier Villa. “Es un ciclo que yo lo veía de lejos y decía: ¡qué lindo ciclo! Ojalá algún día pueda estar. Cuando me invitó Alejandro dije sí, obvio que quiero estar. La obra no tiene que estar cerrada, puede ser un ensayo, una prueba, una hipótesis. Hay muy pocas oportunidades en las que puedas experimentar algo y que eso lo consideren trabajo”.
José fue con una idea y le sugirieron ir por un lado “más personal”. Primero se resistió: no quería escribir un biodrama, le daba vergüenza. “¿Por qué alguien creería que mi historia es interesante y por qué alguien iría a verla?” Luego comenzó a escribir y dejó fluir la voz narradora de un niño.“Sin la opinión que puedo tener yo ahora de adulto sobre los hechos y sin cancelar nada de lo sucedido”; el resultado: “Estuvo bueno, salió un texto que de otra manera no lo hubiese contado, me hizo revisitar ese pasado”.
En una entrevista a la directora francesa Arianne Mnouchkine, que José leyó hace poco, ella hablaba de una resistencia a combatir lo que ya pasó, a tratar de destruir para lograr algo nuevo y hacía referencia a su propio pasado como un tesoro, de donde se nutre para moldear su presente. “Esa idea de pasado como tesoro me iluminó y pensé: yo puedo tener ahora como adulto mis opiniones sobre la educación cristiana que me dieron mis padres pastores evangélicos, que no me define hoy, pero sí me constituye; es algo que sucedió y yo no me voy a pelear con eso. Hoy puedo entender que en ese contexto, en un lugar que estaba estallando, con una madre y un padre que hacían lo que podían, tenían que depositar la fe en algún lado, si no, ¿cómo hacés?”.
La consigna para la creación de la obra propiciaba un diálogo con la exposición del museo relacionada a las diferentes formas en que la humanidad tomaba contacto con el cosmos. “Empecé a tejer un poco ese universo que tenía que ver con el cielo de Cutral Có, con un cielo del desierto patagónico, esa sequedad permite que las estrellas se vean un poco más grandes que en la ciudad. Cutral Có es un lugar donde se encuentran fósiles todo el tiempo y las estrellas nos están mostrando algo que ya pasó porque en realidad las estrellas ya no existen: lo que vemos es algo que ya no está. La tierra nos está mostrando nuestro pasado. Esas dos cosas las linkeé con ese momento de mi vida. Y en el ejercicio de escritura a su vez lo relacioné con el contexto de las puebladas en Cutral Có, a fines de los 90”.
Teresa Rodríguez & fracking
José nació en Viedma, luego la familia se mudó a Cinco Saltos, de ahí a Cutral Có y después a Allen: en su función de pastorxs evangélicxs, a la mamá y al papá de José los destinaban a diferentes ciudades. La madre iba con una valija llena de biblias y cassetes de música cristiana para vender y sumar a la olla familiar. “Mis viejos acompañaban a personas que llegaban desesperadas; hay algo de la Iglesia cumple con un rol de contención en lugares donde el Estado no está. Cutral Có fue durísimo, hacía mucho frío, vivíamos atrás de la iglesia. El año que mataron a Teresa Rodríguez el pueblo era un caos”.
Teresa era una joven que trabajaba como empleada doméstica, asesinada por la policía neuquina en abril de 1997 durante una protesta de docentes y desocupadxs. Esta crisis social dio inicio al movimiento piquetero a quienes -recuerda José- hasta ese momento se les llamaba “fogoneros” porque estaban en la ruta quemando gomas. La privatización de YPF había dejado a miles de trabajadorxs en la calle a comienzos de los ´90 y en pocos años el efecto fue devastador en la economía local. “Hay mucho fracking en lugares cerca del Alto Valle de Río Negro: donde antes había chacras de peras y manzanas ahora ves torres. Están fracturando mucho la tierra y esto genera muchos puestos de trabajo, son pueblos petroleros, extraen y queda todo a la intemperie. Las Heras, Cutral Có, Plaza Huincul, en Allen: el proyecto político solo busca que la gente tenga plata en el bolsillo”.
A los 20 años José dejó sus estudios de arquitectura, conoció a un chico y viajó con él a Buenos Aires. Les dijo a sus padres que se iba a estudiar cine a la Capital. “Cuando ya estoy acá ellos se enteran de que me había venido con un pibe y que era mi pareja, así que fue descubrir qué quería hacer, que quería irme y que me había enamorado de un pibe: fue todo a la vez. Cuando yo le conté a mi vieja que era puto lo primero que me dijo fue: yo creo en un dios de amor, si vos te vinculás con amor con otra persona, dios va a estar con vos”.
El José adolescente escribía textos y los guardaba en un cajón: eran su cable a tierra, un desahogo, la manera de encauzar sensibilidad y creatividad. “Era algo que hacía de manera muy autodidacta y sin ningún fin, era un placer y en un momento dije bueno quizás esto puede ser otra cosa”.
Al poco tiempo de llegar a Buenos Aires comenzó a trabajar en el bar del teatro Anfitrión y se fascinó con el Cabaret de Concha del Río, personaje de la actriz Noralih Gago. “Es un mundo posible”, pensó y arrancó un taller de actuación que luego abandonó porque la timidez le hacía padecer la exposición ante el público. En la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD) estudió Dirección y comprendió que su lugar era desde otro lado. Dirigió algunas obras pero no encontraba material con el que verdaderamente le interesara dialogar, entonces se reencontró con la escritura. “Quizás puedo intentar escribir la obra que yo quiero dirigir. Y ahí me di cuenta de que era la dramaturgia lo que más me interesaba en este momento, o la mezcla de un montón de cosas que derivan en un texto teatral”.
Pedazos de realidad
La primera obra fuera de la institución fue Tokia, obra breve para un solo personaje, interpretada por la actriz Liliana Adi en el ciclo “Tardes micheladas”, organizado por el Abasto Social Club los domingos a la tarde. La primera obra larga que dirigió, con texto de Luis Barrales, fue HP / Hans Pozo y se basó en una historia real que conmocionó a Chile: un chico de 20 años —Hans Pozo— fue asesinado y mutilado en marzo de 2006.
La historia es así: un perro corría con un pie humano en su hocico, lo que asustó a los niños que se lo cruzaron e hizo alertar a la policía. Nadie hasta ese momento había reclamado por la ausencia de Hans. Sus restos se encontraron esparcidos por distintos lugares y luego de una ardua investigación se lo pudo identificar gracias a un tatuaje de Cupido hecho en forma artesanal mientras estuvo preso por robo. Hans había sido abandonado por su madre a los cuatro años; con el tiempo se hizo adicto al paco y trabajaba como taxi boy. Entabló una relación con un funcionario municipal, dueño de una heladería, que fue quien lo mató de dos balazos en la nuca, aparentemente porque Pozo amenazaba con contar a la esposa sobre el vínculo. Cuando los carabineros fueron a interrogarlo, el funcionario se suicidó en su casa. Dice José: “La obra trata de reconstruir esa vida —a partir de un pedazo de cuerpo encontrado por un perro en un descampado— en episodios, algunos escritos en versos, algunos son canciones, otros son diálogos, pero siempre con una carga poética muy potente, que es lo que me interesa de la escritura. Con este material trabajé muchísimo, era un texto que me interpelaba. Había varios personajes, las vecinas que opinaban, el heladero, la madre, la novia, el barrio reconstruyendo la historia”.
La siguiente obra también hizo pie en un caso real: el de los dos Brian. En la tarde del 24 de diciembre de 2016, dos mujeres son interceptadas por una moto en una esquina del Bajo Flores para robarles las carteras. Un auto busca intimidar a los asaltantes de la moto y uno de ellos, el más chico, Brian, de 15 años, dispara. La bala impacta en el rostro de otro Brian, de 14 años, nieto del conductor del auto. A los dos días, Brian Aguinaco muere en el hospital. En 2019, el conductor de la moto recibió condena: cadena perpetua y el joven Brian fue declarado inimputable por su edad y deportado a Perú, de donde es oriunda su familia.
A raíz de este caso, en los medios de comunicación resonaba nuevamente el pedido de bajar la edad de imputabilidad. José investigó junto a Daniela Contreras Bocic y comenzó a generar pruebas escénicas, compusieron una obra y la llamaron La teoría de un Brian, presentada en el Festival El Porvenir, en 2018. “Ponía en discusión cómo los medios de comunicación en general le daban más valor a una vida que a otra. Esa fue un poco la premisa y a partir de ahí la escritura escénica de esa obra era un dispositivo televisivo, un set de televisión donde había dos periodistas dando la noticia y lo siguiente era la reconstrucción de esa noticia: trabajamos con entrevistas, con mucho documento”.
Luego vino El borde de cerca, en 2020, obra elegida para formar parte del Festival Monoblock en el barrio del Abasto. Fue la primera vez que José dirigió un texto propio. Y llegó la pandemia pero el encierro no lo detuvo: escribió Metrochenta, obra que ganó el Premio Estímulo a la escritura otorgado por Fundación Proa y La Nación y el premio de la Bienal de Arte Joven que consistió en la producción de la obra.
Metrochenta es una historia que transcurre en la noche, el humo, el frenesí del amor, las lágrimas, la rabia de habitar un mundo injusto y la ternura que brota entre dos seres en un microuniverso de barrio olvidado, aunque solo está uno de ellos para contarlo. El protagonista es Suspiro, en la piel del actor, bailarín y docente Eddy García, a quien José conocía por haberlo visto en otras obras. Durante la cuarentena estaba escuchando el programa “Pandemonium para la cultura”, conducido por la bailarina, coreógrafa y docente Josefina Gorostiza y Eddy y producido por Cooperativa lavaca. En uno de los podcasts Eddy leyó un texto de Urdapilleta que conmovió a José.
Mientras escribía Metrochenta se le hacía presente Eddy como actor de la obra. Le hizo llegar el texto a través de una amiga; Eddy lo leyó esa misma noche y de madrugada respondió que sí. “Se puede ser familia con cualquiera que te quiera —anuncia Suspiro—. Que hagan memoria, que revisen sus libros y que vean cuánto nos deben. Que paguen calladitos y que les quede bien clarito que no vamos a dejar que nadie nos diga cómo tenemos que amar”.
En cuanto a las formas de nombrar, José gusta del estilo del escritor chileno Pedro Lemebel, por eso a sus personajes los apodó Metrochenta y Suspiro. Generar nuevas palabras, exportarlas de la jerga: “El lenguaje se genera en los márgenes, ahí hay que poner el oído. Ahora estoy escuchando mucha cumbia porque estoy escribiendo algo y quiero que en algún momento suene una cumbia. Me fijo en cómo escriben las canciones. Me gusta que los personajes hablen un lenguaje contemporáneo, me parece divertido, lo otro me aburre, pero no porque sea malo sino porque siento que es una vuelta que ya está dada, el hablar bonito, ¿qué es el hablar bonito? Me parece mucho más atractivo alguien que inventa palabras y le genera un significado a eso que alguien que va al diccionario a buscar qué quiere decir”.
En este último, José se siente más cómodo aplicando el ejercicio de contar con su propio pulso. “La formación te enseña que es una la forma de escribir teatro y yo escribo teatro como puedo, con lo que tengo a mano y con lo que me sale. Empecé a entender un poco la escritura desde ese lugar que a mí me resulta más amigable y más lúdico, porque si no se vuelve más común el guion, como una fórmula. Para mí la dramaturgia es muy amiga de la poesía, y me parece más atractivo eso: la veo más cerca de la música y la poesía que de un recetario”.
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Hijas del fuego. Fuegas: mujeres brigadistas contra los incendios en Córdoba
Son más de 30 brigadistas forestales del corredor de Sierras Chicas, Córdoba. Cada una integra la brigada forestal del pueblo o comuna que habita, y juntas Formaron la red Fuegas. Cuerpos y naturaleza. El machismo cotidiano. La quema de territorios que favorece negocios inmobiliarios y estatales. ¿Cuidado es igual a heroísmo? La valentía de compartir los sueños. Texto: Bernardina Rosini.
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Autogestión en la comarca. Clínica recuperada en El Bolsón, Río Negro
Empresa recuperada a comienzo de siglo en la Comarca Andina y conformada en su mayoría por mujeres. Tiene capacidad para 50 internaciones y maneja además un geriátrico. Cómo resistieron al vaciamiento. De las patronales inútiles y sobrevivir limpiando casas, a la ocupación, el cooperativismo y la creación de puestos de trabajo. Texto: Lucas Pedulla
Liliana Bilotti nunca podría haber imaginado en 1980 que dejar su conurbano Haedo para viajar con su marido al patagónico Bolsón le significaría, dos décadas después, un brindis de año nuevo en una clínica en recuperación para cuidar su trabajo y futuro.
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Contó en su último video cómo la querían asesinar, cosa que ocurrió al día siguiente. Pero la causa por el femicidio de la periodista no avanza ni se investigan las principales hipótesis: por qué la mataron, sus denuncias periodísticas. El rol de la policía que intentó encubrir la escena deteniendo a un inocente. Cómo era Griselda Blanco, las amenazas que recibía y el celular desaparecido. El viaje de Periodistas Argentinas a Corrientes y de uno de sus hijos a Buenos Aires. Crónica de un crimen, también, a la libertad de expresión. Por Claudia Acuña.
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