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Brotes verdes: colectivo El Reciclador Urbano

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Carlos Briganti comenzó en una terraza en Chacarita, y pronto contagió a cientos de personas que salieron a compostar, plantar y huertear por la ciudad. Así se armó este colectivo que pone las manos en la tierra en pleno cemento porteño, para mostrar cómo el verde le gana al gris y las ideas y la acción, al achanchamiento. La vereda como política y la teoría de mojarse los pies para que no avance la derecha: cómo plantar-se para que florezca la vida, y salir del bajón.

Texto: Lucas Pedulla

Fotos: Lina Etchesuri

Brotes verdes: colectivo El Reciclador Urbano
El grupo al sol, las manos y las ideas en la tierra, el arte de regar y de ponerse a hacer. Fotos: Lina Etchesuri

Dicen que este mundo es horrible.

Y el adjetivo toma otras variables cuando se lo piensa desde la ciudad de la furia: irrespirable, invivible, insoportable, imposible. Es por eso que, en esta coyuntura de tercios, un estacionamiento repleto de vehículos frente al Hospital de Clínicas, de un color tan triste como el cemento, no presagia nada más que la reproducción de lo horrible.

Sin embargo, la dirección es aquí, Azcuénaga 951, Ciudad de Buenos Aires,donde se esconde una especie de baticueva de un color extraño: verde.

Alrededor hay personas humanas, y eso también llama la atención: no parecen atacar ni fumigar ese verde que brota de baldes y neumáticos recogidos de la calle.

Una persona se acerca, con sus jóvenes 60 años, y extiende la mano con un saludo cordial: es Carlos Briganti, aka El Reciclador Urbano, el fundador de este colectivo que hace crecer verde sobre un gris estacionamiento. Briganti enseña, hace años, cómo realizar huertas en espacios urbanos, aunque esa práctica es mucho más que esta simple descripción. 

¿Dónde estamos?

Estamos en el mundo de lo posible. En el mundo ideal. Estamos en el medio de la ciudad, pero viviendo como queremos. A veces uno está en el medio de la ciudad pero viviendo como no quiere, o como puede. Se puede vivir en la ciudad rodeado de verde y se puede vivir en una ciudad distinta. Y aspirar a una ciudad distinta. Solo hay que animarse.

¿Nos animamos?

Brotes verdes: colectivo El Reciclador Urbano

Foto: Lina Etchesuri

Política de la vereda

Carlos comenzó a sembrar plantas, talleres e ideas en una terraza de 60 metros cuadrados en Chacarita. Luego empezaron a conagiar al barrio: junto a alumnos iba a comedores y centros culturales con la “Acción Huerta Urbana”, donde enseñaban a desarrollar la huerta propia. También con “Frutos en la Ciudad”, y regalaban arbolitos de paltas, moras o níspero para que los vecinos plantaran en el espacio público. Y desarrollaban el “Club del Compostaje”, para que la gente pudiera compostar en la calle. “Veían la compostera como una cosa diabólica, que se iba a llenar de bichos”, recuerda. No pasó: hicieron 30 huertas en veredas con lo que llama pasivos ambientales, como tachos, bidones, neumáticos. “Es todo lo que tira la humanidad porque no sabe qué hacer con lo que el capitalismo produce y produce”, dice Briganti.

Lo que sí pasó: “Visibilizamos el alimento, el pasivo ambiental, la trama social y urbana. La posibilidad de reconstruir ese tejido que se había perdido. De salir a la vereda, de encontrarnos, de visitarnos, de buscar un punto en común. Tenemos más coincidencias que desavenencias. Cuando empezás a escarbar ves gente que quiere una ciudad más verde, más limpia, más eficiente, pero nadie hace nada. Cuando trabajás con un punto en común, y empezás a cambiar la lógica de la vereda, te encontrás con un montón de gente que piensa distinto, pero en ese punto piensa igual. Eso ya los hermana, los humaniza. Ese es el primer paso hacia un proyecto totalmente diferente: salir a la vereda”.

Fue un boom. Briganti comenzó a recibir cada vez más personas en sus cursos. No se cansaban, y seguían con ganas de activar cada vez más. Así nacía El Colectivo Reciclador. Fundaron la Escuela de Agroecología Urbana “La Margarita”, en homenaje a la mamá de Carlos: “Tenía una mano muy especial con las plantas y una sabiduría muy especial. De ella aprendí todo. Soy de origen campesino y la tierra siempre estaba abajo de mis uñas”. El crecimiento llevó la escuela hasta el barrio de Constitución, en Solís 1280, donde produjeron hortalizas en 300 neumáticos de la calle. Desde esta acción que algunos calificarían como “locura”, Carlos recibió la invitación de llevar la Escuela al Patio de Nutrición de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA. No dudó: “Acá es donde se corta el bacalao, porque acá están los futuros nutricionistas que pueden tener contacto con esa alimentación que ellos promueven. Y lo mejor: pueden ponerlo a practicar de forma directa, y entender la lógica de trabajar sin venenos en un país que es líder en aplicación”.

Lola Santos es una de ellas. Tiene 21 años, está en tercer año, milita en el centro de estudiantes de la carrera (VENI, que además gestiona el Bar Saludable, un espacio con alimentos sanos y a precio humano en este mismo patio), y es una de las docentes de la escuela. “Es un viaje de ida: vine una vez y no me quise ir más –sonríe–. Me abrió la cabeza en un criterio de formación, de pensar hacia dónde quiero ir yo como nutricionista”. Desde el centro consiguieron que la Escuela sea un voluntariado de Extensión Universitaria para proponer a más estudiantes que se sumen y adquieran estas herramientas prácticas.

¿Cómo se relaciona y cuánto rompe este saber con el que ves en la academia?

-Es inseparable. No entiendo cómo no se relaciona más, cómo lo que vemos acá no está más metido en el contenido. También lo valoro un montón porque hay facultades en las que se da Nutrición y no tienen la capacidad de conexión con ese alimento que supuestamente prescribimos en favor de la salud de las personas. Me pasa con compañeros: capaz sabemos la composición química de un alimento, pero no reconocemos la planta, de dónde sale, y es una desconexión tremenda. No estamos sabiendo de dónde sale lo que consumimos, su proceso. Es plantear el alimento desde la producción hasta el consumo: nos involucra porque no es lo mismo un alimento con transgénicos a otro que cuida el ambiente en su producción. No es el alimento ya para tratar la enfermedad, sino para prevenirla, porque muchos problemas que tenemos ahora vienen de acá. Es súper clave.

Brotes verdes: colectivo El Reciclador Urbano
Los Briganti, Sebastián y Carlos: “Hay que salir de los guetos”. Foto: Lina Etchesuri

La revolución somos nosotros

Al atravesar el patio, el Bar Saludable, y recorrer acelgas, remolachas, apios, puerros, perejiles (la planta, no los humanos), orégano, romero, papayas, bananos, higueras, paltas, mangos, limoneros, mandarinos, nísperos y moras, entre otras variedades que crecen en esta superficie de 370 metros cuadrados, otro grupo de personas humanas está terminando una clase. Todos los jueves de 10 a 13 el Colectivo realiza el Curso de Agroecología Urbana. Son seis encuentros consecutivos con mucha práctica y su componente teórico. 

Sebastián Briganti, 36 años, hijo de Carlos, es el coordinador. “Conocemos cómo tener una huerta como la que vemos ahora en medio de la urbanidad, con las características de la urbanidad: no tenemos un suelo natural, tampoco acceso a determinadas semillas a partir de nuestra producción, y sí espacios reducidos. Balcones, veredas, patios, terrazas, pequeños patios internos son los lugares por los que la gente se acerca a preguntar”.

El paso a paso para ir a la práctica funciona como teaser del curso: “En principio, compostar. Antes, hacer la separación de origen de nuestros residuos: tener una fracción de basura o rechazo; otra de reciclables, con vidrio, papel, cartón, aluminio; y otra fracción de residuos orgánicos vegetales, que son yerba, café, té, frutas y verduras. Lo que consumimos todos los días, más de medio kilo por persona, indistintamente la dieta que tengamos o la preferencia de nuestra alimentación. Eso lo compostamos”. 

Sigue: “Ese compost, que es materia orgánica, lo combinamos con una parte de minerales y microorganismos que utilizamos acá, lo que nos da un sustrato espectacular para estas plantas”.

Y sigue: “Después, conseguir semillas o plantines para hacer una germinación”.

Y termina en el aspecto más complejo: “Tiempo, paciencia y observación. Si tengo un suelo sano, a partir de un buen compost y de los preparados que pueda ir haciendo, la planta se va a desarrollar sanamente. Si empiezo a notar un desequilibrio o alguna plaga, puedo ver qué aplicar para contrarrestar ese efecto. Pero siempre partimos de que un buen suelo y sustrato genera condiciones de sanidad para el desarrollo de la planta. Por eso compostar es la base de todo, y más en esta urbanidad”.

Brotes verdes: colectivo El Reciclador Urbano

Foto: Lina Etchesuri

¿Cómo se lleva la tríada tiempo-paciencia-observación en esta época?

-Es la vida. El tiempo es circular. Solemos pensarlo cronológicamente, como pasado, presente y futuro, y a un pasado al que no podemos volver. En la agricultura pasa: pongo una semilla pensando en cómo esa planta desarrolla su gesto en el espacio, pensando en el futuro. Cuando llega ese momento de tener que sacar la planta, estoy construyendo este presente. Y esa circularidad permite entender lo que pasó para poder resignificarlo. Sobre todo, en estos tiempos políticos, pareciera que también es una cuestión cronológica, y que todo el tiempo el pasado vuelve. En la agricultura tenemos el tiempo de poder cambiarlo.

El colectivo está gestionando su figura legal como organización. Sebastián compara las construcciones colectivas con alguno de estos neumáticos que lo rodean con muchas plantas: “Mientras más diversidad haya, el espacio va a crecer y desarrollarse. Venimos chipeados, desde la escuela, en la competencia. Acá queremos que las experiencias se repliquen. Y que también sea la posibilidad de una fuente de trabajo”. Un ejemplo es Caro Farías, 25 años: conoció a Briganti a través de los posteos que veía en su celu, y decidió conocer la verdadera red social. Como Lola, no se fue más: “Trabajo en el equipo de mantenimiento, doy clases y soy mamá de un niño de 2 años. A veces lo traigo, para que aprenda. Acá estamos reconstruyendo un ecosistema que alguna vez existió. Nos enseña empatía. A ser creativos. Y a pensar: ¿cómo llevamos esto a otras dimensiones?”.

Hay periodistas, abogados, estudiantes, y también docentes como Melina Merkier: “La invitación pedagógica del colectivo es pensar más allá de cómo hacemos para que crezca zanahoria en mi balcón. Desde esos procesos vitales, es entender el cuidado de la vida, y la reproducción de la vida humana y no humana. Y cómo se vinculan”. 

Allí Sebastián suma un aporte fundamental: “Lo más importante acá es la gente que riega, y es un esquema voluntario donde la gente se anota. Ahora estamos en el ejercicio de cómo hacer que las personas que colaboran vean lo que se está regando. Venir y observar. Ver las cosas muchas veces repetidamente permite agudizar la observación y comprender lo que pasa. Pero, en estas sociedades, las cosas cada vez son más fugaces, duran 30 segundos, y perdemos la capacidad de ver detenidamente las cosas y los procesos”.

Ver y escuchar este proceso es una inyección para salir del bajón, y Carlos lo sabe: sueña que esta experiencia se replique en cada espacio público, terraza, balcón, ministerio. También invita a hacer: hay gente que habla mucho pero no composta, dice, como máximo ejemplo. ¿Qué falta? “Falta arenga –dice Carlos, que sabe de contagios colectivos–. Yo voy a seguir hinchando con los pasivos ambientales y metiendo huerta en todos lados. Hay que salir de los guetos. El principio revolucionario es salir de ahí. La revolución somos nosotros: es una construcción social que se tiene que llevar en el corazón. Si se achancha, avanza la derecha. Mi frase de muletilla es: hay que mojarse las patas”.

Un buen eslogan para salir del bajón político. Y empezar a regar. ¿Nos animamos?

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Foto: Lina Etchesuri

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Quién es Alejandro Chafuen: la araña

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Líder de un think thank internacional que se encarga de recaudar dinero y hacer lobby para llevar adelante las recetas liberales: quitar impuestos a los ricos, achicar el Estado, privatizar empresas públicas, liberalizar el comercio y limitar el poder de los sindicatos. Argentino, se formó en Estados Unidos, es admirador de Hayek (al igual que Milei), ultra católico y revindica la dictadura. Cómo operan los grupos que pretenden incidir en las políticas públicas para hacer negocios. 

Texto: Claudia Acuña.

Quién es Alejandro Chafuen: la araña

Alto, flaco, la frente infinita por la profunda pelada, habla con dejo anglosajón, aunque nunca abandonó las elles pronunciadas como porteño. Su tono es de profesor y lo que enseña es el dogma que ha concebido y que predica desde hace años: el cruce entre el catolicismo extremista y el liberalismo terrorista. Alejandro Antonio Chafuen es, fundamentalmente, un apóstol de la ultraderecha. Una misión que –cuenta en sus charlas académicas– descubrió cuando conoció al austríaco Friedrich August von Hayek, ganador del Nobel en Economía en 1974. Los unía, además, la defensa de las dictaduras. Chafuen de Videla; Hayek, de cualquiera, tal como explicitó en una entrevista al diario El Mercurio y en el Chile de Pinochet: “Personalmente prefiero una dictadura liberal a un gobierno democrático carente de liberalismo”.

Chafuen, hay que decirlo, es argentino.

En sus charlas magistrales, ofrecidas en ámbitos académicos privados a donde asiste la elite latinoamericana, Chafuen ilustra sus charlas con fotos sociales de Hayek, a quien elogia por su elegancia, y lo introduce como el padre del que es hija su vocación:

“Una vez Antonny Fisher –el empresario inglés creador de la Red Atlas– le comentó a Hayek que no tenía más remedio que ir a la política porque si no iba a triunfar siempre su enemigo, el socialismo. Hayek le respondió: “Mirá: con el clima intelectual que existe hoy en día, primero tenés que cambiar las opiniones de las gentes, sino nunca vas a ganar. ¿Por qué no creás un instituto que forme opinión?”. 

Eso hace Chafuen.

Criado en el norte rico bonaerense –San isidro– en una familia que define con una sola palabra: antiperonista; pero que se caracterizó también por monopolizar los premios en los clubes de regatas y los asientos privilegiados en el poder, de joven soñó ser tenista, vocación que lamentablemente abandonó para anidar en el Grove City College, una universidad de Humanidades conservadora y cristiana, en Pensilvania. Allí llegó a ser el presidente del club estudiantil libertario. Cuando regresó a Buenos Aires reinaba el terror de la dictadura; de esa época data su amistad con Patricia Bullrich

Chafuen dirá al periodista Lee Fang –que lo entrevistó en Buenos Aires en 2016– que recuerda aquellos años “bajo una luz bastante positiva”. Así lo hizo explícito también cuando escribió, en 1979, un artículo para la agencia Efe titulado “Guerra sin Fin”. Allí comparaba a las fuerzas de la guerrilla con el clan Manson y justificaba: “Se precisaba que las fuerzas de la libertad individual y la propiedad privada” respondieran sus ataques.

Eso hace también Chafuen: escribe columnas de opinión en los medios.

El ascenso social

Lo que sigue en su carrera hacia el ojo del huracán neofascista lo resume el periodista Lee Fang: “En 1980, cuando tenía 26 años, Chafuen fue invitado a convertirse en el miembro más joven de la Sociedad Mont Pelerin. Viajó a Stanford, lo que le brindó la oportunidad de contactar directamente a Hayek, entre otros profetas neoliberales. En cinco años, Chafuen se casó con una estadounidense y pasó a residir en Oakland”. Allí comenzó a vincularse con miembros de la elite conservadora estadounidense para encontrar lo que necesitaba: dinero y contactos. 

Eso es la Red Atlas.

Su primera misión fue organizar una cumbre en Jamaica destinada a la formación de cuadros, o en lenguaje libertario, desarrollar think tanks de Atlas en América Latina.

Definición de la Inteligencia Artificial de “think tanks”: “El objetivo de un Think Tank es producir y transmitir información y conocimiento con el fin de incidir en el proceso de las políticas públicas”.

Según la tesis “El caso Fundación Libertad en Argentina”, realizada por Antonella Marty –rosarina, politóloga, autora de best sellers libertarios tales como Capitalismo: un antídoto contra la pobreza y ahora directora de la Red Atlas– en Argentina en 2013 se habían logrado instalar 137 think tanks.

En 1991, tres años después de la muerte de Fisher, Chafuen tomó el timón de Atlas. “Rápidamente comenzó a sumar patrocinadores empresariales para impulsar objetivos orientados a las grandes compañías a través de la red. Philip Morris contribuyó regularmente con Atlas, incluyendo una donación en 1994, que salió a la luz años más tarde durante un juicio. Los registros muestran que el gigante del tabaco vio a Atlas como un aliado para trabajar en pleitos internacionales. En Chile, sin embargo, un grupo de periodistas descubrió que los think tanks respaldados por Atlas discretamente habían hecho lobby contra la regulación del tabaco sin revelar su financiamiento por parte de compañías tabacaleras”, detalla Fang. 

Chafuen explicó en una conferencia que sus patrocinadores “no pueden aparecer como quienes pagan por las encuestas de opinión pública, porque les quitarían credibilidad. Pfizer Inc. no patrocinaría encuestas sobre temas de salud ni Exxon pagaría por encuestas sobre temas ambientales”. En cambio, think tanks libertarios, como los de la Red Atlas, no sólo podían presentar las mismas encuestas con mayor credibilidad sino hacerlo de manera que obtuvieran cobertura en los medios locales. “A los periodistas los atrae lo novedoso y fácil de transmitir. A la prensa no le interesa mucho citar a los filósofos libertarios, pero si un grupo de expertos elabora una encuesta, prestan atención. Y los donantes también lo ven”.

Eso hace también Chafuen: disfrazar intereses corporativos de información.

Dios en efectivo 

Su único libro se titula Raíces Cristianas de la Economía de Libre Mercado, una polémica y pomposa lectura de textos canónicos y teorías económicas –de Marx a Santo Tomé de Aquino– que merece sintetizarse por sus seis últimas líneas: 

“La propiedad privada es un prerrequisito esencial para el respeto de las libertades económicas. La misma seguirá siendo amenazada desde varios frentes y su defensa dependerá de una nueva generación de escolásticos, hombres de buena formación en el campo de la filosofía moral y de las ciencias sociales”. 

Definición de la Inteligencia Artificial de escolástica: “Corriente filosófica y teológica medieval que se centró en integrar la razón con la fe religiosa, pero colocando una mayor preponderancia en esta última”.

Chafuen –podría inferirse– practica su fe con mayor preponderancia en algo concreto: el dinero. “Las proezas recaudatorias de Chafuen se extendieron al creciente número de fundaciones conservadoras adineradas que comenzaban a florecer en Estados Unidos”. Fue miembro fundador de Donors Trust, un fondo hermético y orientado por donantes que ha repartido más de 400 millones de dólares entre organizaciones libertarias. También es administrador de la Fundación Chase, de Virginia, que fue fundada por un miembro de la Sociedad Mont Pelerin y que envía dinero en efectivo a los think tanks de Atlas.

Sus proezas, por supuesto, regaron también la red libertaria argentina. “Durante una conferencia conjunta con Chafuen, Gerardo Bongiovanni, presidente de la Fundación Libertad, un think tank de Atlas en Rosario, señaló que entre 1985 y 1987 el Centro para la Empresa Privada Internacional (asociado a la NED) distribuyó un millón de dólares como capital inicial para crear varios think tanks. Sin embargo, quienes recibieron estas subvenciones fracasaron rápidamente por falta de formación de gestión, alertó Bongiovanni”.

El liderazgo de Chafuen en Atlas terminó en 2019, cuando fue reemplazado por la rosarina Antonella Marty, actual directora de relaciones públicas, quien para explicar la desvinculación declaró: “Chafuen salió de la organización. Tenía ideas bastante relacionadas con la extrema derecha. No es conservadurismo, sino nacionalismo católico”. 

Para Chafuen, en cambio, su salida la produjo el ingreso a Atlas de un grupo “que cambia la línea. Antes era más leer la Biblia y la ciencia cristiana, ahora se hace más secular haciendo campo común con los valores más de izquierda”.

Fundó entonces su propio púlpito, Acton Institute, y desde allí recauda y predica como siempre.

Chafuen estuvo, por supuesto, en el acto de asunción del presidente Javier Milei, fotografiándose en los palcos del Congreso, sin sonreír, como siempre, pero ufanándose del éxito de su método. Al igual que Donald Trump, de quien fue ferviente impulsor, considera que este tipo de personajes tienen sus aristas polémicas. Sobre Milei fueron explícitas. 

“¿Cómo se construye un equipo de gobierno cuando se presenta como un outsider? Sin suficiente apoyo en el Congreso, Milei eligió un equipo económico que se ajustaba a su propia definición de casta”, escribió en una reciente columna. 

Su fe en el actual gobierno está depositada, en cambio, en la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, y en la fallida ministra de Educación, Eleonora Urrutia, a quien presenta de una manera interesante: “está ayudando a elegir a los secretarios del Ministerio de Capital Humano”.

Argentino, al fin, Chafuen explica su método con una alegoría futbolera: “Es como un cuadro de fútbol. La defensa son los académicos. Los delanteros son los políticos. Ya hicimos varios goles (se refiere al derrocamiento de Dilma Roussef del que participó activamente; el triunfo de Guillermo Lasso en Ecuador, entre otros). El mediocampo son los muchachos de la cultura, que forman la opinión pública”. 

Así describen cómo actúan en el campo de juego: “En el Foro de la Libertad en Latinoamericana de Buenos Aires, (realizado en la  primavera de 2017 en The Brick Hotel) los jóvenes líderes zumbaban por todas partes mientras compartían ideas sobre cómo derrotar al socialismo en cada frente, desde debates en los campus universitarios hasta movilizar un país entero en favor del impeachment (juicio político y destitución presidencial). Emprendedores de think tanks peruanos, dominicanos y hondureños competían en un formato basado en el reality show Shark Tank, en el que los encargados de start-ups deben convencer a un panel de inversores despiadados. En lugar de buscar inversiones, estos líderes presentaban ideas de marketing político, en un concurso que premiaba al ganador con 5.000 dólares. En otra sesión, se debatían estrategias para conseguir que la industria apoye reformas económicas. En una tercera habitación, operadores políticos debatían sobre qué argumentos podrían emplear los ‘amantes de la libertad’ para responder al crecimiento mundial del populismo, y para ‘redirigir el sentimiento de injusticia de muchos’ hacia los fines de libre mercado”.

Para quienes investigan este fenómeno desde hace años, la síntesis del proceso invisible que emergió en estas elecciones se explica en el trabajo sostenido, financiado y diseñado para lograr un objetivo concreto: “Las propuestas –quitar impuestos a los ricos, achicar el Estado, privatizar empresas públicas, liberalizar el comercio y limitar el poder de los sindicatos–  siempre se enfrentaron con un problema de percepción. Sus defensores se dieron cuenta de que los votantes tienden a verlas como un vehículo para favorecer a la clase alta. Por eso, reetiquetar el liberalismo económico como una ideología del bien común requirió complejas estrategias de persuasión pública”.

Eso también es Chafuen: la Inteligencia Artificial lo definiría “influencer”, pero quizá sea más preciso visualizarlo como una paciente araña que teje las redes sociales de las corporaciones con la política: las fuerzas del cielo.

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MU en una provincia en conflicto: El jujeñazo

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En 2023 la provincia se sacudió frente al gobierno de Gerardo Morales, que eligió la violencia y la criminalización de quienes defienden el trabajo, el salario, el agua y la vida. Y derechos reconocidos por toda la legislación. La aprobación de una reforma nada constitucional. Negocios políticos y familiares, nepotismo y autoritarismo. Niveles cada vez más altos de pobreza, indigencia e injusticia. Las balas que apuntan a los ojos de la sociedad. Esta es la recorrida que hicimos por la provincia: cada corte hasta los 3.500 metros de altura. Juego sucio, identidad, esperanzas, relación con la tierra, el futuro y lo que dicen las comunidades sobre la capacidad de la mente y la del corazón.

Texto: Francisco Pandolfi

Fotos: Lina Etchesuri

MU en una provincia en conflicto: El jujeñazo
Las comunidades originarias de pie, en la ruta que pasa por San Roque, Humahuaca. Fotos: Lina Etchesuri

Junio de 2023 quedará en la memoria del pueblo jujeño. Por lo represivo y por la fortaleza de muchos de sus habitantes. Por el avasallamiento y por la lucha que continúa en cada rincón de la provincia. Quedará en la memoria por la reforma parcial de la Constitución del gobernador Gerardo Morales (presidente además del Comité Nacional de la UCR) y por la sublevación de una comunidad educativa con salarios empobrecidos. Quedará en la memoria porque Jujuy despertó: la generalización –como licencia narrativa– tiene su apoyatura en que el viernes 16 se gestó en San Salvador la mayor movilización en su historia: entre 80 y 100 mil personas, mediante la unidad de docentes, trabajadores estatales en general, organizaciones sociales, políticas, gremiales y de derechos humanos, junto a los pueblos originarios que ese día arribaron desde distintas localidades encolumnados en el Tercer Malón de la Paz.

El lema de la manifestación fue unánime: “Gerardo Morales aprobó su reforma a espaldas del pueblo jujeño”. De espaldas y mientras dormía. Horas antes, en esa madrugada, la había votado por unanimidad la Convención Constituyente de Jujuy, integrada por el oficialista Frente Cambia y el Frente Justicialista (Juntos por el Cambio y el PJ).

Junio quedará en la memoria, también, porque a partir de ese día las comunidades originarias cortaron las rutas en más de 20 puntos estratégicos, decisión que aún persiste al cierre de esta edición. Del sur al norte, y en cada una de las regiones: en los Valles, las Yungas, la Quebrada, la Puna. Ese mismo viernes 16 de junio, la localidad de Abra Pampa fue el epicentro de la primera represión. Un día después, se encarnizó la violencia policial en Purmamarca y el martes siguiente, en otra multitudinaria marcha, se ejecutó en San Salvador una cacería con más de una centena de heridos y 68 detenidos.

MU en una provincia en conflicto: El jujeñazo
Una niña en Purmamarca, como en cada corte, flamea la bandera argentina junto a la whipala. Fotos: Lina Etchesuri

El estado de las cosas 

Tras esa seguidilla de balas de goma y de plomo y de gases lacrimógenos, la gente empezó a cantar a lo largo y ancho del territorio: “Morales, basura, vos sos la dictadura”. El gobierno jujeño no es una dictadura, pero sembró la provincia de un tipo de violencia que permite recordar tiempos más nefastos del país:

  • Fuerzas policiales reprimiendo en motos y camionetas sin patentes.
  • Fuerzas policiales usando camionetas de empresas privadas para levantar gente (táctica ya vigente durante El Apagón de Ledesma en 1976 que derivó en el secuestro de más de 400 personas, 55 de las cuales siguen desaparecidas). 
  • Fuerzas policiales disparando a la cabeza: cuatro personas perdieron la vista en uno de sus ojos.
  • Fuerzas policiales disparando, persiguiendo y deteniendo a periodistas y fotógrafos.
  • Pago de un bono de 50 mil pesos a cada policía el día después de ejecutar la represión. 
  • Hostigamiento a comuneros y dirigentes de pueblos originarios.
  • Amenazas de despidos a manifestantes.
  • Incendio del auto de dos dirigentes sindicales.
  • Allanamientos a viviendas sin orden judicial.
  • Intervención de fuerzas policiales a asambleas de estudiantes.
  • Encapuchados de civil tirando piedras a quienes protestaban.
  • Policías infiltrados en las marchas.
  • Policías que lanzaron gases lacrimógenos vencidos, extremadamente más tóxicos. 
  • Policías rompiendo puertas de casas, sin otro motivo que generar miedo. 
  • Policías sin identificación.
  • Decenas de detenciones arbitrarias.
  • Detenciones ilegales, sin intervención durante días de jueces y fiscales, ni explicación de sus causas..
  • Represiones y acción psicológica, a 40 años de la recuperación de la democracia. 

Lo inconstitucional

La aprobación de la reforma constitucional también tiene aires antidemocráticos. La abogada jujeña Alicia Chabale, integrante del equipo que asesora a las comunidades originarias de Salinas Grandes y la laguna de Guayatayoc, describe: “La reforma es inconstitucional y tiene varios defectos, de forma y de fondo. En lo formal, se publicó en el Boletín Oficial en septiembre del año pasado la Ley 6302 hecha por el Poder Ejecutivo que convocaba a realizar la reforma. Sin embargo, en la Constitución Provincial de 1986 está previsto que la declaración para hacer una reforma es exclusiva de la Legislatura. No importó: se aprobó la ley”. Sigue: “Se determinó que las elecciones de los constituyentes se haría el 7 de mayo pasado, junto a las elecciones a gobernador, intendentes, diputados y concejales. Así fue, y estaba previsto que sesionen durante 90 días hábiles, unos cinco o seis meses por feriados y fines de semana. Esto no fue así: tuvo un tratamiento exprés; las sesiones empezaron a fines de mayo, se votó el viernes 16 de junio, en primera instancia, y el martes 20 en segunda cuando dejaron sin efecto los artículos 50 y 36 por la resistencia de los pueblos originarios”.

Completa: “Otra discusión jurídica refiere a si la Convención Constituyente tenía funciones para reabrir el debate convencional el día 20 y eliminar esos dos artículos que ya habían aprobado la semana anterior. La función del convencional termina ahí. La jura que se hace, tan protocolar y antigua, tiene la función de darles legalidad y legitimidad a los actos que se desarrollen. Acá votaron una vez, hubo repudio del pueblo, sacaron dos artículos y votaron de nuevo, como si nada”.

¿Es legal que la Convención Constituyente haya estado integrada por funcionarios actuales? “No, y esto figura en el artículo 100 de la Constitución provincial. ¿Cómo hicieron? Se tomaron licencia en sus cargos y sesionaron. Esto es lo que hizo el propio Morales, uno de los constituyentes. Se pidió licencia como gobernador, abrió la Convención, dictaminó las normas y luego se pidió licencia de la Convención. Después, previo a votar, se pidió licencia como gobernador y volvió para asumir las funciones como constituyente. Así funciona todo acá”. 

El trabalenguas; las idas y vueltas; la repetición de la palabra “licencia” es una síntesis de lo que sucede en Jujuy mientras estos funcionarios aplastan la palabra democracia.

La doctora Chabale enumera algunos de los problemas de fondo: 

1. “No se consultó a las comunidades originarias antes del dictado de la Ley 6302, como lo establece el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo que tiene rango de norma constitucional, que refiere a la consulta previa anterior a una disposición legislativa que afecte a las comunidades indígenas”. 

2. “Posterior al dictado de la ley, no se conoció el texto completo hasta el viernes 9 de junio, apenas una semana antes de que se vote. El pueblo jujeño entero, no solo las comunidades, no sabía qué iba a decir nuestra Constitución”. 

3. “El gobierno no tuvo otra opción que salir a dar de baja los artículos 50 y 36, pero el haberlos querido incluir da la pauta del propósito de esta reforma: darle todo el poder al Ejecutivo. Se reconocía a la personería jurídica de las comunidades, la posesión y la propiedad comunitaria de las tierras, pero atribuía en forma exclusiva la facultad de decisión sobre ellas a la provincia, recortando lo que dice la Constitución Nacional en reconocimiento de las comunidades originarias como preexistentes al Estado”. “Los nuevos derechos que se incorporan en la reforma parcial son de exclusiva facultad del Poder Ejecutivo, con conformidad de la Legislatura donde el oficialismo jujeño tiene mayoría. Así, la regulación del agua (donde no se menciona que es un derecho humano), la atribución de las tierras fiscales, la decisión de cuál es productiva o no, entre otros varios artículos, le otorgan facultad absoluta al Ejecutivo”.

4. “Con respecto a los recursos naturales pasa exactamente lo mismo: su regulación queda sujeta a lo que disponga la provincia. Pero la provincia no es una isla aunque así la hacen parecer. Somos parte de un sistema federal donde hay un orden cuya cúspide es la Constitución Nacional. Tenemos que cumplir por ejemplo el tratado de Escazú, que se incorporó como legislación nacional y establece la promoción y la defensa de quienes cuidan el ambiente. En este caso, las comunidades indígenas que fueron y están siendo perseguidas por la policía. La reforma no cumple los tratados y la legislación internacional a la cual adhiere el país. Desde lo jurídico es inabordable esta reforma que refleja el desconocimiento absoluto de las normas que nos rigen como Estado”. 

Lo que encendió el fuego 

Las movilizaciones y el paro que sacudieron a Jujuy comenzaron con las y los docentes el 5 de junio, protestando contra “los salarios de miseria”. Marchas de antorchas, mateadas masivas y las ollas populares, así como un enorme repertorio de canciones creativas, fueron el caldo de cultivo no solo para visibilizar los 34 mil pesos del salario básico más pobre del país, sino también para magnificar el reclamo por la reforma constitucional. Primero para que no se apruebe; luego para que no se jure; después –y ahora– para que se derogue.

Las manifestaciones de la comunidad educativa contaron con un fuerte apoyo de otros gremios, sobre todo de los trabajadores estatales que entre los años 2016 y 2023 perdieron el 65% del salario real. En ese lapso que abarca la gestión de Gerardo Morales, la inflación acumulada fue de 399% y la suba del salario nominal de 277%, lo que da una diferencia en contra del 122% del salario acumulado. Esto se enlaza con los últimos datos oficiales del INDEC: la pobreza en Jujuy asciende al 41,8% de la población, por encima del promedio nacional que es de 39.2%. La indigencia trepó al 8.1%

Entre canto y canto, entre marcha y marcha, enseñan los maestros: “Estamos muy precarizados; yo tengo 14 años de antigüedad y cobro 70 mil pesos. Y encima nos jubilan con la mínima”, dice María, docente no formal, mientras camina al ritmo de “Fuera Morales Fuera”, y de “Somos los docentes de Jujuy, aquí presentes, los docentes que nunca se venden, a la patronal”. 

Mónica es maestra jardinera: “En la pandemia trabajamos las 24 horas y ni así nos aumentó el sueldo. Nuestro salario no cubre la canasta básica”. La canasta básica total está en 250 mil pesos para una familia de cuatro miembros, y el sueldo neto de un docente primario y secundario (básico más adicionales) ronda los 125 mil. Hay que hacer esfuerzo para escuchar el descargo, porque suena uno de los hits: “Morales gato sos un ladrón, le robaste a la educación”. 

Las letras de las canciones mezclan palabras duras y sensibles, así como un festival de ritmos: coplas, huaynos, tinkus, pin pin y carnavalitos. Hay para elegir en el cancionero pero no en otras cosas, cuenta Viviana, maestra jardinera. “No podés comprarle ni ropa a un hijo. Ya ni digo paseos o viajes: ni las necesidades básicas se pueden garantizar. Además, no podemos enfermarnos porque nos cortan el presentismo por faltar un día”.

A un mes de iniciar el reclamo, el Centro de Docentes de Enseñanza Media y Superior aceptó los 200 mil pesos de piso salarial propuesto por el Ministerio de Educación provincial y levantaron el paro, aunque aseguraron que “bajo ningún punto de vista” dejarán de pelear contra la reforma “que consideramos inconstitucional”. En cambio ADEP, el sindicato de educadores de Nivel Inicial y Primario, continuaba el paro exigiendo una nueva paritaria, la derogación de la reforma constitucional y en apoyo al consenso al que llegaron las comunidades originarias: cortes de ruta hasta la derogación de la reforma.

Un corte y una Quebrada

La decisión tomada por el Tercer Malón de la Paz de restringir el libre acceso de los vehículos en rutas nacionales y provinciales tiene como motor el hartazgo total. Las comunidades originarias dijeron “basta” y “hasta las últimas consecuencias”. De ahí no se mueven. Entonces debíamos movernos nosotros desde el sur hasta el norte de la provincia, desde los valles, pasando luego por la Quebrada de Humahuaca y subiendo hasta esa meseta increíble, la Puna, a más de 3.500 metros de altura, para escuchar, conocer y ampliar las diversas miradas sobre este momento esencial.

Corte de Purmamarca

Desde San Salvador hasta Purmamarca hay 54 kilómetros de un paisaje impresionantemente bello. La Quebrada de Humahuaca es una seducción para la mirada ante tanta biodiversidad, caballos y vacas, cielo, montañas, infinitos cactus; con una paleta llena de diversos verdes que uno se sorprende de que existan.

En la entrada a la ciudad hay una bandera argentina y una whipala, binomio que estará presente en cada reclamo. Y en cada persona que da testimonio. “Morales es un traidor, una mala persona que está vendiendo a la Argentina con sus negociados”, comenta Nicolasa, de 31 años y cinco hijos, entre los cuales está su bebé de 5 meses, a quien acuna mientras habla: “Nunca pensé exponer a mis hijos de esta manera; estoy muy triste, jamás había pasado una represión así, fue horrible, agarraban a cualquiera, no importaba si era una mujer, un niño, les daba lo mismo”.

Pegado al típico cartel turístico que dice “Purmamarca”, una bandera con letras verdes pintadas prolijamente, anuncia: “Nación Kolla”. A metros está Mariana, que lleva una botella de plástico vacía. Cuando pasan los autos cada vez que se levanta el corte –cada 3 o 6 horas dependiendo la decisión asamblearia–, la botella es su herramienta para hacer ruido, chocándola contra su muñeca. Habla y no contiene las lágrimas que acarrean varios días durmiendo mal, y el haber recibido dos balazos de goma: “Es un dictador que vino a matarnos”.

Un día después de la aprobación de la reforma, el miércoles 21 de junio, se celebró el nuevo año andino (año 5531) y se realizó la ceremonia del Inti Raymi, la fiesta del sol. “Pese a la tristeza que quedará marcada por haber iniciado un nuevo año de esta manera violenta, el Tata Inti, nuestro sol, nos dio energías para seguir”, explica Mariana, de 48 años. Otra compañera algo más joven: “Estamos protegidos por guías sagradas y espirituales; por nuestros ancestros; por una fuerza superior que nos da fortaleza”, dice Semilla, que pide ser llamada así por miedo a una represalia: “Morales es un tirano que debe ir preso, por perverso. Es mala gente y conduce un aparato violento y turbio que de un segundo a otro puede montar lo que desee. No le importa la Pacha, solo el dinero”. 

En Purmamarca se siente un temor latente por sospechas de infiltrados de la policía, de la gobernación, de los servicios de inteligencia. “Vienen y nos sacan fotos para provocarnos miedo. A muchos nos han amenazado de muerte”, dice Semilla. Aurora necesita desterrar algunos estigmas que se anduvieron repitiendo en cadena televisiva: “Nos tildan de kirchneristas y no es así. No militamos en el kirchnerismo, ni en la izquierda, ni en la Tupac de Milagro Sala; militamos por la vida. Morales es un asesino. ¿Cómo definirlo de otra manera? Nos dice terroristas a nosotros, cuando él nos genera terror”.

Corte de Tilcara

No lo pueden creer. O quizá sí, pero no les deja de asombrar. Horacio Rodríguez Larreta presentó como su acompañante en la fórmula presidencial al mismísimo Gerardo Morales. Lo vieron en un televisor de la estación de servicio de la entrada de Tilcara. Lo leyeron en el zócalo de la pantalla. A menos de cincuenta metros la comunidad tilcareña corta la ruta 9 exigiendo la renuncia del propio Morales, que muy lejos aparece posando en un salón de Palermo, en Buenos Aires.

Habla Griselda: “Él es el responsable de que tengamos el agua contaminada, de haber explotado nuestros bienes naturales y de entregarles las riquezas a las empresas extranjeras. Y que la mayoría de la población cobre sueldos miserables. Él es el responsable de que no tengamos proyectos de esperanza”. Antes de aceptar la charla, Griselda junto a su amiga Graciela pidieron la identificación de prensa. No será una excepción, sino la regla en los todos los cortes que recorrimos desde MU. “Estamos teniendo muchos problemas, hay muchos infiltrados”, justifica Graciela, quien un poco más distendida, explica: “Estamos seguros de lo que hacemos, hay esperanzas porque tenemos raíces, que son nuestras identidades”.

Corte de Uquía

En los costados de la ruta nacional 9, desde Tilcara hasta Uquía, hay algunas vacas, algunas cabras y pocas llamas, que proliferarán mucho más a medida que se avanza hacia la Puna. También casas bajitas de barro, de adobe, de paja, de madera. 

Al llegar nos recibe un rojizo y hermosísimo cerro: Las Señoritas. Olga, docente: “Aceptar la reforma es pasar a ser esclavos. Morales es un represor, volvimos a los tiempos de la dictadura, no hay derechos en Jujuy. Tiene doble cara, dice una cosa y hace otra”.

Gabriela revuelve con una rama en una olla gigante el pollo con arroz primavera que pronto comerá su comunidad. Y dice: “Morales se hace el colla; tiene a mucha gente amenazada y cooptada con el compromiso de darle viviendas y dinero”. Al terminar, aconseja que hablemos con Doña Panchita, que está parada a unos metros, luciendo un sombrero rosa y una whipala en sus hombros. Tiene 66 años, una voz tenue y una potencia en sus palabras que refleja firmeza en las ideas: “Nos traicionó. Yo confié en él, lo voté, soy históricamente radical, pero ya perdimos la confianza. Necesitábamos que nos explicara los beneficios de la reforma y no lo hizo. No habló con su pueblo”.

Corte de San Roque

En Uquía ofrecen llevarnos en auto hasta la siguiente trinchera, con la generosa condición de que aceptemos dos bandejas de pollo con arroz. En el próximo destino, ya con las bandejas vacías, nos recibe Omar. Dice que está desvelado y con la convicción de “sostener hasta que se vaya Morales”. En una ronda que se arma espontánea, Alex Frites, docente de 28 años de la comunidad de Varas, sintetiza: “En una palabra, el gobernador es autoritario; jamás se apoyó en el diálogo, siempre hizo lo que quiso”. Luisa escucha y expresa su timidez con el silencio, que solo esquiva por un par de segundos y en pocas letras: “Solo quiero que bajen la reforma”. No necesita decir más que eso y vuelve a escuchar. 

Mientras Morales es enfocado por muchas cámaras porteñas a 1.630 kilómetros de los cortes de Humahuaca, sobre la ruta hay muchas infancias que juegan, corren, sienten y piensan. Y que tienen qué decir. Xiomara, de 13 años: “Que dé la cara Morales y se haga responsable de la sangre derramada”. Se contrapone con lo que sabe que había dicho Larreta sobre su ladero: “Es un tipo valiente que no duda en defender los derechos de los jujeños, hubo una muestra esta semana de su temple y de cómo quiere evitar siempre situaciones de violencia”. Jorgelina, con un poncho que la resguarda, no está de acuerdo: “Morales quiere ser dueño de Jujuy, y ahora querrá hacer lo mismo con la Argentina. Sólo piensa en su dinero”. 

Pegada a un muñeco de 2 metros y medio de alto que lleva una bandera con el lema “Abajo la reforma”, Verónica describe: “El gobernador siempre ha jugado sucio y esta no es la excepción; todo es una burla, una mentira. No le importamos, se ríe de los pobres, porque nos ve sucios, con zapatillas rotas”. 

Muestra sus borcegos raídos. Y sus lágrimas, mientras dice que no cesará el reclamo, porque eso sería “entregar la libertad”.

Corte de Iturbe

La solidaridad está latente en cada tramo del camino y Juan, un vecino de Humahuaca, nos lleva al siguiente reclamo colectivo donde cantan un clásico: “El pueblo, unido, jamás será vencido”, evidenciando lo mucho que hay en juego. En asamblea permanente, Severiano Lamas aclara: “Acá no hay referentes, no hay patrones, somos seres humanos de carne y hueso. Nadie está a cargo del corte”. Lo que expresa no es menor: en todo el camino, en cada corte, no veremos ni infiltrados “porteños” ni “bolivianos” ni “militantes de la Tupac Amaru” ni de “La Cámpora” ni de “la izquierda”, como se buscó clasificar en muchos medios porteños para ensanchar la grieta.

Añade Severiano: “Además, si hablamos de cargos, no podemos quedarnos solo en las personas que estamos acá, porque también está la arena, están las piedras”, cuenta despacio, mirando al piso, sabiendo que la naturaleza no es algo ajeno sino parte de un sistema de vida. “Somos hermanos y nuestra madre es la naturaleza, la que nos dice que no nos podemos rendir”. Y sentencia: “El gobernador se ha enfermado, por testarudo, por haberse endulzado con el dinero; no es un burro, porque el burro es más inteligente que nosotros. Dicen que nos dan planes, pero no recibimos dinero, porque no podríamos hacer escuela de eso; que nuestros hijos y nietos vean que recibimos dádivas va en contra del pensamiento indígena”. 

Hay nueve comunidades en este corte de Iturbe. Jacinta es de la comunidad Azul Pampa: “No tenemos agua ni para el ganado, ni para nuestros cultivos, ni para nosotros, por los calores extremos y por las grandes cantidades que se utilizan para el litio. Morales nos entregó por la plata, no tiene perdón”.

Corte de Abra Pampa

Esta vez nos queda únicamente la opción de viajar a dedo, porque estamos en el corte más inhóspito del camino. A los costados solo hay cerros. Delante y atrás, ruta. De la decena de vehículos que esperan pasar, solo uno va a Abra Pampa. Hugo y Graciela son de Neuquén. No tienen lugar, pero lo inventan. El camino está lleno de llamas y la Quebrada de Humahuaca les deja paso a la llanura y a cerros más minúsculos. La concentración en Abra Pampa, la ciudad cabecera del departamento de Cochinoca es enorme. Igual que la desconfianza. Piden identificación y no quieren revelar nombres propios. “¿Quién es Morales? El responsable de que todos los días recibamos amenazas de despidos, de descuentos en los sueldos, de inhabilitación por determinado tiempo para trabajar. Y hasta amenazas de muerte, por no aceptar la reforma”. 

Hay 25 comunidades originarias sosteniendo esta trinchera en la Puna, a más de 3.500 metros de altura. El frío se cuela por todos lados. Jamás habíamos sentido un frío así, que parece meterse en los huesos. No alcanzan un buzo, un pullover, una campera. Ni guantes. Ni bufanda. A la madrugada, será peor. Se duerme a la intemperie, en el piso, en colchones, sobre tarimas de madera, con fuegos alrededor que amainan un poco la helada insoportable que alcanza los 10º bajo cero, y que llega hasta los 27º bajo cero en las noches más crudas. ¿Por qué se resiste en estas condiciones? Habla una mujer con voz tranquila, segura, precisa: “Si nos vencen acá, perdemos todo; vendrán por nuestras tierras, por el agua, por la vida. No nos queda otra que aguantar. Es ganar o morir”.

Corte de Perico 

De vuelta en San Salvador y a no más de cuatro kilómetros del aeropuerto, la gente reclama no solo por la reforma, sino también porque varias familias están siendo desalojadas de la Finca El Pongo, en la localidad de Perico. Familias productoras de hortalizas y frutas desde hace décadas. “Morales es una persona que no tiene corazón de humildad, que no piensa en los demás, y menos si somos humildes”, dice una campesina que denuncia haber sido desalojada “porque ahora en esas tierras se está plantando cannabis para hacer aceite medicinal que se lo llevan a otro país; no es para beneficio del pueblo, sino de él y de una empresa de Canadá. En Jujuy, veas donde veas, está todo mal”. Denuncia otro campesino: “Por ahora nos sacaron 300 hectáreas y ya dijeron que van a agarrar 300 más. Ya echaron a 8 familias y vienen por más. Ahí también plantábamos caña de azúcar y hacíamos ganadería”. Pregunta en forma de adivinanza: “¿Saben quién maneja todo? El hijo de Morales. Ya hicieron hasta su propia pista de avión”. 

Gastón Morales es el presidente de la empresa Cannabis Avatara Sociedad del Estado y su filiación no es un caso aislado en un gobierno jujeño en el que se calcula que Morales es el gobernador con más parientes colocados en puestos políticos del Estado. El número asciende al menos a 25 entre hermanos, hijos, sobrinos, cuñados, un tío y una ex esposa.

En el corte, otra campesina que también pide reserva de la identidad por miedo, asegura: “En la Finca vivimos alrededor de 300 familias de comunidades originarias, que somos preexistentes. No solo no nos consultaron en nada, como deben hacer según la Constitución, sino que vinieron con topadoras a arrasarnos”.

¿Quién cierra los ojos?

La represión sobre las comunidades no es una novedad en Jujuy. En marzo de 2021 Morales ejecutó una brutal represión en el barrio Campo Verde, de San Salvador, donde las y los vecinos buscaban resguardar el único espacio libre que les quedaba. Un año antes, en el inicio de la pandemia, echó a un grupo de inmigrantes obligándolos a subir a un micro hacia Buenos Aires. Un mes después anunció la puesta de fajas en las puertas de las casas de quienes contraían el coronavirus. Por el escándalo que ocasionó su idea debió dar marcha atrás. El 8 de marzo de este año reprimió frente a la Casa de Gobierno la movilización encabezada por la Multisectorial de Mujeres y Disidencias de Jujuy y familiares de víctimas de femicidios.

Jujuy sigue latiendo a innumerables pulsaciones. A horas de que esta revista entre a imprenta, los hechos relevantes se multiplican, la resistencia continúa y los métodos represivos también.

En la madrugada del 28 de junio la docente y actriz Camila Müller denuncia haber sido agredida físicamente por encapuchados que ingresaron a su domicilio: “No te hagas la revolucionaria, te tenemos junada”. El 30 de junio, el gobierno nacional hace una solicitud tan tardía como necesaria: le pide a la Corte Suprema de la Nación que declare inconstitucional la reforma impuesta por Morales. En la madrugada del 1º de julio el pueblo de Humahuaca toma la Municipalidad y logra, a regañadientes, que el Concejo Deliberante apruebe una declaración de rechazo a la reforma constitucional. El cuerpo de infantería reprime descarnadamente y uno de los balazos de goma le hace perder la vista del ojo derecho al joven Joel Paredes. Es la cuarta persona que pierde la visión en un ojo por un balazo: Mijael Lamas, en Purmamarca, el sábado 17; Ernesto Aguirre y Jorge Rodríguez, en San Salvador, el martes 20. 

Un graffiti que exige justicia recorre todo Jujuy: “Tus balas no fueron suficientes para cerrarnos los ojos”.

La iniciativa de la comunidad de Humahuaca sirve de ejemplo para el resto y en las horas siguientes se logran rechazos a la reforma por parte de los Concejos Deliberantes de La Quiaca, Abra Pampa, El Aguilar, Palpalá, El Molulo, Puesto del Marqués y Tres Cruces y se está exigiendo lo mismo en varias localidades más.

Desde el corte de Abra Pampa, un comunero originario amenazado cuenta: “Morales es como dice el dicho, un cuchillo de doble filo. Escribe con la mano lo que borra con el codo. Yo creo que el error de nosotros, del pueblo jujeño, fue darle al poder más poder. Eso no sirve. Yo creo que a cualquier gobierno hay que darle cuatro años. En el segundo mandato demostró tener el poder y llevarse todo por delante. Pero hay que hacer autocrítica: nosotros también somos responsables de lo que hoy estamos pasando”. De fondo, se escucha una canción que es de las más representativas: “Dicen que los del norte somos callados, pero cuando nos joden nos levantamos; libres o muertos; pero jamás esclavos”.

Con vistas a lo que viene, desde la Comunidad San Miguel de Colorado, de Salinas Grandes, una de las 400 comunidades originarias que están preparando una demanda jurídica para exigir la derogación de la reforma, le recuerdan a Morales, en un tono bajito, casi susurrando, algo que creen no tuvo en cuenta al analizar hasta dónde podría escalar el conflicto: “La lucha que damos está relacionada a nuestra cosmovisión, a nuestra madre tierra, al viento, al fuego, al sol, a la luna. Son parte nuestra y por eso esta defensa hasta el final; somos una espina para ellos por reclamar lo justo; una piedra en sus zapatos y lo seguiremos siendo. No dependemos de nadie, de ningún partido ni organización social. Estamos en la tierra para cumplir una función, que no es destruirla ni desmontarla. Uno puede tener un título o no, podés ser científico, geólogo, andar por los salones. Por eso quienes somos de pueblos originarios nunca usamos corbata: porque divide el pensamiento del sentimiento. Si nos pasa eso corre riesgo el futuro y no lo vamos a permitir. Porque la capacidad no está solo en la mente, también está en el corazón”.

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Éric Sadin, filósofo francés, y la vida dominada por la IA: La verdad artificial

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Sadin estuvo en Argentina presentando el libro La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Allí analiza a través de ejemplos concretos cómo la IA coarta nuestra capacidad de actuar, reflexionar y vivir en libertad. Extractos de ese texto que invita a crear imaginarios por fuera de la tecnología, buscando pistas para no convertirnos en máquinas. 

Texto: Franco Ciancaglini

Foto: Sol Tunni

Éric Sadin, filósofo francés, y la vida dominada por la IA: La verdad artificial
Fotos: Sol Tunni

Eric Sadin llega tarde al evento. Contará luego las razones: además de que el Malbec de la noche anterior alteró su espíritu, obviamente no usa Waze, la aplicación que sugiere los “mejores” caminos a tomar para llegar más rápido a un lugar. Lejos de vanagloriarse de ese hecho, asegura haber entrado en pánico al sentirse perdido en Buenos Aires… Pero bueno, finalmente llegó, sin Waze. Y ahora sí, un salón entero del Malba se calzará los auriculares para escuchar la traducción de su verborragia francesa durante dos horas.

Sadin (que se pronuncia, se ve, “sadán”, y Éric con acento en la é) no parará de hablar, dando lugar a nomás dos preguntas porque, también lo explicará, estamos ante un momento crucial, clave y urgente. 

Y él, que viene de Francia, trae algunas noticias de aquel primer mundo y de cómo circula la data allí, para sellar su pacto con Argentina donde, dirá según la traductora en sus literales palabras finales, “hay mucho movimiento”. 

Uno de los puentes entre allá y acá fue Eduardo Febbro, corresponsal del diario Página/12 en París, que falleció hace poco y de quien Éric era amigo. Sadin comienza la charla con una semblanza de afecto y de recuerdo, de despedida y ritual, antes de pasar a hablar de cómo la inteligencia artificial nos está quitando este tipo de gestos humanos.

Por algo de esto, Sadin no accederá a que las cámaras fotográficas lo capten, ni con el fotógrafo oficial del evento, y en los momentos en los cuales detecte que hay flashes furtivos que le disparan se tapará la cara con una de sus manos.

La propuesta de la fótografa de MU, entonces, será cambiar la mano por su último libro, La inteligencia artificial o el desafío del siglo, editado por Caja Negra, que reseñamos a continuación. 

Extractos del libro

Una nueva “verdad”

Hay un fenómeno destinado a revolucionar de un extremo a otro nuestras existencias. Se cristalizó hace muy poco tiempo, apenas una década. Sin embargo, nos cuesta apresarlo del todo, como si estuviéramos todavía pasmados por su carácter repentino y su potencia de deflagración. (…) Podemos, sin embargo, identificar su origen: se trata de un cambio de estatuto de las tecnologías digitales. Más exactamente, del cambio de estatuto de una de sus ramificaciones, la más sofisticada de todas, que se ocupa de una función que hasta ahora nunca habíamos pensado atribuirle, y no solamente porque no formaba parte de nuestro imaginario, sino porque existían límites formales para hacerlo. De ahora en adelante ciertos sistemas computacionales están dotados –nosotros los hemos dotado- de una singular y perturbadora vocación: la de enunciar la verdad.

Automatizados

De ahora en más, la carga conferida a lo digital no consiste solamente en permitir el almacenamiento, la indexación y la manipulación más sencilla de corpus cifrados, textuales, sonoros o icónicos con vistas a diferentes finalidades, sino en divulgar de modo automatizado el tenor de situaciones de toda índole. Lo digital se erige como una potencia aletheica, una instancia consagrada a exponer la aletheia, la verdad, en el sentido en en el que la definía la filosofía griega antigua, que la entendía como develamiento, como la manifestación de la realidad de los fenómenos más allá de sus apariencias. Lo digital se erige como un órgano habilitado para peritar lo real de modo más fiable que nosotros mismos, así como para revelarnos dimensiones hasta ahora ocultas de nuestra conciencia.

Éric Sadin, filósofo francés, y la vida dominada por la IA: La verdad artificial

Foto: Sol Tunni

Yo algoritmo

El otorgamiento de esta facultad no proviene de una conjunción azarosa o de una serie de acontecimientos no premeditada. Por el contrario, fue condicionado por un factor determinante: una amplia parte de las ciencias algorítmicas toma de ahora en adelante un camino resueltamente antropomórfico que busca atribuir a los procesadores cualidades humanas, prioritariamente aquellas de poder evaluar situaciones y sacar conclusiones de ellas. (…) Lo que hoy hace específicas a un número creciente de arquitecturas computacionales es que sus modelos son el cerebro humano, que suponemos encarna una forma organizacional y sistémica perfecta del tratamiento de la información y de la aprehensión de lo real.

El triple devenir

A tal punto esto es así que entramos en la era antropomórfica de la técnica. Pero no se trata de un antropomorfismo literal y estricto porque está marcado por una lógica propia, ya que se ve afectado por tres características. Primero, es un antropomorfismo aumentado, extremo o radical, que busca modelarse sobre nuestras capacidades cognitivas, ciertamente, pero presentándolas como palancas a fin de elaborar mecanismos que, inspirados en nuestros esquemas cerebrales, están destinados a ser más rápidos, eficaces y fiables que aquellos que nos constituyen. (…) Luego, se trata de un antropomorfismo parcelario: no tiene como vocación abarcar la totalidad de nuestras facultades cognitivas y tratar, como nuestras mentes, una infinidad de asuntos, sino que está solamente destinado a garantizar tareas específicas. Por último, es un antropomorfismo emprendedor, que no se conforma con estar dotado solamente de disposiciones interpretativas, sino que está considerado como un poder capaz de emprender acciones de modo automatizado y en función de conclusiones delimitadas. 

Este triple devenir antropomórfico de la técnica pretende ser explotado a fin de conducir a largo plazo a una gestión sin errores de la cuasi totalidad de los sectores de la sociedad.

Análisis robotizado

La inteligencia artificial no constituye una innovación más entre otras, sino que representa más bien un “principio técnico universal” basado sobre una misma sistémica: el análisis robotizado de situaciones de diverso orden, la formulación instantánea de ecuaciones, supuestamente las más acordes, y en general con vistas a emprender las acciones adecuadas correspondientes. Se supone que esta lógica se aplicará a largo plazo a todos los segmentos de la vida individual y colectiva en el marco de nuestras relaciones con nuestros cuerpos, con los demás, con el hábitat, o bien en el marco de la organización de la ciudad, de las redes de transporte, de los espacios profesionales de la salud, de las actividades bancarias, de las finanzas, de la justicia, de las prácticas militares, del futuro funcionamiento de los vehículos llamados “autónomos”. Asistimos a la emergencia de una tecnología de lo integral.

Humanidad para atrás

De ahora en más hay una tecnología que reviste un poder “conminatorio” mientras el libre ejercicio de nuestra facultad de juicio y de acción se ve sustituido por protocolos destinados a provocar inflexiones en cada uno de nuestros actos o cada impulso de lo real con vistas a insuflarles, casi de “soplarles”, la trayectoria correcta a adoptar. La humanidad se está dotando a grandes pasos de un órgano de prescindencia de ella misma, de su derecho a decidir con plena conciencia y responsabilidad las elecciones que la involucran. Toma forma un estatuto antropológico y ontológico que ve cómo la figura humana se somete a las ecuaciones de sus propios artefactos con el objetivo prioritario de responder a intereses privados y de instaurar una organización de la sociedad en función de criterios principalmente utilitaristas.

Visionarios vs. cascarrabias

Lo que es propio de los artefactos es que no se derivan de ningún orden natural, sino que son el producto de la acción humana y que interfieren en los asuntos humanos. Usar el término “exponencial” les permite a los nuevos “revolucionarios” de nuestro tiempo, a los súper héroes emprendedores y otros start-uppers visionarios, banalizar la idea según la cual las evoluciones técnicas, la inteligencia artificial en particular, se inscribiría en una trayectoria inevitablemente virtuosa de las cosas en la que habría que entrar por interés de todos. Los demás, los incrédulos, los críticos y todos aquellos que aspiren a modos de existencia no sistemáticamente adosados  a protocolos de guía automatizada, pasarán a ser cascarrabias, retrógrados que no entendieron nada del carácter excepcional y mesiánico de nuestra época, en la medida en que le corresponde a ella, según dicta el gran libro de la historia, erradicar todas las escorias de lo real. En los hechos, lo que caracteriza lo exponencial es que vuelve marginal –y aniquila a largo plazo- el tiempo humano de la compresión y la reflexión, privando a los individuos y a las sociedades de su derecho a evaluar los fenómenos y de dar testimonio – o no- de su consentimiento, en síntesis, de su derecho de decidir libremente el curso de sus destinos.

China, Rusia y el podio

La inteligencia artificial representa, desde inicios de los años 2010 el desafío económico que se juzga más decisivo y en el cual conviene invertir sin esperar y con determinación. Además de las empresas, también los Estados movilizan todos los medios necesarios para situarse en la vanguardia: de ahora en más, cada uno hace de ese objetivo una gran causa nacional. En las primeras filas encontramos a  Estados Unidos, que elabora planes estratégicos de envergadura (…). Sin embargo, hay muchas naciones que no se quieren quedar en el segundo puesto y manifiestan su voluntad de comprometerse en cuerpo y alma en esta feroz competencia planetaria. Primero China, que tiene la ambición de “subirse a lo alto del podio” en 2030 gracias a programas planificados con mucha precisión (….). Canadá pretende erigirse como un “polo mundial de la inteligencia artificial” y sostiene empresas y laboratorios con ayuda de generosos fondos públicos. Rusia, casi inexistente desde hace décadas en la industria electrónica, cuenta con convertirse en un actor central en ese campo que además reviste antes sus ojos alcance geopolítico.

Otra ética 

Cuando se quiere hacer gala de que se está fiscalizando a las tecnologías digitales, se invoca a la “ética”, como si blandir ese estandarte pudiera representar la defensa suprema que nos puede proteger contra sus desvíos principales. En verdad esta es una de las grandes confusiones de la época. ¿Cómo deberíamos entender la ética? Probablemente a partir de un umbral mínimo: el respeto incondicionado de la integridad y de la dignidad humana; el hecho de poder utilizar sin obstáculos la propia autonomía de juicio, de decidir libremente y en plena conciencia los propios actos, de gozar de partes de uno mismo que estén al abrigo de la mirada del otro, o incluso de no verse continuamente reducido a un estricto objeto mercantil (…) Nos consideramos libres, según la opinión generalizada, en la medida en que nadie contraría nuestra acción; dentro de esa perspectiva, la libertad política remite al espacio en el seno del cual cada uno puede actuar sin que lo impidan fuerzas coercitivas. (…) Pero lo esencial de lo que está en juego escapa a lo que entendemos según esta concepción, a saber, los modos de vida individuales y colectivos que están apareciendo en la actualidad y que están llamados a orientarse cada vez más por sistemas que nos quitan nuestra facultad de juicio y que no se encuentran nunca sometidos al prisma ético, mientras que deberían estarlo en la medida en que constituyen una ofensa a los principios jurídico-políticos que nos constituyen. En el arco opuesto a una ética reducida solamente a la esfera personal, sería tiempo de cultivar una ética de la responsabilidad que estuviera completamente preocupada por defender el derecho a la autodeterminación de todos y de la sociedad entera.

El fin de lo político

Y en este aspecto, la inteligencia artificial converge para organizar le fin de lo político, si entendemos lo político como la expresión de la voluntad general de suspender las decisiones, dentro de la contradicción y la deliberación, para responder lo mejor posible al interés común. (…) La inteligencia artificial llegaría entonces para ahuyentar nuestra vulnerabilidad, liberarnos de nuestros afectos en beneficio de una organización ideal de las cosas, haciendo desaparecer de algún modo la resistencia de lo real gracias a una capacidad de influir sobre la totalidad de los fenómenos que apunta hacia un horizonte que contiene una forma consumada y perpetua de la perfección.

¿Inteligencia? ¿Artificial?

Para hacer una exploración teórica a la altura de los dilemas de la época, conviene cuestionar primero la noción de “inteligencia artificial” desde su raíz, cuestionar incluso cómo la hemos llamado (…) En realidad, el principio de una inteligencia computacional modelada sobre nuestra inteligencia humana es erróneo, porque una y otra no mantienen casi ninguna relación de similitud. 

Esto es así por dos razones. La primera es que estas arquitecturas están desprovistas de cuerpos, y que representan solo máquinas de cálculos cuya función se limita al tratamiento de flujos informacionales abstractos. Y en el caso de que esas arquitecturas se encontrasen vinculadas con otras instancias mediante sensores, no harían sino reducir ciertos elementos de lo real a códigos binarios excluyendo una infinidad de dimensiones que nuestra sensibilidad sí puede capturar y que escapan al principio de una modelización restringida y sesgada de lo que supone el proceso de inteligencia, que es indisociable de su tensión con una aprehensión multisensorial y no sistematizable del medio ambiente: “Para decir las cosas fácilmente, el cerebro y los cuerpos están empapados en lo mismo y producen el espíritu de modo conjunto”.

La re-evolución

La segunda razón es que no existe inteligencia que pueda vivir aislada, encerrada en sus propias lógicas (…). La inteligencia es indisociable de las relaciones abiertas e indeterminadas con los seres y las cosas, de un contexto epigenético, o sea de un medio compuesto en el seno del cual evoluciona y se singulariza. No se caracteriza solamente por la facultad de adaptabilidad, como se repite con frecuencia según un estereotipo darwiniano simplista, sino más bien por la capacidad de modificarse gracias a la integración madura de nuevos conocimientos, por volver a cuestionarse luego de acontecimientos inesperados o palabras contradictorias formuladas por otro, hasta llegar, por la escucha atenta del canto (que nunca termina) de todas las diferencias, a desprenderse de algunos de sus esquemas que, tal vez equivocadamente, lo marcan.

El monopolio de la racionalidad

Por todas estas razones es imperativo no otorgar a estas lógicas el monopolio de la racionalidad, y hacer valer, contra un modo de racionalidad normativo que promete una supuesta perfección en todas las cosas, modos de racionalidad basados en la aceptación de la pluralidad de los seres y la incertidumbre fundamental de la vida. Tendremos que vivir en un conflicto de racionalidades en la medida en que cada una de ellas compromete valores y determina modalidades de existencia opuestas en todos los puntos. Esta debe ser una de las luchas políticas principales de nuestro tiempo. 

Manifestar el rechazo

Mientras los evangelistas de la automatización no dejan de emprender distintas acciones y de verse apoyados y celebrados en todo lugar, nos vamos deslizando hacia formas de la apatía; hemos renunciado a utilizar nuestro poder de actuar. Un movimiento contrario, que haga valer otros tipos de principios, ya no puede limitarse a la mera crítica, por más sustentada y argumentada que sea esta, sino que exige la expresión en acto de nuestras divergencias y de nuestra oposición. (…) Solamente los relatos múltiples acumulados de las experiencias vividas serán capaces de exponer los hechos en su cruda verdad, y para alentar formas de movilización en todas las escalas sociales. Probablemente nos hayamos desprendido del reflejo, que se revela muy saludable en ciertas circunstancias, de manifestar nuestro rechazo, en este caso respecto de ciertos dispositivos, cuando estimamos que ultrajan nuestra integridad y dignidad.

Contra-imaginarios

Pero paralelamente a la manifestación de nuestro desacuerdo, deberíamos también obrar para que emerjan contra-imaginarios, otros imaginarios, que se satisfagan con la trágica y feliz contingencia del devenir, en oposición a la voluntad de disponer de un dominio integral sobre el curso de las cosas. Los imaginarios actuales condicionan la posibilidad de erigir modos de vida que se resignen, sin resentimiento, a la imperfección fundamental de la existencia y que celebren la diversidad de los seres, la autonomía de la voluntad, nuestra aprehensión multisensorial de lo real, a la vez que busquen construir modos de ser en común que no hieran a nadie (…) Particularmente, se trata de la defensa de nuestra facultad de juicio, la más política de nuestras aptitudes mentales. (…) Este libro busca iluminar los términos de las alternativas de alcance civilizatorio en todo punto irreconciliables, y espera brindarse como una herramienta que permita, desde la suave sanación del tacto de las páginas impresas y al abrigo del ruido del mundo, hacer que nos podamos determinar mejor, en plena conciencia y responsabilidad.

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