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Peronismo de ciencia ficción

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Juan Incardona. Su próxima novela narra una batalla pendiente: la guerra final entre peronistas y gorilas. Pero con personajes fantásticos, que nacen de ese imaginario que cosechó en los campitos de Villa Celina, su fuente de inspiración y la protagonista de sus relatos. Un escritor que ya dejó la venta ambulante y da clases en Madres.

Peronismo de ciencia ficciónEn julio se desatará la guerra más terrible que se haya visto jamás. Será entre peronistas y antiperonistas, pero entre sus combatientes no estarán ni el PJ, ni Moyano, ni ningún otro partido político. Los del primer bando cuentan con enanos peronistas de un metro de altura, súper guerreros, además de las delegadas censistas convertidas en amazonas o las temibles legiones descamisadas. Los antiperonistas, por su parte, nada tienen que envidiarles a estos luchadores: cuentan, nada menos, que con un monstruo de diez metros, cortajeado y cosido cual Frankenstein, llamado el Esperpento. A este ser, que es el arma biológica de la oligarquía, le han puesto las manos de Perón. Y esas propias manos deberán matar a los peronistas, quienes desconcertados, lucharán intentando no lastimar las manos de su líder político.
 
La imaginación de lo común
Juan Incardona es un pibe de barrio, que alza al fútbol, al peronismo y al rocanrol como sus banderas. También escribe. Estudió desde ingeniería mecánica hasta comunicación, pero dio con Letras recién en el 95, dejó al año siguiente y retomó en 2001. Fue vendedor ambulante hasta el año pasado, cuando comenzó a tener un trabajo estable (“¡estoy cobrando sueldo!”), nada más y nada menos que en la Fundación Madres de Plaza de Mayo, como profesor de jubilados de pami, entre otras complejidades. ¿Qué enseña? Narrativa. “La imaginación de lo común” llama a su taller, y pienso que, además, así se entiende a sí mismo. Pibe de barrio, pero nada común: tiene la capacidad de combinar esa imaginación con su experiencia de vida, y contarle a la burbuja del mundo cómo son los territorios olvidados del conurbano. “No suelo hacer mucho hincapié en lo negativo de Villa Celina. No me regodeo ni en la pobreza, ni en la violencia. Me acuerdo de haber vivido en ese lugar, donde todo el tiempo estabas jugando entre basurales que hasta generaban algo mágico a los ojos infantiles, como un espacio de aventura. Para mí es un recuerdo de felicidad”.
Hace años vive en Capital y su paradero fue, hasta ahora, tan esporádico como su forma de mantenerlo: Juan vendió anillos, aros y colgantes que él mismo fabricaba, trece años ininterrumpidamente, haciendo de eso su forma de vida y dejando la literatura en un segundo plano. Sobre la venta ambulante, editó otro de sus libros: Objetos maravillosos. El nombre –cuenta– era la muletilla con la que intentaba persuadir a sus compradoras, y el contenido son las crónicas de los diálogos que mantenía con ellas. “Empecé haciendo personitas con metales y alambres. Les ponía nombres: por ejemplo, el Hombre Riñón. Me re encariñaba. Si la persona que me los quería comprar me caía mal no se los vendía”.
Explica: “Las cosas que vos mismo hacés con las manos tienen cierta santidad. De algún modo, el sueño de todo vendedor ambulante es tener algo que no se lo compren. Pero todo te lo quieren sacar de las manos. Todo se vende. Una vez, hice un collar de mierda: agarré bosta de caballo e hice bolitas con pegamento y me armé todo un collar con pelotitas de bosta. Y dije la verdad: que era un collar de mierda. Nunca pensé que me lo iban a comprar, hasta que uno vino y me dijo ´loco, esto es arte conceptual´ y se lo llevó”.
 
Lo simple y lo complejo
La tercera es la vencida, dirán. Letras fue su tercer intento en seguir una carrera. Cursó veinte materias y aprobó quince, para luego abandonar definitivamente. “El registro académico me parecía incompatible con la imaginación más narrativa. La creatividad no iba mucho con una carrera crítica”, se defiende. Confiesa que la experiencia le sirvió para entrenar el ojo para la lectura, pero no para sentarse a escribir. “Eso pasa por un lado completamente distinto. Preparando el taller que estoy dando descubrí un artículo de Faulkner que habla de las necesidades de un escritor. Arma una tríada vinculando la literatura con la realidad, que es lo que a mí me gusta: la experiencia, la observación y la imaginación. Yo le agregaría una cuarta: el sentimiento, pero no entendido como sentimentalismo, sino como una fibra íntima de la literatura. No ser solamente un escritor correcto, que tiene una buena gramática y arma bien estructuras. Quizás a veces es mejor equivocarse, asumir riesgos, pero llegar más a fondo”. Como si Faulkner hubiese querido explicar la literatura de Incardona, sus tres conceptos cuajan increíblemente con el universo celinense que creó y a través del cual intenta contar su mundo. Incardona habla y revela las herramientas con las que hilvana sus relatos, pero no le importa: su secreto son sus experiencias, y eso, por mucho que lo diga, nadie se lo podrá quitar.
Incardona, sin embargo, cuenta que como estudiante de Letras no fue la excepción y rápidamente se mareó en los meandros de Borges y lo que llama “la alta literatura”, atravesando una etapa de imitación. “Es algo que les pasa a muchos cuando arrancan. Me olvidé todo lo que era yo, lo dejé de lado. Empecé a escribir cualquier cosa. Relatos muy acartonados, ambientados en lugares exóticos, con palabras difíciles… como para darme chapa de buen escritor”. Paralelamente, a sus amigos les contaba anécdotas del barrio y cosas que allí habían sucedido. “Me decían ‘loco, dejá de escribir esos cuentos borgeanos de mierda y ponete a hablar de tu barrio’. Y así me empecé a encontrar. Me di cuenta de que escribir difícil es lo más fácil que hay: vos sacás palabras brillantes de los libros y las ponés ahí, como pepitas de oro. Escribir fácil es lo más difícil”.
Juan hace lo difícil. Sus relatos son frescos, dinámicos, sin una palabra de más ni otra de menos: se limita a contar. Dicho por él: “Escribo simple, pero no como algo demagógico. Lo mejor que puedo dar está ahí, y, sin embargo, eso le puede entrar a un pibe de Celina”. Ésa es otra clave: su público son los lectores del conurbano. Cuenta las historias de sus vidas, sus experiencias, e intenta que sus relatos les abran las puertas al mundo de la literatura. Su mérito literario sea tal vez justamente ése: formas literarias simples que escapan de lo clásico, creando una voz que te cuenta al oído una historia de un hombre-gato o de un perro que tienes dos narices. “A mí me da orgullo que a un crítico importante le guste mi libro y publique una nota. Es como una satisfacción personal. Pero que me escriba un pibe de 16 años, de Villa Madero, y que me diga que flasheó con el libro, a mí me emociona mucho más”.
 
El campito
«En mis últimos años de vendedor ambulante ya me cansaba, ya estaba grande… No encontraba un espacio de trabajo que me contuviera. Recién ahora con esto de la Fundación de Madres se me empieza a abrir algo”, confiesa. Está cómodo y feliz: “Nunca escribí tanto como en los últimos tres o cuatro años. De hecho nunca como en los últimos dos meses, porque tuve que terminar El campito. Fue medio alienante, pero una experiencia copada, muy intensa. Este año supongo que voy a laburar mucho y voy a tener menos tiempo, pero voy a intentar no perderlo porque en definitiva es lo que más me gusta”.
El campito es el título de su flamante novela, estimada para julio. Campitos llaman en el conurbano a los espacios verdes que separan los barrios, limitados por los últimos postes de luz de cada uno de ellos y dominados por una oscuridad intimidante. “Vos mirabas esa oscuridad y te parecía ver cosas. Era el lugar donde se desataba la imaginación”. El protagonista del relato se llama Carlitos, un ciruja que existió realmente en Villa Celina. “En los campitos vive Carlitos, que va y viene para contar historias que suceden en esa masa negra, que de algún modo son los propios relatos de todas las bandas de las esquinas”. Sus oyentes son los personajes que aparecen en su primer libro, Villa Celina. La trama nos la cuenta el propio Juan: “Es una historia de aventura, en un universo de fantasía que yo quise armar desde la realidad bonaerense. Pensé: bueno, ¿en el conurbano qué tenemos? Un río contaminado, barrios de monoblocks, villas, el peronismo… Agarré todo eso y me dije: de acá tiene que producirse la fantasía”. Juan entrecruza, teje y rearma historias, siempre a partir de una arista común: su barrio.
“En El campito hay un montón de barrios que están construidos como Ciudad Evita. Ciudad Evita, si uno lo mira satelitalmente, muestra el perfil de Evita. El campito está lleno de, como los llamo yo, barrios-bustos. Donde cada uno está construido como un prócer del peronismo: el coronel Mercante, barrio Gatica, barrio Pascual Pérez, barrio Juan José Valle…”. Todo se da en un clima de guerra ente el peronismo y el antiperonismo. Los del primer bando viven en las afueras de la ciudad, en barrios como Celina, Bonzi o Tapiales. Los antiperonistas, en Recoleta o Barrio Norte, según Incardona barrios-busto pero de la oligarquía: vistos desde arriba está la cabeza del almirante Rojas, de Aramburu, entre otros de ese calibre.
Los bandos chocan en una suerte de guerra desaforada. “Hay enanos peronistas, que son pibes de un hospital que no crecieron más de un metro por la desnutrición, re guerreros. Están las delegadas censistas, que fueron las minas de la Fundación Eva Perón que iban censando a todas las mujeres peronistas del país, que acá son amazonas, guerreras. Están las legiones descamisadas…”, y el delirio sigue en el otro bando: “Hay un monstruo de diez metros que es el arma biológica de la oligarquía, se llama el Esperpento. Como una burla al peronismo, le pusieron las manos de Perón. Y las propias manos de Perón están matando peronistas en el campito. Y no saben qué hacer, porque dispararles a las propias manos de Perón es un sacrilegio”.
Juan toma al peronismo al igual que lo hace con el fútbol o el rock. No es un militante marcado, ni explora el terreno más ideológico de la cuestión: acepta que su preferencia política se dio más por cuestiones tanto geográficas como hereditarias. “Yo lo vivo como algo natural, soy de La Matanza”, dice, como si eso explicara todo. Y lo explica. “Hay mucho de un imaginario del primer peronismo, que yo no viví, pero no podía escribir sin meter en el combo al peronismo: no sería Villa Celina”.
El campito parecería ser su gran desafío literario. Ésa es, al menos, la sensación que deja Juan al contármela: lo hace enérgicamente, como un niño que arma y desarma estructuras, palabras e ideas, divirtiéndose. La historia, a su vez, derrocha elaboración y meses de delirio. ¿Madurez literaria? ¿Año bisagra para Juan? Habrá que esperar a julio y ver en qué termina la desaforada batalla de los guerreros del conurbano contra el Esperpento de la Recoleta.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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