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Gripe mediática
Julián Alterini y su documental Operación Pandemia. Sin cámara ni dinero realizó un documental que ya fue visto por más de un millón de personas en Youtube. En 10 minutos logró sintetizar su hipótesis: cómo los laboratorios multinacionales crean, a través del pánico, la necesidad de comprar sus productos. El rol de los medios en la expansión del virus. Por qué su generación está a salvo de esa epidemia. Y la pregunta clave que tuvo que hacerle a su padre.
Todavía no tiene 22 años, pero ya cumplió uno de sus “sueños bobos”: tener un hit en Youtube. Lo dijo en broma, en una reunión de amigos, vaya a saber cuándo, pero acá está recordándolo ahora, con la sonrisa de quien ha logrado ganar el pozo de un juego de mesa. “¿Viste que siempre son los japoneses los que logran más visitas en Youtube? Bueno: un día dije que quería ganarles a los japoneses y lo logré”. La frase suena como lo que es: un adolescente contento. Pero esconde lo que realmente representa: ser el director de Operación Pandemia, un documental de 10 minutos, que realizó sin cámara ni dinero y que cosechó 1.141. 924 visitas.
(Primera digresión: Pongamos este dato en contexto para tener idea de la seriedad de esta cifra: según la Cámara de Control de Medición de Audiencia un punto de rating equivale a 31.474 hogares. Esto significa, si no saco mal las cuentas, que la audiencia cosechada por Operación Pandemia es el equivalente a 36 puntos de rating.Telenoche araña 14).
Regalo de cumpleaños
El título, confiesa, es un homenaje a Rodolfo Walsh, aunque su fuente de inspiración fue mucho menos pretenciosa. “Tengo una muy buena relación con mi hermana, que es madre primeriza y cuida a mi sobrina como a una joya. Un día llego a visitarla y me entrega un barbijo y el frasco de alcohol en gel. Me dice: ´No te preocupes, no nos va a pasar nada porque ya preparé todo para cuidarnos´. La vi tan nerviosa que me enojé. Lo tomé como algo personal. Dije ´basta, tengo que hacer algo´. Y lo único que sé hacer es esto porque soy realizador audiovisual”.
Esto es un documental que le llevó once días de investigación y siete de realización. Y que tenía un plazo de entrega: se lo llevó de regalo a su sobrina Bianca el día que cumplió 2 años, juntos a tres dvd de dibujitos animados del dinosaurio Barney. Era el domingo 19 de julio, el mismo día que el diario La Nación anunciaba que “la epidemia se mantendrá muchos años”.
¿Qué información se esconde detrás de la pandemia de influenza porcina? ¿Qué información no brindan los medios de comunicación masivos? Éstas son las dos preguntas que dan inicio a la investigación que desarrolla Operación Pandemia para relacionar la histeria mediática con los negocios de las multinacionales farmacéuticas, protegidos y alentados por importantes personajes de la política global.
(Segunda digresión: Los diarios especializados en economía del mundo señalaron que antes de que la Organización Mundial de la Salud declarara “la pandemia moderada” (una verdadera tautología), la situación de los dos laboratorios relacionados con los medicamentos que se recetan para la gripe A era muy comprometida, “por no decir dramática”, según señala la agencia Reuters. En el caso de Roche, propietaria del Tamiflú, la caída de sus acciones era sostenida en los últimos años, con bajas del 8% y en el caso de Glaxo, dueña de la marca Ralenza, la recesión alcanzaba el 1,5%, con tendencia a empeorar. “Pero llegó la gripe y el panorama sufrió una transformación radical. Fue después del fin de semana, el lunes 27 de abril, día en que la palabra pandemia aparecía en todos los medios de comunicación, cuando la cotización de las dos empresas se disparó después de varios ejercicios en números rojos”. El artículo revela un dato más: Roche había anunciado el año pasado que, por las pérdidas, había decidido reducir la producción de Tamiflú un 68 por ciento. Sin embargo, pocos meses después anunciaba que estaba “preparado” (sic) para entregar los millones de dosis que le requería en forma urgente la Organización Mundial de la Salud).
El negocio del miedo
Los primeros datos los buscó en Internet. “Después me llegó un mail de un médico peruano que me tiró cifras concretas, como para poder comparar. Hablé también con un médico ecuatoriano que tiene un blog. Los contactaba por mail, y después los llamaba por teléfono. Así fui armando una hipótesis que luego constaté con datos concretos: el paralelismo increíble que hay entre el comportamiento que tuvo en su momento la gripe aviar y ahora la porcina.
¿Cúales son esas similitudes?
Además de los nombres de los funcionarios, los laboratorios y el manejo informativo de los medios, que es idéntico, hay una cosa concreta: una regla de marketing muy simple. Primero te crean la necesidad y luego te venden la solución al problema que te crearon. El marketing construye el problema. Pasa con las cosas más simples. Te llenan de publicidad, te bombardean con imágenes que te hacen pensar que vas a estar mejor si tenés esa cosa y así te generan la necesidad de comprarla. Pasa con un i-pod y es un problema, porque no lo necesitás pero terminás sintiéndote un imbécil si no lo tenés. Pero para venderte un medicamento, tienen que generar una necesidad más peligrosa: tienen que enfermarte. Y de lo que te enferman es de miedo. Parece una teoría conspirativa, pero tenés que ver el nivel de cinismo que tiene esta gente para darte cuenta de lo que son capaces. Encontré, por ejemplo, una declaración del representante de Roche en Colombia, donde declara que al fin las cosas habían cambiado en la región porque se estaba aburriendo con tanta pasividad. Y lo divertido era la epidemia en México.
Hay un dato concreto que muestra el documental y es la relación entre las campañas de pánico de la prensa y la suba de acciones de las multinacionales Roche y Glaxo, responsables de los remedios para la gripe A. ¿Creés realmente que un negocio puede llegar a tanto?
Creo dos cosas. La primera, es que no hay una explicación seria sobre por qué la Organización Mundial de la Salud no recomienda remedios genéricos para la cura de la gripe A, sino que menciona expresamente los medicamentos por sus nombres comerciales. Esto no tiene ninguna base científica, ni preventiva. Lo segundo, es que así como la salud se ha convertido en un negocio, los medios también. Y esa lógica, fundamentalmente en la televisión, con la presión del rating medido minuto a minuto, es la que convierte a estos temas en una forma de atar a la audiencia a la pantalla, porque no sabe hacerlo de otra manera. No digo que los medios formen parte de una conspiración porque los laboratorios les pagan. No me consta. Digo que con la gripe porcina encontraron una buena veta para vender: no les importa más nada.
(Tercera digresión: La denominación genérica de los medicamentos para la cura de la gripe A es la siguiente: oseltamivir en el caso de Tamiflú y zanamivir en el caso de Ralenza. Ningún funcionario ni medio de comunicación local utilizó estas denominaciones, lo cual sería el equivalente a informar que para curar el dolor de cabeza hay que administrar Bayaspirina. Esta confusión entre marca comercial y droga farmacológica es una práctica habitual del marketing de la industria farmacéutica. El caso más notable: el Viagra, cuya droga genérica es el sildenafil. A pesar de que está disponible sólo mediante receta médica, su lanzamiento se hizo primero en los medios y con el nombre comercial del producto que, semanas después, lanzaría la multinacional Pfizer al mercado).
La tevé ataca
Los medios, ¿mintieron o exageraron?
En realidad, nunca dijeron nada que no fuera cierto, al menos la mayoría. Simplemente lo exageraron a niveles tan tremendos que terminaron siendo los responsables del desborde del sistema sanitario. Por año mueren cerca de 15 mil personas de gripe común. Imaginate si todos los días los diarios titularan “Hoy la gripe mató 30 personas”. Y te lo repite la televisión y la radio a cada hora. Bueno: ésa es la construcción que hicieron los medios en este caso. Todo en esta vida tiene su tasa de mortalidad. Hasta comer arañas tiene su tasa de mortalidad. Pero si vamos a empezar a ahondar en esos temas, hagamos hincapié en la prevención, no en la paranoia. No estoy para nada en desacuerdo en que se pase la cantidad de spots que quieran sobre cómo prevenir la gripe porcina. Pero otra cosa muy distinta es lo que hicieron estos tipos. Me acuerdo de un noticiero, en prime time, en horario de las 8 de la noche, que dedicó todo el programa al tema. La gripe A en la cocina, ¿tenemos que salir a comer afuera? La gripe A en los colegios, ¿los chicos, empiezan las clases? La gripe A en el fútbol, el arquero, ¿tiene que usar guantes? Terminé gritáando a la pantalla ´basta, por favor, decime lo que tengo que hacer, lo que no tengo que hacer y listo´. A mí me parecía casi cómico, pero al otro día en la Avenida Santa Fe veo a una familia con sus cuatro hijos, todos con el barbijo. Y ahí ya no me causó tanta gracia.
¿Por qué creés que una familia que pasea por la Avenida Santa Fe y que imagino tiene acceso a cierto nivel educativo que le podría dar un espíritu crítico cree al pie de la letra lo que le dice ese noticiero?
Porque no puede mirarlo como lo que es: un negocio. La tevé no educa ni entretiene. Vende. A los padres les vende las colas de esas mujeres que nunca van a tener y a los nenes les vende las cosas que les van a pedir que les compren después. Es el precio que tienen que pagar por dejarlos frente a la pantalla para estar un rato “tranquilos”.
Pero hay una generación que ya no mira televisión: la tuya.
Creo que de acá a diez, a lo sumo treinta años, la televisión va a dejar de existir. Estoy seguro. Yo estudié en tea Imagen y ahora doy clases ahí de realización televisiva y por eso estoy obligado a mirar tevé. Pero cuando les comento a mis amigos algún programa no saben de qué estoy hablando. Ellos ven Youtube, a morir. Porque ahí eligen no sólo qué ver sino cuándo. Si vos prendés la tele para saber cómo está el tiempo, tenés que esperar hasta que al tipo de tn se le ocurra pasar el informe meteorológico. Pero si vas a Internet, listo: lo tenés al toque. Es lógico entonces que la gente prefiera ver lo que quiere en el momento en que lo necesita y no cuando se le ocurra a un gerente de programación que encima especula con cómo sube y baja el rating.
(Cuarta digresión: Una nota publicada en Página 12 el domingo 12 de julio daba cuenta que, a pesar de la gripe A, el encendido de la televisión abierta había bajado 1,2 puntos. Ya principios de año los datos de las empresas que miden audiencias alertaban sobre la crisis de la pantalla que alcanzaba los niveles de encendido más bajos de los últimos 10 años).
Costo cero
La duración del documental la determinó el límite autorizado por Youtube para subir los videos: 10 minutos. “Me quedaron algunas cosas afuera, sobre todo de realización y se nota cierto apuro en el relato, pero quería subirlo ahí porque es el servidor más popular, no el mejor, pero si el más difundido”.
Pregunta de ignorante: ¿usaste cámara?
No.
¿Gastaste plata?
Fumé mucho. Casi un atado por día. Así gasté en 18 atados.
Pero algún recurso necesitaste…
La voz de un amigo, que grabó el relato en off.
¿Y para la edición?
En mi casa, con mi computadora.
Es decir que para hacer este documental sólo necesitaste una compu, el conocimiento para usarla, un amigo, pulmones, tiempo y la motivación de calmar a tu hermana.
Sí. Y el tiempo lo tuve porque como soy docente, estaba de vacaciones por la gripe.
¿Y cómo lograste llegar al millón de visitas?
No tengo la menor idea. Me acuerdo de que lo dejé subiendo y me fui al cumpleaños de mi sobrina. Cuando volví ya tenía 600 visitas. Al día siguiente mis amigos me avisaban que en tal blog o página de Facebook lo estaban recomendando. Y les pedía que agradecieran de mi parte. Al final del documental puse una dirección de mail y fue increíble la cantidad de mensajes que recibí a la semana. Si ves la lista de comentarios de la página de Youtube te das una idea (a mediados de agosto suman 1.489) y sólo tres o cuatro son críticos. Yo valoro a esos pocos porque me dejan pensando y me permiten identificar los puntos débiles que tendría que haber previsto. Pero para mí lo importante es comprobar que estos diez minutos ayudaron a mucha gente a pensar, a generales una duda más, una pregunta más, a leer entre líneas, a debatir el tema, aún cuando no coincida con mi visión. Lo importante, también, fue que mi hermana después de verlo tiró los barbijos.
De alguna manera tu documental representa lo que toda botella al mar: un acto de fe, de confianza en el otro.
No tengo por qué pensar que no es así. Yo vivo rodeado de amigos que militan, que tienen un compromiso social increíble, que están trabajando hoy por cambiar esta realidad desde partidos chicos y por las ideas en las que creen, no por tener poder. A mí no se me dio por la política, pero si puedo hacer algo por mejorar lo que veo mal, lo hago. Y sé que no estoy solo.
La pregunta clave
No es casual que en lo que lleva esta nota escrita no haya tipeado aún el nombre del entrevistado. Ahí va: Julián Alterini. El hijo de Atilio Alterini, decano de la Facultad de Derecho y frustrado rector de la uba, tras las denuncias que lo señalaron como funcionario de la dictadura cuando se dio a conocer su paso como asesor jurídico de la Municipalidad de Buenos Aires entre 1976 y 1977. Fue el periodista Horacio Verbitsky quien reveló, en mayo de 2006, que bajo su responsabilidad se ordenó “la censatía de una detenida-desaparecida por no presentarse a trabajar”. La defensa de Alterini -alegando que esa medida no fue ordenada por él- no alcanzó para alejarlo del escándalo, que lo obligó a renunciar a su candidatura. Julián no elude el tema. “La pasamos muy mal todos, más por lo humano que por lo político. Pero me sirvió para poder hablar del tema. Me puse a investigar, a conversar con gente que conocía a mi papá de esa época, a preguntar. Y tuve así la dimensión no sólo de cuántas vidas cagaron esos milicos hijos de puta, sino de cuántas generaciones quedan marcadas por una dictadura”.
Se entiende, entonces, que este muchacho tuvo la cruel ventaja de haber tenido que enfrentarse a esa pregunta que su generación todavía no nos hace.
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