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La Patagonia rapera

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Poesía Urbana agita Comodoro Rivadavia. El hip hop como cultura artístico social. A partir de esa idea, Poesía Urbana, en Chubut, saltó de ser un grupo musical, a convertirse en un movimiento llamado Conciencia Activa Detonante que involucra a cientos de chicos puestos a hacer música, eventos, bailes, y a crear, rompiendo un destino que parecía sólo de silencio.

La Patagonia raperaLos baldíos en el Barrio Castelli no tienen canchitas de fútbol sino balancines, que son como pájaros mecánicos de cinco metros de altura que chupan petróleo, entre otras cosas. Comodoro Rivadavia se empecina en lo gris, pero en Castelli muchas paredes tienen graffitis, colores que abren la puerta a algo que está pasando a partir de dos palabras leves, rítmicas: hip hop.
Javier tiene 21 años, gorra rapera, arma un cigarrillo, y mira de costado: “El tema es el miedo. El miedo de hablar. De no poder decir lo que uno piensa. Me parece que no se entiende el valor de la palabra. Ni de la acción”.
Según lo que uno suele conversar con el mundo “adulto”, los jóvenes son personitas levemente descerebradas, los chicos pobres (o pobres chicos) son delincuentes potenciales; lo digan o no piensan que lo mejor que se puede hacer es contratar más policías (jóvenes pobres), levantar rejas, cárceles, endurecer leyes, rezar con los obispos que se consternan ante la pobreza (sobre todo cuando ocurre bajo un gobierno que no les gusta) o con el Papa escandalizado. La línea más sincera de este grupo postula el crimen y el castigo como remedio de venta libre.
Muchos setentistas también andan azorados, al no encontrar demasiados jovencitos de menos de 60 interesados en compartir el anecdotario de los años felices. Los buenos progresistas (los progresistas son todos buenos ya se sabe) considerarán que la juventud está sumida en cierta imbecilidad, no como la de antes. Más que policías propondrán oenegés (en especial aquellas en las que ellos trabajan). Dirán que los jóvenes son víctimas del sistema, o pronunciarán: “El problema es la educación”, frase notable que acaso compartan con los buenos izquierdistas (ídem al rubro anterior) que además se pondrán rojos de ideología y de indignación, al declarar que nada es posible hasta que no se haga la Revolución, cosa que ellos mismos difícilmente lograrán porque están ocupados en indignarse con el mundo, y con los demás izquierdistas, socialistas autonomistas, moralistas, librepensadores y otros ex, neo o post, que replican su indignación contra los primeros, todos se van denunciando unos a otros, y la ronda vuelve a empezar. (El problema no siempre es lo que se dice sino el tono neuronal y cardíaco. Según una bella milonga infantil de María Elena Walsh, no es lo mismo ser profundo que haberse venido abajo).
En Chubut ocurre algo más o menos similar, y salvo honrosas excepciones uno puede cruzarse con multitudes adultas hablando sobre los chicos convertidos en drogadictos, ladrones, violentos, desinteresados, incultos, mal educados, vagos, borrachos, entre otras agudas observaciones frente a las calamidades del mundo actual. La acción de la que habla Javier, ausente.
Dicho esto, la invitación es a conocer Castelli, en las periferias de Comodoro Rivadavia, barrio de hip hop y jóvenes pobres que no son pobres jóvenes, que a fuerza de música, baile, poesía, autogestión, pintura de colores, acción grupal, todo intenso y ágil como un rap, están inventando una mirada distinta sobre lo que está pasando con la vida.
 
¿Qué revoluciona una cabeza?
Cristian Viveros es Iman Fae. Tiene 22 años. Javier Ortega es Asterisco, 21 años. Integran Poesía Urbana, un grupo musical de cinco personas que nació a fines de 2003, y se fue transformando en una red de hip hop que se llama Conciencia Activa Detonante, Cad Tribu, que incluye a grafiteros, o chicos que hacen break dance como Dosis Mortal. Dan talleres de hip hop que abarcan a 150 chicos de barrios periféricos de Comodoro (Pietrobelli, Divina Providencia, KM 5), y trabajan como big bang que impulsó a unos 30 grupos al menos en la provincia, cada uno de los cuales es a la vez como Poesía Urbana, un motor de otras actividades y grupos.
“El hip hop se divide en el canto que es el rap, el baile que es el break, los graffiti, y el DJ (el dí yéi) que en algún sentido es el que armó todo cuando mezcló música y rap y sacó todo a la calle para hacer una fiesta” dice Cristian. En todo lo que rodea a Poesía Urbana y a Cad Tribu, los más viejos tienen 25 años y la camada nueva arranca con 11. El rap entonces es la canción del hip hop. Como un latido:
 
Ellos no viven lo que vivo,
No lo ven en vivo,
Y sin embargo hablan, amigo,
Abran sus mentes,
Es todo lo que pido
El pensamiento no se viste,
Se pule y se hace fuerte a conciencia libre,
El pensamiento se organiza
Entre el pibe de barrio
Vos y yo
Y muchos que se identifican
 
¿Por qué hablan de tribu?
Javier: Porque la idea es romper todo esquema jerárquico. Hay líderes pero en realidad todo es una imagen colectiva. No hay caciques. Y esa imagen se refleja al trabajar en círculo. El hip hop es una cultura tribal. Si te parás en una esquina a ver a los pibes los vas a ver en ronda. Y eso rompe el esquema educacional de las escuelas donde el profesor está adelante como un símbolo de autoridad y los alumnos están mirándose las nucas.
Cristian: Nosotros trabajamos en círculo para poder mirarnos las caras. Además el hip hop impulsa la autoeducación, ser autodidactas, aprender de vos mismo como aprendés de los demás. Con eso no queremos decir que los chicos tienen que salirse de la escuela y agarrar los libros solos. Pero sí que la escuela es una cosa y estudiar es otra.
Javier: Acá tenemos la suerte de que la educación es gratis. No como en Chile. Pero que sea gratis no quiere decir que sea de buen nivel.
Pero, ¿qué significa la autoeducación?
Cristian: El tema de los valores. Hay cosas que la escuela pasa de largo. No me enseñaban valores en la escuela, sino a ser profesional, o sea una persona fría. Si manejás una empresa tenés que saber de números, no valores. Y si falta plata, hay que echar gente. Todo así. Por eso sería bueno que en la escuela enseñen primero el valor de aprender. Y después números o cuestiones físicas.
Javier: En la escuela te enseñan a formar fila. No sé si eso sirve. En la escuela te dicen alumno, pero alumno significa persona sin luz. Nosotros creemos que cualquier niño, cualquier estudiante, todos tenemos luz. Nacemos con una luz y una energía con la cual nos desenvolvemos. Lo que sí me sirvieron fueron dos cosas: leer y escribir.
¿Y qué sería lo autodidacta?
Javier: Ser curioso. La curiosidad te lleva a ser autodidacta. Hacerte preguntas. Una de las primeras fue ¿qué hacen con la plata de los impuestos? Pensar eso me dio vuelta la cabeza por completo. Empecé a responderla: con eso crean el asfalto, compran armas, le pagan a los policías que son los que nos pegan. Hay un montón de cosas cuando uno se pregunta, te encontrás con un ser diferente y hay algo que revoluciona tu cabeza. Y te abre a nuevas preguntas. Es algo infinito.
No mucha gente tiene ese tipo de curiosidad. ¿A qué edad se te ocurrió la pregunta?
Javier: A los 14.
 
Los chicos no son el futuro
Poesía Urbana no se considera un grupo puramente artístico sino algo que definen como artístico social, cosa que puede entenderse desde los 11 años. Otro rap llamado Mi Mundo:
 
Dicen que somos el futuro del país,
Lavándose las manos: te lo dejo todo a ti.
Y la cosa no es así, ¡no!
Porque si todos aportamos cambiaremos
el matiz
 
¿Por qué esa letra?
Cristian: Porque sabemos que no somos el futuro del país. En la escuela te dicen eso pero nos dimos cuenta de que no tenemos por qué hacernos cargo de las cagadas de los grandes en el pasado. Si el futuro somos nosotros, lo son también los grandes. Los viejos y los niños. Y lo más importante: el futuro es hoy, no mañana.
Javier: Yo creo que hay que actuar. Porque nada es imposible, y el mundo se puede cambiar. Un amigo mío que se llama Eloy dice que si en 150 años hemos aprendido a hacer mierda el mundo, en otros 150 podemos aprender a mejorarlo.
Cristian: Yo creo que cambiamos el mundo durante todos estos años, todos los días, porque siempre se está pasando uno para este bando, el bando de los positivos.
¿Qué es el bando de los positivos?
Javier: Tratar de volvernos buenas personas, ser amables, ser compañeros en el asunto. Nosotros estamos en una causa que es social, y que no es atacar a las personas. Vamos atacando los antivalores. Lo negativo es el individualismo, no compartir. Y el miedo también. El miedo de hablar. De no poder decir lo que uno piensa. Me parece que no se entiende el valor de la palabra. Ni de la acción.
Cristian: Una persona negativa es la que usa la violencia, como la policía. Te paran, te revisan. Lo que intentan es que te pongas violento para llevarte a la cárcel. Te putean, te dicen cara de pelotudo. Aprendí que si les sigo el juego me convierto en negativo como ellos.
Javier: Yo no respeto ningún símbolo autoritario. La autoridad tendría que respetarme a mí. Además, nosotros también les pagamos el sueldo. No hay que creerse el cuento de los grandes, que dicen que ellos pagan los impuestos. Cuando el pibe compra un caramelo lo paga con iva, así que todos pagamos impuestos.
Cristian: Lo de la autoridad lo legitimás vos. Mi padre yo lo veo como una autoridad que nace del respeto.
Javier: O del amor.
Cristian: Pero no puede ser impuesto. ¿Quiénes son las autoridades? ¿Por qué son más que cualquiera de nosotros? Imponen la autoridad como verdad, y no la verdad como autoridad.
 
Pánico o Internet
Poesía Urbana armó su propio estudio a pulmón con el hermano de Cristian, en lo que era un galpón de la casa de su madre. Así nació Periferia Records. “Nos pusimos como objetivo la autogestión. Poder hacer nuestra propia economía, que todos los pibes puedan hacer cosas con nosotros”. Esa especie de red rompe el supuesto destino inexorable de pobreza, la etiqueta de delincuencia, o la maldición de que no hay nada que hacer. “Cualquier pibe que viene a los talleres y está con otros, es re copado, mucho mejor que estar en la calle haciéndose experto en otra cosa”.
Para Cristian y Javier, o Iman Fae y Asterisco, lo que logra el hip hop por el lado social es algo escaso: comunicación. “Hoy nadie se comunica con nadie. Ni el adulto con el joven, ni el joven con el niño. Y menos los medios de comunicación. No es que todo esté perdido. Está dado vuelta” dice Javier. Cristian: “Hay comunicación desde que nacemos, tenemos un lenguaje. Pero desde que nacemos nos dicen lo que tenemos que hacer. Te imponen un lenguaje. Ahí es importante ser curioso, para poder pensar y no que te lleve la ola. La televisión es el principal motivo del pánico. La fiebre porcina es un ejemplo. O que a un pibe de 12 años le digan por televisión que mande mensajes a sexo 2112”. Javier: Nosotros buscamos medios como Internet que es un poco más democrático. No te imponen sino que buscás lo que querés. Ya tenemos nuestras páginas web para comunicarnos con los chicos en cadena. Sin publicidad, en plena gripe porcina, juntamos un montonazo de gente”.
Javier prepara mate. El viento de Comodoro reventó el sistema eléctrico y la hermana de Cristian trae una vela cuando en el estudio se hace de noche. Javier tiene una forma nueva de entender la palabra activismo: “Hay que estar activo todo el tiempo. Hacer actividades. No dormirse. El mundo quiere que seamos gente dormida, que no hace nada, que consumamos más y nos quedemos encerrados”. Cristian: “El hip hop contrarresta eso. Y rompe lo de que sos el mejor si tenés la mejor nota, o si tenés el mejor celular o mejor ropa. Eso es superficial. Pero yo creo que hay una esperanza que es lo que uno hace, lo que te llena el corazón”.
Cristian reconoce que hay parte del movimiento hip hop que busca la ganancia económica, “como también buscan mercado, hablan de prostitutas y cosas por el estilo”. Javier hace otro encadenamiento: “Si hacemos temas diciendo que nos volteamos a 5 pibas, nos tomamos 3 lagartos y nos fumamos 20 porros, en una semana llegamos a mtv”.
Tampoco cierran la historia del hip hop en Estados Unidos. “El movimiento ya venía con una característica en común, los inmigrantes. Los afroamericanos se contaban su propia historia como esclavos en Estados Unidos. De ahí viene el rap. El baile nació en Centroamérica. Los graffitis ya estaban en Francia en los años 50”. Javier agrega: “Yo lo asimilo con el universo que está siempre en expansión. El hip hop también. Porque además uno abre horizontes para no cerrarse musicalmente, mentalmente”. Cristian: “Si el arte se vuelve sectario, es autoritario. Y se muere”.
 
Drogas y personas
Los chicos cobran del municipio por los talleres. “Todo lo hicimos siempre por amor al arte, digamos, pero crecer te hace ver que es importante generar recursos para poder seguir creciendo. Con los eventos juntamos dinero para la pintura y para hacer discos. El objetivo es independizarnos”.
¿Cómo perciben temas como la droga entre los chicos de las periferias? Javier: “Es re complejo. El problema no es la cocaína, la nafta se hizo para los autos y el poxi para pegar cosas. Todo va por las personas. En los talleres no decimos: ‘no te drogues, dejá la bolsa, no tomes’. Lo que esperamos es que el pibe se dé cuenta de lo que quiere”. Cristian lo pone en términos de límites: “Está mal prohibir, porque invitás a hacer lo prohibido. Yo creo que es mejor decir: elegí, está esto, esto y aquello otro. Meté los dedos en el enchufe, y ya vas a aprender. Tenés que saber tu límite como persona. Porque puede ser la marihuana, o la cocaína. Pero el casino puede ser tu droga, o comer demasiado”.
Sobre los medios Cristian considera que simplemente han sido comprados. “Hay diarios que viven de la política y del negocio. La política ha perdido tanta credibilidad que es otra farándula. Todo está organizado para que la gente escuche lo que le quieren hacer escuchar”. ¿Pero lo que hace Poesía Urbana es político en algún sentido? Cristian: “Sí, porque tomamos política como el arte de decidir cosas, plantear ideas hacer cosas. Pero no estamos con ningún partido político, ni siquiera con un equipo de fútbol. Nos gusta el fútbol, pero ya no queremos ser hinchas. Queremos ver buenos partidos, lindos goles”.
Javier aclara otra cuestión: “No aparentamos lo que no somos. No somos chicos sanos que salimos de la escuela y decimos cosas lindas. Nosotros tuvimos el resentimiento social del que es tratado como menos por el que tiene moneda. Sabemos lo que es la calle. Anduvimos en varias cosas. Pero es un proceso de cambiar de vida, de buscar otro camino y desechar las cosas que te hacen mal. Mejor respirar igualdad”.
¿Qué significa eso? Cristian: “Que no te autoclasifiques, que no te creas más por ser artista. Ni menos por no serlo. No nacimos con un micrófono en la mano ni haciendo rap”. No leyeron el número anterior de mu, con la entrevista a la travesti Marlene Wayar, pero sin embargo dicen algo muy parecido: “La identidad está en lo que hacemos, en la delicadeza de saber qué palabras usar para comunicar. En hacer algo social, pero sin caretearla. Primero que nada aprendimos que somos personas”.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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