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Un crimen prefecto

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La noche del 19 de agosto un gendarme disparó contra dos chicas. Mató a una y dejó sin ojo a la otra. La jueza lo liberó y procesó a la sobreviviente por robo. Así es la justicia en el territorio más disputado de la ciudad.

Un crimen prefectoImaginen que hay un asesinato. El autor del crimen lo admite. Hay una persona muerta y otra herida. Hay sólo un arma y es la del criminal. Sin embargo, la justicia –término bastante relativo a esta altura de la historia– da crédito a la justificación del asesino y procura por todos los medios probar que las víctimas merecían el castigo supremo. Por eso, libera al autor del crimen y continúa investigando a la persona que sobrevivió. Esta narración tiene eco en barrios empobrecidos. Es una estructura que se repite como si estuviera hecha de espejos, con diferentes nombres y con dolores siempre incurables.
 
Vivir y morir en la 31
Miércoles 19 de agosto, pasadas las 23 horas, en Villa 31. El Fiat Palio del prefecto Luis Luque avanza por la avenida Ramón Castillo, frente a la entrada de la Dársena E del puerto. Según sus declaraciones posteriores, a esa hora iba camino a su trabajo en la Dársena F de Puerto Madero. Marisol Lobos, de 21 años, y Mabel Guerra, de 17 años, caminan por esa misma avenida. Luque, desde su auto, les llama la atención; las invita a acercarse. Las mujeres cruzan la calle, una de ellas por el frente del auto, la otra por el costado. El Fiat está en punto muerto y la ventana del conductor –que vibra por el ronroneo del motor– descansa a media altura. Marisol oye un sonido intenso, recibe un tiro en el ojo izquierdo y se desvanece. Mabel sufre una balacera doble en el pecho. Luque arranca y se dirige a la estación policial, a unos 50 metros. Dice que quisieron asaltarlo. Un vecino ve los cuerpos en el suelo y llama al 911. La ambulancia recoge a las víctimas y las traslada al Hospital Fernández. Marisol pierde un ojo. Mientras reposa en la terapia, desvanecida, la esposan a la cama. Es investigada por supuesto intento de robo. Su amiga corre peor suerte: antes de llegar al hospital, Mabel ya está muerta.
 
Fútbol y cumbia
Mabel había sumado este año tantas faltas en la escuela que quedó libre. Había pasado a tercer año. Trabajaba cuatro horas, de lunes a sábado, como empleada de limpieza. Su padre, Ruperto Guerra, mira hacia la calle con barro y trata de completar quién era su hija, con algunas pinceladas: “Jugaba a la pelota con el equipo de fútbol de mujeres Padre Mugica. Era número cinco, defensora. Le decían Cachorra porque tenía el cuerpo chiquito”. Me dice que en esta época comenzaría a pensar en las rivales que tendría en el torneo que se realiza durante los meses de calor, de diciembre a marzo. Recuerda que bailaba al ritmo de la cumbia, como todos los chicos del barrio. Y luego de un silencio, como disculpándose, aclara que su trabajo de gastronómico en un hotel no le deja mucho tiempo para ver a sus hijos. Me pide disculpas por no poder completar la pregunta que le hago. Me mira y resume: “La Mabel andaba bien, yo la vi antes de irme a trabajar, estaba con sus primos, le dije: pórtate bien”.
Soledad era compañera del colegio y del equipo de fútbol. Ella no sabe qué quería ser Mabel cuando fuese más grande. Me dice que de eso nunca hablaron, sí de querer irse de la Villa 31, de tener un trabajo que lo hiciera posible.
Se enciende cuando menciona a la gendarmería y me relata que a todos los pibes de la cuadra les armaron causas, les robaron o les pegaron. “Cuando íbamos para el río, nos paraban, nos pedían el documento, y nos decían: ‘Sacate las zapatillas, la campera. Si no te las sacás hago que te hagas cargo de esto´ y nos mostraban porro, droga. Ahora ya no podemos ir para ese lado.“
Soledad cuenta que cuando ella y sus hermanos eran chicos, su padre Cristian Acuña volvía de trabajar y un gendarme le disparó en la rodilla: “Con el arma recorrió el cuerpo y apretó el gatillo: bum”. Entonces aprendió a tenerles ese miedo que ahora su relato convierte en bronca.
Al día siguiente del asesinato de Mabel y de la herida de Marisol, los vecinos de la Villa 31 salieron espontáneamente a rechazar las versiones oficiales transmitidas por televisión. Soledad cuenta que estaba repartiendo productos de limpieza en el barrio, como hace todos los días, cuando le contaron lo que había pasado durante la noche. Dejó todo y fue hacia el cruce de la Avenida Ramón Castillo y Antártida Argentina. “Había un montón de gente y yo me prendí. Ellos se burlaban, nos hacían gestos con la mano que nos iban a dar y que éramos unos cagones. Y cuando nos dieron el cuerpo de Mabel, ellos nos tiraban besos y se reían”.
Ellos son los gendarmes.
 
Un prefecto
La abogada Claudia Ferrero integra la organización apel (Asociación de Profesionales en Lucha) y es la represente legal de la familia Guerra. Asegura que la causa en la que la familia se constituyó como querellante es un caso más de gatillo fácil. Y explica por qué:
“Gatillo fácil es aplicar la pena de muerte, sin brindar ninguna oportunidad de vida a la persona que supuestamente está cometiendo un delito. En este caso no hay ningún disparo ni vaina que no sea del prefecto. Además, al ser indagado, Luque remarca que no apuntó y esto es muy importante. En el caso de disparar con intención en zonas vitales estamos hablando de intento de homicidio; pero en el caso de no apuntar, como argumenta el acusado, hablamos de lesiones graves. Es evidente que se está atajando. Aunque se trata de una persona que tiene un manejo habitual de armas y esta distinción no tiene sentido en este caso. Otra cosa que es importante, es lo que la gente decía apenas sucedió el hecho: todos hablaban de ´un prefecto´ que disparó contra las chicas. Y él en ese momento no vestía uniforme. Lo que me hace pensar en que era un tipo conocido en el barrio y podemos intuir que no por cosas buenas”.
La abogada Ferrero al igual que la defensa de Marisol Lobos –a cargo de los abogados Agustín Territoriales e Ignacio Paganini– coinciden en cuestionar varios puntos negros en la versión oficial que es, hasta ahora, la única línea de investigación que se ha llevado adelante.
 
Zona peligrosa
El 21 de agosto el prefecto Luis Luque declaró ante el juzgado de instrucción 14 a cargo de la jueza Fabiana Emma Palmaghini quien luego se tomó una licencia y dejo el caso a cargo del juez subrogante Daniel Turano.
El autor del crimen dijo que dos veces a la semana se quedaba a dormir en su trabajo para poder afeitarse y cumplir con sus tareas que comienzan a las 7 de la mañana. De esta manera justficó por qué circulaba por la zona de la Villa 31 cerca de las 23 horas. Para los abogados de las victimas este argumento es insuficiente, porque el uniformado está casado y tiene tres hijos y parece poco creíble que voluntariamente elija no volver a su casa.
Luego Luque, siguiendo su cronología de los hechos, señaló que frenó en el semáforo y que bajó la ventanilla para encender un cigarrillo. Los vecinos aseguran que el semáforo no funciona de noche. Y resaltan un dato de sentido común: nadie frenaría para fumar en la zona. Hasta el secretario general de la Prefectura Naval Argentina, Juan Alfredo Rempel, destacó al ser consultado por el diario La Nación que la zona “es muy peligrosa”. Lo dijo en un intento de defender la actuación de su subordinado, pero sirve para describir el lugar.
Luque explicó que vio a las chicas acercarse con armas de confección casera, llamadas “tumberas”, con intención de robarle y que quiso arrancar el auto, pero éste no avanzó. Por lo tanto, disparó con su arma reglamentaria. La abogada Claudia Ferrero cuenta que las supuestas armas alegadas por el prefecto eran dos palos con cinta adhesiva negra y que un perito en la causa las calificó de burdas. Además, esta prueba apareció dos horas después y a 15 metros de donde sucedieron los hechos. El abogado defensor del prefecto, Marcelo Rochetti, aduce que los vecinos que se acercaron apenas sucedió lo ocurrido arrojaron las armas lejos para ocultar la actitud delincuencial de las víctimas.
El 5 de septiembre, la justicia determinó que no había elementos para procesar al agente ni para absolverlo y ordenó su liberación inmediata. Seis días después, la querella apeló la decisión del juzgado 14 a cargo del juez Turano de otorgarle la libertad al prefecto Luque. Y reclamó la misma celeridad para resolver la situación procesal de Marisol Lobos, la víctima acusada, madre de dos niños.
Los abogados de las dos familias denuncian, además, que no tienen acceso a una de las pruebas más importantes del caso: un video de una cámara de seguridad que muestra lo ocurrido la noche del miércoles 19 de agosto sobre la Avenida Castillo.
 
Cartera de clientes
El defensor del prefecto es el abogado penalista Marcelo Rochetti, actual Director de Seguridad de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, según consta en la página web del organismo. Integra el estudio del ex diputado Adrián Menem y colaboró en la defensa de su tío, el ex presidente Carlos Menem en la causa por el tráfico de armas a Croacia y Ecuador. También se declaró amigo y defendió al jefe de la barra brava de Boca, Rafael Di Zeo. Representó, además, a los policías acusados en el caso Blumberg. Podemos pensar que es un profesional muy generoso y que nunca se niega a la defensa de un uniformado, aunque sea el más rasca de los prefectos. O podemos pensar que hay algún entramado institucional que brinda ciertos beneficios a sus empleados cuando sufren algún traspié llamado gatillo fácil.
Un antecedente a tener en cuenta en estos casos: hace un año atrás –el 24 de septiembre de 2008– el ministro Aníbal Fernández negó que desde Gendarmería Nacional se hubiera designado a un abogado para defender al acusado Federico Ramón Sandoval, asesino de la adolescente Judith Jiménez, de 16 años.
Judith murió de un balazo en la nuca el 24 de junio del año pasado, también en la Villa 31 de Retiro.
El uniformado fue condenado a la pena mínima de 8 años de prisión por un atenuante: su estado de ebriedad.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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