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Jugar a la mancha

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Mariano Lucano. Ilustrador gráfico, fundador de la revista Barcelona y de La línea peluda, el taller donde enseña el arte de mirar para dibujar. Un cronista clásico, con lápiz y papel.

Jugar a la manchaNo sé si son los colores o el trazo, pero algo se mueve en los dibujos de Mariano Lucano. Es una agitación que sugiere un adelante y un atrás, un trayecto en el espacio y en el tiempo. ¿De dónde viene, por ejemplo, ese fantasmal viejo acompañado por la rubia de boca roja y anteojos negros? “De una mancha”, me responde cuando explica el proceso por el cual la tinta se convierte, Lucano mediante, en creación. “Me gusta bailar con el azar”, dice. Y la frase lo define todo. A él, a sus trabajos y a su manera de andar por la vida.
Lucano no baila en ninguna fiesta –“soy de los que charlan y fuman”–, pero danza en superficies que festejan sus obsesiones. Podría decirse que sus temas están paridos por los trabajos que le encargan en su rol de ilustrador de revistas tan variadas como Play Boy, THC o Caras y Caretas, pero no. Sólo encuentran ahí un espacio para menearse a un ritmo propio. Son espacios, sin embargo, que le permiten sostener, desde hace veinte años, un perfil profesional, del que se alimenta, creativa y literalmente. El trayecto parte de su primer trabajo en una agencia de publicidad, donde aprendió a paladear el menú de sabores de cada tipografía. La siguiente escala lo convirtió en el joven jefe de diseño de la revista La Maga, donde encontró la punta del ovillo que guia su camino hasta hoy: los amigos con los que baila desde hace casi diez años al ritmo de la revista Barcelona y el oficio que lo define como “ilustrador gráfico”, un mix propio que combina el diseño y la ilustración periodística, la mirada filosa y el trazo sutil. “La belleza y la mugre”, dirá él. “Me gusta jugar en la frontera de lo jodido, ser ambiguo. Como la mancha. Estamos en tiempos en donde todo necesita ser explicado, pero nada tiene explicación. Toda palabra define algo que, en realidad, no es. Un discurso prolijo puede ser muy útil y constructivo, pero no logra ser artístico. La verdad como valor absoluto es verdadera, pero no necesariamente bella. El arte es un poco mentiroso. Hay una frase, creo que de Picasso, que lo explica bien: ´El arte es mentir para decir la verdad´. Pero vuelvo al azar: también hay azar en lo que interpreten tus ojos, en tanto yo no te lo ponga tan rígido como para que no te queden dudas. Porque lo interesante es la duda, ¿no?”.
El estilo Lucano, reconoce, incluye una mirada periodística que él alimenta de una manera especial: siempre trabaja frente a la televisión. No tiene cable, así que la transfusión de tele-realidad es de pura basura y quizás así pueda explicarse el aire de burdel que impregna una de las series que dibuja, al uso de un Toulouse Lautrec posmoderno. “Son pin-ups sucias, flacas, televisivas. No sé si son de esta época, pero sí que tienen discusión en esta época”. Fue la serie que decidió exhibir en el cuarto de un hotel alojamiento y que exigió que pudiese ser visitada mientras el establecimiento mantenía intacta su actividad principal. “Los parámetros de intimidad de este momento son extraños. Supongo que siempre hubo gente notable y gente que no, pero la fama, desde el siglo 20 en adelante, es una suerte de bien que se persigue como sea, sin saber por qué. Hubo quienes utilizaron esa fama para ponerse al frente de algún movimiento, pero no creo que Victoria Vanucci persiga otra cosa que la fama en sí”. Le digo que no sé quién es Victoria Vanucci y Lucano, con paciencia docente y oficio de cronista, me resume en un breve copete el diagnóstico de las instituciones modernas, ya que incluye sustantivos tales como matrimonio, medios, fútbol.
 
 
El maestro
En su casa-departamento-taller de San Telmo –donde comenzó la revista Barcelona– es también la guarida de su escuela La línea peluda –un término que refiere al trazo imperfecto– donde conspira junto a jóvenes artistas. “Me encanta enseñar porque no tengo nada que enseñar. Me lo tomo como un exorcismo: que salga lo que tenés adentro. Es muy divertido y puede fallar. Es un desafío. Mi tarea es mirarlos y enseñarles a mirar. En eso sí soy hincha: tienen que documentarse, buscar información visual, leer, ir a lugares y observar. No intervengo para nada en la elección del tema, pero sí en el diálogo para pensar qué tipo de construcción es la más apropiada. Bailar es un diálogo de los cuerpos, ¿no? Dibujar es un diálogo entre el artista y el papel, ¿no? Bueno: enseñar es un diálogo también”.
Dirá también: “En una pieza visual vos necesitás al otro, porque si no, no hay fenómeno comunicacional. Yo prefiero instalarme en el estómago del mirador y no en su cerebro. En todo caso, que el cerebro sea post-estomacal. Si hacés mucho hincapié en el tema vas al cerebro. Y en ese sentido la literatura es más efectiva, pero no está bien que lo visual sea literario. De hecho pueden complementarse, pero la idea es que no sea redundante. Y eso vale tanto para hacer un dibujo, como para hacer radio o una revista”.
Radio es, justamente, lo que comenzó a hacer hace un mes y donde dibuja con palabras el estereotipo de enviado especial con el que interviene en el espacio Radio Barcelona, que todos los sábados a las 12 emite Radio Nacional. “Estuve en Haití, fascinado, porque las carpas de la Cruz Roja se parecían a las de las fiestas Creamfields. Esa aparente frivolidad me parece corrosiva, porque para decir ´qué barbaridad´ está Jacobson”.
Hasta ahora, además de la muestra del telo, Lucano expuso sus obsesiones en Penas de Muerte y Caprichos, con la que acaba de presentarse en Comodoro Rivadavia y tiene pensado llegar próximamente a Santa Fe. Le pregunto cómo imagina esas obras en la formalidad de un museo y, por supuesto, dirá: “Supongo que le buscaría una vuelta porque ver una pared con cuadros es aburrido. Tampoco quiero que se entienda que busco lugares ¨raros¨ como una mera estrategia de marketing. Para mí, el lugar resignifica lo que vas a mostrar, permite inquietar. Y por eso, todo espacio es lícito. Ahora, por ejemplo, me encantaría exponer en una funeraria. Poner chicas ahí. Eros y Thanatos: lo que está colgado es una cosa y el lugar es otra. Calculo que es más difícil de conseguir que un telo, pero ¿quién te dice? A lo mejor Lázaro Costa lee mu y se interesa”.

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