CABA
Ser o no ser
Daniel Veronese. A 20 años del estreno de la primera obra de El Periférico de los Objetos, un grupo que revolucionó la escena teatral, tiene en cartel tres obras que convocan a miles de espectadores. Entre Ibsen y Francella, qué representa ser hoy un clásico.Ternura.
Ésa es la palabra que estoy buscando desde hace tres días y que encuentro en la puerta del teatro, cuando salgo huyendo de esa Casa de Muñecas que Daniel Veronese montó en la sala del Camarín de las Musas, con cinco actores, tres sillas, una mesa y poco más. Acabo de recibir una paliza de esas que aturden. Son golpes dirigidos a la conciencia anestesiada con modales polítikamente correctos, que borran del escenario público la violencia machista como drama de la modernidad.
Lo que acaba de hacer ahí Veronese es una cirugía mayor. Agarró un clásico y lo peló como una cebolla. Cortó a Ibsen por lo sano (la trama entre víctima y victimario está urdida con las mismas puntadas: dinero, sintaxis, temor). Suturó un homenaje a Igmar Bergman. (El director sueco iniciaba su Escenas de la vida conyugal con una pareja que comentaba la función de Casa de Muñecas que acababa de ver. Acá, Nora y su marido regresan de ver la película de Bergman). Acomodó cada personaje con sutileza hasta hacer hervir una comedia (que hace reír al público varias veces) y, cuando todo alcanza el aroma de una exquisita velada, bate con furia los límites sagrados del texto y hace explícita su versión. Nora no recita acá su parlamento liberador. Recibe, en cambio, varias trompadas y un desafío, puesto sobre la mesa, donde está la llave de su hogar-prisión. ¿Será capaz de arrebatársela a su marido? La respuesta, nos dice Veronese con el contundente apagón que marca el final, la tiene el público. En todos los sentidos posibles que esta obra hoy es todavía capaz de proyectar.
Que la herramienta escogida por Veronese para sacudir Casa de Muñecas sea el personaje de Nora no es casual, en más de un sentido también. Es el cuerpo y carne de la actriz María Figueras el que suda, llora, babea, grita, baila, salta, corre, tiembla. Es lo primero que me sale decirle cuando lo encuentro en la puerta del teatro, en plena estampida hacia el aire helado de la noche. Su respuesta es también instantánea:
–¿Viste? Hay veces que me da miedo que le pase algo…
Lo dice porque en ese momento no es otra cosa que la pareja de María, la protagonista de la obra y la madre de su pequeña hija Juanita. Pero lo dice con una voz y una mirada capaz de revelarme la palabra que estaba buscando para describir el tono con que él impregnó la charla que mantuvimos hace tres días y durante horas para hablar de su trayecto. Desde aquel Ubu Rey que dio nacimiento a El Periférico de los Objetos –y con el que creó una nueva escena en el más radical de los sentidos– hasta este hoy en el que navega entre Ibsen y Francella.
Es esa ambigüedad la que me contamina el repaso de los veinte años que recorre nuestra conversación, mucho más que la excusa del aniversario del debut de aquella compañía que, en el albor de los 90, se propuso manipular objetos y palabras para hacer salir a escena el atributo oculto de la época: lo siniestro.
Descubrir lo siniestro
Veronese arranca por el principio, literalmente. Cuenta con detalles minuciosos su vida en Remedios de Escalada, cuando el destino lo ataba a la carpintería paterna. La fundió, inconsciente y deliberadamente, para comenzar a perderse. “Quería trabajar en algo donde los lunes fueran como los domingos”. Fue artesano en Parque Centenario y adicto a cursos que nunca terminaba. Hasta que a su vida llegaron unas marionetas que diseñó para vender en el puesto y una clienta ocasional le mencionó las clases del maestro Ariel Bufano.
El fantasma del padre de su vocación es invocado entonces a la mesa del ruidoso café de Palermo. Él parece mirarlo a los ojos con las palabras: “Era difícil y duro. Te interpelaba. Creo que terminé de valorizarlo una vez que murió, pero en esos tiempos tenía que arrancarle las cosas porque él no te las daba. Ahora pienso que enseñaba lo que podía: el respeto, la constancia, la disciplina. Decía que a los niños nadie les da comida en mal estado, pero sí arte en mal estado. Yo le tenía adoración y miedo, pero más miedo”.
Ese temido maestro fue quien lo alentó a presentarse al concurso para cubrir una vacante del elenco estable de titiriteros del Teatro San Martín. Así encontró el sustento. Y a Ana Alvarado.
De esa unión fecunda nacieron El Periférico (cuya formación completa Emilio García Wehbi) y Valentina, su primera hija. También varias obras de teatro inolvidables, en el sentido en que suelen serlo las palizas. Veronese rescata especialmente El hombre de arena (1992) para poner sobre la mesa las emociones que estaban en juego en aquella época. “Hacíamos lo que queríamos, pero nadie nos veía. El Abasto era nuestro Bronx. Si venían cuatro espectadores estábamos felices. Repartíamos barbijos en la entrada porque la escena estaba construida a partir de un cuadrículo de tierra donde enterrábamos y desenterrábamos muñecas antiguas. Y agitábamos tanto polvo que el cuarto quedaba en tinieblas”. Al terminar una de esas funciones, se les acercó la directora Laura Yusem. “Quiero hacer algo con ustedes”. No fue esa frase, sin embargo, lo que los cautivó, sino su combinación con el comentario que siguió cuando le recordaron el escaso público al que estaban destinados. “Pero es lógico, ¿quién puede querer ver algo así?”, fue la respuesta de Yusem. “Que alguien que pensaba eso quisiera hacer algo con nosotros era lo realmente interesante”. Y así fue. “Laura, que es una mujer muy elegante, se bancó nuestra mugre, los ensayos al calor… era espantoso. Recuerdo que todos estábamos en traje de baño, sudados, y ella sentada, sin quejarse, esperando las indicaciones”.
Yusem fue la actriz y la llave que los llevó a un público mayor, aunque aun exiguo, que se fascinó con las secuencias breves y crueles de Cámara Gesell (1993). ¿Una metáfora de las peceras de la ESMA? ¿De las atrapantes vidrieras de la sociedad de consumo? ¿O algo peor? El espectador no tenía muchas posibilidades de responderse porque, como en todas las puestas de El Periférico, la posibilidad de racionalizar estaba deliberadamente vedada. “Sabotear la posibilidad de razonamiento del espectador, para eso dirigirse siempre a su sistema nervioso. Poética de lo mínimo. De lo que no tiene representatividad inmediata en nuestra vida cotidiana. De la perversión”, escribió Veronese en un texto que puede leerse en Internet y que resume cada obra que El Periférico representó. Un verdadero manifiesto teórico gestado después –ni antes ni durante– de cada representación.
Príncipes
El punto de cocción exacto lo encontraron en Máquina Hamlet (1995), una obra que quitaba el aliento. “En uno de los momentos más festivos de la puesta, por medio de un fraguado sorteo, era invitado a pasar por la fuerza al escenario un muñeco que estaba desde el principio de la obra colocado en la primera fila, como un espectador más. Este muñeco tenía un número en su solapa. Todos los espectadores tenían números en sus solapas porque se los repartíamos al inicio del espectáculo. El número del muñeco era el ganador ya que es el único que había adentro de la bolsa. El muñeco, entonces, era sacado de su asiento, arrastrado al fondo del escenario y fusilado con un disparo en la cabeza. Luego se lo ataba contra la pared y un actor le arrojaba dardos utilizándolo de blanco. Seguidamente se ofrecía a alguien del público si quería pasar también a dardear al muñeco. Y en varias oportunidades la gente aceptó como un juego pasar a arrojarle dardos a quien en algún momento estuvo sentado a su lado. Con mucha gracia y con muchas ganas de participar, si es que se lo pedían amablemente”. Por cosas como éstas Máquina Hamlet estuvo cinco años en cartel, esperando lo que hacía falta para que el mensaje de El Periférico, al fin, sincronizara otros relojes. Esos que convirtieron la calle en escenario en diciembre de 2001.
Veronese rescata hoy el espíritu que los llevó a hacer esa puesta. “Todo el mundo nos decía que era imposible llevar el texto de Heiner Müller a escena. Y por eso mismo decidimos hacerlo. Conseguimos que el Instituto Goethe nos pusiera a trabajar con el dramaturgo alemán Dieter Welke, que era un genio. No podría decir que a la gente le gustara la obra, pero sin embargo trabajamos siempre a sala llena. Creo que si hoy se repusiera seguiría siendo igual de contundente, pero para no tentarnos rompimos todos los muñecos.”
Es lógico que el trayecto de El Periférico se haya detenido y mucho más lógico que lo haya hecho tras la separación de Veronese y Ana. La última obra del grupo fue El manifiesto de los niños (2005), que les costó casi tres años terminar de montar y marcó el inicio de otra etapa personal y profesional. ¿Queda claro que para él son lo mismo?
Monarcas
Ahora hay que pararse en medio de la avenida Corrientes y frente a la monumental cartelera del Metropolitan para leer los nombres de las dos obras que lo tienen como director. En una, actúan Oscar Martínez y Carola Reyna. En otra, Alfredo Alcón y Guillermo Francella. Entre las dos, por fin de semana, convocan a más de 7.000 espectadores. No sé todavía lo que esto representa para él, pero para la escena teatral argentina queda claro que se trata de un proceso que puede describirse con dos palabras: consagración o cooptación. En la charla, prefiero mencionar una más provocadora: demagogia. Refiero así a la operación mediante la cual el espectador asiste a una ceremonia “cultural” que le permite expiar los pecados del burdel mediático. Sentada en la última fila de un teatro inmenso y repleto, lo que encuentro en estos Reyes de la risa es exactamente eso: la obviedad. Lo contrario a aquello que El Periférico buscaba provocar al poner en escena otras posibilidades de ordenar la realidad. Veronese escucha la palabra y la captura con toda su atención. No se defiende ni ataca. Se explica, quizás, a través del respeto que siente por esos actores, de las dignas intenciones que lo llevan a trabajar en eso que –por costumbre– llamamos teatro comercial y en la necesidad de lograr allí también lo único que se propone. Lo dice con una sola palabra: “emocionar”. “Cualquier cosa que haga, cualquier decisión que tome en una escena, está basada en eso. En cómo despertar en el espectador las mismas emociones que yo sentí con esa obra. Para mí el teatro no se trata de otra cosa. Si sólo fuera texto, prefiero leerlo. Si sólo es representación, prefiero ver en televisión cualquier pavada, que es gratis y no me exige nada. Pero si logra emocionar es porque logró vencer la indiferencia, la gran enfermedad que contamina el alma de nuestra época”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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