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Progres & putas

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Cecilia Sabsay. Esta socióloga radicada en Londres aporta al debate sobre la prostitución un libro clave para estos días. El rol del discurso, los medios y la moral del progresismo. Qué confusión sembró la trata y por qué razón es un trampa.

Progres & putasEs imposible leer este libro sin tener en cuenta los días que corren. Mientras los medios de formación de opinión construyen los carriles del debate acerca de los prostíbulos montados en departamentos que son propiedad de EL Juez de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni, la socióloga Leticia Sabsay coloca en los estantes de las librerías una linterna para alumbrarse en la oscuridad medieval. Fronteras sexuales se convierte así en un libro claro porque complejiza el tema de la prostitución, devolviéndole su dimensión política.
Sabsay cruza tres ejes que enuncia desde el subtítulo: espacio urbano, cuerpos y ciudadanía. Traza así una cartografía histórica y social. Vuelve, podríamos decir, a la escena del crimen: el escenario en el que la ciudad de Buenos Aires trazó la nueva frontera entre lo incluido y lo excluido en tiempos de retorno democrático. Estamos hablando sobre cómo se construyó el llamado “progresismo”, su discurso, pero también su práctica e imaginario social. Estamos hablando del año 98, cuando cayeron los represivos edictos policiales y un entonces legislador Raúl Zaffaroni marcó el ritmo de los nuevos límites de la convivencia social. Regresa así a los orígenes: la calle. Ahí fue donde toda una generación de intelectuales se formó, escuchando las lúcidas enseñanzas de quienes eran las víctimas, pero también las heroínas de esta batalla. Así aprendió, entre otras cosas, que la prostitución no tiene solo cara de mujer, sino que atraviesa los cuerpos de todas identidades sexuales. La industria del sexo es cruel verdad. Nunca niega la realidad, la explota.
El medio es el control
La hipótesis que nos plantea Sabsay es la siguiente: si el poder es la capacidad de controlar, lo que cambió a finales de los 90 es la forma de ejercer ese control. Se trata de un cambio profundo, en más de un sentido. Implica quién ordena, pero también hacia dónde se dirige esa orden.
El nuevo sujeto de control, señala Sabsay, son los medios de comunicación. Serán los encargados de señalar “quiénes pueden hacer demandas políticas y de qué manera”, pero también cuál es el modo correcto o incorrecto de pertenecer al espacio común, criminalizando tanto conductas como sectores sociales, según estrictos criterios que, al ser descriptos por Sabsay, dejan en claro cómo son concebidos por una determinada moral, entendiendo por moral aquellos valores que tejen la red de defensa de los intereses de raza, género y clase.
Esas órdenes mediáticas tienen un objetivo: trazar la frontera “entre lo visible y lo invisible, entre lo decible y lo indecible”. Pero también una consecuencia: modelar subjetividades. “Cómo el deseo y el placer pueden, en definitiva, ser pensados, o más aun, cómo pueden llegar a ser pensables”, sintetiza Sabsay.
Fue ese pensamiento “progresista” el encargado de otorgarle a la justicia un discurso que Sabsay denomina “terapeútico”, de reparación. Y fueron los medios los encargados de marcar hasta dónde llegaría. En este juego debe entenderse su rico análisis del matrimonio igualitario y –lo que es más interesante en estos días– su argumento a favor de reglamentar el “trabajo sexual”. El proyecto “progresista” tiene esa deuda, queda inacabado, incompleto y expone así su débil proyección. Su horizonte. Su propia moral.
Generación queer
Hay casi cuatro horas de diferencia con Londres a esta altura del año, pero Skype permite que conversemos como si no hubiera distancias. La voz da cuenta de su larga estadía en el extranjero. Vivió primero en España donde hizo su doctorado y ahora está en Inglaterra, en la Open University, investigando. Le pregunto su edad para comprobar mi hipótesis de lectura: se trata de una mirada generacional. Acierto. Es hija del feminismo porteño que se formó en las orillas queer que humedecieron los márgenes académicos a finales de los 90. Se trata, también, de uno de los tantos –pero ese “uno” merece gritarse– de los movimientos que tiró leña al fuego de la desobediencia que emergió a finales de 2001 y eso también se nota. Por ejemplo, Sabsay diferencia en su libro dos conceptos que muchos confunden: espacio urbano no es lo mismo que espacio público. La diferencia es política. Sabsay la aprendió en la calle el 19 y 20 de diciembre y ahora la revalida en plena agitación europea. “Acá estamos viendo hoy cómo se debaten estos mismos temas”. ¿Qué temas? Las instituciones, la ciudadanía, la democracia.
¿Qué tiene que ver la prostitución con todo esto? Mucho y Sabsay también lo aprendió en la calle: es el límite urbano de todos los discursos de cambio.
¿Podríamos decir que tu tesis muestra cómo el mecanismo de control, a través de la criminalización y la discriminación pasa, a finales de los 90, a ser una operación mediática?
No diría que es una transferencia de poderes, sino que se establece, de alguna manera, una especie de batalla –que yo llamo “guerra de género”– de dos visiones distintas con respecto al cuerpo social. Pero los medios no funcionan de forma represiva, como el aparato jurídico, sino a través de la creación de imaginario social. Esa es mi tesis. Y analizo cómo esas nuevas formas de regulación social trabajan no solo a nivel de la conciencia, sino a nivel de la creencia, que es más profunda porque modela lo psíquico.
¿La subjetividad?
Exactamente, penetrando creencias, valores, cuestiones morales muy profundamente arraigadas. Estas nuevas formas también alcanzan al Estado, que pasa a tener una un discurso que llamo “terapéutico”: te regula por tu bien.
¿Es tutelar?
No solo eso. Es algo más profundo. Va a regular, por ejemplo, qué es salud mental o qué es tener una vida sana y te va a proveer, incluso, los servicios de acuerdo a ese determinado modelo de valores.
¿Cuál sería un ejemplo de este cambio en los mecanismos de control?
En las plazas de Buenos Aires tenés a la industria sexual a la vista, pero nadie la ve. Un formato jurídico represivo diría: lo que hay que hacer es sacar a esta gente de la vista. Y un formato regulador dice: lo que hay que hacer es que la gente ni se de cuenta de que están ahí.
También planteás cómo el discurso progresista, que se basa en la idea de la igualdad de derechos, crea una nueva situación de discriminación. ¿Por qué?
Esa es una segunda cuestión. En primer lugar, analizo las nuevas formas de poder y de regulación social a nivel jurídico, a nivel represivo y a nivel de formas gubernamentales o de gobernabilidad, y cómo se implementan a través del Estado, de los medios y del mercado. Como consecuencia de esto –y sin estar en contra del progresismo– investigo el discurso de la llamada “equidad de género” y el de la “diversidad sexual” y planteo cómo funcionan. Se trata de un nuevo mecanismo de regulación social, porque si bien propone una visión más flexible, más democrática, también implica una regulación: no todas las formas de sexualidad están representadas en el discurso de “la igualdad” o de “la libertad”. Lo interesante, para mi, es analizar la relación que hay entre identidad sexual y ciudadanía. Cómo una persona deviene o no en ciudadano, en sujeto de derecho y cómo la definición de su sexualidad es una forma de acceso a ese ejercicio de ciudadanía. Analizo, también, cómo el discurso de la igualdad y la libertad crea sus nuevos y propios abyectos, porque hay quienes son bienvenidos y quienes no solo no son aceptados, sino que ni están siquiera pensados en ese discurso.
¿Es tu análisis de lo que representa el matrimonio igualitario?
Es un buen ejemplo porque demuestra ahí un nuevo “ideal”. Por supuesto que me parece bien la sanción de esa ley, pero lo que propongo pensar es que, tras tantos años de progresismo, lo que tenemos es una nueva respetabilidad social y sexual, donde algunos otros abyectos de la historia han sido incluidos, pero no todos: aparecen nuevos excluidos. Este modelo no es menos regulatorio o no deja de serlo. Es, en todo caso, una nueva normalización sexual.
¿El problema no es el piso, sino el techo?
El problema es si esta normalización no nos permite pensar, por ejemplo, que hay otras formas de vínculo social que no están previstas por esa concepción de igualdad y libertad, si podemos compartir objetivos y luchas políticas sin tener que ser idénticos ni tener que identificarnos, sin tener todo en común a nivel de cómo vivimos, quiénes somos o qué deseamos.
¿Quiénes representan, según tu mirada, las identidades postergadas?
Las trabajadores sexuales, sin duda. Y este no es un problema solo argentino. En Europa se ve claramente cómo esta nueva normatización está atravesada por el tema racial. Se trata de un modelo que establece una identidad clara: es occidental y moderno aquel que es sexualmente progresista, pero con la limitaciones que tiene ese progresismo. Las prácticas que no condicen con ese modelo, siguen afuera.
En el tema de la prostitución se ve también claramente cómo la simplificación siembra confusión política y académica. Por ejemplo, asimilando la oferta de sexo al delito. ¿Tu hipótesis es que ayuda a esta confusión el hecho de que tampoco se defina social, política y conceptualmente si es o no trabajo?
No es delito, desde ya. Y sí te diría que es trabajo. Veamos por qué. La confusión surge cuando se pone este tema en blanco o negro. Pero puesto en esos términos, te diría que sí: es trabajo. Es necesario decirlo así, claro, porque lo que me preocupa es cómo, desde ciertos grupos feministas, se homologa la tendencia internacional hegemónica de asimilar tráfico con industria sexual. Esa es la operación que subyace bajo la palabra “trata” y desde la cual se pretende, bajo el amparo de la doctrina abolicionista, impulsar una serie de normativas basadas en argumentos morales.
¿Esa operación fue introducida a través del dinero que se inyectó a la academia y las onegés?
Exactamente. Y le ha hecho muy mal a este debate, porque simplificó una cuestión super compleja como lo es hoy la industria del sexo, que tiene derivaciones complicadísimas. Es un problema enorme. Y dentro de ese enorme problema, está el tema del tráfico. Reducir todo el debate al tema del tráfico es un error político y conceptual grosero. Lógico: estamos en contra del tráfico y de la explotación del trabajo sexual por parte de terceros, pero la industria sexual es más compleja. E incluye a un sector que tiene voz, tiene demandas y tiene derechos que no se respetan. Y eso está mal y punto. No se puede en nombre de una cosa negar la otra. Y hay un feminismo que convierte a este sector en víctimas y, en su supuesto nombre, no respetan esos derechos. Si las trabajadoras sexuales tienen sus demandas y reivindicaciones, lo que hay que hacer es atender esas demandas y reivindicaciones. ¿Termina ahí el tema de la industria sexual? No, de ninguna manera. Pero eso no justifica que no se atiendan esas demandas concretas. Y si se postergan, es por otra cosa.
Sin embargo, la regulación del trabajo sexual en Europa no sirvió más que para tranquilizar la conciencia progresista y crear una nueva discriminación: la racial, porque dejó afuera a todas las inmigrantes. En Argentina, no alcanzaría, por ejemplo, a las dominicanas o las paraguayas que explotan en cada prostíbulo del país. Parecería ser que las posiciones se reducen, por ahora, entre los discursos que victimizan, los que moralizan y los racistas. ¿Hay forma de salir de esta encrucijada?
Ese es otro problema, el de fondo y el que no se debate: el tema de la desigualdad social. Estamos de acuerdo en eso: no alcanza con regular el trabajo sexual. La desigualdad es, sin duda, un factor importante en la prostitución, pero es otra lucha y otro debate, que no pasa por el estatus legal que deba tener la prostitución. No es que va a haber más igualdad social por prohibir o por reglamentar la prostitución. Y si lo que queremos es establecer la relación que hay entre clase, raza, desigualdad y prostitución y queremos luchar contra eso, pues sí: vamos contra eso.
¿Tu planteo es: démosle sus derechos a las trabajadoras sexuales y pongámonos a discutir el fondo de la cuestión?
Es un camino. Porque lo que está demorándolo es la cuestión moral. No la desigualdad, no la injusticia. En este sistema, en medio de la posmodernidad más posmoderna, tenemos relaciones de servilismo como lo es el servicio doméstico o tenemos mineros que se mueren antes de los 30 años por las condiciones insalubres de trabajo. Voy a ser muy radical para que se entienda claramente: en este sistema la explotación del cuerpo no se limita al cuerpo sexual. ¿A vos se te ocurre pedir que prohiban la minería porque la explotación minera es brutal?
En Esquel pidieron eso y ganaron. Si: yo pido no a la mina. ¿Porqué no?
Se puede pedir y ganar eso, por supueto, porque es una demanda clara y legítima. Pero lo que sostiene este no a la industria del sexo es, sobre todo, la connotación moral. Porque si de lo que se trata es de luchar contra las formas de explotación del cuerpo, hay que atender las demandas, claras y legítimas, de quienes se reconocen a sí mismas como trabajadoras sexuales.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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