CABA
La verdadera movida
En todo el país suman más de 35 grupos, y en la Capital son 11 los que tienen en cartel obras propias o versionadas, que suben a escena en plazas, calles y teatros producidas integralmente por los vecinos. Una herramienta de cambio social que construye la participación con la alegría de crear nuevos lazos sociales
“El teatro comunitario es una práctica que entiende al arte como un modo de transformación en sí mismo. Incluye la memoria, la pertenencia, la identidad, el territorio, las relaciones con vecinos y la gestión, centradas siempre en lo artístico que es lo que permite ir más allá de lo dado. Puede cuestionar paradigmas y ponerlos en duda. Mueve todo el tiempo lo posible, por lo tanto ensancha la esperanza”. Edith Scher, directora de Matemurga, uno de los grupos de teatro comunitario de los 11 que darán sentido a esta nota, se adelanta a mi pregunta. Lo hace a modo de declaración de principios, porque según me cuenta, se suele confundir teatro comunitario con una mera reunión de vecinos. Y sin embargo, no hay nada de pintoresco en esta práctica que se siente revolucionaria. El grupo Catalinas Sur lo define a su modo: “Parece exagerado decir que el teatro puede cambiar la sociedad, pero un grupo de hombres y mujeres que hacen teatro puede llevar adelante un proyecto que no se encierre en las nuevas modas globalizadas y se apoye en las ricas tradiciones y la historia vital de lo popular”. Si uno ingresa a la página web del Centro Cultural Barracas una voz masculina lo contará así: “Un vecino que desarrolla su creatividad es capaz de modificar su entorno”.
La práctica
Los comienzos del teatro comunitario en Argentina tienen nombre y apellido: Adhemar Bianchi y Ricardo Talento. Pero fue la generosidad quien hizo exitosa la fórmula gestada por estos dos hombres que abrieron el juego y soltaron teoría y práctica. Edith señala: “Talento y Bianchi desearon un día poder lograr una red que al menos contuviera unos 10 grupos”.
La red encontró su escenario el año pasado, a partir de los festejos por el centenario del partido de Rivadavia, ubicado al oeste de la provincia de Buenos Aires, límite con La Pampa. Un grupo de teatro comunitario constituido por vecinos de toda la zona decidió, como excusa, hacer su obra en un pueblo casi abandonado llamado San Mauricio, hoy convertido en un caserío, que tiene, según el INDEC, 28 habitantes, pero que en las cuentas de los propios pobladores se reduce a 15 personas. La idea era recuperarlo de la memoria, reunir diferentes generaciones y volverlo a poblar, aunque fuera por un rato. El sábado 2 de octubre de 2010, 200 actores interpretaron La obra del Centenario y reunieron 4.000 espectadores que pisaron las calles de tierra de este pueblo que llegó a tener, hace tiempo, alrededor de 1.000 habitantes. La potencia generada por personas que se multiplicaron y festejaron, logró que el distrito de Rivadavia fuera este año sede del Noveno Encuentro Nacional de Teatro Comunitario. Los días 8, 9 y 10 de octubre se produjo un hecho inédito. Más de 30 grupos de teatro comunitario de todo el país, y de Italia y Uruguay, brindaron 21 espectáculos gratuitos, talleres, conferencias y exposiciones en seis sedes del partido: San Mauricio, Roosevelt, Sansinena, Fortín Olavarría, González Moreno y América. Imaginen a estos pueblos hinchados de alegría por la visita de más de mil actores brindando sus espectáculos por sus plazas y rincones en simultáneo. Llenaron las calles de colores, sonidos y risas. Cada grupo tiene un despliegue escenográfico, de vestuario y diseño exquisitos, realizados uno a uno con técnica de artesano y diseño de Hollywood. Se puede ver un desfile de trajes de época recreados a la perfección. Toda la historia está mezclada en esa sala. Desde un cacique que se planta frente a Colón hasta una mujer trabajadora de la década del 30 que espera al lado del escenario para subir a actuar. En las salas se puede ver a los actores mezclados con los directores y a los directores con los espectadores. Adhemar Bianchi, gestor y director de Catalinas Sur, hace las veces de portero mientras entretiene a unos niños que juegan en la entrada. Faroles, tambores y repiqueteos llenan el ambiente de un extraño elixir que tiene aroma a misión cumplida. Porque cada uno de los grupos me ha repetido lo mismo a modo de rosario: para poder lograr este encuentro han trabajado mucho, tuvieron que hacer fiestas, vender rifas, organizar bailes, ofrecer bonos. Estamos hablando de algo mucho más potente y creativo. Hablamos de un fenómeno que tiene en todo el país ya más de treinta años de práctica sostenida por grupos que tienen principios colectivos y autogestivos, que generan las posibilidades de concretar sueños.
Hoy esta red está conformada por más de 35 grupos a nivel nacional y 12 en formación. Actualmente, 11 constituyen la telaraña que rodea toda la Capital.
El puerto de partida
La decisión de hacer teatro con los vecinos nació en el barrio Catalinas Sur, en la Boca, bordeando el Riachuelo, allá por 1983 y de la mano de Adhemar Bianchi. En 1996 tomó la posta Ricardo Talento y la extendió a Barracas. Se formó de esta manera y en palabras de Edith Scher “un fuerte polo cultural”. Gracias a la efervescencia de lo que fue aquel 2001, en el cual las calles se convirtieron en escenario y ágora, y frente a la necesidad de apropiación de los espacios públicos, hoy estos grupos se desparraman por toda la ciudad de Buenos Aires y entre todos aúnan alrededor de mil vecinos que participan de las actividades que se realizan en los diferentes barrios. Catalinas Sur y el Circuito Cultural Barracas, los más veteranos, tienen entre 250 y 300 integrantes; los más nuevos están compuestos algunos por 25 personas y otros llegan a sumar 70, como Matemurga. En todos los grupos hay uno o dos directores, se reúnen semanalmente y tienen en este momento obras en cartel, en algunos casos propias, en otros, versionadas.
Luciana Mallamud, integrante desde sus comienzos de Los Villurqueros de Villa Urquiza, encontró en la calle y junto a sus vecinos un espacio de militancia que no supo brindarle ningún otro sitio. “Es un canal de comunicación muy potente. Es transformador hacia adentro y hacia afuera. Yo comencé haciendo papeles mudos porque me moría de vergüenza y hoy estoy a los gritos: huelga, huelga”. Los Villurqueros tienen una obra en cartel que se llama Avanti la Villurca, de creación propia y colectiva. Cada obra conlleva mucho de investigación, pero lo interesante es que indaga y rastrea en la memoria de los vecinos, “aunque esos datos no sean comprobables”, aclara Luciana.
Gabriel Galíndez, director del Grupo de Teatro Comunitario de Pompeya, cuenta que hace 8 años que están en funcionamiento y llevan realizados tres espectáculos propios. El primero se llamó Intento de Casorio, era un sainete y transcurría en una casa chorizo, allá por la década del 20. La segunda obra la denominaron La reina de Pompeya: contextualizaron la elección de la reina de Carnaval en un club de barrio. El tercero lo estrenaron en 2008 y lo titularon Las ruinas de Pompeya. Según Gabriel intentaron hacer un paralelo entre el homónimo italiano y las ruinas que dejó “la nefasta década del 90” en el barrio. Están organizados a partir de roles. Algunos se ocupan del maquillaje, otros de la coreografía. Tienen un director musical. Pero la idea es que se puedan cubrir entre todos.
Edith Scher, de Matemurga de Villa Crespo, cuenta que tienen en cartel dos creaciones propias. Este año repusieron La Caravana, que estrenaron en el año 2003 y narra la saga de la resistencia a partir de canciones albergadas en la memoria colectiva. “Parte de una copla guaraní y llega al final de la dictadura, pasando por diferentes momentos de la historia latinoamericana y europea. Es un espectáculo con el cual grabamos un disco. La otra obra se llama Zumba la risa y es la historia de un barrio, que una noche, tal vez de Carnaval -y digo tal vez porque es así el espectáculo- se dio cuenta de que había olvidado la risa verdadera. Parte de una propuesta: la risa que reímos hoy confirma el orden existente. Mientras que la risa de la infancia es una risa rebelde”.
Sonia forma parte de El Épico de Floresta: “Ensayamos en El Corralón de Floresta, un espacio municipal que fue recuperado para y por los vecinos en el año 2005”. Allí confluyen varias organizaciones sociales y culturales. Actualmente, el grupo aspira a construir una propia sala teatral, en la cual no sólo podrá brindar al barrio sus producciones y talleres artísticos en forma gratuita, sino que también el espacio servirá para que otros grupos y organizaciones puedan usarlo, teniendo en cuenta que en Floresta no existen salas teatrales para los vecinos”. Para solventar los gastos cobran a los integrantes una colaboración (que es optativa) de 10 pesos por mes.
Ana Laura y Alejandro conforman el grupo AlmaMate de Flores: “Nos convoca un proyecto colectivo artístico, un sueño compartido. Creemos en el arte como un derecho de todos, y en lo comunitario como un ámbito de desarrollo apoyado en lo territorial. Un proyecto de construcción artística y colectiva donde todos tienen un lugar y se integran, más allá de los mandatos sociales en relación a edades, creencias y posiciones partidarias. El barrio como un territorio abierto. La plaza como un espacio que transformamos cada sábado, desde la experiencia compartida con nuestra comunidad, ensayando y actuando en un ámbito público, de la mano de la gente. Como dice una de nuestras canciones ‘La plaza no tiene puertas y siempre podés entrar’. La idea es que todos sientan que la línea que existe entre el que actúa y el que mira, es frágil, y que en cualquier momento se puede pasar de espectador a protagonista”.
Las chicas y chicos que dan sentido al Grupo Teatral de La Boca 3.80 y Crece cantan a coro:
Somos los bomberos de La Boca,
Los primeros en la historia nacional,
Si alguno pide auxilio y nos convoca,
Salimos por un tubo a ayudar.
Virginia le pone voz al Circuito Cultural Barracas para resumir sus objetivos: “Crear un ámbito de trabajo colectivo para imaginar y producir ideas, valores y prácticas que contribuyan a revertir situaciones de exclusión”. Tienen tres obras en cartel: El Loquero de Doña Cordelia, GPS Barrial y El Circuito en Banda. Sólo en el primer espectáculo se cobra entrada, los otros son a la gorra.
Nosotros
Adhemar Bianchi revela una clave: “El tema es cómo dejar algo marchando para delante. En el teatro comunitario hay que poner el alma, pero el entusiasmo solo no alcanza En Catalinas estamos muy organizados. Acá hay trabajo en equipo”. Por ejemplo: Cecilia es actriz, pero hace años que es la “intendenta” del Grupo Catalinas y la encargada del espacio. Gonzalo es el director de la orquesta y jefe técnico. Nora es del grupo de dirección artística y, junto a Verónica, arma los programas y proyectos que les permiten recaudar fondos. Gilda, que entró a los 8 años, es ahora la directora de coros. La orquesta suma 45 músicos, de los cuales 10 son instrumentistas, pero también actores. El elenco de títeres aporta otros 20 integrantes. Adhemar sigue con las cuentas: “Está el grupo de Fulgor argentino, que son otros 100 más o menos, y el taller de circo, que se llena de pibes que van quedando y terminaron conformando Los Payasos Voluntarios de La Boca. También hay candombe, que no funciona siempre, y la murga La Catalina del Riachuelo, que está básicamente integrada por el elenco de teatro”.
Semejante batallón dirige su artillería hacia un objetivo concreto: “El arte no es un medio ni una herramienta, sino que su práctica es transformadora en sí misma. La comunidad tiene derecho a esta práctica. Por eso no hay que escapar del arte. El arte no es una excusa. No es algo poco importante para que se desarrollen las cosas importantes. Es lo que nos transforma porque está basado en la memoria de lo que las comunidades quieren decir, en un sujeto plural porque siempre el que habla es un nosotros”, señala Edith Scher.
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El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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