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Sacar de las casillas
El deleite de los cuerpos. Un grupo de artistas que sube a escena una forma de hacer arte sin normas y política sin jerarquías.
Ellas (o ellxs) tienen bastante claro lo que hacen y por qué. Se nota en cada gesto, en cada mirada, en las voces, en la precisión de las palabras y del maquillaje. Ellas (o ellxs) tienen bastante claro quiénes son. Y uno, que no sabe bien por dónde va la mano, va ahí, planea algunas preguntas, se sienta en la ronda, empieza a escuchar. Al poco tiempo se da cuenta de que no hay mucho por hacer: la charla se desarrolla con una elegancia y una espontaneidad (nunca solemnidad), que uno se va corriendo hacia el rincón, repensando las inútiles preguntas planeadas, la estúpida idea de planear, tratando de intervenir lo menos posible en esa melodía que va sumando voces sobre la marcha.
Ellas (o ellxs) son artistas y activistas LGBT (sigla que un poco más tarde pondrán en tela de juicio, precisamente por aquello que es: una sigla que encierra las palabras Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans) que vinieron a Buenos Aires desde Córdoba, Tucumán, Mar del Plata y Jujuy a hacer El deleite de los cuerpos, el espectáculo que sintetiza años de militancia artística en distintos lugares del país. Pero son mucho más que eso.
Un acto político
Susy: Somos artistas independientes y autogestivos de distintas provincias que nos vinimos conociendo desde hace algunos años. Decidimos fomentar ese lazo interprovincial para poder contar juntos y juntas todo lo que sentimos.
Bettina: Nosotras, en Córdoba, hacemos intervenciones callejeras, actividades en las plazas, tenemos un cine móvil que viaja por los barrios. Nos empezamos a cruzar en las diferentes movidas y pensamos cómo hacer algo colectivo.
Noelia: Elegimos el lenguaje teatral, musical, de la imagen. Y elegimos la representación, como el teatro o la foto, para mostrar otros cuerpos, otras sexualidades, otras formas de vida: otras narraciones posibles, diferentes a la hegemónica, normada, heterosexual. También hay una ruptura desde el arte. Ninguna de las cosas que presentamos es convencional. Es una postura crítica también frente a la hegemonía en el discurso artístico: quién es artista, quién hace arte y cómo vive de eso.
Bettina: Esto es un acto político. Compartimos y mostramos cómo hacemos militancia y cómo vemos al mundo desde el arte, sin encasillarnos en un determinado modo o estética.
Nuevas ideas
Elllas (o ellxs) desde el comienzo plantean una cuestión esencial: tratar artísticamente la diversidad a través un formato canónico es inútil, torpe, incluso hipócrita. Las ideas nuevas no pueden surgir si no es a través de nuevos lenguajes; quizás allí esté la diferencia entre hacer arte político y hacer arte políticamente.
Ellas (o ellxs) van un poco más allá y combinan las dos variantes: pensar políticamente el arte político es entender que ninguna manifestación artística puede plantear algo diferente si no se cuestiona, desde el inicio, los andamiajes que lo sostienen, la estructura formal; aquello que determina el campo de lo posible, los horizontes políticos, el límite entre lo correcto y lo incorrecto: lo normal. Y no se trata solamente de la eterna fricción entre la forma y el contenido, sino de algo que está un poco más adentro, más al fondo. Karen dice algo raro: “Dentro de la unicidad de cada persona hay otra cosa después de la otra cosa, y eso es lo que queremos buscar”. No entiendo, pero igualmente asiento con la cabeza. Susy se da cuenta y agrega: “Una de las primeras cosas en donde empieza a accionar la idea de lo político es hacia adentro. Hay resortes que nosotros y nosotras tenemos que deshacer para poder andar un camino con otro y con otra. Desde el arte o desde cualquier actividad. Es todo un trabajo ver cómo planteamos el modo en que nos queremos vincular de la forma más horizontal posible y con un diálogo abierto. Eso es el primer camino que por ahí es extra hecho-artístico, pero que es lo que define lo que somos como grupo artístico”.
Barby: El deleite es entregar el corazón a gente que vos querés y que se ve en vos, y vos te ves en ellos. Esa es la política del arte que manejamos.
Noelia: Hemos trabajado artísticamente en otros lugares, pero acá encontramos un valor social en términos de discurso, de teoría, de fuerza política, de manifiesto, de radicalidad en el arte.
Teoría del deseo
Lo que El deleite de los cuerpos trae consigo en ese entramado de arte, acción política, relaciones afectivas y militancia es algo un poco más grande, que está más atrás, más al fondo: un valor social. Uno lo ve ingenuamente en la alegría, en la manera de abrazarse, en la sinceridad de las palabras y en todas esas expresiones que, aunque ahora vienen enlatadas en las góndolas de los supermercados, siguen siendo nuestras. Uno lo ve (lo siente) genuinamente en los cuerpos: hay otra forma de relacionarse, otra forma de sentir, otra forma de hacer política, otra forma de disfrutar. No tengo claro cuál es esa otra forma, pero entiendo desde dónde surge, aquello que le da su razón de ser. No es una ideología, ni una meta, ni un discurso: es el deseo.
Noelia: La idea es disfrutarnos, deleitarnos, desearnos y saborearnos, en estos cuerpos. Estos cuerpos que tenemos, y no los que quisiéramos tener, esto que somos hoy y que seguramente mañana no seremos. Algunos de los que estamos acá somos actores, y cuando venís de ese lugar te das cuenta de que lo único que tenés en escena es tu cuerpo. Se te puede cortar la música o puede pasar cualquier cosa, pero tu cuerpo siempre está ahí. Eso es lo que nos pasa en la vida todos los días. Somos nosotras y nuestros cuerpos en la calle, como lesbianas, trans o gays. Este cuerpo es el que ama, el que discrimina, el que coge, el que desea, el que sangra. Nuestros cuerpos son políticos.
La ronda queda en silencio durante unos segundos. No sé qué preguntar. No sé si es necesario hacer una pregunta. Cualquier cosa que diga en este momento va a ser una idiotez. Por suerte Susy dice algo: “El único parámetro que planteamos es el de la diversidad. Y la autogestión. Eso es lo que nos une”.
Normas o pasiones
Karen se queda pensando. Algo la inquieta. Toma la palabra: “Lo que pasa es que dentro de las comunidades (haciendo comillas con las manos) ‘diversas’ también hay un cliché y un comportamiento normativo. Nosotros y nosotras queremos salir de eso. Todos y todas venimos de alguna formación vertical, pero el camino que transitamos consiste en sacarse de encima el sufijo y no el prefijo: la idea de norma”.
La miro. Pienso. Hago la pregunta más obvia, creyendo que no encontraría una respuesta: ¿Cómo? Karen responde sin pensarlo: “Con coraje, inteligencia y pasión”.
El deleite de los cuerpos seguirá rodando por Córdoba y posiblemente Tucumán, en el mes de noviembre. Mientras tanto, Susy, Barby, Malena, Bettina, Noelia, Gastón, Beto, Karen, los chicos de ADN Shock y todos los cuerpos que conforman esta jerga seguirán bailando, rompiendo, gozando y militando; buscando siempre aquello que es más grande, que está más adentro, más al fondo; en cada uno y en relación con el otro. Aquello, quizás, que Néstor Perlongher supo resumir en las siguientes líneas:
“No queremos que nos persigan, que nos prendan, ni que nos discriminen, ni que nos maten, ni que nos curen, ni que nos analicen, ni que nos expliquen, ni que nos toleren, ni que nos comprendan: lo que queremos es que nos deseen”.
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