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El cuarta poder

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Diego Capusotto. El estreno de la séptima temporada de Peter Capusotto y sus videos y sus repercusiones le disparan una serie de reflexiones acerca de estos tiempos que, advierte, están dominados por los pelotudos. También formula premoniciones que no son chiste.

El cuarta poder
Señor juez: todo comenzó el jueves, a las 10 de la mañana, en el bar de siempre, ese que Diego Capusotto usa como oficina y al que incluso lo llama por teléfono María Laura, su mujer, para avisarle de alguna urgencia, porque él no tiene celular ni quiere tenerlo, y es ella la que recibe los mensajes, como por ejemplo el nuestro, el que le dejamos para hacer esta nota y pedirle que, además, formara parte de la campaña organizada por la Asociación de Revistas Culturales Independientes para exigir una ley de fomento y apoyo al sector. Él aceptó por mail, porque es de los que todavía usan ese medio y no el muro de Facebook para conectarse con extraños que trata como amigos, y nos citó en el bar de siempre, el de Barracas, su barrio, y fue puntual y amable y paciente, como siempre.
Fue el jueves de la misma semana de su retorno televisivo y por eso lo primero que le pregunté fue si estaba contento con las repercusiones del programa. Admito que no fue la mejor manera de comenzar una buena entrevista, ahora lo sé, sino una expresión de mi propia alegría: en tiempos tan negros como los actuales esa había sido la hora más liviana, simple y alegre que me habían ofrecido los medios sin hacerme sentir una pelotuda. Y si utilizo ese término, señor juez, es porque él mismo pronunció la palabra mirándome fijo a los ojos, sin intención alguna de ofenderme, pero sí de alertarme sobre los peligros que me acechaban. Ahora sé que se trataba de una premonición, que apenas dos días después se transfomó en una sabia sentencia que golpeó mi ego.
La acepto, señor juez, como un justo castigo en nombre propio y de mi oficio, que ya no es violento en el sentido que alertaba Walsh, sino en el otro.
Recuerdo, eso sí, que la palabra surgió luego de una larga explicación durante la cual cambió abruptamente el tono amable con el que venía conversando. Fue cuando comenzó a crisparse por algo o por alguien que lo había acusado de hacer “humor K” y eso, se notaba claramente, lo indignaba. No hago humor K, de la misma manera que no hice humor UCR en tiempos de Cha cha cha ni humor Alianza en épocas de Todo x 2 pesos. No existe el humor partidario, doy fe que dijo. Afirmar eso es una simplificación intencionada, propia de esta época, tan marcada por la batalla entre quienes hacen algo y quienes sólo se dedican a opinar de todo. Fue entonces cuando formuló esa frase que me sonó tan profunda, tan descriptiva y tan consoladora, como si brotara de alguien que hubiese sido testigo de mis padeceres más íntimos:
“Lo que caracteriza a esta época es que somos rehenes de los pelotudos”.
Palitos, bombas y helados
Ese jueves él estaba de buen humor e incluso hizo un par de chistes. El primero fue al llegar, cuando le dijo a la fotógrafa que comenzara a dibujarlo. Le habíamos advertido que queríamos hacerle un retrato y esa idea la asoció así al lápiz y no al flash. Supe, entonces, que nos habíamos ganado su confianza, porque habitualmente es la persona más seria que pueda imaginarse un periodista. Alguien que habla sobre su oficio, su realidad, lo que cree y lo que hace, la época que vive y lo que él representa en ese contexto, con la densidad de un intelectual formado, reflexivo, que pocas veces recurre a la ironía porque no es una entrevista el territorio que él elige para hacer reír. Lo entrevisté varias veces, algunas largamente, y nunca encontré en su discurso ni en sus gestos otra cosa que no fuera una declaración de principios, como si necesitara mantener esa distancia prudente entre él y la simplificación que siempre implica una entrevista; entre él y el jajajá mediático.
Protege así, con el peso de su discurso, a esas criaturas que desde hace siete años está pariendo con su pareja creativa, Pedro Saborido. Juntos representan el todo y las partes de ese ciclo que iniciaron para transitar un camino que ellos bautizaron “la cultura del rock”. Un tema, me dice, que parecía chiquito, pero que evidentemente es grande porque puede verse desde muchos ángulos o hechos que a priori no parecen ligados directamente, pero que están generacionalmente anclados en un mismo código. Desde ahí y sólo desde ahí debe entenderse cómo surgió ese Bombita Rodríguez, porque su abracadabra fue para ellos imaginarse a un “Palito Ortega montonero”. Es decir, el resultado de aplicar la cultura rock a los 70.
Pelotudos en el horizonte
Es ahí donde lo asaltó el recuerdo del comentario que ligó el sketch del chat y sus kakakaka tipeados en la pantalla con la etiqueta de “humor oficialista”. Necesitaba aclarar que siempre trata de tener una visión crítica del poder. Que lo que él ve actualmente es un escenario en cual hay una estructura de poder que es el gobierno, que ha hecho cosas muy interesantes, pero que también comete errores, pero en donde también ve que está plantada una oposición con proyección de poder que le parece de cuarta. Como le parecen de cuarta aquellos que dicen que cuando criticás al gobierno sos funcional a la derecha. Como le parecen de cuarta aquellos que dicen que todos los errores los comete el gobierno…
Y así, transitando estos escalones, llegó a la descripción de la lógica que domina esta época: vos hacés algo que tiene claramente una intención y hay una cantidad de pelotudos que intentan desviarla hacia sus propios valores que nada tienen que ver con los tuyos, es más, que están en tus antípodas porque se trata de personas que se dedican a establecer una guerra de discursos, como si la realidad se tratara de palabras, se construyera con palabras. Y, sin embargo, hay ahí un poder que te deja atrapado, te enreda con la fuerza de su pelotudez, que es, por cierto, impresionante.
Capusotto dice entonces que se trata de un proceso de involución, una tendencia que por momentos le parece imparable. Vamos hacia un horizonte dominado por la pelotudez humana. Lo dice tan serio que con la misma solemnidad le pregunto si sabe cómo evitarlo. Lógicamente me responde: el humor es nuestra arma.
La medida del éxito
La cultura rock es, entonces, el gatillo que dispara ese humor, apuntando a ese adolescente que fue rebelde desde la mirada de este apocalíptico e integrado que es el hoy. Desde la valoración de estos tiempos por la fama, que construye todo a partir de ahí y que ya no cree ni le interesa creer que el resultado es una consecuencia, sino un objetivo que justifica que cualquier cosa famosa tiene valor. El rock y eso que Capusotto y Saborido llaman su cultura, refiere a ese cambio de paradigma: de artista a estrella.
Le pregunto si él mismo puede ser famoso e independiente y me contesta que nunca, en televisión, alguien se puede definir independiente. Que él mismo trabajó para Ideas del Sur, la productora de Tinelli, donde le dieron una patada en el culo sin que mediara una explicación y que ahora mismo, refugiado en Canal 7, no se atreve a usar esa palabra, aunque logró producir su programa de manera autosuficiente: lo entregan listo para emitir. Pero que al menos pudo, supo y quiso elegir estar en esa pantalla porque así se aleja de los trastornos del rating, pero también porque tiene la necesidad de ser fiel a lo que hace y no entrar en las mieles de esa sensación ficticia e irreal de “aprovechá el momento”, frase que no significa nada para él porque sólo representa explotar comercialmente un éxito y si siguiera esa lógica, seguro que el programa se le va a la mierda en dos meses. Le pregunto entonces qué entiende él por éxito y me responde: mantener un grupo de afinidad, sensibilidad y trabajo. El éxito es para él algo concreto: tener a su lado y de su lado a Saborido, por ejemplo.
La premonición
Reconoce que todos los programas en los que participó surgieron de la autogestión –desde Cha cha cha, hasta incluso el fallido Delicatesen–, que todos tuvieron bajo rating y que todos terminaron siendo recordados por el público, que los convirtió en objetos de colección o de culto, como una forma de apropiárselos. Y que no sucede lo mismo con programas que alcanzaron 30 puntos de rating, que duran dos años y mueren en su lógica, reemplazados por otros que nacen con la obligación de funcionar igual o mejor. Y que en ese sentido sí, él podría decir que es independiente, porque creó las condiciones para no estar obligado a lograr un determinado rendimiento, pero que aun así prefiere reservar ese término para el teatro, a donde se refugió después de la patada de Tinelli.
Cierta añoranza en su mirada me hace pensar que quiere volver a un escenario, pero parece que en su agenda no hay tiempo para jugar: ahora debe concentrarse en terminar lo que empezó el lunes.
Creo que fue ese el link que me llevó a festejarle el nuevo himno feminista de Violencia Rivas, que titulé El twist del sindrome premenstrual, cuyo estribillo dice:
“Si me pone nerviosa
alguna situación
no le eches la culpa
a mi menstruación,
la razón de mis nervios
es tu pelotudez.
Yo menstrúo 4 días al mes
y vos sos un forro todo el año”.
Él me explica entonces que Violencia fue concebida desde otro género, porque ellos son hombres y ella expresa exactamente eso, la mirada masculina sobre la mujer en el rock. Y es ahí donde me clava los ojos y me aclara que no es de los que piensan que las mujeres están a resguardo de la tendencia general. Las mujeres también pueden ser pelotudas, me advierte.
Y yo, que creo estar a salvo de ese riesgo y tomo su frase como muestra de la ausencia en su discurso de cualquier sospecha de demagogia, comprendo recién su significado cuando me grito esa misma palabra en el momento en que me dispongo a escribir esta nota y compruebo, señor juez, que he cometido el peor de los pecados que una periodista pelotuda puede cometer: el grabador no grabó.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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