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Nietísimo
Félix Felo Torres. Actor, cantante, músico y escritor, logra arrancar confesiones y sonrisas con cada una de las herramientas que eligió para expresarse. Así descarga el peso del bronce de su genealogía: es sobrino nieto de Jorge Luis Borges.
Es polifacético y lo demuestra ampliamente. Puede estar en la trasnoche de C5N tocando un tema que dice “soy adicto al sexo y nunca lo tengo”, ofrecer sus obras literarias en venta directa del autor al lector, improvisar sobre un escenario montado en su departamento de San Telmo, dar clases de teatro en una escuela o contar que le gusta reírse de sí mismo e invitarte cordialmente a que lo imites.
Músico, actor y escritor, prefiere definirse como artista. “Y entonces me preguntan si pinto”, dice risueño. Se declara frágil: su fortaleza es el humor. “Le temo al rechazo, le quiero caer bien a las minas”, enuncia con seriedad simulada.
Cuenta que le resulta fácil dispersarse, que de chico era tímido, iba a un colegio católico cheto y que los Torre tenían muchas expectativas puestas en él y su futuro. Una carrera universitaria, un título, era el anhelo familiar. Sus dos hermanos cumplieron con el requisito: uno es arquitecto y el otro, abogado. Él se inscribió en la UBA para estudiar Periodismo, pero no duró mucho. El ambiente tenía una pretensión intelectual que no le resultaba cómoda. Felo necesitaba algo que no encontraba en ese lugar: mística.
Decidió tomar un taller de actuación en el Centro Cultural San Martín: ahí se le abrió el tercer ojo, dice. Sufría mucho porque no se podía relajar, pero esperaba ansioso esa clase durante el resto de la semana.
Entró dos veces a estudiar en el Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) y en ambas se corrió de lo institucional para continuar aprendiendo de la mano de dos profesores de teatro. Darle paso a su universo interior era el desafío: “Lo que me enseñaron en el colegio, en la facultad, siempre me quedó muy lejos. Yo tenía una verdad adentro y nadie la nombraba, cuando empecé a identificar lo que quería decir, me di cuenta de que los demás son como espejos míos: tienen saberes y algo atrás. Ahí quiero ir. Quiero decir bien claro algo de mi mundo, lo que no se está nombrando”.
Define su show de improvisación Ave Félix como un gran disparate, un riesgo total, donde se va descubriendo en escena. Su táctica es pensarse como si fuera una tela en blanco, sentir que flota fuera de su cuerpo, que puede observarse y escuchar lo que surge. Siempre sucede algo nuevo, desde que aprendió a identificar la imagen deformada que tenía de sí mismo y se permitió reírse de sus desatinos. “Todas las dificultades tienen que ver con perderse en la mirada de los demás, en sus reglas y cuando rompés con esa lógica hay algo adentro que va tomando forma, se va abriendo, es como una gota que va inundando todo. Al principio yo tenía una gota de teatro, una gota de música, otra de escritura, en un momento se juntaron, y fueron avanzando”.
El nono Borges
La gota ligada al proceso de creación literaria está teñida de un color particular. Un escritor siempre tiene referentes y muy probablemente admire y reverencie a Jorge Luis Borges. En el caso de Felo, un detalle distintivo admite el asombro. Su tío abuelo es El Gran Escritor. Guillermo de Torre se casó con Norah Borges, hermana de Jorge Luis, tuvieron dos hijos y uno de ellos es el padre de Felo.
¿Te pesa ser sobrino nieto de Borges?, pregunto, carente de originalidad. “Ya me han preguntado eso y yo siempre decía que no, pero ha de ser, ha de haber algo así… En mi casa no se hablaba de Borges. Yo empecé a leerlo recién a los 28 años, ahora tengo 32. Mi abuela era pintora, mi abuelo era escritor, pero en casa había una nube. Mi viejo me contaba que cuando era pibe estaban todo el día hablando de literatura, de arte. Guillermo, mi abuelo era amigo de Picasso, de Girondo. Nietzche dijo que el hijo es la revancha del padre y me pregunté si eso podía ser posible. Escribí mucho después de leer a Borges, El Aleph sobre, alternativas al cuento. Yo vi el Aleph, ese lugar sin tiempo: era mi casa”.
Felo publicó cuatro libros: Cómo domar bestias, Cómo trascender sin mamá, Cómo caerle bien a todo el mundo y El baño de la oficina. Cada uno representó para él un trabajo interior que lo modificó: una vez terminados, estaba en otro lugar, dice. Editados en forma independiente, los vende en un par de librerías y suele llevarlos encima: nunca se sabe dónde puede aparecer un comprador. Sus textos son humorísticos, autorreferenciales y disparatados, oníricos y reflexivos.
Escribe Felo en Cómo trascender a mi mamá:
“Que nadie me venga con que no siente el trato obsceno de la ciudad, que nadie me diga que no sufre por no poder saludar a todo el mundo por la calle, no me digan que no es estúpido encontrarnos a diez centímetros del rostro de otro ser humano en el subte y que lo normal sea que nuestras miradas no se perciban. Nadie me diga que se ha acostumbrado a esta soledad en estado automático.”
Otra gota, la del canto, le permitió concretar su anhelo de formar una banda: Los nietos de Borges. Al principio el nombre fue una especie de broma personal, luego lo interpretó como una manera de rescatar algo ignorado del árbol genealógico. El grupo toca desde hace cuatro años, las composiciones son propias y aclara: “Las canciones son una excusa, la gran búsqueda es encontrarse con el otro”. Son cuatro: Mozart, el hombre bala, el mimo y el león. Cuando salen a escena, aparecen vestidos como tales y eso es parte del chiste. Felo es Mozart, “tiene que ver con estar vestido de gala, pero que igual sos un payaso”.
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Homo sapiens 2.0
Argentino exiliado en Francia, tiene media docena de títulos y otros tantos doctorados, pero su mayor experiencia la adquirió como integrante del ERP. Esa mezcla le permite una mirada única sobre temas inquietantes: cómo se modificó el cerebro de la especie humana y qué tipo de ser originó el sistema de poder actual, dominado por la macroeconomía y la técnica. Temas difíciles que explica con humor y ejemplos criollos. De los genes a Macri. (más…)
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La batalla de ser guaraní
Comenzaron alambrando para recortarles hectáreas. Luego, construyeron un terraplén que produjo la peor inundación desde 1998: casas destruidas, huertas arruinadas, 150 vacas muertas. Pese a los fallos de la justicia, el CEO de la corporación Roemmers avanza sobre la comunidad guaraní del paraje Yahaveré, la primera en ser reconocida como pueblo originario en la provincia de Corrientes y que solo reclama una cosa: “Que nos dejen en paz”.
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