Mu81
Por amor al arte
Las Fuleras. Voces perfectas, coro ensamblado y clásicos románticos revisitados arman con humor y calidad esta fiesta: crear en grupo una propuesta que te mueve los pies y la cabeza.
“No tengan miedo porque mientras ellos hablan y hablan, nosotras, las chicas de las bolsas de hacer los mandados y/o reposeras de playa, haremos la revolución”, dice una de las cinco Fuleras con voz de presentadora, antes de comenzar a cantar Rata de dos patas, canción que habla de un desengaño amoroso y que reconocen como uno de los principales hits de su primer disco. Luego del guiño teatral, comienza la música enérgica, se suma el juego de voces y mis pies sienten la imperiosa necesidad de sacudirse al ritmo de la canción. Ningún tema de Las Fuleras puede ser escuchado sin movilizar alguna parte del cuerpo.
Hace ya cinco años que Julieta, Nuria, Ileana, Daniela y Sol decidieron cantar “frescas canciones de amor, en clave femenina”. Tenían veintipico, estaban vinculadas unas con otras en diferentes proyectos musicales y se contagiaron de a una las ganas hasta completar el quinteto. Al poco tiempo, se sumaron los músicos Miguel, Juan y Marcelo –en ese orden- y conformaron el octeto. Ellas cantan y ellos tocan: esa es la fórmula. Sin embargo, como nada es estático en este grupo, ellos cada vez cantan un poco más y ellas tocan instrumentos de percusión.
Estas Fuleras se reconocen como mujeres arrabaleras -de ahí el nombre- y cantan con idéntico frenesí cosas opuestas: que quieren llevar a un hombre al registro civil o que prefieren estar solteras toda la vida. Ileana explicita: “Somos mujeres que le cantan al amor”. La columna vertebral que une las divertidas y variadas canciones es expresar -en algunos casos de forma más irónica que en otros- los diferentes matices que tiene el amor. Esto incluye: enamoramiento, despecho, anhelos, deseos, desengaño, obsesión y hasta fiesta. Todo lo relativo a las relaciones amorosas está presente: lo bueno y lo malo. El amplio abanico sentimental que proponen incluye temas que van desde Rafaela Carrá hasta el Grupo Aventura pasando por Gloria Trevy, Miranda, Rita Pavone y el Club del Clan. En relación al nuevo repertorio, comentan que están con la guardia menos en alto, es decir, que se permitieron alguna balada más tranquila, mientras que en el primero predominaban los enojos y los ritmos fuertes.
Me dicen que el trabajo más potente del grupo está puesto en reversionar los temas y hacer los arreglos de voces. Sol aclara: “Depende el tema igual, hay algunos que nos gustan mucho y tratamos de no desarmarlos tanto”. Les comento que me impacta escuchar juegos entre tantas voces, tan bien logrados, y pregunto por la dificultad que eso implica. Daniela: “Todos venimos de proyectos en los que cantábamos en coro; esto de cantar de a muchos es muy natural en nosotras, pero la gente que nunca escuchó más de dos voces cantando juntas queda maravillada, se impresiona”. Ella, como otros dos integrantes, por ejemplo, pertenecen también a una murga de estilo uruguayo llamada Le Puse Cuca.
Juan me cuenta: “Lo llamativo de la propuesta es que no hay una sola interlocutora sino que son cinco y eso está todo el tiempo cambiando. Eso es muy dinámico de ver”, y agregan una anécdota mientras se ríen: “Hacer un video fue una pesadilla logística: nos preguntaron quién canta solista en este tema y les contestamos ella y después ella, y después ella. No podían hacer un primer plano porque enseguida cambiaba a quién le tocaba”. Nuria se suma: “Nos querían poner un micrófono a quien tuviese voz líder y no se podía porque la melodía va rotando por cada una de nosotras”. No hay jerarquías de voces, ni protagonistas, en Las Fuleras la necesidad del micrófono circula constantemente. Por esto, explican que lo ideal para ellos cuando piensan qué necesitarían son micrófonos inalámbricos para cada integrante. Julieta cuenta: “Pedimos un subsidio al Ministerio de Cultura porteño y, si bien ayudó en algo, es muy simbólica la suma. No alcanza para semejante inversión”. Por el momento, no llegan con autogestión a ese nivel de logística, pero se arreglan con lo que hay y logran que suene genial con los micrófonos que están al alcance.
Aptas para todo público
Me cuentan que Ileana es la única actriz –a una tesis de recibirse en el IUNA- y que el resto juega con eso. Comentan que los principales gags que tienen los nuevos temas están relacionados a los enganchados. ¿Qué significa esto? “Cantamos una canción en un ensayo, nos suena a otra canción la melodía, probamos si queda y lo sumamos. Por ejemplo, una de Miranda nos sonaba a un estribillo de Cristian Castro y se lo agregamos”, explica Nuria. Con esa libertad lúdica, arman diálogos entre canciones o pasan bachatas a versión rock. Las chicas cantan el Baile del ladrillo y los chicos les contestan con Yo no quiero media novia”. Julieta: “Nos divertimos mucho y eso después se nota cuando tocamos”.
Cuando presentaron el primer disco recibieron varias propuestas para animar casamientos, cumpleaños y aniversarios. “Abarcamos mucho público porque lo visual a los chiquitos les encanta y las canciones del estilo de los 50 le gustan a la gente grande”. Juan se suma y concluye: “Fuleras es lo más ATP (apto para todo público) que conozco”.
Ileana señala: “Le damos mucha bola a lo visual, al vestuario, por ejemplo”. Ellas usan peinados histriónicos, ropa multicolor y maquillaje intenso. Comentan que para el nuevo espectáculo decidieron renovarse por completo y que, como proyecto autogestivo, tuvieron que aunar esfuerzos para lograrlo. Primero, buscaron costear estos nuevos gastos de producción con financiamiento colectivo mediante una página web. No llegaron a cubrir todo, pero no se dieron por vencidos: decidieron hacer una fiesta y fue todo un éxito. Me adelantan el resultado concreto antes del estreno: pasan de tener chalequitos y polleras a un look más formal: vestidos y trajes. Sin embargo, aclaran que mantienen su marca personal: los hicieron con material que se usa para las bolsas de hacer las compras.
Mientras comparten unas cervezas, hacen chistes sobre quiénes son los más dipersos, quiénes los más temperamentales o quién usa más el celular. Se ríen de que hay ensayos en los que las chcias lloran y los chicos hubo días que pidieron practicar con la tele en mute para poder ver un partido al mismo tiempo. Me cuentan que no hay reglas definidas previamente para ensayar, sino un límite grupal que todos saben cuándo poner. Se conocen mucho y se nota. Como única dificultad señalan que la mayoría son de diferentes zonas muy distantes del conurbano bonaerense, entonces el ensayo implica mucho viaje y esfuerzo. Ileana plantea la solución que le encontraron a esto: “Hay mucho compromiso. Ninguno falta, como por ahí sí pasa en otros grupos, salvo que tenga realmente que hacerlo por causas que lo exceden”.
Dinámica de grupo
Pregunto qué aporta seguir en el mismo camino por varios años. “Ya empastamos”, define rápido Nuria como objetivo cumplido, que implica que sus voces se mezclan de tal forma que no se puede distinguir una de otra. Julieta agrega: “Tenemos una dinámica de conocernos que está bueno para saber qué es un desafío o qué es una dificultad para el otro”. Miguel: “Después de explorar muchos paisajes ya creo que ahora sabemos qué camino nos queda mejor a cada uno. No es facilismo, sino es saber qué te conviene explorar. Nos fuimos definiendo en algo que nos representa más y eso le da crecimiento a la banda”.
Julieta, cuando estaba por terminar la entrevista, anuncia que quiere decir algo antes de que apague el grabador; se hace un silencio y expresa: “Los admiro mucho a todos”. Todos bromean al respecto pero, al mismo tiempo, sonríen. Este momento tiene la marca de las características principales que Las Fuleras contagia: carisma y alegría.
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