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Cantar hasta las raíces
Cecilia Todd. Su primer disco lo grabó en Argentina al mes del golpe. Desde entonces, esta cantante venezolana creó un vínculo que une popularidad y compromiso. Folclore vs mercado.
Pajarillo verde, cómo no quieres que llore,
Pajarillo verde, cómo no voy a llorar
ay, ay, ay, si una sola vida tengo,
y me la quieren quitar.
Así cantaba Cecilia Todd el primer tema que la convirtió en una cantante reconocida y popular en toda Latinoamérica. Lo grabó en 1974 y en Argentina, con un cúmulo de ilusión que se convirtió en un piso sólido desde donde seguir creciendo al compás de su talento.
Hoy, sobre un escenario a media luz, deslumbra con su vestido naranja tornasolado y su voz de almíbar que entona con soltura canciones del folclore de su tierra venezolana. Escucharla es un placer que se disfruta como el sabor de una fruta fresca, una delicia que se desgrana en cada melodía que interpreta sonriente. Es una mujer que ama cantar, que goza bailando salsa, que transita su tiempo libre en contacto con la naturaleza y que suele pasear por su jardín silbando bajito para no molestar a su gata Paspartú.
Su última visita argentina fue al Patio Provinciano del barrio de San Telmo (ex Padelai) a ver bailar chacarera. Quedó encantada con el lugar y la polvareda que levantaban los jóvenes danzarines. Durante las presentaciones en un teatro de la Capital, el público desbordó la sala y agregaron funciones. Con una carrera extensa, rica en anécdotas y belleza, Cecilia Todd remarca las diferencias entre lo popular y lo tradicional y reafirma sus raíces cuando habla de su compromiso con la realidad de su país.
Crecer con pasión
Las familias venezolanas solían tener un cuatro: así llaman a esa guitarra pequeña de cuatro cuerdas. Y así la pequeña Cecilia -la menor de seis hermanos- aprendió a tocar y a cantar: en las reuniones familiares. A los cinco realizó su primera presentación en público. En el celular guarda una foto que le acercó la hija de un músico que tocó con ella aquel día. Allí aparece Cecilia en blanco y negro, con cara de susto, aferrada a su cuatro. Cuenta que nunca sintió tanta pasión por otra cosa que no fuera la música y que por eso se considera una persona privilegiada: trabaja de lo que le gusta. “El momento de cantar es una maravilla”, dice, y eso se evidencia al escucharla en sus presentaciones. Ella, su voz, su cuatro: no hace falta más.
Golpe a golpe
Su cariño por la Argentina nació hace más de cuatro décadas. “Lo primero que oí de aquí fue el tango. Me hubiera gustado aprender a bailarlo, pero me parece dificilísimo. No me gusta el tango for export, que es una especie de malabarismo del Circ du Soleil”. También escuchaba a Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui y se reía con Les Luthiers. En 1973 pensó en viajar a Brasil, luego cambió su destino, contactó a La Negra Sosa y a Yupanqui y voló con su novio de entonces a Buenos Aires para estudiar técnica vocal. Aquí grabó su primer disco, Pajarillo Verde, hace 41 años, que obtuvo una excelente repercusión. “Me quedé aquí tres años, volví a Caracas y quería regresar, pero me recomendaron que no lo hiciera. Fue en el 76, al mes del golpe a Isabel. Estuve cinco años sin venir y en estos últimos vengo al menos una vez al año. Cuando me fui de Argentina fue un momento muy prolífico para la música venezolana. Llegué en un buen momento, había un furor con nuestra música y surgieron muchos cantantes y músicos que grabábamos con sellos independientes. Había un hueco allí y nos metimos, los que surgimos en esa época seguimos cantando”. Su repertorio incluye temas del folklore venezolano, pero este año comenzó con algunos matices. Grabó algunas canciones de la cantante cubana Liuba María Hevia y en su presentación argentina cantó un chamamé con la Orquesta Folklórica de la Provincia de Corrientes. “No sé qué será lo próximo, quizás en diciembre estaré cantando reggaetón”, bromeó en uno de sus shows.
¿Creés que hay una tendencia a fundir los géneros musicales y adaptarlos a un gusto más generalizado?
Es muy importante conocer los diferentes géneros musicales, la música te acerca a tu cultura, al amor a tu país. Hay poca gente que toma como base la raíz venezolana para hacer música comercial. La verdad es que ha sido un desastre porque son cosas inventadas, entonces mezclan, no hacen lo que se toca en la costa, en el llano. Es importante que se conozca primero cómo es y después decides qué te gusta escuchar. El Ministerio de Comunicación hizo una ley para obligar a las radios a pasar música venezolana en determinado horario, mencionando el título, el autor, el género, porque sino la pasaban a las 4 de la mañana para cumplir con la ley que obliga a las emisoras a difundir la música nacional. Pusieron el grito en el cielo. Las radios cobran por pasar las canciones, la gente no lo sabe y son las grandes trasnacionales las que lo pueden hacer, el resto no. Había radios que se promocionaban diciendo: “Acá no pasamos música venezolana”, como si fuera una virtud. El mercado ha impuesto que la misma música se escuche en todos lados porque la música resultó ser el negocio del siglo, como el petróleo y el narcotráfico. Los artistas no son artistas, sino que son productos: te diseñan en un laboratorio, te fabrican como si fueras un jabón para la ropa.
¿Qué diferencia hay entre la música tradicional y la popular?
Popular es todo lo que uno oye por ahí, pero hay otra música que es la tradicional, que respeta los géneros musicales. Está la música hecha en Venezuela, pero no es lo mismo que la música venezolana. La música venezolana es por ejemplo el joropo. Lo otro es música hecha en Venezuela. Puede ser música tradicional y popular, pero la música popular no necesariamente es la tradicional. Es importante conocer las raíces. La raíz árabe es esencial, de ahí vienen todos los instrumentos y su influencia va desde México hasta Argentina. El joropo venezolano, el pasillo ecuatoriano, la zamba, la cueca, todo tiene la misma raíz y de alguna manera se parecen. También hay una gran influencia africana.
Lo bueno y lo malo
Este es un buen momento musical latinoamericano, afirma Cecilia, hay diferentes propuestas de calidad y estar atentos a lo nuevo produce gratas sorpresas. Recomienda escuchar a los artistas venezolanos Amaranta Pérez, José Alejandro Paredes, Alejandro Delgado, a quienes considera indispensables. “En Venezuela hay una gran apertura hacia la música, el teatro, la literatura. La gente está descubriendo cosas que no sabía que existían, hay mucho interés en la lectura. Me ha pasado algo insólito: estaba en una librería, entró un policía y los que estábamos ahí comprando nos sorprendimos ¿cuándo en la vida un policía ha entrado en una librería a comprar un libro?”
¿Cómo ves la actualidad venezolana?
En Venezuela estamos en guerra total, la guerra económica es impresionante. La inflación es devastadora, estamos viviendo un pre-golpe. Hay un acaparamiento de las cosas básicas: una semana no hay desodorante, la otra no hay champú, la siguiente no hay azúcar, otra no hay pañales. Es algo perverso e inaceptable. Es un desabastecimiento programado. Hay sitios donde quedan acaparados productos, entre ellos, los medicamentos. Y hay una guerra mediática: el 83% de los medios está en manos privadas. Están jugando con la paciencia de la gente.
Cecilia se despide y camina por una avenida de Buenos Aires con espontánea parsimonia. Hoy aquí, mañana allá, pasado quién sabe. La única certeza es la sutil delicadeza que envuelve su canto y la acompaña adonde vaya.
Ligera de equipajes, amiga del azar y siempre dispuesta al regreso, va y viene con el viento de su voz.
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