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La regla ecológica: otras formas de llevar la menstruación

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A partir de sus propias experiencias crearon emprendimientos que ofrecen alternativas a las formas comerciales que producen basura no reciclable. La copa menstrual y las toallitas de diseño son dos muestras de una tendencia de consumo que crece.

La regla ecológica: otras formas de llevar la menstruación

Ultra fina, tela extra suave, centro azul, con alas, hasta 6 horas de protección, anatómico, cola less, de maternidad, con gel, nocturna, normal. Absorbe el flujo, lo aleja de tu cuerpo. Invisibles. Para usar, para descartar.

Esta son algunas de las descripciones que se leen en los envases con los que seducen a millones de mujeres, mes tras mes, para consumir toneladas de toallas higiénicas y tampones que se han instaurado como necesarios e indispensables a la hora de enfrentarse con uno de los eventos biológicos más demonizados y silenciados: la menstruación.

Una cuarta parte de la población mundial está menstruando en éste mismo instante.

Las corporaciones advirtieron este dato y crearon un gran negocio al mantener el tabú y convocando al asco y al silencio, al tiempo que se presentan en el mercado como la única alternativa para ocultarlo.

La menstruación no cambió, el mundo un poco sí.

Hay otras alternativas, que existen desde hace mucho y volvieron, renovadas, reutilizables, bonitas y se fabrican en Argentina. Dos ejemplos: la copa menstrual y las toallitas de tela. Otro más osado: convertir  la sangre menstrual en arte.

Copada

Luciana Comes y Clarisa Perullini son socias y amigas. Cada una por su lado comenzó una búsqueda hasta que se encontraron. “Ése día terminamos la charla mirándonos a los ojos y diciéndonos: las bases son lo social y la inclusión. Y es lo que no se tiene que mover sino latir, porque es el corazón del proyecto. Ahí empezamos”, cuenta Luciana sobre el día en que se conocieron en una feria en el año 2011. Fue el primer movimiento que le dio origen a Maggacup, la empresa social que fabrica la primera copa menstrual en Argentina.

Luciana tiene 39 años y el pelo enrulado. De chica tenía una pesadilla recurrente: “Iba al colegio con pollera escocesa y menstruaba sin bombacha, ¡un horror!”. Cuando le pregunto cómo fue su primera menstruación, la que la sorprendió a los 10 cuando vivía en España, acompañando en el exilio a sus padres, dice: “Era muy chica y mi mamá no supo qué decirme”.

Luciana viene del área de la comunicación y el marketing: “Llevaba 10 años viviendo en Europa, había decidido salirme del mundo de la publicidad, ya conocía la copa y la usaba. Me dije: no quiero poner en el mercado publicitario  mis herramientas y mis servicios”. ¿Por qué? “Porque hacía sufrir y sufría yo también”. Fue entonces cuando volvió a la Argentina “a buscar coherencia con mi ser y con mi hacer”. Tenía 34 años.

Clarisa tiene 33 y los ojos celestes. Es psicóloga y docente. “Profesionalmente había desarrollado un perfil ligado a lo lineal, a la productividad y al éxito”, comenta Clarisa, quien trabajó muchos años con personas en situación de vulnerabilidad y, fundamentalmente, con mujeres que tenían niños en situación de discapacidad. Historias dislocadas, personas que venían migrando de otros lugares y se desconectaban de su lugar de origen y se encontraban con un sistema de salud muy fragmentado. Algo le empezó a hacer ruido: “Estaba en un momento muy bisagra: había llegado a la cresta de la ola con 26 años, en una oenegé muy prestigiosa, trabajando para la Organización Mundial de la Salud, viajando por diferentes partes del mundo y lo que encontré fue un vacío de sentido: no había un compromiso profundo”. En ése momento se encontró con la copa menstrual: se la trajeron de Canadá. La aunó con sus experiencias de campo y la imaginó como la punta de una flecha que cambiaría la dirección de su vida. Viajó, meditó mucho y cuando volvió, renunció. “Salí de esos lugares jerárquicos de poder, ¡en bolas total! Me bajé de todo a los 28”.

Luciana y Clarisa quedaron embarazadas casi al mismo tiempo cuando decidieron parir su propia empresa. “Nos miraban y nos decían: ‘¿qué quieren hacer? ¿Vender copas? ¿Menstruales? ¡Embarazadas! ¿Un solo producto?’  Era casi como desafiar las leyes de la gravedad”, dice Luciana.

Con investigación, materias primas, permisos, marketing, comunicación institucional y ganas crearon Cíclica, que tiene su sede en un espacio físico muy luminoso en el porteño barrio de Belgrano y que alberga de forma itinerante a las siete mujeres que componen el equipo permanente, más las iniciadoras que integran la red que vende y distribuye la Maggacup.

La burocracia les impidió ser una fundación porque iban a vender un producto. Intentaron formar una cooperativa y tampoco: los trámites demoraban más que las necesidades de producción, en tiempos en que las crisis de importación expulsó a los tampones de las góndolas. Se pusieron en marcha bajo la premisa de respetar los ciclos, proponiendo otro sistema de planificación y producción, lejos de la línea de producción fordiana. Luciana: “Queríamos hacerlo de una manera sana, como menstruar”. ¿Cómo? “Tirábamos algo y si veíamos que volvía, avanzábamos: arrancamos a partir de nuestra intuición y seguimos de acuerdo a la respuesta”. El primer lote salió a la venta el 24 de agosto de 2013, fecha de nacimiento de la primera copa menstrual de manufactura nacional. Ya suman 12.000 usuarias.

Volver al origen

Micaela Sourigues tenía puesta una corona de flores que había armado con sus amigas el día de su cumpleaños número 13 cuando la encontró su primera menstruación. Recuerda a su mamá explicándole cómo se pegaba la toallita a la bombacha. Varios años después y como era habitual, mes tras mes, volvió a menstruar, pero su entorno era muy diferente. Estaba en compañía de Augusto, su compañero, en una ecoaldea en las sierras de Rocha, Uruguay. El pueblo más cercano estaba a 25 kilómetros. “Alrededor sólo habían colinas onduladas y la hermosa nada. Estando ahí vino mi luna y mi primera reacción fue preguntar quién podía traerme unas toallitas. Pero aquel día nadie iba al pueblo y me advirtieron que ahí todo se reciclaba. Me hicieron notar que estaba pidiendo que me trajeran algo que iba a transformarse, días más tarde, en basura. Fue muy gráfico: ver el principio y final de las cosas de un modo muy cercano, muy palpable”. Por recomendación de las chicas de la ecoaldea usó tela. Ella colaboraba en la huerta y cuando se tenía que cambiar, en vez de ir al baño que estaba muy lejos, bajaba al río, lavaba su toallita, la colgaba en el árbol y se ponía la que ya estaba seca.

Cuando volvió a Buenos Aires quiso mantener el hábito, pero no era fácil. Así fue que puso en práctica su formación en diseño gráfico e industrial y comenzó a darle forma a su propia línea de toallitas. “Fue todo a prueba y error. Recuerdo coser la muestra e ir al baño a probármela”.

El proyecto comenzó a tomar forma de emprendimiento cuando logró hacer un modelo funcional, “Hacíamos dupla con mi compañero. Yo cosía, él las daba vuelta y yo volvía a coser; luego empezó él también. Se cosió un par de dedos hasta que aprendió”. Así nació Recibe tu Luna, el proyecto productivo que desde el 1 de octubre del 2009 se dedica a diseñar, confeccionar y distribuir toallitas de tela reutilizables y que llevan adelante Micaela y Augusto, su socio y compañero.

Desde su taller en Liniers hicieron la primera escala en la Feria del Encuentro en Caballito, luego en el Galpón Agroecológico de Chacarita, donde recibieron mucho apoyo. Estuvieron durante dos años atendiendo de día el lugar y de noche, cosiendo. Ahora sus productos se han distribuido en Chile y Costa Rica y actualmente han llegado a Bélgica, España y la Isla de Pascua.

Números en rojo

Según el último censo poblacional del INDEC las mujeres sumamos más de 20 millones. Casi 11 millones están en edad de menstruar. Si calculamos el uso de 5 apósitos diarios por 5 días, durante 35 años de vida fértil, tenemos un resultado de alrededor de 10.500 apósitos por mujer. Lo cual multiplicado por el total de mujeres asciende a más de 125 mil millones de apósitos a usar, sólo en Argentina. Un fabuloso negocio que todos los meses nos espera en la góndola del super, sin ningún resquicio de pregunta sobre el destino final de miles de millones de tampones y toallas descartables. Toneladas de basura, toneladas de dinero que sólo sabrán las grandes corporaciones a qué océanos y a qué bancos irán a parar.

Promover la creación y venta de productos sustentables, acercarlo a muchas mujeres, enseñar a confeccionarse sus toallitas de tela y a usar la copita como una herramienta de independencia, no sólo es una alternativa para gestionar la menstruación: es una invitación a pensar todo lo que hay detrás de ella. Nos lo dice Micaela: “No es imprescindible sumar mayor activismo en la vida, sino prestar atención a qué consumís. Abrí la billetera y pensá a quién le das tu dinero”.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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