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Rubén Szuchmacher vuelve con una obra en la que busca el nivel de calidad y puesta en escena que tuvo alguna vez el teatro oficial. Cómo se logra combatir la mediocridad. ▶ LUCÍA AITA

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Todas las cosas del mundo nace de la ilusión de un reencuentro. Pasaron diez años de la última vez que Ruben Szuchmacher e Ingrid Pelicori planearon una obra juntos. La dupla es potente. Los dos tienen currículums que no entran en una sola nota. Él es un renombrado director, actor, productor y gestor cultural. También ella es  reconocida por una trayectoria actoral comprometida con la calidad. Ambos formaron y forman parte de todos los circuitos de lo teatral: comercial, oficial e independiente.

Rubén le pidió a Ingrid volver juntos a escena. Comenzaron la búsqueda de un texto que los movilizara. No aparecía. Hasta que un día el escritor Leopoldo Brizuela le mostró al director un texto de Diego Manso. A Pelicori le había llegado, por casualidad, el mismo texto de manos de la actriz  Muriel Santa Ana. Bingo: los dos coincidieron en trabajar con esa historia.

“Con esta obra le estoy dando una respuesta tanto al teatro independiente como al oficial”, dice Szuchmacher y sostiene que quiere romper con los clichés del teatro de esta época: obras cortas, sin inversión en escenografía, con falta de elaboración en el lenguaje y un mensaje que no se entiende. “El teatro se transformó en un lugar donde hacemos cosas, pero el nivel de reflexión sobre lo artístico es muy bajo. Todas las cosas del mundo, ya desde la escritura, contiene una reflexión sobre el teatro que se hace hoy, y va en contra de eso”.

¿Qué es el riesgo?

La obra habla de temas actuales pero la forma de contarlos se parece al teatro clásico. Szuchmacher sugiere que trata sobre la ilusión pero es tan vasta que se pueden percibir otros temas en ella (familia, trabajo, iglesia, maltrato a la mujer, espectáculo y dinero, entre otros). Los seis personajes son protagonistas de una gran historia con nudos, peripecias y desenlaces distintos que se entrecruzan.  Szuchmacher sostiene que buscaba una sola cosa: asumir riesgos.

¿Qué significa el riesgo en el teatro actual? Por ejemplo, hacer cuatro funciones semanales, que la sala esté comprometida con el espectáculo  y que la obra dure dos horas y diez minutos.

Szuchmacher dice que los actores del teatro independiente tienen que reflexionar sobre su propio hacer. “Cuando alguien dice que tenemos muy buenos espectáculos, nombra diez obras de una cartelera que tiene tres mil cuatrocientas. ¿Qué hace el resto?”, se pregunta, y plantea una preocupación: “El teatro independiente está en una etapa de repetición. Las obras se parecen mucho entre sí. No es la primera vez que pasa en la escena alternativa. Hay mucha obra de pequeño formato, y poco riesgo en un ámbito que debería caracterizarse por ello. Es una pena porque son espacios que deberían ser revulsivos. Deberían ser cuestionadores de la cultura del establishment. Pero sin darse cuenta se transformaron en el establishment”.

El director sugiere que para combatir esa inercia lo más importante es la formación. Pero formarse no es lo mismo que tomar cursos de teatro. Un ejemplo: “La cultura hegemónica hoy es que el actor en escena esté lánguido, desmayado, sin gestos activos. Lo que domina es la falta de energía y que los actores hablen como si nada les pasara. Entonces volverse energético y mantenerlo en el tiempo en un escenario es una posición hasta contracultural”.

“En los 70 el teatro independiente no solamente era una salida más que uno elegía entre muchas posibilidades. Había por parte del espectador un gesto militante. Se iba al teatro porque se pertenecía”, dice Szuchmacher y agrega que su teatro, el Payró, en épocas de dictadura hizo espectáculos que se llenaban hasta cinco veces por semana. “Los espectadores entendían que tenían que estar ahí. Generar ese vínculo es lo más difícil en este momento. El espectador está demasiado disperso como para entender que, en principio, tiene que adherir porque así se consolida ese arte, y se sostiene. Yo anhelo y me ilusiono, como los personajes de la obra, en que vuelva a suceder. Queremos un público inquieto que venga porque adhiere a este teatro y cree que hay que sostenerlo”.

Mirada sobre el teatro oficial: “Casi no existe. Padece una crisis que esperemos que no sea terminal. El Cervantes, por ejemplo, no puede producir nada relevante como fenómeno artístico. Y en el complejo teatral el desquicio dejado por Lombardi y Ligaluppi es tremendo. Es difícil revertir porque la programación que dejaron es muy deficiente, sin eje. El problema es que los criterios de dirección de esos teatros han sido siempre burocráticos. Espero que con Dartañán las obras finalmente se midan por el valor artístico”.

¿Cuál podría ser la función del teatro oficial? “Siempre cumplía el rol de mostrar obras que no se podían hacer en otro lugar. La puesta que hice de Enrique IV con Alfredo Alcón, por ejemplo, era polémica. Tuve peleas en el San Martín porque creían que era un espectáculo de la barbarie. Me parecía excelente esa discusión, ese choque. Era una obra que yo no hubiese podido hacer en otro lugar porque en el Teatro San Martín con su estructura, adquiría su verdadera forma. Eso es algo que está perdido. Creo que es fundamental reactivar el teatro público, y que el Gobierno de la Ciudad ponga todo el dinero que se necesita para que se pueda solucionar”.

¿Cómo influye la situación política y económica actual en el panorama del teatro? “Hoy estamos viviendo un momento muy complicado. Gestionar un espectáculo es muy difícil. Desde los costos hasta el funcionamiento. Por eso,  también es importante que las salas adhieran al hecho artístico y apuesten por él”.

Al mismo tiempo, Rubén rescata como positivo que de la crisis surja la profundización: “El país está en un desastre donde las políticas públicas son hostiles para los ciudadanos. Lo que generan básicamente es que no sepamos cuánto vale el dinero. Eso es terrible a la hora de pensar cómo hacer espectáculos. Pero si esa crisis en el ámbito independiente genera que piensen antes de hacer algo, entonces es probable que aparezca esa reflexión que es necesaria para que las cosas cambien”.

La plata al teatro

Rubén explica cómo logró, en este contexto, semejante puesta escénica: “Hice la producción y puse mucho dinero para que lo visual y la escenografía sean importantes, cercano a lo que era el teatro oficial. No soy una persona de dinero pero me otorgaron el Premio Municipal por mi trabajo y me prometí algo: mientras pueda producir recursos para mi vida cotidiana, la plata de ese premio va a volver al teatro”.

¿Y el funcionamiento  de  las políticas culturales actuales?  “Creo que el sistema de subsidios es un desastre. Ni el Instituto Nacional del Teatro ni Protreatro están dando el dinero como corresponde. El asistencialismo puede ser necesario en sectores de pobreza de la población pero es nefasto en el campo de lo artístico. Proteatro no es un plan social, no es una necesidad humana como techo y comida. Cuando les dan 5 mil pesos a muchas obras están resolviendo un problema político que es lograr tener un montón de gente callada, pero se sacan de encima la responsabilidad de la elección. Un espectáculo con esa inversión es pobre e ineficaz desde el punto de vista visual y de lenguaje. Si uno selecciona y otorga un monto mucho mayor a menos espectáculos está ayudando realmente a que el teatro mejore sus condiciones de producción”.

Un ejemplo para explicar la diferencia entre subsidio y asistencialismo: “En la Bienal de Arte Joven, que depende de la Secretaría de la Juventud y no de Cultura, otorgaron 80 mil pesos a artistas jóvenes y emergentes. Eso para un artista que empieza sí es una cifra importante. Y, por eso, en los espectáculos que salieron de la Bienal se empezó a ver algo muy distinto. Nunca el Estado va a ser productor de arte pero tiene que generar las mejores condiciones para que el arte emerja. Si lo hace de manera asistencialista lo que produce es mediocridad. Si mejoraran la modalidad de distribución de subsidios, aparecerían mejores condiciones para cada uno de esos espectáculos, eso generaría tendencias y al generarse tendencias se activa el debate. Esa es la función”.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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