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El 3J más frío

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Lavaca llevó una intervención con la foto de Nora Cortiñas que fue bandera. Las posibles razones de la no multitud. Los discursos y los hechos. La ESI y los comedores. Los derechos humanos y el feminismo. Crónica y fotos de un 3J que deja mucho para reflexionar y más para escuchar.

Por Anabella Arrascaeta. Fotos de Martina Perosa para lavaca.org

Acá estaría Nora Cortiñas hoy, junto a quienes llevan carteles con fotos de las víctimas, o junto a las que gritan que en los barrios hay hambre, o las que ponen cifras a la desigualdad. Desde el Observatorio Lucía Pérez llevamos registrados ya 133 femicidios y travesticidios este año; 2.652 desde aquel 3 de junio de 2015. La pregunta es entonces, ante este panorama de dolor al que se le suma el hambre, el desempleo, la violencia cotidiana, los precios imposibles, los sueldos imposibles y otro cúmulo de crueldades de esta época que nos toca, por qué está plaza que supo ser multitud y después marea hoy no está llena.

Foto: Martina Perosa para Lavaca

El 3J más frío

Foto: Martina Perosa para Lavaca

Las respuestas probablemente sean muchas, diversas, todas válidas, pero está claro que lo importante, lo que urge, es escucharlas. Siempre es corto mirar solo a nuestro alrededor, pero hoy mis amigas no vinieron. Algunas no podían porque están trabajando doble turno, otras ni se enteraron, como si las formas en las que solíamos convocarnos ya no funcionaran. Mariela, 43 años, de Pacheco, da sus razones: “El costo del viaje también tiene que ver… Hay mujeres que no pueden dejar de trabajar porque ese día lo pierden. Hoy estamos jodidas, en el barrio se ve mucha pobreza: me doy cuenta porque la gente no pide plata, pide comida”. En la plaza hay un escenario desde donde, ya sin sol,  con el frío implacable y la gendarmería amedrentando a las adolescentes, se leerá un discurso redactado en un espacio en el que se pronunciaron organizaciones y organizadoras. 

Foto: Martina Perosa para Lavaca

Las calles no están cortadas, hay feria y gente amontonada en las estrechas veredas de la plaza, hasta que llegan las estudiantes de escuelas secundarias y producen el primer y único desborde: son la columna más vital de esta tarde.

“Hay que seguir con la lucha de las Madres, más en estos tiempos, hay que seguirla por ellas que nos enseñaron a luchar”, dice Quimey, 15 años. Está con Sofia, de 18 y Mai, de 15. Son de la Escuela de Cerámica de CABA y forman parte de la columna de escuelas secundarias. Son muchas, pero para Mai faltan más: “Con mis compañeras es complicado porque no todas son feministas. Hace poco en una jornada de ESI que tuvimos hablé sobre feminismo y terminé teniendo una discusión porque dicen que las feministas odian a los hombres, y eso no es verdad”. ¿Cómo se desarticulan esos discursos? Contesta Quimey: “Hay que escucharlos y debatirlos,es una manera de informar y de enseñar. El debate hay que tenerlo presente siempre”.

Foto: Martina Perosa para Lavaca

El 3J más frío

Foto: Martina Perosa para Lavaca

Desde Lomas de Zamora llegó Milagros, 22 años. Le pregunto. “Hasta unos días decíamos que en momentos tremendos, si no sabíamos dónde estar teníamos que mirar dónde estaba Norita. ¿Ahora?. Milagros abraza la foto de Norita y resume: “Es complicado”. Piensa un segundo y encuentra la respuesta:  “Ahora miro a mi compañera”. Su compañera es Analia, 25 años: “Hoy tenemos más que nunca que sostener la bandera en el pecho y seguir luchando: es nuestra responsabilidad hacer que quede claro que somos el pueblo argentino y luchamos por la memoria y la justicia”. Las dos son estudiantes de Abogacía: “Tenemos la obligación de establecer la conexión entre derechos humanos y feminismos”, dicen.

Mariela, responde que ella elige “mirar a mi vieja. Nosotras tenemos madres solteras, que se laburaron todo para mantener tres hijos. Y miro también a mis compañeras”. 

Foto: Martina Perosa para Lavaca

El 3J más frío

Foto: Martina Perosa para Lavaca

Susana, Francisca y Cristina tienen 71, 77 y 73 años “y siempre en la calle”, aclaran. Abrazan la foto de Norita, que funciona como un refugio en este frío 3 de junio. ¿Qué hacemos? “Luchar como ella nos enseñó, eso tenemos que hacer: luchar y seguir en la calle”. 

La foto de Norita pasa de mano en manos. Agarrándola con las dos. Abrazada al pecho. En alto, sobre las cabezas. A la altura de la cara. Mirándola con ternura. Hace cinco días se fue Norita Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo, pero está acá, en Plaza de los dos Congresos, este 3 de junio, a nueve años del histórico 2015 en el que masivamente aullamos para que paren de matarnos. 

Foto: Martina Perosa para Lavaca

La propuesta de hacer fotos con la imagen de Norita prende rápido. Se arman grupos, hay quienes vienen en búsqueda de un cartel, hay selfies. Algunas la acarician. Les fotografes se agrupan alrededor de esta intervención que quisimos hacer para honrarla. Nos falta Norita, pero todavía tenemos su vida como faro. “Miramos donde ella estuvo, donde estaba su sonrisa, la fuerza que le ponía a cualquier momento desafiante de la Historia”, sintetiza Silvina, trabajadora estatal, rodeada de sus compañeras después de la foto colectiva. Completa: ”No hablamos solamente de su vida particular: ella tenía una mirada colectiva, una mirada puesta en el otro”. 

Mañana y todas las mañanas habrá que seguir escuchando, porque de eso se trata: de seguir.

Como Norita.

Con Norita.

Foto: Martina Perosa para Lavaca

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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños 

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El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.

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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

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Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Por Claudia Acuña

El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y  familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación:  es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.

Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.

¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.

A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.

Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.

El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.

Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.

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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

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Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez

Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.

Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.

En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.

Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.

A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.

En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.

Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.

Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?

Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.

Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.

Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.

La pregunta es: ¿por qué?

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