Sigamos en contacto

#NiUnaMás

Piden de 16 a 22 años de prisión por abuso sexual contra el ex gobernador de Tucumán José Alperovich

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

En la primera audiencia de alegatos, la fiscalía que acusa a José Alperovich reclamó 16 años y 6 meses de prisión para el ex gobernador tucumano, por abuso sexual, y la querella 22 años. En caso de una condena, ambas partes solicitaron la detención preventiva inmediata hasta que la sentencia quede firme. Tras 11 horas de exposición de las acusaciones, José Alperovich salió de Tribunales de CABA a las 21:30 con una custodia policial que debe vigilarlo hasta el veredicto. Esta medida fue implementada a pedido de ambas partes acusadoras.

El miércoles 12 de junio -día que el Senado tratará la Ley Bases, la cual el actual gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, se espera que apoye con sus senadores – alegará la defensa y podría saberse la fecha del veredicto contra el ex senador y tres veces gobernador por abuso sexual gravemente ultrajante contra su sobrina y asistente personal durante la campaña electoral de 2019 en la que Alperovich buscó un cuarto mandato al frente de la provincia de Tucumán.

El jucio se sustancia ante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°29 de CABA, presidido por Juan María Ramos Padilla, y deberá definir si el ex gobernador de Tucumán y senador José Alperovich cumplirá o no una posible pena de entre 6 y 50 años de prisión efectiva por abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante. Los detalles de la denuncia, los argumentos de la defensa, lo que plantean testigos y peritos, detrás de un caso que vuelve a poner el foco en la actitud de figuras de poder, y en la posibilidad de entrar a una nueva etapa, en la que se haga justicia.

Por Lucrecia Raimondi.


A José Jorge Alperovich, tres veces gobernador de Tucumán y ex senador nacional por esa provincia, su sobrina lo denunció ante la justicia de haberla abusado sexual y psicológicamente entre 2017 y 2018 cuando trabajó como su asistente personal, durante la campaña para postularse a un cuarto mandato para la gobernación en las elecciones de 2019. La joven y su círculo íntimo prefirió reservar su identidad para evitar la exposición que implica denunciar a alguien con tanto poder. 

En febrero de 2024 el caso llegó a juicio oral. Durante cuatro meses pasaron decenas de testigos, en audiencias extensas. El último 3 de junio, cuando se cumplieron 9 años de la masiva movilización en todo el país para denunciar la sistemática violencia machista, concluyó la etapa de producción de prueba y Alperovich prestó indagatoria. Mañana, 10 de junio, comenzará la etapa de alegatos, primero expondrán la querella y el fiscal Sandro Abraldes; por último se escucharán los argumentos de la defensa particular de Alperovich a cargo de Augusto Garrido, del estudio Cúneo Libarona, firma del actual Ministro de Justicia de la Nación.

El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°29 de CABA, presidido por Juan María Ramos Padilla, al concluir el tramo final, definirá si Alperovich cumplirá una posible pena de entre 6 y 50 años de prisión efectiva por abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante.

El abogado querellante, Pablo Rovatti, Defensor Público Coadyuvante a cargo del Programa de Asistencia y Patrocinio Jurídico a Víctimas de Delitos de la Defensoría General de la Nación, aseveró que los hechos ocurrieron tal como la joven los contó cuatro veces ante la justicia: en la denuncia, en su declaración testimonial, ante los peritos forenses y en el juicio oral. En todos los casos el relato fue coherente y contundente. “Toda la prueba que se produjo después solo vino a fortalecer y enriquecer su testimonio, desde los familiares y amigas a quienes con el tiempo les pudo ir contando el calvario que había vivido. También declaró personal de la empresa contratada para la propaganda de campaña, que contaron el machismo constante y el acoso verbal a muchas personas del equipo, como en el caso de la periodista (Carolina) Servetto de La Gaceta –acosada por Alperovich durante una entrevista. Hasta las expertas del Cuerpo Médico Forense ratificaron sus conclusiones sobre el daño psíquico compatible con la victimización sexual encontrada en la víctima”, explicó Rovatti a lavaca.


Biografía de un abuso

Piden de 16 a 22 años de prisión por abuso sexual contra el ex gobernador de Tucumán José Alperovich

El banquillo de los acusados esa vez es una silla deslizable. Alperovich frente al presidente del Tribunal, Juan María Ramos Padilla.

La joven tucumana trabajó como administrativa desde el año 2011 en el Archivo Histórico del Ministerio de Gobierno y Justicia de la provincia de Tucumán. En 2016 quiso formarse para crecer profesionalmente y estudió “Ceremonial y Protocolo”. Por esa experiencia conoció al ministro Regino Amado –alineado con el entonces gobernador Juan Manzur, opositor de José Alperovich– y la contrató como responsable del área de ceremonial y protocolo del Ministerio de Gobierno.

El 11 de octubre de 2017 la denunciante y Alperovich se cruzaron en un acto de campaña de Osvaldo Jaldo, vicegobernador de Tucumán, que ese año se postuló a diputado nacional en las elecciones legislativas y luego de ganar renunció para continuar en su cargo provincial.

Dos días después de ese encuentro, un tío de la joven y colaborador de Alperovich le envió un mensaje para consultar su situación laboral e invitarla a formar parte de la campaña a la gobernación. Ese mismo día, además del mensaje, se vieron en un acto en la localidad de Alderetes, Alperovich aprovechó la oportunidad, se acercó, la abrazó y “le reiteró la propuesta para sumarse a su equipo, destacando el cariño que le tenía a su padre y por su desempeño laboral actual en el Ministerio”. Pasadas las elecciones, en Casa de Gobierno de la provincia, la denunciante se encontró con el secretario privado del acusado, reconsideró la propuesta de meses atrás y le manifestó su interés en conocer la oferta laboral. Minutos más tarde Alperovich la citó a su casa en horas de la siesta. 

Tenía 27 años cuando se incorporó a la campaña política de su tío, primo hermano de su papá. Entre ellos tenían una relación fraternal y afectuosa desde chicos, que continuó toda su vida en un vínculo personal. Alperovich fue el testigo del segundo matrimonio de su primo y la denunciante junto a su padre acompañó el velorio del padre del ex gobernador, que buscaría en las elecciones de 2019 un cuarto mandato. Ese equipo estaba integrado por funcionarios y familiares, que a su vez son familiares de la víctima. Las múltiples casas de José Alperovich eran las bases de operaciones en las que se programaba la agenda de actividades políticas de la campaña. La primera entrevista de trabajo con el ex senador nacional fue a solas en el quincho de su casa en la calle Martín Fierro. Ese mismo día lo acompañó a un acto. 

En diciembre de 2017 el ministro de Gobierno le informa que “por cuestiones políticas” la joven no podía mantener los dos trabajos. Hizo una apuesta a su carrera y su formación en un entorno de confianza familiar: decidió continuar con Alperovich. A las pocas semanas el candidato desplaza a quien era su asistente personal y le asigna a su sobrina la totalidad de las funciones: manejar su agenda y atender su salud, coordinar reuniones, participar de eventos sociales y políticos, entre muchas otras tareas, como las finanzas de la campaña. Sus días y horarios de trabajo comenzaron a ser flexibles y más aún en un contexto de campaña electoral, que demandaba su tiempo completo.

En la elevación a juicio consta que a los pocos días ocurrió el primero de los nueve abusos sexuales que sufrió de su jefe y poderoso tío. La violencia fue perpetrada siempre en lugares seguros para Alperovich, luego de una jornada laboral, a solas o con testigos que hicieron la vista gorda al ver a la denunciante después de un ataque. Dos veces la abusó en su departamento en el Edificio Zencity de Puerto Madero, Ciudad de Buenos Aires. Dos veces lo intentó en el auto presuntamente particular del acusado, durante traslados después de actos en la provincia. En San Miguel de Tucumán, una vez más, volvió a intentar tocarla con intenciones sexuales en la casa de una tía de la víctima. La ultrajó cuatro veces en dos casas de la localidad tucumana Yerba Buena, una de su propiedad en la calle Martín Fierro, que cuenta con un decreto ejecutivo de la provincia para usarla en actos oficiales de gobierno, y en la finca de alquiler conocida por el círculo íntimo como “la casa de los Andjel”, familia socia en los negocios de Alperovich.

La violación

La denunciante, en todo momento, le pidió expresamente que no lo hiciera, le dijo que no quería ese trato con él, que no le parecía bien, que la hacía sentir mal. Pero la escena se repitió y en cada episodio creció la gravedad: en un sillón o en el auto empezaba a halagar su forma de trabajar, alardeaba sobre la supuesta protección y el éxito profesional que él le proveía, bufaba comentarios misóginos y degradantes de su cuerpo o actitud afectiva para con él, la manoseaba y le hacía notar “mirá cómo me ponés” como según Thelma Fardín le dijo Juan Dhartés, que el 10 de junio fue condenado en Brasil a 6 años de prisión por abuso sexual contra la actriz. El entonces senador nacional forzó a su sobrina y asistente a tocar sus genitales y en Tucumán, contra su voluntad, la llevó a una habitación y la violó produciéndole severas lesiones físicas y psíquicas. 

En el expediente judicial, además de las declaraciones y las pruebas de chats con el imputado y testigos que confirmaro el deterioro en el ánimo y la salud de la joven, se detallan las pericias psicológicas. La licenciada Mónica Herrán, coordinadora del Departamento de Psicología del Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional, fue terminante al ratificar que “los indicadores observados en F.L. mediante la administración de las técnicas proyectivas y en la entrevista clínico semiológica, eran propios de haber cursado situaciones de victimización en la esfera de la sexualidad, agravados por haberse desarrollado en un contexto de relación familiar, laboral y de confianza”.

En poco más de un año la joven había perdido 10 kilos de peso, se le caía el pelo, se le quebraban las uñas, le temblaban las manos y los brazos, le faltaba el apetito, no podía dormir ni concentrarse, tenía ataques de angustia y de llanto incontrolables. 

La perito de la defensa cuestionó en su informe la verosimilitud del relato de la víctima con sustento en el informe pericial del Cuerpo Médico Forense, sin haber hecho preguntas en las tres horas de entrevista que presenció durante el peritaje a la denunciante. La perito de parte de Alperovich “pudiendo haber formulado preguntas y elaborar un informe a partir de sus observaciones, efectuó una valoración posterior de una pericia, a la que por falta de rigor científico solo le caben apreciaciones plagadas de prejuicios y estereotipos”, indicó la perito oficial del Poder Judicial, Mónica Herrán, en un informe ampliatorio del año 2022, donde manifestó que “nunca se perita una pericia” porque constituye un error grave de procedimiento que podría considerarse falso testimonio. 

La Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), a cargo de Mariela Labozzetta –fiscalía que recibió la denuncia en CABA y presentó su requerimiento de elevación a juicio– rechazó el argumento de “relato inverosímil” sobre el que se sustenta la defensa de Alperovich: “No obstante, la cantidad de elementos de prueba detallados en el presente requerimiento permiten controvertir esa afirmación en torno a la falta de repercusión emocional o sustrato afectivo, como también a la carencia de solidez y coherencia. Por el contrario, su relato se mantuvo coherente, se corresponde con lo referido por los numerosos testigos que brindaron declaración y encuentra también sustento profesional y pericial a raíz de las conclusiones de los peritajes realizados y los testimonios de las profesionales de la salud que tuvieron contacto y entrevistas con F.”.

El enfrentamiento

“El vencimiento de su licencia en el Senado se celebra el mismo día del aniversario del vencimiento de mi silencio. El 24 de mayo de 2019 mi cuerpo, mi conciencia y mi entereza para enfrentarlo me sacaron de ahí para siempre”. Ese día le dijo “nunca más” y decidió renunciar a su trabajo como asistente personal Le mandó un mensaje a Alperovich y le dijo que quería hablar con él.

Fue a su casa en la calle Martín Fierro y en su declaración contó: “Al verlo, le dije que no podía más, que no seguía trabajando y al decirle que era responsable de todo lo malo que me había hecho en este tiempo yo sentía que estaba matando a mi monstruo, mientras temblaba y lloraba, vi que ni le importaba”. Alperovich le respondió: “Yo nunca te hice nada que no hayas querido”, y se retiró del lugar dejándola devastada. Meses más tarde, en noviembre, decidió acusarlo ante la justicia de CABA y de la provincia de Tucumán.

En su declaración testimonial detalló los abusos vividos y cómo afectó su vida: “Me parece importante destacar lo que nombro en mi carta abierta cuando digo que ni siquiera podía  ponerlo en palabras, para mí era una pesadilla y veía como él se movía cómodamente en los tres escenarios en los que me posicionaba, cosa que me afectó muchísimo porque yo no podía hacer como si nada en lo familiar o laboral, aunque lo laboral me liberaba de él. Me perturbaba mucho cambiar de escenario, me sentía sucia, con culpa, con vergüenza y devastada porque yo no quería vivir eso, a la vez era una presa de la intimidad que me forzaba a tener con él, lo cual grafico como una pesadilla pero de la que no me podía despertar, sólo la podía tapar porque era real. […] Cuando me fui del espacio comenzó una etapa de sincericidio, yo necesitaba contar, tenía mucha necesidad de hablar”.

El camino para sanar

A un año de enfrentarlo, con la denuncia penal en proceso, la joven escribió una carta abierta de desahogo en la que contó su pesadilla. Esa fue la única vez que se pronunció públicamente:

“Me lo negué a mí misma durante mucho tiempo porque no podía asumir el peso del miedo, del sometimiento y de la violencia sexual a la que me expuso. No podía, no quería que fuera verdad. Lo tapé, creí que iba poder. Viví, seguí adelante. Puse toda mi fuerza en el trabajo, me desafié para demostrar a través de mi desempeño profesional que era una mujer íntegra y respetable por mi labor exhaustiva, útil y sólida. Me encargué de absolutamente todo lo relativo a sus actividades diarias y a su salud. Creí experimentar la resiliencia de ese modo, creí que así podría «olvidar» y recuperar mi dignidad. Sentí culpa, vergüenza. Mucha vergüenza. Eso significó además de un trauma, una tarea con la que tenía que lidiar porque no podía dar cuenta a nadie de lo que me pasaba. Para afuera todo estaba bien, no podía ni decírmelo a mí misma. La vergüenza que estas situaciones traumáticas me hacían sentir me condenaba a un silencio pactado conmigo misma. Mi monstruo ni siquiera tenía que hacerse cargo de que me oprimía».

“No necesito que nadie me diga que José Alperovich cometió actos de abuso contra mi integridad física, sexual y psicológica para que sea cierto, yo sé que es cierto, lo viví, me pasó a mí. Elegí elevar mi caso a la Justicia, a pesar de lo difícil que es llevar a cabo una denuncia, por mi necesidad de poner las cosas en su lugar y de decirlas para liberarme de su carga. Creo que legal y socialmente es el lugar en el que le corresponde estar y ser tratado. A nivel personal, trabajo mi recuperación tanto en terapia formal como en otros espacios de ayuda. No le estoy haciendo esto a nadie, ni mucho menos soy una mujer instrumentalizada por nadie, me estoy curando a mí. Arribo una vez más al fin de todo este profundo y doloroso camino: SANAR. Celebro mis avances y continúo para despojarme de este daño que me arrolló y del cual lamentablemente fui víctima, pero con la absoluta convicción de que se puede sanar».

«Y más que sentir vergüenza por estar vivas podíamos decidir levantarnos y recuperarnos lo mejor posible (…) ya no se trataba de negar o de morir, se trataba de vivir con», leí en un libro –Teoría King Kong de Virginie Despentes–. Honrar nuestros dolores nos enseña a suprimir la vergüenza, el miedo o la pura ignorancia de cómo enfrentarlos; a tomar la responsabilidad de mi herida y de mi bienestar. No siempre superamos los traumas, pero cuando los honramos reconociendo que existen, dejamos de ser consumidos por ellos. Hoy valoro la capacidad de reponerme de esta situación no siendo más condescendiente con el trauma: vivo y siento, como, duermo, me río, me ocupo y estoy presente, me capacito, me divierto, trabajo, me cuido, me rodeo de amor, me elijo”.

El acusado

En sus manos gruesas sostenía un dije amarillo con letras borrosas en hebreo, desgastadas de tanto apretarlo y frotarlo. “Es del Rebe, me da fuerzas. Su palabra es muy importante para mí. Es el rabino que Milei visitó su tumba en Nueva York –Menachem Mendel Schneerson, conocido como rebe de Lubavitch, líder religioso del hasidismo–. Sabés  que soy judío, ¿no?”, arremete con la mirada fija a los ojos y una sonrisa fría, ensayada para esas ocasiones con la prensa, al cruzarse en el juzgado con lavaca, antes de los alegatos.

Encantador y con fe, José Alperovich se había sentado ante un tribunal de justicia primero el 3 de junio –fecha emblema de la lucha feminista contra los femicidios y la violencia machista– en  la última audiencia de testimoniales del juicio oral en su contra. Podría haberse llamado a silencio pero decidió defenderse sin perder el temple de una persona con mucho poder. Aferrado a su amuleto reconoció haberse preparado para enfrentar al juez y comenzó su declaración con una teoría: «Este es un juicio armado con un móvil económico y político, yo no abusé de F. Me cambió la vida que por todos lados me digan Alperovich violador. Soy un hombre muerto en vida».

Su abogado defensor le preguntó aquel 3 de junio por cada uno de los días que la denunciante relató las nueve agresiones sexuales que lo tienen sentado en el banquillo de los acusados. En todas sus respuestas reforzó la idea del sin sentido y la inverosimilitud, que será el argumento fuerte de su defensa: “Es incomprensible para mí esta acusación, ¿por qué volvería si había sido abusada? No tiene sentido. Un día soy abusador y otro día no, ¿Cómo es? Ella quiere instalar que yo quiero prostituir a las secretarias. Si me hubiera pedido un favor yo se lo hubiera dado. Pero estos son títulos de una causa armada para que durante cinco años la prensa me diga violín”. En uno de los abusos que denuncia la joven, Alperovich le expresó que “era un violinista famoso –André Rieu -por su habilidad para mover los dedos”, según consta en el expediente judicial. 

“Me tengo que defender y demostrar cosas que no he hecho” dijo el ex senador nacional por Tucumán ante el tribunal, y desde su perspectiva, la responsabilidad parece caer sobre la denunciante: por qué siguió trabajando, por qué volvió a quedarse en el departamento de Puerto Madero, por qué estuvo cerca suyo si la había abusado. Cuestionó cómo empezó a trabajar con él: según Alperovich ella buscó a su hija Sara. Cuestionó el vínculo familiar: dijo que la conoció en 2017, no antes, y que no sabía que eran familiares. Cuestionó la relación de poder: “En la primera reunión le conté mi rutina y le dije que hice crecer a muchas personas en la política, pero va a depender de vos”, declaró ante Ramos Padilla.

“Alperovich se rodeaba de personal de seguridad, asesores y asistentes a quienes también degradaba y nadie se animaba a cuestionar su trato inapropiado”, explicó la querella. Tanto en la elevación a juicio como en las declaraciones testimoniales ante el TOC Nº29 constan relatos de personas que se sintieron incómodas y presenciaron tratos misóginos, comentarios fuera de lugar, chistes sexistas y actitudes degradantes para con las mujeres que trabajaban en su equipo. La naturalización y complicidad ante una figura de tanto poder llevó a que tres testigos de parte de Alperovich fueran acusados durante el juicio por falso testimonio: Manuel Frías, cocinero personal; Víctor Hugo Decataldo, empresario de transporte y pareja de Sara Alperovich, hija del acusado; David Cayeta, ex policía, custodio y chofer de Alperovich. Todos negaron ante el Tribunal haber visto o sabido del padecimiento de la denunciante.

Sin embargo, constan pruebas de conversaciones por chat en las que intercambian sobre el malestar de la joven o reconocen que la vieron minutos después de que sufriera un episodio de abuso.

Asimetría de poder

“José Jorge Alperovich sacó provecho de ese contexto de confianza, afecto familiar, dependencia laboral y asimetría de poder para perpetrar los hechos de abuso sexual que se le endilgan”, sostiene la querella. “Durante la indagatoria el acusado ha negado todo, como era esperable. Y ha querido atacar la credibilidad de la víctima sobre la base de la idea de que todas las víctimas deben comportarse según un modelo único, Deben gritar y resistirse con uñas y dientes a la violación, debe denunciar de inmediato, etc. Estos estereotipos, que distorsionan la averiguación de la verdad y dañan terriblemente a las víctimas, están ya desterrados de nuestras prácticas judiciales y de nuestra manera de pensar. Sabemos que las cosas no funcionan así, sabemos que hay asimetrías de poder, que las víctimas de abuso muchas veces no saben cómo actuar, tienen miedo, se culpabilizan, que el comportamiento de las personas no se puede reducir a un patrón idéntico para todas. Y esto lo explicaron con mucha solvencia las mujeres profesionales del Cuerpo Médico Forense, cuyo trabajo imparcial y dedicado merece ser reconocido”, explicó el abogado querellante Pablo Rovatti a lavaca y aseveró: “Tenemos confianza en el trabajo de la justicia”.

Este lunes la querella pidió 22 años de prisión para el acusado.



 



#NiUnaMás

La tesis del gran bonete

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

¿Cómo informar sobre femicidios? ¿Quién sabe cómo hacerlo? Una polémica tesis promocionada por Rita Segato desliza la responsabilidad del Estado a los medios, en momentos en los que el gobierno pretende derogar la figura legal de femicidio. Las falacias y generalizaciones que construyen una orden de silencio. 

Por Claudia Acuña

Las periodistas somos responsables de los femicidios. Mientras tipeo esta frase me invade un sentimiento que solo explica el clásico «no sé si reírme o llorar”.  Desde que la escuché pòr primera vez en el año 2020, de boca del entonces gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, hasta ahora, que la repite una integrante del movimiento transfeminista del Valle de Punilla, en Córdoba, han pasado varios años, pero aquella primera vez y esta última tienen un contexto en común: esas provincias habían sufrido en poco tiempo una serie de femicidios que sembraron protestas sociales importantes. En el caso de Jujuy, estaban todas sus rutas cortadas con adolescentes que sostenían cartulinas escritas a mano exigiendo justicia, mientras las fuerzas de seguridad disparaban gases para dispersarlas. En esta ocasión, en Punilla la movilización también fue masiva.

Lo que cambió, y no es poco, es otro contexto: en estos momentos el Estado argentino intenta imponer la derogación de la figura jurídica de femicidio.

Otro cambio: el ex gobernador Morales, por entonces interesado en que no se difundan las protestas –que por cierto fueron las primeras que azotaron su gobierno– citó a Rita Segato como autora de la tesis que responsabiliza a los medios de comunicación de sembrar femicidios, ya que al informar sobre ellos los contagiaba. En plena pandemia de coronavirus esa palabra significaba meter el dedo en una herida social. Investigué entonces de qué galera había sacado Morales ese argumento: había escuchado a Segato en una capacitación que la académica le dio a su gabinete, por zoom y en el marco de un programa financiado por ONU Mujeres. Cuatro años después ya tenemos un libro que lo justifica, con prólogo de Segato y suscripto por su alumna, la brasileña Daniela Gontijo. Tuve la oportunidad de conocerla en La Paz, Bolivia, cuando intenté conversar con ella sobre su tesis. Le pregunté si sabía que la Organización Mundial de la Salud había comunicado su autocrítica por solicitar a los medios que no informen sobre suicidios, un argumento que en su tesis es basal para extenderlo a los femicidios. Sigo esperando su respuesta.

La principal diferencia, sin embargo, es que ahora esa frase es repetida por una comunicadora y activista que ha participado de la organización de la protesta en el Valle de Punilla. Está preocupada, angustiada diría, por su rol. Y lo que es peor, insegura. Es ella, entonces, quien motiva esta nota, que escribo con hartazgo.

Las raíces de la información

¿Cómo se informa “bien” un femicidio? ¿De eso se trata este debate? No. Y por varios motivos. El primero es el primero: el término femicidio tiene una larga y dolorosa historia política y social. Resumo: la palabra encuentra sus orígenes en la expresión feminicide, “desarrollada inicialmente en el área de los estudios de género y la sociología por Diana Rusell y Jane Caputi a principios de la década de los 90 (…) concepto que surge con una intención política: desvelar el sustrato sexista o misógino de estos crímenes que permanece oculto cuando se hace referencia a ellos a través de palabras neutras como homicidio o asesinato” (Toledo 2009: pp23-24).

Tal como advirtió la antropóloga Marcela Lagarde al aplicarlo a la situación desesperada de Ciudad de Juárez, México, “femicidio no es solo una palabra: es toda una teoría”. ¿Qué teoría sostiene la palabra femicidio? La responsabilidad del Estado en estos crímenes. Explica Lagarde: “Son crímenes que no responden a una problemática derivada de la mal llamada violencia doméstica o intrafamiliar, sino que es parte de una problemática mucho más grave y compleja. La conexión entre el género y la clase social en los femicidios de Ciudad Juárez es clara: sus torturadores y asesinos actuaban porque querían y porque podían hacerlo, amparados por unas estructuras sociales y gubernamentales que propiciaban la impunidad de sus actos.” Esto decimos cuando decimos “femicidio”: lo sistémico de lo biográfico.

Esta concepción teórica y política aplicada a Ciudad de Juárez tuvo su consecuencia jurídica cuando el Estado de México fue condenado por la Corte Interamericana con el fallo conocido como Campo Algodonero. De ahí derivan todas y cada una de las herramientas legales que cada país latinoamericano fue obligado a adoptar para prevenir, erradicar y hacer justicia por la violencia que sufrimos mujeres, travestis, trans y diversidades sexuales.

¿Cómo señalar entonces en cada femicidio la responsabilidad estatal que lo propicia? De eso se trata este debate. La respuesta, digámoslo rápido y fácil, es el territorio.

Como marco teórico a esta territorialización de la información sobre la violencia femicida propongo leer Capitalismo Gore, de Sayak Valencia, escritora, filósofa y artista performática mexicana. Es su tesis doctoral de la Universidad Complutense de Madrid y, por eso mismo, es interesante conocer su origen porque leída hoy resuena como una respuesta contundente a esta otra tesis: “Originalmente la iba a hacer sobre epistemología feminista. Para mí era muy importante revisar cómo se producen ciertos grados de verdad o ciertas ficciones políticas que encumbran el conocimiento como algo que parece incuestionable si está mediado por el sello cientificista”. En eso estaba, entonces, cuando en un alto en sus estudios viajó a visitar a su familia a su Tijuana natal y en el camino que la llevaba del aeropuerto a su casa vio desde el auto y a la vera de la autopista un cadáver descuartizado. Así decidió cambiar el tema de su tesis y así nació un término –Capitalimo Gore– para  denominar aquello que la había sacudido: “el capitalismo gore sería la forma material de explotación que va atravesada de colonialismo, machismo, sexismo, crimen organizado, y corrupción”, sintetiza en una entrevista que le realizaron diez años después de la primera publicación.

Dirá también en esa entrevista Sayak Valencia: “El pensamiento es siempre contextual y si tratamos de hacer universalizaciones tajantes de ese pensamiento ya estaremos cayendo en una tentación solipsista, al considerar que tenemos las verdades absolutas sobre fenómenos que no serían explicables de manera sencilla en primera instancia. La necropolítica, la biopolítica y el uso de la violencia se dan de manera contextual porque su intensidad depende de los países, las condiciones económicas, lo gubernamental, lo social, lo cultural, en suma, dependiendo de la regionalización del mundo. No es igual de explícita la violencia racista contra ciertas poblaciones en territorios indígenas en México y la violencia racista que se da en Estados Unidos contra la población afro, que otro tipo de violencias como el negar servicios de salud a las poblaciones trans o a crear condiciones hostiles que provocan violencia y que terminan en una especie de necroadministración, o como dice Ariadna Estévez, en una administración del sufrimiento para que ciertas poblaciones sean dejadas de lado y mueran en ese apartamiento de lo social”. Esta última frase resuena especialmente en la actualidad y en la lucha de cada miércoles de las y los jubilados.

Reitera Sayak: “Creo que hay que seguir pensando lo biopolítico y lo necropolítico de manera contextual”.

¿Cuál es entonces el contexto en el que debemos fijar la atención ante cada femicidio y, mucho más, ante su reiteración producida en pocos días? El territorio. En el Jujuy gobernado por Gerardo Morales, en el Valle de Punilla azotado por la sistemática impunidad de los femicidios que allí se padecen, en las tramas de complicidad policial y judicial que han sembrado el terreno propicio para que la mimesis suceda, una y otra vez, sin sanción, ni contención ni reparación, que es finalmente aquello que expresa el grito de justicia que sin descanso nos hace oír el movimiento transfeminista organizado que también habita esas tierras, porque ya sabemos: donde hay criminalidad organizada en este país también hay resistencia.

En estos contextos, las órdenes de silencio no solo son peligrosas: suenan cómplices.

Emitirlas en nombre del saber es, además, perverso.

¿Quién sabe y quién no sabe informar sobre la violencia femicida? ¿De eso se trata este debate? No. Lo que tenemos que discutir es quién tiene autoridad sobre el saber. Y el saber es saber hacer resistencia a estas violencias.

¿Cuáles son las fuentes de información adecuadas, especialmente en tiempos en los que el poder se vuelve opaco e inaccesible? La narcocriminalidad ha impuesto esa barrera a la verdad del poder. Su privilegiada posición de economía “en negro” e “informal” ni siquiera nos permite conocer las cifras con las que maneja el mundo, en general, desde cada territorio en particular, pero sí alcanza para reconocer que aquello que llamamos ultraderecha tiene entre sus patrocinadores estos oscuros capitales que la promueven. ¿Hay entonces una relación entre la motosierra que destroza los pocos programas de contención de víctimas de violencia, la iniciativa de la administración Milei de erradicar la figura jurídica de femicidio y la manifiesta violencia misógina de la narcocriminalidad? Es pregunta.

También sabemos que eso que llamamos Academia, aquí en Latinoamérica, no ha producido investigaciones, estudios y publicaciones que relacionen la violencia femicida con el crecimiento de la narcocriminalidad, que en los territorios siempre tiene la forma de narcomenudeo porque esa es la lógica de gestión del negocio. Sí ha producido, y lo sigue haciendo, mucho análisis sobre los medios de comunicación que, en tiempos de redes virtuales, agigantan el rol de los formatos clásicos, en una operación que produce una restauración por repetición de marcos desactualizados –descontextualizando alcances de tiradas y audiencias, por ejemplo– y, a la vez, deslizan el eje del debate central: del Estado hacia los medios.

Ante cada femicidio hablemos del Estado. Narremos por ejemplo, el marco social-económico que afectó a víctimas y victimarios, nombremos los crímenes impunes sucedidos en ese territorio, los antecedentes de los fiscales encargados de investigar esos femicidios, los servicios y programas desmantelados en esa zona para prevenir y contener violencias, los funcionarios denunciados por violencia sexual, la cantidad de denuncias realizadas y cómo fueron atendidas, etcs y etcs.

Hablemos incluso de aquello que la política etiqueta como “inseguridad”, palabra detrás de la cual se esconden las tramas de complicidad policial-judicial (eso es el Estado) que alientan y sostienen las violencias.

Luego, si nos sobra tiempo, charlamos sobre el rol de los medios en la producción y reproducción de los femicidios.

Recién entonces, diré lo que puedo aportar al respecto, tras más de treinta años de informar, investigar y reflexionar sobre el tema y compilar información sobre casi 6.000 femicidios producidos en este país:

  1. Cuando era editora del principal diario de la Argentina recibí la recomendación de la Organización Mundial de la Salud sobre el peligro de informar sobre casos de suicidios, ya que provocaban contagio: resumo así la larga instrucción que señalaba ese peligro. En aquel momento el director del diario era Roberto Guareschi y encontré en él un aliado para imponer esa orden de silencio. Me pareció adecuada. Creí ser responsable de aplicarla y controlar que se lleve adelante, no solo en ese diario: enseñé a mis estudiantes a no informar. Cuando veinte años después leí la autocrítica de la OMS, admitiendo el contundente fracaso de esa restricción, aprendí la lección: en el periodismo el silencio nunca es opción. Tampoco lo es para una víctima de violencia.
  2. Cuando vi la tapa de un diario de México con la foto a toda página de una mujer colgada de un árbol, con la cabeza encapuchada, desnuda y con la leche maternal emanando todavía de su cuerpo destrozado comprendí aquello que escribió Sayek Valencia sobre la espectacularidad de la violencia: los medios completaban el trabajo de los sicarios. Ellos mataban a una mujer, los medios amenazaban a todo el resto. Estamos en Argentina, muy lejos de esa horrorosa maquinaria mediática de reproducción de la violencia. Estamos, además, en un oficio de periodistas profesionales, organizadas, formadas, muchas de ellas orgullosamente feministas y en gran parte, abrazadas a los movimientos sociales que las sostienen más que los medios donde trabajan en condiciones precarizadas, injustas, brutales. Ellas no lo son. Y es todo un esfuerzo no dejarse impregnar por la decadencia de la producción de noticias que hoy padecemos.
  3. Por último, hago mía las palabras de Helen Álvarez, la periodista boliviana integrante de Mujeres Creando, cuando en una mesa de debate con la autora de la Tesis del Gran Bonete, refutó: “No pienso dedicar un minuto de mi vida a discutir cómo mejorar medios comerciales, porque puede que logres que se escriba allí sobre un femicidio tal como pretendes que está bien, pero cuando das vuelta la página te vas a encontrar con un reportaje al jugador de fútbol que hizo el gol de la semana, sin mencionar que fue acusado de violación la anterior, y en la sección Economía, la noticia del ministro anunciando recortes de los programas sociales”. Como siempre, hay que contextualizar la frase: Helen fue la editora de la sección Economía del principal diario de Bolivia y es la mamá de Andrea, víctima de femicidio. Helen sabe.
  4. Por último, una noticia que nos da una pista sobre por dónde ir: en qué anda Sayek Valencia ahora. “Actualmente me encuentro investigando algo que denomino política post mortem, que son los agenciamientos prácticos que vienen de las personas que han sobrevivido a acontecimientos traumáticos y violentos. Es decir, son las prácticas, agenciamientos y acciones puestas en marcha por personas que han sufrido el asesinato, el femicidio o la desaparición de alguien que aman y que a partir de ese acontecimiento violento se han organizado para exigir justicia. Política post mortem sería esta forma de agenciamiento político que viene después de la masacre, después del trauma, después de la muerte de un ser querido, y que sigue luchando por esos muertos a través de las resistencias, de las búsquedas y de la dignificación del reclamo de justicia social”.
Seguir leyendo

Nota

57 femicidios en el año, infancias huérfanas cada dos días: Informe mensual del Observatorio Lucía Pérez

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Según datos del Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez, hubo 26 femicidios durante febrero, contabilizando un total de 57 en los dos primeros meses del año. Estos crímenes dejan, a la vez, un saldo de 35 infancias huérfanas. Si bien existe una ley que obliga al Estado a brindarles una protección integral económica, de acompañamiento y de acceso a la salud, desde que asumió la actual gestión no se otorgó ninguna: la Ley Brisa no se cumple. Los otros indicadores de la violencia patriarcal de este 2025: 43 intentos de femicidio, 15 desaparecidas, 595 funcionarios denunciados.

El cuerpo de Carolina Ríos, 43 años, fue encontrado por una de sus diez hijas. Maite y Carolina, las mayores, le pidieron luego a la prensa que difundiera este mensaje : “Necesitamos ayuda para poder criar, vestir y mandar a nuestros hermanitos a la escuela. Hoy estamos destruidas, y hacemos todo lo posible para seguir adelante y no quebrarnos ante nuestros hermanos menores». 

Tres días antes asesinaban a Ailén Oggero, de 32 años, delante de sus hijos de 11  y 4 años. El mayor fue quien avisó del crimen a los vecinos. 

A Otilia Cubilla Jara, de 65 años, también la encontró asesinada su propio hijo. 

Estos son solo tres de los 26 femicidios y travesticidios que ocurrieron durante febrero. 

Una síntesis de la violencia que marca los dos primeros meses del año:

Toda la información sobre cada uno de estos casos está disponible en la web del Observatorio Lucía Pérez, el primero y único autogestionado y público.

Una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por nuestra cooperativa. 

www.observatorioluciaperez.org

Seguir leyendo

#NiUnaMás

Arte contra la impunidad femicida

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

«Hoy, en el día del cumpleaños de nuestra hija, nos enteramos por los medios de una nueva injusticia. Es otra violencia institucional más que sufre nuestra familia y el tercer fallo que pretenden imponer a un mismo crimen: el femicidio. Hoy inauguramos El cuarto de Lucía, arte contra la violencia femicida. Durante mucho tiempo estuvimos preparando este momento. Queremos invitarlos a que nos acompañen. El camino de conseguir justicia es demasiado largo. Gracias por estar. Familia de Lucía Pérez».

Con ese comunicado Marta Montero y Guillermo Pérez, los padres de Lucía, respondieron desde Mar del Plata al fallo del Tribunal de Casación Penal que, el día en el que Lucia cumpliría 25 años, dieron a conocer (sin informar a la familia ni a sus abogados) su decisión de revocar el fallo por femicidio contra Matías Farias, dejándolo solo en el marco del abuso sexual.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

«Es el Estado narco cubriéndose» dijo Guillermo Pérez a lavaca. La referencia: los imputados son probadamente narcos que vendían droga a menores en la puerta de la escuela a la que concurría Lucía. Pero al anular el delito de femicidio, la pena de perpetua se reduce de manera drástica. Todo esto, debería pasar por la decisión final de la Corte provincial.

«Es una provocación para afectar a la familia, el día del cumpleaños de su hija» sostuvo Gustavo Melmann, el padre de otra joven asesinada, Natalia, hace 24 años.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Sobreponiéndose a la sorpresa, la familia inauguró en Mar del Plata El Cuarto de Lucía, visitado por cientos de personas que quisieron conocerlo, interiorizándose con la situación general de violencia contra las mujeres. «No nos van a hacer callar» dijo Marta.

Así, la noche del viernes se llenó de arte para reencontrar lo que Marta llamo «luz»: capacidad para recordar a Lucía y a miles de mujeres asesinadas, y seguir transitando todos los caminos contra la impunidad. Participaron 20 grupos de música y danza.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Marta diálogó con lavaca.

–¿Por qué se inaugura hoy la Casa de Lucía?
–Porque hoy es el día que nació hace 25 años; a esta hora estaba con contracciones; ella nació a las 20. Fue tan lindo como padres; teníamos a Matías y tener una hija fue re lindo. Por eso hoy estamos festejando la luz, que es ella; la luz en la cual está ella. El festejo de hoy es la luz de Lucía.
Presentamos el cuarto de Lucía, donde vamos a trabajar desde todos los sentidos; todo lo que nos atraviesa como mujeres, como madres, como víctimas. El cuarto va a estar para eso. Se ha transformado en una obra de arte en donde trabajamos, hacemos los informes, donde ponemos el foco en lo mal que hace las cosas la Justicia.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

–Hoy recibieron justamente una noticia de la Justicia con una nueva medida de impunidad.
–Sí, como ya estamos acostumbrados, y es triste decir eso porque después de 8 años deberíamos tener una condena como corresponde, y no seguir luchando de esta manera.Se le pierde el respeto totalmente a la vida del ser humano que se ha ido y a las familias que quedamos. Pero seguiremos trabajando y no bajaremos los brazos. Hoy más que nunca este lugar debe ser de abrazo de amor, de contención por todo esto que nos pasa también.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

–¿Por qué creen que recibieron la noticia hoy?
–Porque la Justicia es perversa. Es tan grande la perversión que tienen, que también eligen con quién hacerlo. Porque también hay que acallar a estas víctimas, pero estas víctimas no se van a callar jamás. Jamás. Entonces, estoy segura que lo hacen para destruirnos, pero lejos de eso, estamos cada vez con más fortaleza, con más lucha y ayudándonos entre todos.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Guillermo Pérez agregó:

“En estos momentos tan crueles que estamos pasando no hay que dejar de hacer cosas humanas. Tenemos que hablar de las cosas que podemos hacer juntos”.

Marta: «Hay una industria judicial, donde te siguen haciendo ir para atrás, mientras la gente como nosotros tiene que seguir trabajando y pagando abogados, buscando justicia y que no haya impunidad. Por eso también es algo perverso lo que nos siguen haciendo».

El Cuarto de Lucía podrá ser visitado como parte de la actividad marplatense de la Campaña Somos Lucía, que incluye entre otras cosas, cursos, talleres, encuentros, y seminarios de capacitación a personal judicial.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Arte contra la impunidad femicida

Fotos: Florencia Ferioli para lavaca.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente.