CABA
100% móvil: Cómo mover al barrio
Néstor Saracho, usuario de silla de ruedas, motorizó una juntada de firmas para mejorar la movilidad del barrio Villa Corina. Pero esa fue la excusa: la historia que sigue habla de cómo recomponer el tejido social, salir del aislamiento, organizarse, y no esperar soluciones mágicas. LUIS ZARRANZ
Es sábado a la mañana y en Villa Corina, Avellaneda, quien mira al cielo puede predecir el futuro: se viene la lluvia.
Pero acá, abajo, el barrio se mueve ajeno a la amenaza climática, como restándole importancia. Un hombre de mediana edad, con varias canas desparramadas entre el manto negro de su pelo intenta domar una hidrolavadora con la que pretende limpiar el moho que se acumula sobre una pared de una de las torres que definen la identidad del barrio. Una señora más grande, petisa y gruesa, lo carga por la falta de puntería. Dos pibes, sentados sobre un breve pilar, charlan entre ellos mientras escuchan música de un celular. Un nene anda en bici, dando vueltas sin rumbo. Un señor camina lento como un caracol.
En su dinámica cotidiana, Corina es como cualquier barrio un sábado a la mañana, en el que parece que no pasa nada y está pasando de todo. Y ahí, “bajo el árbol que está junto a la torre 80”, como dice en la convocatoria que distribuyó entre amigxs y vecinxs, Néstor Saracho está junto a una mesita que tiene un cartel de letras blancas sobre fondo negro que dice “Juntamos firmas”. Cerquita, otro anuncio –letras negras en un afiche verde– resume todo: “Entre todxs podemos lograr cosas juntxs”.
Así, como si no estuviera pasando nada cuando está pasando de todo, este emprendedor crónico de proyectos sociales y comunitarios, está pariendo uno nuevo. Está naciendo –un sábado a la mañana en el que el cielo anuncia el diluvio sobre Villa Corina– el “Pensamiento del espacio, la movilidad y el desplazamiento”. Es decir: un nuevo barrio.
Breve Saracho Ilustrado
Definir a Néstor es recortar sus múltiples facetas. Se puede decir que es cineasta, fotógrafo, periodista, editor de libros, fundador de cooperativas, tallerista, experto en fábricas recuperadas, asambleísta y ni siquiera así estaríamos cerca de definirlo. Es mucho más que todo eso.
El 3 marzo de 2018, un año atrás, fue atropellado por un conductor alcoholizado en una calle sin veredas ni luces de Bernal, Quilmes, cuando regresaba –con compañerxs, familiares y amigxs, entre ellos su hijo, su mamá y una amiga suya, Gladys Romano– de una de las caminatas que la Asamblea No a la entrega de la Costa Quilmes-Avellaneda organiza en las noches de luna llena en la reserva natural de Bernal, para defenderla de los proyectos inmobiliarios que amenazan su ecosistema. El no-accidente terminó con la vida de Gladys e implicó que Néstor perdiera una pierna y estuviera internado medio año, lapso en el que se enfrentó a diversas operaciones.
Pero un día, seis meses y un día después para ser exactos, recibió el alta médica y volvió a su casa en la torre 80 de Villa Corina donde, ahora, está sentado en su silla de ruedas, bajo el árbol que acompaña al edificio, poniendo el cuerpo, una vez más, para juntar firmas entre lxs vecinxs, con el objetivo de que el municipio de Avellaneda coloque rampas y accesos y mejore algunas calles y veredas del barrio: una necesidad, no solo de las personas con movilidad reducida o para quienes se mueven con cochecitos. “Las firmas son una excusa”, dice Néstor mientras sorbe un mate. “Hoy son las rampas, mañana serán otras cosas”, completará en un rato cuando uno de los vecinos se acerque a firmar las planillas. En la vida urgente de Saracho siempre hay un mañana, siempre y cuando sea para hacer cosas.
Tejer comunidad
«Siento que hasta que no tuve que ser usuario de sillas de ruedas no me había puesto a pensar en los eventuales problemas que hay para desplazarse por un barrio o una ciudad. Ese fue el disparador, al que se suman las ganas intactas de hacer cosas que tengo todo el tiempo”.
La necesidad y las ganas son dos palabras que, cuando están juntas como las pronuncia Néstor, se transforman en un motor y en un recurso para la transformación. Con esa lógica, describe el proceso: “Nos organizamos con algunos amigxs del barrio y empezamos a proponer en las redes sociales y en la página del barrio la idea de que pudiera haber rampas para sillas de ruedas o para cochecitos de bebé y, a su vez, arreglar algunos lugares en los que caminar está dificultoso porque los suelos están movidos o los adoquines corridos por el crecimiento de las raíces de los árboles”.
Sigue: “La idea es llevar las firmas a la Secretaría de Obras Públicas de la Municipalidad de Avellaneda. Hay mucho interés en participar. Hay ganas de hacer cosas y falta reconstruir mucho el lazo social, así que esto es una excusa para encontrarse con el vecino, hablar y decir que si empezamos a pensar cosas juntxs, puede ser el puntapié para otras más”.
¿Por qué hace falta reconstruir el lazo social?
Por muchas cosas. Si te fijás, tiramos la basura por la ventana. O ponemos la música fuerte cuando hay un bebé recién nacido al lado.
En esos “detalles”, Saracho percibe la ruptura del tejido social del barrio: en las acciones cotidianas, en las pequeñas decisiones que estiran el mundo de lo individual por encima del vínculo comunitario. Es por eso que entendió que no había que hacer un acto proselitista sobre el respeto al vecino, ni gritar las virtudes de ser un buen vecino, sino que debía promover un hecho que sucediera como si no estuviese pasando nada cuando, en realidad, está pasando de todo.
De Corina al mundo
Villa Corina es un complejo habitacional surgido a finales de los setenta, cuya principal fisonomía urbana está dada por “torres” (edificios de diez pisos) y “tiras” (3 pisos) que componen su identidad. En total son 88 edificios: 1.690 viviendas, a las que hay que añadirles algunas zonas aledañas que completan el barrio. En su dinámica cotidiana, alcanzan unos minutos para ver cómo, sin prisa pero sin pausa, los vecinos empiezan a acercarse a firmar, después de que Saracho y sus amigxs hubieran difundido la convocatoria esparcida por el mejor medio de comunicación de un barrio: el boca en boca.
La firma es la excusa que pone al barrio en movimiento. “Entre la torre 13 y 14 no entran las ambulancias”, dice uno de los vecinos mientras completa la planilla. Eduardo, que vive en Corina desde hace cuarenta años, llega en bicicleta, entusiasmado y urgido por firmar antes de que la lluvia despliegue su función: “Me parece una muy buena iniciativa porque es un servicio para toda la comunidad”. Susana: “Firmo y recontra firmo porque lo necesitamos y porque, juntos, los vecinos podemos mejorar el barrio”.
En media hora, la primera planilla queda completa. En dos horas, hay casi tres planillas completas: el hombre de la hidrolavadora, la señora que lo carga por la puntería, los pibes que se acercan con el celular tirando cumbias, el nene que deja la bici por unos minutos, el señor que camina lento, una señora que baja con andador, la chica que sale a pasear el perro… Cada uno, además, sugiere ideas: mejorar las plazas, rellenar los lugares que se inundan, el problema de la basura, los desagües, etcétera. Es un noticiero de reclamos barriales y soluciones posibles.
Néstor no es, entonces, un nombre propio, sino una definición colectiva que incluye cada una de sus propuestas anteriores, algunas de las que fueron motorizadas en el barrio, como la Asociación Civil Vecinos de Villa Corina Por un Futuro Mejor; o el Festival Conurdocs, que tendrá su tercera edición en Corina del 15 al 17 de marzo.
Unas horas después, cuando la lluvia ya caiga sin pausa y Corina se prepare para la siesta y para el clásico de Avellaneda que paralizará la ciudad, Néstor, que también necesita descansar para tolerar los dolores que aún soporta tras las operaciones, sonríe levemente: “Con dos jornadas más, ya llevamos las planillas a la Municipalidad”. Con ojos entusiasmados, agrega: “Está todo por hacerse”, poniéndole especial énfasis a la palabra “todo”. Tal vez no esté todo por hacerse porque allí donde pareciese que no pasa nada, ya está pasando de todo.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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