CABA
24 de marzo: el día en que el mundo es un pañuelo
Una multitud desbordó Plaza de Mayo para reafirmar Nunca Más y convertir en histórica una marcha donde los protagonistas fueron las niñas y niños que sus padres llevaron a upa, a babucha y de la mano, con carteles, pañuelos y una decisión: enseñarles así qué es la democracia.
Elena lleva su pañuelo blanco en la cabeza, como siempre. Pero Elena no es una sub-100 o sub-90, como las Madres y Abuelas. Tiene 5 años, y su pañuelo exhibe cuatro flores bordadas, una por cada 24 de marzo que ha marchado a Plaza de Mayo. Francisco, el padre treintañero, la lleva sobre los hombros y dice: “Estar aquí es parte de la educación de la nena”. Nos rodea una multitud, el estruendo de bombos y altoparlantes, el aroma a hamburguesas. Elena sonríe, saluda a la gente. Francisco agrega algo que nunca escuché en años de venir a la Plaza, no sé cuántos (eso pasa por no tener pañuelos con flores bordadas). “Vengo con mis hijos porque esto es un acto de la familia, por eso vas a ver miles de personas con sus chiquitos”.
Detrás hay un poster con fotos de Roberto Santoro, Gustavo Cortiñas, Carlos Mugica y Victoria Walsh, hecho por La Poderosa. Francisco alza a Juliana, su otra hija, que tiene dos flores bordadas en el pañuelo.
La Pirámide de Mayo, con su imagen de la Libertad en la punta, está tapada con lonas porque parece que la están refaccionando. Por ahora es un monumento amorfo, azul y enigmático.
En este lugar y sus alrededores, hace 41 años sólo había militares y policías armados, y la desgracia asumiendo el control del país. Hace casi 40 años, el 30 de abril de 1977, había 14 mujeres.
Esas mujeres tuvieron el grado suficiente de coraje, desesperación, o amor –o todo eso junto- como para plantarse frente a los balcones rosados a reclamar por sus hijos desaparecidos.
La que convocó aquel encuentro de 1977 fue Azucena Villaflor de De Vincenti. Tiempo después fue secuestrada y desaparecida junto a otras dos madres: Esther Careaga y Mary de Bianco, y otro grupo de personas en la Iglesia de la Santa Cruz. Fueron víctimas de los valerosos integrantes de la ESMA, y engañadas por Alfredo Astiz, que se hacía pasar como hermano de un desaparecido. Las cenizas de Azucena están bajo una placa junto a la Pirámide tapada de lonas azules, que en este extraño 2017 está rodeada por Elena, Juliana, Francisco y cientos de miles de personas convocadas por ideas de las que dependen demasiadas cosas: memoria, verdad y justicia.
Salió Viva
Desde Congreso a Plaza de Mayo las paredes mostraban afiches con una propuesta económica y cultural: “No compre Clarín”. Los trabajadores de Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), la imprenta del diario, tomaron la planta en enero para evitar casi 380 despidos, y acaban de publicar su propia versión de Viva -la revista dominical del diario- en la que explican cómo los despidos masivos se dan en medio de ganancias multimillonarias de la empresa.
Los trabajadores instalaron tres carpas a lo largo de la marcha, vendiendo cada ejemplar de su revista a 50 pesos como aporte al fondo de huelga. Carpa del Congreso, al mediodía: “Ya vendimos como 300”, relatan con sonrisas cautelosas. Dato: “Clarín está imprimiendo sus revistas afuera, incluso en Chile. Lo que buscan es romper la resistencia para precarizar a los trabajadores”.
La multitud se movía lentamente desde Congreso hasta Plaza de Mayo, incluyendo las calles adyacentes y las dos diagonales. Se veían signos de anteriores movilizaciones: convocatorias a la marcha docente, la de la CGT, o pintadas como “macho = facho”.
Lelia con rulos canosos: “Marcho porque no hay que olvidar, y siento que este gobierno está mandando para atrás cosas que se han conseguido”. Hubo diferentes convocatorias para el acto, de organismos de derechos humanos, partidos, sindicatos y miles y miles de organizaciones sociales de todo tipo. Lelia: “Todo es muy válido, pero yo vine por mi cuenta”.
Desde el escenario principal se leían cataratas de adhesiones, se exigía a los gritos que un grupo no arrojara bengalas, se avisaba por chiquitos perdidos, se reclamó una y otra vez contra la arbitraria detención de Milagro Sala en Jujuy, y se pudo escuchar algo que acaso sea un himno: Los Dinosaurios, de Charly García. Había muchas organizaciones con las banderas altas para que se vieran desde el palco y las cámaras, como suele suceder.
Subió al escenario un ex combatiente, quien aclaró que la única guerra que libraron los militares fue la de Malvinas, con los vergonzosos resultados conocidos. Recordó a figuras como Alfredo Astiz y Jorge Acosta (a) El Tigre, que fueron encarnizados secuestradores de mujeres y hombres y niños indefensos en su propio país, en lo que no fue una guerra sino un genocidio. Pero esos mismos militares se rindieron con alto grado de velocidad y eficiencia durante Malvinas.
En la carpa de AGR de Plaza de Mayo pasan otro dato, con un pulgar arriba: “Hasta ahora, vendimos más de 1.000”.
Manzanas y flequillos
Un poco más allá, dos jóvenes, Andrea y Eliana comen manzanas. Andrea: “Yo vengo siempre. Para mí es una sola convocatoria. No es una cuestión de qué bandera llevás”.
Algunos funcionarios argentinos han puesto en duda la cantidad de desaparecidos, en algo que se ha dado en llamar negacionismo. Eliana: “Yo lo llamaría pelotudez atómica. Es como en Europa, donde los neonazis quieren desmentir el genocidio judío. Es como justificar lo injustificable”.
Sobre las internas y trifulcas en el movimiento de derechos humanos, dice Andrea: “No cambia mi idea de venir a la marcha. Me da una pena tremenda que haya peleas internas que además se hacen públicas, pero bueno”. Eliana: “Estamos en democracia, la internas son válidas. Tampoco vas a estar con quien no querés estar”.
Eduardo, arquitecto, agrega: “Pero si Bonafini piensa que Carlotto es una traidora, y se le ocurre decirlo justo el día antes de una movilización tan importante, ¿qué hace? ¿Suma o resta? ¿A quién le sirve? ¿Y qué hay que hacer? ¿Empezar a preguntarle por Sueños Compartidos?”. Maggie, su mujer, también arquitecta: “¿Por qué vine? Porque aquí hubo un genocidio de Estado programado y planificado con muerte, exilio, desapariciones, terrorismo. Y nos conmueve esto. Y estamos felices por la masividad de esta marcha”.
Sobre Avenida de Mayo una mujer ve pasar la columna de Madres Línea Fundadora y no puede dejar de llorar. Se llama Leticia: “Veo a esas mujeres que iniciaron todo esto, y es muy fuerte. Es una emoción absoluta. Esto va a seguir sin parar, es una herida que no cierra”. A su lado Fernando propone: “Hay que estar en la calle, y juntos. Más en esta época”.
Micaela llegó con su flequillo violeta y un cartel en el que se lee “Son 30.000” de un lado y “Nunca más” del otro, con la letra A mayúscula rodeada con un círculo: el símbolo anarquista. Pero Micaela usa otra palabra, como acostumbra Osvaldo Bayer: “Soy libertaria y apartidaria. Vengo porque las plazas hay que llenarlas más allá de las diferencias partidarias que tengamos. Lo que digo es que somos todos lo mismo, hay que pelear por la justicia, y por la sangre derramada que hay en este piso. Hubo mucha gente que dio su vida para que tengamos el poder de la palabra. Lo que apoyo es que tengamos todos los mismos derechos, creo que hay que repartir lo que tenemos, disfrutar todos de lo mismo, de los derechos básicos. No hablo de asistencialismo, sino de avanzar hacia una sociedad mejor que ésta”.
Soledad y Santiago llegaron con su bebé de 6 meses, Vicente, que observa muy atento todo lo que se mueve alrededor. Les cuento de la pequeña Elena y su pañuelo bordado. ¿Estarán naciendo las niñas y niños de Plaza de Mayo? Soledad: “Sería buenísimo. Yo vengo siempre. Pero ahora además tengo que educar a mi hijo. La educación en serio es desde la cuna. Hoy Vicente es chiquito pero me gusta que nos acompañe. Porque eso también significa que nos estamos comprometiendo nosotros. No como militantes ni nada especial: como personas comunes y corrientes”.
Nada es común ni corriente. Mamá Sol nació el día que terminó la guerra de Malvinas. Su pareja, Santiago: “Venimos a acompañar. Pero no como ovejas, sino como parte de un colectivo. Y el colectivo no es un partido: somos todos los que estamos acá”. Pasa alguien con una pancarta escrita a mano: “Macri = Martínez de Hoz”.
El tren
Mariana tiene 36 años y una señorita llamada Frida en brazos, de 3 meses: “La traje porque está bueno que desde chica ella sea también parte de nuestra historia. Van a ser la nueva generación”.
Volviendo por 9 de Julio, en otra carpa de AGR informan: “Acá, más de 3.000”. Así en cada puesto, y todavía faltaba un buen rato para el cierre de la jornada.
Una columna lleva la bandera de los Trabajadores Migrantes, pero en realidad no es una columna sino que hacen un trencito bailando bolivianas, colombianas, brasileñas, chilenas, peruanas, paraguayas. Cartel: “Migrar no es delito, discriminar sí”. Y un canto: “Olé olá, soy inmigrante, no criminal, y tu decreto lo vamos a derogar”.
Explica el boliviano Juan Vázquez: “El decreto de necesidad y urgencia número 70 de Macri precarizó la situación de los migrantes. Por eso estamos preparando un Paro Migrante para el 30 de marzo, cuando se recuerdan 11 años de la muerte de 6 personas en un incendio de un taller textil”.
Para Juan hay también una cuestión de memoria: “Estamos recordando que durante la dictadura argentina desaparecieron 9 colombianos, 42 bolivianos y 15 paraguayos, por lo menos. También nosotros hemos participado en ese proceso de búsqueda de la transformación social”. El Paro Migrante incluirá industria textil, ladrilleros, y producción frutihortícola que tiene amplio porcentaje de participación familias migrantes. “El nuestro es un tema de derechos humanos, te pueden deportar en 5 días armándote una causa de la cual ni siquiera fuiste informado. Destrozan vínculos familiares y persiguen a quienes intentan procesos organizativos para defendernos”.
Sigue el trencito y la gente, las familias y las organizaciones empiezan la retirada.
El gran escenario no fue el que se armó cerca de la Pirámide. El gran escenario fue la calle.
El mundo es un lugar crecientemente indefinido e incierto, pero en días como hoy -24 de marzo de 2017- si se escucha y se intenta comprender, algo parece real: el mundo es un pañuelo.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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