Nota
24 de marzo: el día en que el mundo es un pañuelo
Una multitud desbordó Plaza de Mayo para reafirmar Nunca Más y convertir en histórica una marcha donde los protagonistas fueron las niñas y niños que sus padres llevaron a upa, a babucha y de la mano, con carteles, pañuelos y una decisión: enseñarles así qué es la democracia.
Elena lleva su pañuelo blanco en la cabeza, como siempre. Pero Elena no es una sub-100 o sub-90, como las Madres y Abuelas. Tiene 5 años, y su pañuelo exhibe cuatro flores bordadas, una por cada 24 de marzo que ha marchado a Plaza de Mayo. Francisco, el padre treintañero, la lleva sobre los hombros y dice: “Estar aquí es parte de la educación de la nena”. Nos rodea una multitud, el estruendo de bombos y altoparlantes, el aroma a hamburguesas. Elena sonríe, saluda a la gente. Francisco agrega algo que nunca escuché en años de venir a la Plaza, no sé cuántos (eso pasa por no tener pañuelos con flores bordadas). “Vengo con mis hijos porque esto es un acto de la familia, por eso vas a ver miles de personas con sus chiquitos”.
Detrás hay un poster con fotos de Roberto Santoro, Gustavo Cortiñas, Carlos Mugica y Victoria Walsh, hecho por La Poderosa. Francisco alza a Juliana, su otra hija, que tiene dos flores bordadas en el pañuelo.
La Pirámide de Mayo, con su imagen de la Libertad en la punta, está tapada con lonas porque parece que la están refaccionando. Por ahora es un monumento amorfo, azul y enigmático.
En este lugar y sus alrededores, hace 41 años sólo había militares y policías armados, y la desgracia asumiendo el control del país. Hace casi 40 años, el 30 de abril de 1977, había 14 mujeres.
Esas mujeres tuvieron el grado suficiente de coraje, desesperación, o amor –o todo eso junto- como para plantarse frente a los balcones rosados a reclamar por sus hijos desaparecidos.
La que convocó aquel encuentro de 1977 fue Azucena Villaflor de De Vincenti. Tiempo después fue secuestrada y desaparecida junto a otras dos madres: Esther Careaga y Mary de Bianco, y otro grupo de personas en la Iglesia de la Santa Cruz. Fueron víctimas de los valerosos integrantes de la ESMA, y engañadas por Alfredo Astiz, que se hacía pasar como hermano de un desaparecido. Las cenizas de Azucena están bajo una placa junto a la Pirámide tapada de lonas azules, que en este extraño 2017 está rodeada por Elena, Juliana, Francisco y cientos de miles de personas convocadas por ideas de las que dependen demasiadas cosas: memoria, verdad y justicia.
Salió Viva
Desde Congreso a Plaza de Mayo las paredes mostraban afiches con una propuesta económica y cultural: “No compre Clarín”. Los trabajadores de Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), la imprenta del diario, tomaron la planta en enero para evitar casi 380 despidos, y acaban de publicar su propia versión de Viva -la revista dominical del diario- en la que explican cómo los despidos masivos se dan en medio de ganancias multimillonarias de la empresa.
Los trabajadores instalaron tres carpas a lo largo de la marcha, vendiendo cada ejemplar de su revista a 50 pesos como aporte al fondo de huelga. Carpa del Congreso, al mediodía: “Ya vendimos como 300”, relatan con sonrisas cautelosas. Dato: “Clarín está imprimiendo sus revistas afuera, incluso en Chile. Lo que buscan es romper la resistencia para precarizar a los trabajadores”.
La multitud se movía lentamente desde Congreso hasta Plaza de Mayo, incluyendo las calles adyacentes y las dos diagonales. Se veían signos de anteriores movilizaciones: convocatorias a la marcha docente, la de la CGT, o pintadas como “macho = facho”.
Lelia con rulos canosos: “Marcho porque no hay que olvidar, y siento que este gobierno está mandando para atrás cosas que se han conseguido”. Hubo diferentes convocatorias para el acto, de organismos de derechos humanos, partidos, sindicatos y miles y miles de organizaciones sociales de todo tipo. Lelia: “Todo es muy válido, pero yo vine por mi cuenta”.
Desde el escenario principal se leían cataratas de adhesiones, se exigía a los gritos que un grupo no arrojara bengalas, se avisaba por chiquitos perdidos, se reclamó una y otra vez contra la arbitraria detención de Milagro Sala en Jujuy, y se pudo escuchar algo que acaso sea un himno: Los Dinosaurios, de Charly García. Había muchas organizaciones con las banderas altas para que se vieran desde el palco y las cámaras, como suele suceder.
Subió al escenario un ex combatiente, quien aclaró que la única guerra que libraron los militares fue la de Malvinas, con los vergonzosos resultados conocidos. Recordó a figuras como Alfredo Astiz y Jorge Acosta (a) El Tigre, que fueron encarnizados secuestradores de mujeres y hombres y niños indefensos en su propio país, en lo que no fue una guerra sino un genocidio. Pero esos mismos militares se rindieron con alto grado de velocidad y eficiencia durante Malvinas.
En la carpa de AGR de Plaza de Mayo pasan otro dato, con un pulgar arriba: “Hasta ahora, vendimos más de 1.000”.
Manzanas y flequillos
Un poco más allá, dos jóvenes, Andrea y Eliana comen manzanas. Andrea: “Yo vengo siempre. Para mí es una sola convocatoria. No es una cuestión de qué bandera llevás”.
Algunos funcionarios argentinos han puesto en duda la cantidad de desaparecidos, en algo que se ha dado en llamar negacionismo. Eliana: “Yo lo llamaría pelotudez atómica. Es como en Europa, donde los neonazis quieren desmentir el genocidio judío. Es como justificar lo injustificable”.
Sobre las internas y trifulcas en el movimiento de derechos humanos, dice Andrea: “No cambia mi idea de venir a la marcha. Me da una pena tremenda que haya peleas internas que además se hacen públicas, pero bueno”. Eliana: “Estamos en democracia, la internas son válidas. Tampoco vas a estar con quien no querés estar”.
Eduardo, arquitecto, agrega: “Pero si Bonafini piensa que Carlotto es una traidora, y se le ocurre decirlo justo el día antes de una movilización tan importante, ¿qué hace? ¿Suma o resta? ¿A quién le sirve? ¿Y qué hay que hacer? ¿Empezar a preguntarle por Sueños Compartidos?”. Maggie, su mujer, también arquitecta: “¿Por qué vine? Porque aquí hubo un genocidio de Estado programado y planificado con muerte, exilio, desapariciones, terrorismo. Y nos conmueve esto. Y estamos felices por la masividad de esta marcha”.
Sobre Avenida de Mayo una mujer ve pasar la columna de Madres Línea Fundadora y no puede dejar de llorar. Se llama Leticia: “Veo a esas mujeres que iniciaron todo esto, y es muy fuerte. Es una emoción absoluta. Esto va a seguir sin parar, es una herida que no cierra”. A su lado Fernando propone: “Hay que estar en la calle, y juntos. Más en esta época”.
Micaela llegó con su flequillo violeta y un cartel en el que se lee “Son 30.000” de un lado y “Nunca más” del otro, con la letra A mayúscula rodeada con un círculo: el símbolo anarquista. Pero Micaela usa otra palabra, como acostumbra Osvaldo Bayer: “Soy libertaria y apartidaria. Vengo porque las plazas hay que llenarlas más allá de las diferencias partidarias que tengamos. Lo que digo es que somos todos lo mismo, hay que pelear por la justicia, y por la sangre derramada que hay en este piso. Hubo mucha gente que dio su vida para que tengamos el poder de la palabra. Lo que apoyo es que tengamos todos los mismos derechos, creo que hay que repartir lo que tenemos, disfrutar todos de lo mismo, de los derechos básicos. No hablo de asistencialismo, sino de avanzar hacia una sociedad mejor que ésta”.
Soledad y Santiago llegaron con su bebé de 6 meses, Vicente, que observa muy atento todo lo que se mueve alrededor. Les cuento de la pequeña Elena y su pañuelo bordado. ¿Estarán naciendo las niñas y niños de Plaza de Mayo? Soledad: “Sería buenísimo. Yo vengo siempre. Pero ahora además tengo que educar a mi hijo. La educación en serio es desde la cuna. Hoy Vicente es chiquito pero me gusta que nos acompañe. Porque eso también significa que nos estamos comprometiendo nosotros. No como militantes ni nada especial: como personas comunes y corrientes”.
Nada es común ni corriente. Mamá Sol nació el día que terminó la guerra de Malvinas. Su pareja, Santiago: “Venimos a acompañar. Pero no como ovejas, sino como parte de un colectivo. Y el colectivo no es un partido: somos todos los que estamos acá”. Pasa alguien con una pancarta escrita a mano: “Macri = Martínez de Hoz”.
El tren
Mariana tiene 36 años y una señorita llamada Frida en brazos, de 3 meses: “La traje porque está bueno que desde chica ella sea también parte de nuestra historia. Van a ser la nueva generación”.
Volviendo por 9 de Julio, en otra carpa de AGR informan: “Acá, más de 3.000”. Así en cada puesto, y todavía faltaba un buen rato para el cierre de la jornada.
Una columna lleva la bandera de los Trabajadores Migrantes, pero en realidad no es una columna sino que hacen un trencito bailando bolivianas, colombianas, brasileñas, chilenas, peruanas, paraguayas. Cartel: “Migrar no es delito, discriminar sí”. Y un canto: “Olé olá, soy inmigrante, no criminal, y tu decreto lo vamos a derogar”.
Explica el boliviano Juan Vázquez: “El decreto de necesidad y urgencia número 70 de Macri precarizó la situación de los migrantes. Por eso estamos preparando un Paro Migrante para el 30 de marzo, cuando se recuerdan 11 años de la muerte de 6 personas en un incendio de un taller textil”.
Para Juan hay también una cuestión de memoria: “Estamos recordando que durante la dictadura argentina desaparecieron 9 colombianos, 42 bolivianos y 15 paraguayos, por lo menos. También nosotros hemos participado en ese proceso de búsqueda de la transformación social”. El Paro Migrante incluirá industria textil, ladrilleros, y producción frutihortícola que tiene amplio porcentaje de participación familias migrantes. “El nuestro es un tema de derechos humanos, te pueden deportar en 5 días armándote una causa de la cual ni siquiera fuiste informado. Destrozan vínculos familiares y persiguen a quienes intentan procesos organizativos para defendernos”.
Sigue el trencito y la gente, las familias y las organizaciones empiezan la retirada.
El gran escenario no fue el que se armó cerca de la Pirámide. El gran escenario fue la calle.
El mundo es un lugar crecientemente indefinido e incierto, pero en días como hoy -24 de marzo de 2017- si se escucha y se intenta comprender, algo parece real: el mundo es un pañuelo.
Nota
Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.
Por Claudia Acuña
Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.
Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.
Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.
A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Hasta lograrlo.
Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.
Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.
Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.
Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.
Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.
Quizá.
Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.
Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.
La presentación
Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.
Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.
Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».
El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.
Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Nota
La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.
Por Francisco Pandolfi
Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.
La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”.
Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».
Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.
Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.
Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”.
En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.
La causa, sin avances
Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.
Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”.
La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.
Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.
Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.
Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.
Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.
Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.
Nota
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.
Por Franco Ciancaglini.
La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo.
En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso.
“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.
La que habla es una de sus hijas, Paula.
El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10.
Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.
El arma y la palabra
Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.
Es jubilada.
Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.
Tiene tres hijas.
Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.
Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.
Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.
La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.
Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.
El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.
Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.
Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.
Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.
“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.
Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.
Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.
Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.
Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.
La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”.
¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.
La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.
¿Necesitan algo? “Sí: paz”.
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