Nota
“A las mujeres nos han reducido a una cuota biológica y vaciado como sujeto político”
La feminista y activista boliviana María Galindo está en Madrid para presentar su último libro No hay libertad política si no hay libertad sexual. Compartimos el reportaje que le realizó el medio independiente El Salto, en el que la fundadora de Mujeres Creando habla de la “tecnocracia del género”, la “domesticación de la mariconada y los feminismos” y traza una radiografía de la homofobia y el racismo que habitan en el centro del sistema democrático representativo: «Este sistema se sustenta sobre una representación válida solo para el hombre blanco. Si perteneces a la diversidad, se te reduce a una identidad cosificada donde no media proyecto político. Los partidos para reciclarse toman personajes de los movimientos sociales, maricas, discapacitados, mujeres… siempre que se adhieran al patrón heteropatriarcal blanco y masculino. Es una representación aparente en la que no se cuestiona la estructura de privilegios de la sociedad».
Anarcofeminista, escritora, psicóloga y, sobre todo, firme defensora de la autogestión y la acción directa. Así es María Galindo, la activista boliviana que, como ella misma cuenta, fue la primera mujer en declarase públicamente lesbiana en su país. Enemiga de la “tecnocracia del género” y de la “domesticación de la mariconada y los feminismos”, la historia como activista de Galindo suma décadas. Fue una de las fundadoras del colectivo Mujeres Creando y la grafitera de mini cápsulas políticas como “No saldrá Eva de la costilla de Evo”, “Para ella la culpa, para él la disculpa”, o “No se puede descolonizar sin despatriarcalizar”. Sus años en la emisora comunitaria Radio Deseo han hecho que a menudo lleve con ella su grabadora. Galindo es los ojos del oyente y el castigo de machistas, racistas y homófobos. Es el escrache en directo, que no duda en señalar hasta al vicepresidente de Bolivia por el impago de la pensión alimenticia y las “evadas” del presidente Evo Morales.
Para su último libro, No hay libertad política si no hay libertad sexual —que presenta este sábado en Madrid, en el espacio Vaciador de Oporto—, Galindo ha tenido que subir con frecuencia las escaleras del Parlamento boliviano, incomodando tanto a la derecha como a la izquierda parlamentaria. El resultado: una radiografía del machismo, la homofobia y el racismo que habitan en el centro del sistema democrático representativo.
El 28-J es una fecha doblemente simbólica: se celebra el “orgullo marica”, como tú lo llamas, y es el segundo aniversario del inicio de vuestro proyecto No hay libertad política si no hay libertad sexual, cuéntanos, ¿qué pasó ese 28-J?
Mujeres Creando nunca asistimos a la típica marcha del 28-J en Bolivia porque pide permiso al gobierno y está básicamente controlada por las ONG. Es una marcha privatizada por grupos que se autopresentan como la representación GLTB y tienen poca postura política frente al régimen neoliberal o al extractivismo. Es una marcha muy simple, de derechos para nosotros y punto. Pero no es un fenómeno particular de Bolivia. Es algo que ha pasado con el vaciamiento político de lo marica a escala mundial desde que la reivindicación del llamado matrimonio igualitario ha escondido voces que no están por ese matrimonio. Eso es salir del clóset de la exclusión para entrar al clóset de la clase media pequeña burguesa. Ese clóset me parece tan carcelario como el otro. Nosotras, para el orgullo marica, hacemos acciones subversivas, guerrilleras, sediciosas y no violentas. Hace dos años hicimos una escultura erótico-política-lésbica en vivo: nos colocamos una compañera y yo en ropa interior sobre una mesa de comedor con mantel. En ese momento, salió un parlamentario del Movimiento Al Socialismo (MAS) a decir que éramos asquerosas y que había que expulsarnos del país porque contaminábamos la bondad de la mujer boliviana. Fue un acto muy previsible de homofobia.
Y convertisteis ese ataque homófobo en una oportunidad para radiografiar la homofobia y el machismo en el Parlamento boliviano. ¿Cómo fue ese proceso?
Ahí, nosotras decidimos tomarle la palabra al Estado. No fue un acto de ingenuidad. Dijimos: “Si el Estado dice que es incorrecto el racismo, el machismo o la homofobia, vamos a hacer la denuncia”. Cuando fuimos a presentarla, no quisieron recibirla para no verse obligados a respondernos. Hicimos bastante escándalo y presión y recibí una llamada del vicepresidente del Estado totalmente inesperada.
¿Qué te dijo?
“Hola, habla el vicepresidente Álvaro García Linera. Quiero que subas a mi oficina y que resolvamos”. García Linera es un personaje de la izquierda latinoamericana bastante importante y es conocido como un hombre inteligente. Me dijo: “Mire compañera, entiendo que se sientan muy ofendidas. Han sufrido un acto de homofobia, pero lo que dijo el vocero era justo y él tenía razón. Le voy a explicar el porqué: ese señor expresa la mentalidad de la sociedad. Él no puede pensar de manera contraria a la sociedad a la que pertenece. Así que ya me dirás, ¿qué podemos hacer para remediar una cosa así?”. Ahí le dije: “Quiero hacer una investigación sobre homofobia, machismo, prostitución, construcción de masculinidad y feminidad con todo el Parlamento boliviano. Quiero que me des una oficina para entrevistar a los parlamentarios”. El estudio duró dos años y entrevisté a 49 miembros del Parlamento, a todos los que accedieron.
¿Cuáles son las conclusiones de la investigación?
Una de ellas es cómo está construida la representación política. Un Parlamento donde hay diversidad, con un 54% de mujeres y muchos sectores sociales e indígenas, resulta que no es participativo. De ese 54% de mujeres, el 80% condenan el aborto. Entonces, ¿una mujer por el hecho de ser mujer me representa? No. En cuanto a la representación masculina, ningún hombre acepta que otro lo represente por el mero hecho de ser biológicamente un hombre; lo hace por ideología. Pero a las mujeres nos han reducido a un cuota biológica. Eso es vaciar de contenido a las mujeres como sujeto político. Sucede igual con los indígenas que en el parlamento, a la hora de hablar de sexualidad o aborto, repiten el discurso del cura del pueblo alegando que es su cosmovisión indígena. Por eso, hay que repensar los mecanismos de representación política.
Si los representantes no representan la diversidad de la sociedad, ¿cómo se sustenta el sistema político de representatividad?
Este sistema se sustenta sobre una representación válida solo para el hombre blanco. Si perteneces a la diversidad, se te reduce a una identidad cosificada donde no media proyecto político. Los partidos para reciclarse cogen personajes de los movimientos sociales, maricas, discapacitados, mujeres… siempre que se adhieran al patrón heteropatriarcal blanco y masculino. Es una representación aparente en la que no se cuestiona la estructura de privilegios de la sociedad. Por eso planteo que hoy los partidos políticos tienen que morir. Esta forma de representación hoy no sirve. El voto no implica el derecho a controlar lo que esa persona va a hacer o a que delibere contigo sus decisiones. Además, la democracia liberal tiene cajas negras. En Bolivia, el parlamento ha aprobado la Ley de Identidad de Género porque era muy retórica y poco garantista, pero en el mismo contexto ha penalizado el aborto. ¿Cómo puede el Parlamento aprobar una ley relacionada con la soberanía sobre el cuerpo y al mismo tiempo penalizar el aborto? No hay congruencia política. Para penalizar el aborto concilió con la Iglesia católica y la Ley de Identidad de Género la uso como corrección política frente a los organismos internacionales. Nosotras no queremos una política de urnas donde demos un cheque en blanco y luego nos convirtamos en clientes baratos y menospreciados del sistema político.
Esa ley provocó fuertes movilizaciones de grupos que están en contra de lo que ellos llaman “la ideología de género”. ¿Quiénes están detrás de esos movimientos?
En América Latina identificamos esta guerra de baja intensidad imperialista hace muchos años. No son movimientos, son sectas cristianas fundamentalistas que han obtenido medios de comunicación y una amplia financiación de sectores híper conservadores. Tienen además un gran despliegue social en sectores populares, campesinos e indígenas a través de políticas paternalistas y de caridad. Lo más grave es que partidos como MAS se han aliado con esos sectores porque son los que determinan el voto de manera disciplinaria, pese a que no tienen una bancada formal. Nosotras cuestionamos el estatus de estas sectas que tienen carta blanca para actuar y sus alianzas políticas. La representación política está adulterada, cosificada y es aparente. Es meramente enunciativa y eso no es democrático.
¿Por qué No hay libertad política si no hay libertad sexual?
Estamos en democracia sin cuerpos. El cuerpo está expulsado de los temas políticos. Los propios parlamentarios me decían que el tema del cuerpo no lo habían tocado jamás, no se considera importante. Por tanto, cuando se debate el aborto, no hay bases de discusión políticas establecidas y quienes sí las hemos construidos somos expulsadas del derecho a la deliberación.
Antes hablabas de la “domesticación del orgullo”. ¿Afecta también a los feminismos?
Hoy hay una emergencia de voces y movimientos feministas, y eso me gusta. Pero desde hace tiempo, sobre todo desde los años de las políticas de ajuste estructural neoliberales, hay una política de género que nosotras llamamos tecnocracia de género. Consiste en coger el género, despolitizarlo de cualquier utopía y estandarizarlo en términos de demandas que empiezan y terminan en reformas jurídicas y legales para introducir la categoría de género como equivalente a mujer y en términos supuestamente de igualdad de derechos. Esa tecnocracia la manejan el FMI, el BM, los organismos internacionales y los Estados. Pero a las mujeres de la calle esas políticas no les han servido para mucho. Son esas mismas políticas las que han supuesto la representación biológica, que no ideológica, de las mujeres con la estandarización de las leyes de cuotas.
Ahí, ha habido una domesticación muy fuerte de amplios sectores del feminismo que ha reducido la lucha feminista a una cuestión de derechos escritos en leyes, que son retóricas. Y no. El imaginario feminista apuesta por propuestas políticas para la transformación de la sociedad. No es un ideario de derechos para las mujeres dentro de un sistema neoliberal patriarcal. La subvención más importante del capitalismo es la crianza gratuita de las mujeres de los niños y niñas, el trabajo doméstico convertido en amor y servidumbre y la desvalorización de los costos del trabajo de cuidados de las mujeres, sobre todo de las mujeres del Sur del mundo para las mujeres del Norte. Estamos subvencionando las estructuras del poder que nos empobrecen. Ahí no hay igualdad. El problema no es una ley, el problema son las estructuras.
Para combatir la violencia machista, desde Mujeres Creando optáis por lo que llamáis “políticas concretas despatriarcalizadoras”. ¿Cuáles son?
Nosotras planteamos la necesidad de un feminismo capaz de traducirse en políticas concretas para todas las mujeres, sean o no feministas. Por eso creamos nuestro propio servicio contra la violencia machista con una metodología distinta: la palabra de una mujer se toma como documento principal y, además, sabe lo que quiere. Por eso, hacemos dos preguntas que nos tomamos muy en serio: ¿qué le ha pasado? y ¿qué quiere usted, compañera? No todas quieren lo mismo y lo que cada una quiere es fundamental. Nosotras no delegamos en el aparato policíaco-judicial. Tenemos un programa en Radio Deseo en el que elaboramos una lista con los datos personales de los padres que no pagan la pensión, por ejemplo. Si la mujer nos pide este servicio, nosotras verificamos los datos y los incluimos en la lista que se emite cinco veces al día por la radio. Sale con mi voz para que el responsable no pueda hacer un proceso de difamación a la víctima, si no que tenga que hacérmelo a mí. Ya hemos tenido un proceso de difamación y ahora este servicio es ilegal.
¿Puedes poner algún ejemplo?
Un día llegó una mujer indígena con el nombre del ministro de Desarrollo Productivo y Economía Plural que también ha sido senador, presidente de la cámara de senadores y una de las figuras más importantes de Evo Morales. Debía dos años de asistencia familiar. Sacamos este escándalo en la radio y, por supuesto, recibimos intimidaciones. Pero lo teníamos claro: el ministro tiene que pagar. Y lo hizo en diez días. ¿Por qué esa mujer no encontró justicia sola en los estratos judiciales? Porque era el ministro, y la jueza demoraba las audiencias aceptando sus excusas. El escrache fue efectivo. Si logras eso con un ministro es un efecto dominó con los que están más abajo. Por eso practicamos la acción directa no violenta, pero nunca hacemos nada que no quiera la mujer. Eso es sagrado.
Habrás oído hablar del caso de La Manada, que ya tiene imitadores que se autodenominan La Nueva Manada, y de cómo han aumentado las violaciones grupales. ¿Como pueden enfrentar estas violencias los movimientos feministas desde posiciones no punitivistas?
La impunidad reproduce impunidad. Estos son hechos muy muy graves. Creo que los feminismos se equivocan si piensan que con la reforma de la ley es suficiente. No es una cuestión de reforma legal. Los feminismos no tienen que delegar la gestión de la violencia al Estado y a la Policía, deben estar a cargo de esa gestión. No creo en las cárceles, tienden a ser la reproducción de la estructura de poder de la sociedad: los más pobres están hacinados, los ricos no. Pero creo que tenemos que generar formas paralelas. Nosotras hemos logrado legitimar escenarios de negociación paralelos y que no son contrarios a la ley. En nuestras audiencias, que a veces son transmitidas por radio con el consentimiento de las personas implicadas, las partes hablan sin límites y se proponen soluciones para llegar a un acuerdo. En la Constitución boliviana está garantizada la justicia plural y reconoce muchos sistemas de justicia. Es importante generar sistemas de justicia paralelos.
Además, hay que legitimar la acción directa. El año pasado nosotras tomamos el set del canal oficial de televisión [Bolivia TV] porque el director estaba denunciado por acoso sexual a una periodista. No salimos hasta que la ministra de Comunicaciones pidió la dimisión del director. No fue fácil, pero la acción directa no violenta funciona.
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Ituzaingó: ocupan la fábrica de ascensores Cóndor y proyectan una cooperativa

Mientras se discute la reforma laboral, comenzaron los despidos en empresas líder y el viejo vaciamiento por parte de los dueños que buscan eludir sus responsabilidades, con aval del Estado. Y los trabajadores, en la calle. El caso de Ascensores Cóndor en Ituzaingó es un ejemplo de vaciamiento, pero también de lucha: tras cinco meses sin cobrar, sus 34 trabajadores ingresaron a la planta y proyectan hacer una cooperativa para sostener las fuentes de trabajo. “El camino no es sólo irse con las manos vacías, sino también luchar”, dice uno de sus trabajadores a lavaca. Retrato de una época de crisis y ¿de autogestión?
Argentina es un país que tiene un día a día tan imprevisible que lo que pasó cinco meses atrás puede parecer de otro siglo. Por entonces, en ninguno de los portales de las empresas periodísticas tradicionales aparecía en agenda la reforma laboral que mañana movilizará a miles de personas frente a la Casa Rosada. Tampoco que la empresa metalúrgica Ascensores Cóndor, una fábrica líder con 50 años de historia, dejaba de pagarle a sus trabajadores, coronando un proceso que había empezado, al menos, otro año atrás.
Hace cinco meses que, en este país que cambia todos los días, hoy hay 34 obreros que siguen en la misma situación: hace cinco meses que no cobran un peso. Por eso, luego de semanas de cortar la calle, de acampes y de festivales en el barrio para juntar lo indispensable para bancar la olla, decidieron dar un paso al frente: iniciar los trámites para conformar una cooperativa de trabajo y recuperar sus fuentes de vida y esperanza.
Saben que el contexto es brutal: Acindar (en Rosario) suspendió 2500 trabajadores, Whirlpool (en Pilar) cerró y dejó a 220 familias en la calle –lo que desató un efecto dominó en el Parque Industrial–, y el secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Aber Furlán, denunció que desde la llegada de Javier Milei al Gobierno el gremio perdió más de 26 mil laburantes.
Dentro de la fábrica en el barrio Villa León, en Ituzaingó, municipio al oeste del conurbano bonaerense, el obrero Miguel Franco –51 años, 16 en la empresa, 5 hijos– asegura a lavaca: “Esperemos ser un faro para demostrar, en esta crisis, que se puede”.
La chispa
Los trabajadores ubican el comienzo del desplome hace diez años, tras la muerte del dueño fundador. La empresa pasó entonces a manos de los hijos que, de a poco, se fueron peleando entre sí. Todo comenzó a sentirse en la producción: antes de la pandemia llegaron a trabajar 35 ascensores por mes –cada uno tiene un valor de alrededor de 30.000 y 40.000 dólares–, pero el número empezó a bajar: primero a 25, luego a 20. También bajó el número de trabajadores: fueron 220 en el momento de esplendor, luego 180, quedaron 70, y hoy resisten 34.
“Ellos empezaron a hacer que caiga la empresa”, dice Pablo Zamorano, 42 años, 15 en Cóndor, una hija. “Llegamos a estar en un nivel muy alto, fuimos una de las primeras marcas de ascensores. Pero el dueño murió y con su familia esto empezó a decaer. Armaron un esquema de vaciamiento, ni siquiera compraban materia prima. Hace un año empezaron a pagarnos el sueldo de partes, y hoy nos dejaron sin obra social, sin ART. Este año empezó peor y hace más de cinco meses que no cobramos nada”.
Los dueños firmaron retiros voluntarios con algunos trabajadores y establecieron planes de pago que sólo cumplieron durante un mes, lo cual demuestra la voluntad de los patrones, ni siquiera con una reforma laboral que pretende establecer bancos de horas y licuar indemnizaciones y jubilaciones, sino con la legislación actual. “A otro compañero, con 40 años de trabajo acá, le pagaron con un hornito de 150.000 pesos”, se indignan los obreros.
Miguel ubica el desplome en el contexto actual: “Hay una caída económica en todo el país. Lo que vivimos es terrorífico: suba de precios, sueldos planchados, un enfriamiento terrible. No sabemos a dónde vamos a llegar, porque todas las semanas están echando gente. Esperemos cambiar la situación y que la gente se dé cuenta de que este Gobierno no va”.
Pablo responde por qué una cooperativa: “El esfuerzo que estamos haciendo todos nos da la esperanza de armarla, para que ya no nos saquen el sueldo como lo hicieron. No conocía esta posibilidad, pero nos da ánimos. Nos va a servir a todos para no seguir sufriendo”.
Miguel destaca el apoyo y asesoramiento de otras experiencias del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), la banca de la delegación de Morón de la UOM, y la del sector político-gremial más importante de todos: “La familia, porque la banca que nos están dando es tremenda. Imaginate: estoy también al cuidado de mi papá, 93 años, con una jubilación retro. Pero él me apoya, también mi señora y mis hijos: ahí hay futuro”.
Los trabajadores saben que, en este contexto, la experiencia de Ascensores Cóndor puede ser una chispa y una inspiración para otras fábricas que estén en una situación similar. Miguel dice mirando a los ojos: “Lo tomo como un faro. Puede salir mal, puede salir bien, pero también es hacerle ver a la gente que está pasando el mismo problema que esto se puede hacer. Estamos cuidando nuestros puestos de trabajo, que es lo principal. Nos hemos hecho viral, hemos salido en varios lados, y por algo es: por algo venimos y por algo estamos en este mundo. Ojalá sea el inicio, la esperanza de saber que, cuando pasan estas cosas, el camino no es sólo irse con las manos vacías, sino también luchar”.
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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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