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El abrazo de toda la vida: las Abuelas de Plaza de Mayo recuperaron al nieto 133

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“¡Bienvenido querido nieto, sos un triunfo de nuestra democracia!” dijeron este viernes las Abuelas de Plaza de Mayo en la ex Esma. El nieto de Nélida Navajas, histórica integrante de Abuelas, e hijo de Julio Santucho, es ya el nieto 133 recuperado por la organización en lo que suele representar un milagro terrenal cada vez que sucede. Miguel Santucho, el hermano, buscó desde siempre, tanto que también él se integró a Abuelas. Detalles de la historia y de la emoción bajo una teoría de Estela Carlotto:  “A las viejas nos hacen más jóvenes estas noticias”.

Texto: Lucas Pedulla

A Miguel “Tano” Santucho se le alarga la sonrisa, se le junta con las orejas, con los ojos clarísimos y brillosos, y desde ese pecho inflado de emoción, de alegría, de memoria y de verdad, dice dos palabras que despliegan lágrimas en un auditorio colmado: “No pudieron”.

A su lado, su padre Julio, en un tono preciso y santiagueño, agrega: “Es una derrota de la dictadura: ellos nos querían quitar los hijos y nosotros los estamos recuperando”.

Y junto a Julio la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, hace reír al salón de la Casa por la Identidad del Espacio Memoria y Derechos Humanos en la ex ESMA, ni más ni menos: “A las viejas nos hacen más jóvenes estas noticias”. A su lado está otra Abuela de Plaza de Mayo: Buscarita Imperí Roa. Estela cuenta que ellas dos son las únicas que pueden movilizarse todavía como para presenciar estos momentos conmovedores.

El abrazo de toda la vida: las Abuelas de Plaza de Mayo recuperaron al nieto 133
Estela Carlotto, Buscarita Imperí Roa, Miguel Santucho (hermano del nieto recuperado este viernes), Julio Santucho y el secretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla. (Fotos Lina Etchesuri).

La noticia es la restitución del nieto que en el cielo de las Abuelas marca la estrella 133, y que en la voz de Claudia Carlotto, directora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI), adquiere una historia que la máquina de terror de la dictadura quiso desaparecer y no pudo: el nuevo nieto recuperado es el hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho, y nieto de Nélida Navajas, histórica abuela de la Asociación fallecida en 2012, “sin el abrazo anhelado”, precisa Claudia.

Es, a su vez, sobrino de Mario “Roby” Santucho, el principal dirigente de PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo, una de las dos principales organizaciones guerrilleras en Argentina), asesinado el 19 de julio de 1976: sus restos siguen desaparecidos. En ese operativo también fue detenida y desaparecida su compañera Liliana Delfino, que estaba embarazada. 

El otro nieto de Nélida, Miguel Santucho, El Tano, continuó el legado de esa lucha incansable. Hace apenas dos días se enteró de la noticia cuando recibió un llamado mientras estaba en Roma con sus hermanos, paseando a su perra en una plaza. “Desde ese momento él expresó el deseo de conocerme, y fue todo rápido y lindo: lo conocí esta mañana”, dice su sonrisa, que no para de crecer: “Tengo una sensación de haber encontrado un ser luminoso y especial y no tengo dudas de que vamos a estar juntos el resto de nuestra vida, porque nos buscamos, nos quisimos encontrar, y el abrazo que nos dimos fue para siempre”.

Julio Santucho y Estela Carlotto detrás de la foto de Nélida Nievas, la abuela del nieto recuperado este viernes. Nélida falleció en 2012 y fue una de las históricas referentes de Abuelas. Nieto 133
Julio Santucho y Estela Carlotto detrás de la foto de Nélida Nievas, la abuela del nieto recuperado este viernes. Nélida falleció en 2012 y fue una de las históricas referentes de Abuelas. (Fotos Lina Etchesuri).

Miguel supo, además, que tiene dos sobrinos: “La familia se amplió en por lo menos tres personas”. Tienen rasgos y sonrisas parecidas: “Y el gusto futbolero: es bostero como yo”.

Claudia Carlotto ubica sonrisas y lágrimas: “Este nuevo caso es el resultado de una sociedad que, tras 40 años de democracia, sigue exigiendo saber qué pasó con las y los desaparecidos y con los cientos de bebés, niñas y niños apropiados, y apostando a la construcción de la memoria, la verdad y la justicia, para que nunca más se repitan crímenes tan horrendos”.

Patota secuestra embarazadas

En el comunicado sobre la restitución, que se escucha en la voz de Claudia Carlotto, Abuelas precisa: “Cristina nació en septiembre de 1949, en la Ciudad de Buenos Aires. Egresó como maestra del Normal N° 1 y luego estudió Sociología en la Universidad Católica Argentina (UCA). Allí conoció a Julio, el menor de la familia Santucho. Ambos integraban el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Cristina militó en Avellaneda y después tuvo diversas responsabilidades. Al momento de su secuestro, era docente de las escuelas del PRT, donde enseñaba Historia de la Revolución Latinoamericana”.

Julio fue el décimo hijo de la familia Santucho. Se recibió de teólogo y estaba a punto de convertirse en cura cuando conoció a Cristina. Se casaron en 1971, tuvieron a su primer hijo Camilo en 1973, y a su segundo hijo Miguel en 1975.

Cristina fue secuestrada estando embarazada el 13 de julio de 1976, en un operativo en un departamento de los Santucho, en la Avenida Warnes 735. Allí vivía su cuñada Manuela Santucho, junto a su hijo Diego, de tan solo un año. Ese día estaba en la casa otra compañera de militancia, Alicia D’Ambra, también embarazada. La patota secuestró a las tres mujeres y dejó a los tres niños solos en el departamento.

“Una vecina avisó a Nélida sobre lo ocurrido, pero nadie se acercó a auxiliarlos. Nélida fue a buscar a los chicos con Jorge, su hijo menor, y ya desde la entrada pudo escuchar los llantos y gritos de sus nietos. Allí encontró una cartera y adentro una carta que Cristina no llegó a enviarle a Julio, donde le mencionaba un atraso y se manifestaba convencida de estar embarazada. Así, Nélida se enteró que su hija estaba esperando a su tercer hijo. Más tarde, por testimonios de sobrevivientes, pudo confirmar que el embarazo de Cristina siguió su curso”.

Esa noche, Nélida recibió un llamado de su hija, “que aparentemente estaba en la sede de Coordinación Federal”, precisan las Abuelas. Luego fue vista en Automotores Orletti, centro clandestino bajo la órbita de la SIDE, en el barrio porteño de Floresta. Abuelas indica que las tres mujeres estuvieron allí un mes, donde fueron torturadas. El 13 de agosto las llevaron al Proto Banco, hasta el 28 de diciembre de 1976. “Allí el testimonio de otra detenida confirma, una vez más, el embarazo de Cristina y su enorme fortaleza”. Recuerdan que, al ingresar,  las pusieron en fila y ella le dijo a quien tenía a su lado: “Soy Cristina Navajas, militante del PRT-ERP, cuñada de Roby Santucho y estoy embarazada”.

Las llevaron al centro clandestino Pozo de Banfield. Cristina ya tenía el embarazo avanzado. “Por el testimonio de la sobreviviente Adriana Calvo, se estima que Cristina estuvo en el Pozo de Banfield hasta el 25 de abril de 1977. Adriana llegó allí el 15 de abril de ese año. Acababa de dar a luz a su hija Teresa en un patrullero, mientras la llevaban desde otro centro clandestino, la Comisaría 5º de La Plata. Adriana contó que todas las detenidas querían tener a su beba, que ella pasaba de celda en celda para que la cargaran. También se refirió a la fortaleza de sus compañeras de cautiverio y cómo, cuando los guardias intentaron sacarle a su hija, las detenidas hicieron una muralla humana para impedirlo”.

Esa beba está presente en el auditorio, porque además del horror y la búsqueda de justicia, la vida también revela detalles asombrosos: Teresa Laborde Calvo es la pareja de Miguel Santucho.

El abrazo de toda la vida: las Abuelas de Plaza de Mayo recuperaron al nieto 133
De rojo, Teresa Laborde Calvo (la hija de Adriana Calvo que nació en un vehículo policial cuando su madre había sido secuestrada). Es la pareja actual de Miguel «El Tano» Santucho, hermano del nieto recuperado ayer. (Fotos Lina Etchesuri).

Se emociona Teresa ante la pregunta de lavaca: “Los hermanos se buscaron instintivamente, porque no había datos. Hasta su mamá, Cristina, protegió a mi mamá, porque no le contó que había tenido a su bebé, que era algo que se hacía. Porque como yo estaba ahí, en la celda, se ve que no le quería meter ese miedo de que me podían llevar a mí también”. Teresa se detiene, nos emociona, nos sonríe, y sigue: “No sólo le daba comida, puso el cuerpo, organizó a las demás mujeres con Manuela y Alicia, y además se guardó esa información para proteger la psiquis, me imagino yo. Me acunó, me cantó”.

Adriana Calvo sobrevivió. Fue la primera testigo del Juicio a las Juntas, y que millones de espectadores que no vieron ese momento histórico, lo conocieron en Argentina 1985, la película de Santiago Mitre, interpretada por Laura Paredes.

Cristina Navajas, Manuela Santucho y Alicia D’Ambra, junto a su bebé nacido o nacida en cautiverio, continúan desaparecidas.

Las Abuelas de Plaza de Mayo recuperaron al nieto 133

“¿Estás sentada?”

Julio estaba en Italia cuando secuestraron a su compañera. El partido lo había mandado en una misión. Se enteró del operativo al día siguiente, el 14 de julio de 1976, cuando llamó a su cuñado Jorge para saludarlo por su cumpleaños. Inmediatamente inició las gestiones para sacar a sus hijos del país. Dos militantes del PRT lograron llevarlos al exterior.

Por su parte, Nélida inició su lucha como abuela. “Tocó contactos políticos, religiosos, militares”, dicen las Abuelas. Nada. Tampoco sabía si buscaba un nieto o una nieta, sólo suponía, por las fechas, que tenía que haber nacido en febrero de 1977. Se unió a las Abuelas y puso toda su energía en esa búsqueda. Miguel volvió por primera vez a la Argentina en 1985, cuando Nélida ya era secretaria de Abuelas. “En 1993 se radicó finalmente en Argentina y pudo reconstruir la historia de su familia comprometida con la transformación de la sociedad, diezmada por la dictadura. Entre detenidos, asesinados y exiliados los Santucho suman casi una veintena, diez de ellos aún desaparecidos y un niño o niña aún buscado”.

En 1995 Miguel se unió a H.I.J.O.S y fundó la comisión Hermanos para acompañar la búsqueda de abuelas. Nélida, un día, le entregó toda la documentación que había reunido. Ella murió el 2 de mayo de 2012, y al ser un nieto que participaba en las actividades, se integró a la Comisión Directiva y al trabajo diario. Su sonrisa se vuelve a agigantar cuando explican que su hermano se acercó a Abuelas de forma espontánea.

La información: “Fue anotado como hijo propio por un integrante de las fuerzas de seguridad y una enfermera, el 24 de marzo de 1977. Desde joven, tuvo dudas de su identidad. Fue criado como hijo único, con una hermana 20 años mayor que ya no vivía con ellos. Fue ella quien le confesó que no era hijo de quienes decían ser sus padres. En dos oportunidades, se enfrentó con el apropiador para saber la verdad, pero el hombre sostuvo siempre ser su padre biológico”.

Tomó la decisión de acercarse a Abuelas. Luego de la presentación ante la CONADI y la investigación pertinente, en abril de este año se realizó el examen de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos que confirmó su verdadera identidad. El 26 de julio, hace dos días, fue citado por la CONADI para informarle que era hijo de Cristina y Julio.

Allí supo quién es. Empezó a conocer su verdadera historia.

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Víctor Penchaszadeh, genetista que participó en la implementación del índice de abuelidad para analizar científicamente la identidad de posibles nietos recuperados. (Fotos Lina Etchesuri).

Teresa Laborde Calvo, al ser docente, estaba de vacaciones cuando su pareja Miguel, desde Italia, le preguntó si la podía llamar: “Tengo un notición”, le dijo. Ella se levantó, se lavó la cara y lo llamó.

-¿Qué pasó, qué notición?– le preguntó.

-¿Estás sentada? –le contestó.

-No…

-Sí…

-¡No!

-Sí –le dijo–. Apareció.

El triunfo

El abrazo de toda la vida: las Abuelas de Plaza de Mayo recuperaron al nieto 133
Momento de celebración en la ex Esma, por la recuperación de otro nieto. (Fotos Lina Etchesuri).

Estela vuelve a tomar el micrófono. Agradece el encuentro: “No puedo dejar de decirles que es un chico hermoso espiritual y físicamente”. Pide que, por favor, quien tenga una duda, un dato, la información de algún vecino, se acerque a Abuelas, “para recibir y seguir encontrando los que faltan”. Se estima que, aproximadamente, son 300 les niñes que nacieron en cautiverio. Y celebra el auditorio colmado, a semanas de las elecciones primarias: “Esta es una necesidad de la unidad de nuestro pueblo”.

Su hija Claudia lo deja bien en claro al finalizar el texto de abuelas, que conviene citarlo exacto, como testimonio de lo que significa esta emoción, estas sonrisas, estas lágrimas:

“Seguiremos buscando al hijo de Alicia D´Ambra, al de Liliana Delfino y a todas las nietas y nietos que faltan. Porque cada restitución es un acto de reparación para las familias, de verdad y justicia para la sociedad, y de memoria para las futuras generaciones. Es la reafirmación de que la sociedad argentina decide no olvidar y sostener las políticas públicas que permiten conocer la verdad sobre lo ocurrido durante la última dictadura cívico militar.

El origen de cada apropiación nos recuerda lo violento y asesino que puede ser el Estado al servicio de la opresión y el terror, pero las restituciones ponen de manifiesto el valor de la vida democrática, los derechos conquistados y las libertades ganadas.

Entre todas y todos, cada día, debemos defender, sostener y garantizar nuestra democracia, erradicando el odio, el negacionismo, la construcción del otro como enemigo, y poniendo el amor y el bien común como horizonte.

¡Bienvenido querido nieto, sos un triunfo de nuestra democracia!”.

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Siempre vale la pena. El corazón, el número 133, el dibujo de un pañuelo y una forma de vida: memoria y derechos humanos. (Fotos Lina Etchesuri).

El comunicado completo de Abuelas

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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