#NiUnaMás
Asamblea de mujeres a cielo abierto: pensamiento colectivo y feminista en acción
Este martes en Plaza de Mayo ciento de mujeres compartieron sus reflexiones sobre el dolor y la conmoción social que significó el femicidio de Micaela. Cambiaron radicalmente el eje de debate que plantaron medios comerciales y opinadores y señalaron claramente el camino de salida: las mujeres juntas, con voz propia y en la calle.
“Nos mueve el deseo y la furia”, advertían los distintos movimientos de mujeres desde el sábado cuando la noticia del femicidio de Micaela García, joven y militante, golpeaba en el pecho a todas y cada una. Con esa rabia y ese anhelo de cambiar la realidad, las mujeres volvieron el sábado a la noche a ocupar las calles. Abrazadas bajo la lluvia y en medio de un corte total de la Avenida 9 de Julio se prometieron: esto recién empieza. La promesa se hizo real y el martes al atardecer, desbordó la Plaza de Mayo.
A las 17, el centro de la plaza estaba ocupado por el gremio No Docente de la UBA, que había resuelto acompañar la movilización de mujeres y el paro docente con clases públicas. Allí se también se plantó a esa hora un grupo fundamentalista religioso, que entonó canciones provocadoras sin suerte: al no obtener el escándalo buscado, plegaron su bandera argentina y se retiraron.
En tanto, sobre la Avenida de Mayo, desfilaba un grupo de artistas vestidas de negro y con máscaras con la cara sonriente de Micaela atadas a la nuca. Llevaban una bandera con siluetas y nombres de mujeres asesinadas por violencia machista. Algunas se recostaron sobre las siluetas, mientras otras recorrían ese trozo de tela golpeándose el pecho mientras gritaban como un mantra: “Yo”. La acción tenía como desenlace una moraleja poética: las mujeres inertes volvían a ponerse de pie cuando el grito transformaba el “Yo” en “Nosotras”. Así se dio por iniciada la asamblea, con las mujeres sentadas en el asfalto, en ronda, alrededor de la tela blanca.
Imposible ignorar lo que eso representaba.
“Es una noche difícil para las víctimas de un patriarcado que no nos da tregua. ¿Qué nos pasa? Nos pasa que tenemos que llevar a nuestras hermanas en una bandera”, dijo una de las oradoras para remarcarlo.
A partir de allí lo que se desarrolló fue una nueva ceremonia de pensamiento colectivo a cielo abierto. La primera en tomar el micrófono fue una leyenda del feminismo argentino: Nina Brugo, abogada laboralista, una de los pilares de la Campaña Nacional Por el Derecho al Aborto Legal y referente de leyes que construyeron muchos de los derechos que desde el regreso de la democracia obtuvieron las mujeres. “Vamos a vengar la muerte de Micaela con organización”, sintetizó Nina y ancló así el debate en el eje que caracteriza a este movimiento social. Reclamó “educación con perspectiva de género para todos los funcionarios estatales. No podemos tolerar más la soberbia de los jueces, la brutalidad de esa opinión punitiva sin sensibilidad ni conocimiento. Nosotras apuntamos al sistema que genera estos crímenes. Y nos definimos feministas porque luchamos por justicia social y económica: eso es feminismo”.
El eje del cambio
En tanto desde medios comerciales y opinadores el femicidio de Micaela se asoció con el Código Penal, lo penitenciario y lo judicial, la asamblea dejó en claro que por ahí no pasa ni el diagnóstico ni la solución. “Es difícil hablar en un momento de dolor y duelo, pero no somos este silencio: somos la respuesta a la violencia machista. Tenemos hoy que tomar la palabra en el espacio público para que otros no hablen por nosotras. No dejemos que hablen por nosotras lo cazadores de violencia. No dejemos que hablen por nosotras lo cazadores de penas duras”, sintetizó luego una de las jóvenes oradoras. Y concretó: “Más cárcel no es solución. Discutir más cárcel es no discutir por qué el hecho sucedió. Lo que necesitamos es que no nos maten. Lo que necesitamos es prevención”.
Otra de las mujeres que se acercó al micrófono sumó: “El movimiento de mujeres no quiere una respuesta punitiva al caso de Micaela ni a todo lo que está ocurriendo.”
Otra agregó: “La solución no es penas más duras. Tampoco nos parece una respuesta válida las mesas de trabajo que anunció el gobierno porque tiene una mirada que se concentra sólo sobre las fuerzas de seguridad”.
Otra: “El problema no es solo el juez Rossi. El problema es la justicia machista y patriarcal que también tiene presa a Higui.”
Otra: “La respuesta a los femicidios es más feminismo, más organización y más presencia en las calle.”
Otra: “Juntas no tenemos miedo”.
Luego fue el turno de las organizaciones de mujeres de partidos políticos, como Pan y Rosas que comenzó por expresar un abrazo solidario a las compañeras de militancia de Micaela, o Las Rojas, que recordó “Si tocan a una, nos tocan a todas”. Vilma Ripol, del MST, fue la que compartió la mirada que sobre el violador describió la socióloga argentina radicada en Brasil, Rita Segato: “El violador expresa sobre el cuerpo de una mujer toda la violencia de un sistema de poder: a través de una víctima se viola a toda la sociedad.”
De alguna manera, la asamblea completó la tesis de Segato al señalar que el eje del debate no es el que deriva de la lógica punitiva-penal, sino el social. También con ese acto nos señaló por qué la solución está en las mujeres y en la calle: en el asfalto frío, con el dolor caliente, la asamblea dejó que el tercer orador fuese Franco, un niño de 12 años que entre lágrimas gritó: “No queremos más Ni Una Menos. No queremos que maten más mujeres. No queremos más que nos pase esto, que es horrible y nos duele”.
A continuación, una de las jóvenes oradoras sintetizó: “Mujeres: tenemos que trabajar y organizarnos para criar hijos que no sean machos violentos. Tenemos que trabajar y organizarnos para criar sociedades sin machos violentos. ¿Cómo hacemos?”.
De eso se trata Ni Una Menos.



Portada
Oraciones, entre la cruz y la raya: un ritual para presentar el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez

Este domingo 16 de noviembre presentamos el nuevo libro del Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez, editado por lavaca, con una perfomance conmovedora: Oraciones, entre la cruz y la raya fue una obra de teatro danza basada en los ejes teóricos de Femicidios, narcotráfico y Estado. La puesta transformó en lenguaje poético, corporal y musical una realidad que duele y mata, de la mano de talentosas artistas.

Familias sobrevivientes de femicidios, con el libro del cual son parte: el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez.
Oraciones, entre la cruz y la raya: así se llamó la presentación performática del nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez editado por lavaca y titulado Femicidios, narcotráfico y Estado.
La obra de teatro y danza indagó en los mecanismos que operan sobre los cuerpos y los territorios desde una dramaturgia que combinó texto, movimiento y música. El resultado fue una experiencia que funcionó tanto como obra artística como herramienta para hacer sentir, colectivamente, de qué hablamos cuando hablamos de femicidios.
La obra fue ideada y escrita por Claudia Acuña, también responsable de la dirección general del Observatorio Lucía Pérez. En escena, Oraciones desplegó el trabajo de las intérpretes Julieta Costa, Lola Dominguez Hayes, Lucía Harismendy, Pia Leone, Luca y Juana Torras, quienes construyeron una trama sensible entre la fragilidad y la fortaleza. La música en vivo, a cargo de Santiago Torricelli en piano, aportó un pulso emocional que atravesó toda la pieza.



El diseño sonoro siguió de la mano de Pía Leone, junto con la operación técnica de Teo Escobar y Lucas Pedulla. Y el diseño gráfico estuvo a cargo de Jonatan Ramborger (autor, también, de la tapa del libro) y Julie August.
La puesta en escena fue realizada por Julieta Costa, mientras que la dirección coreográfica estuvo a cargo de la reconocida directora y coreógrafa Carla Rímola.
Oraciones dejó en quienes asistieron la certeza de que el arte no sólo puede denunciar lo que duele, sino también abrir caminos para imaginar otras formas de vida y de cuidado.
Y también, otras formas de presentar un libro.



El Observatorio y su libro
El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por lavaca.org con el objetivo de profundizar el trabajo sobre formas de prevención y erradicación de la violencia patriarcal.
Cada día un equipo conformado por Claudia Acuña, Amalia Etchesuri, Anabella Arrascaeta y Pablo Lozano actualiza 12 padrones de manera autogestiva, datos que sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas. Se trata del único registro público del país, lo cual quiere decir que pueden consultarse las fuentes de cada dato.
Cada mes el Observatorio realiza un resumen de este diagnóstico junto a víctimas y familias sobrevivientes de femicidios. El resultado es el informe mensual que se difunde a través de organizaciones sociales y referentes de la política y la cultura que intenta pensar, más allá de las cifras, la radiografía social y política de esta violencia.


Femicidios, narcotráfico y Estado reúne ahora y por primera vez los distintos informes, investigaciones y acciones del Observatorio Lucía Pérez. Es un material que indaga a través de la articulación de textos teóricos y reportajes periodísticos las vinculaciones entre lo narco, la violencia machista, los femicidios y el rol del Estado en la trama de la impunidad.
Todo eso quedó plasmado en esta presentación-ritual colectivo para empezar a sanar una realidad que duele, y organizar la realidad que viene: aquella que queremos, deseamos y nos merecemos.
Si querés el libro escribinos al teléfono que figura en este link, y suscribite para apoyar todo lo que hacemos:
#NiUnaMás
La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.

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