Nota
C.A.L.L.E.: el nuevo ciclo lírico para un momento extraordinario


El dúo Opera Queer fue el encargado de abrir un ciclo artístico al aire libre que, según describe Claudia Acuña en esta crónica del primer encuentro, pretende «romper el silencio que representa una ciudad sin arte». La propuesta, breve, concisa y en la Plaza de los Dos Congresos como sede, unió ayer la ópera con el público en un ambiente poéticamente cuidado. Mientras la parálisis cultural se agrava, se agravan las condiciones de espacios y artistes y las medidas no alcanzan, el arte se mueve: comenzó el Ciclo Arístico Lírico Llamativo y Extraordinario. Comenzó C.A.L.L.E.
Por Claudia Acuña
Hay sol, hay gente disfrutando el aire libre, pero también hay silencio. Se conversa, e incluso trinan bocinas, pero el ruido y el murmullo no alcanzan a cubrir la ausencia. Lo que falta es lo que nos sobra en esta ciudad pandémica y eso es exactamente lo que intenta aportar C.A.L.L.E., el ciclo impulsado por MU Trinchera Boutique que hoy tiene como protagonista indispensable a Ópera Queer.
C.A.L.L.E. encierra en su nombre lo que ahora mismo está pasando en Plaza Congreso. Sus siglas enuncian su intención y su bandera: Ciclo Artístico Lírico Llamativo y Extraordinario. Así lo imaginaron sus parteras, Martina Perosa y Lucía Apologesi, y así lo cría Ópera Queer, con la seda de la pollera colorada y la falda bordada, la sonrisa engalanada con rouge, la mirada transparente, siempre en alto, siempre al frente y la pancarta que pregunta: ¿Dónde está Tehuel?
Así taconean dos cuadras marcándole otro ritmo al gris Palacio del Congreso hasta instalarse en la glorieta de la plaza, convertida en escenario. Y así regresan, cantando. Entre la ida y la vuelta hay apenas un rato que fue tajo.
Rasgar la amargura, de eso se trata C.A.L.L.E. , de romper el silencio que representa una ciudad sin arte.
Hacer y luego pensar lo hecho: de eso también se trata el proceso que este ciclo propone. Será entonces en la trinchera donde quienes han puesto la voz y el cuerpo definen intenciones y valoran resultados.
No hay por qué ni para qué, eso está claro. Lo hecho se hace porque sí, por necesidad y por expresión política, que en estos tiempos para no ser ruido debe ser poética.
Al latir de lo vivido, lo que queda claro es que la ópera es parte de la música popular porteña. Todes conocían las melodías, todes las extrañaban. Las organizadoras dirán que encontraron en una definición de “lírica” aquello que estaban buscando: “generar entusiasmo”. Que la acción fue pensada como una irrupción, breve, precisa, algo que interrumpa la tristeza, sacuda el aburrimiento y pase, para que otra cosa suceda. Que aliente a eso: al cambio de ánimo.
Las Ópera Queer dirán que el significado, además de político, es múltiple. “Evidenciar aquello que no está y nos hace bien, que necesitamos porque nos falta. Hoy quedó demostrado que también nos falta ópera y eso es una evidencia que no tiene ningún operador cultural en su cabeza. Ver toda esa gente con una escucha tan atenta, atrás, adelante, en todos lados: esa es nuestra evidencia. En un momento nos emocionamos cuando cruzamos miradas con un padre y una madre y el hijo sonriente, un niñe que evidentemente estaba en tratamiento de quimioterapia: esa familia gritando bravo es algo invalorable. Nos reafirma que el arte es parte de la sanidad de una sociedad. Y más allá que esté buenísimo que haya muchos centros de hisopados, en esta ciudad no hay un solo espacio donde las personas puedan encontrarse con un espectáculo especialmente pensado para estas épocas, en el que artistas y público estén cuidados”.
“En plena pandemia acercar la ópera de esta forma, además, deconstruída y en el espacio público familiar y que la gente la abrace y la aplauda significa algo importante: ver cosas nuevas ya no es una cualidad de los espacios alternativos. Eso es un triunfo muy valioso porque es ópera, algo que hoy en día en los teatros oficiales está guardada y acartonada como pieza de un museo. Pero en las calles lejos de estar olvidadas comprobamos que son melodías que la memoria popular ha atesorado durante trescientos, cuatrocientos años. Y que haya salido hoy así y a la calle, acompañada del arco iris de la diversidad, acompañada de preguntas como ¿Dónde está Tehuel? y haya sido abrazada demuestra que lejos de ser la caricatura con la cual la política cultural oficial quiere condenarla, la ópera es una herramienta más para construir el mundo que queremos.”

Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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