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Comenzó el juicio por el femicidio de Cecilia Basaldúa: las dudas de la justicia

El apoyo de agrupaciones feministas a los familiares de Cecilia, la negativa del único imputado a declarar y la desconfianza sobre la investigación: algunas de las claves del proceso que tiene en el banquillo a un “perejil”. Crónica desde Cruz del Eje, Córdoba.
Bernardina Rosini para lavaca.org
desde Cruz del Eje, Córdoba.
Con 20 minutos de demora, un altar que coronaba una mochila de viaje con flores, semillas y carteles y un gran acompañamiento de agrupaciones feministas, legisladoras y medios locales en la calle, comenzó en la localidad de Cruz del Eje el juicio por el femicidio de Cecilia Basaldúa. El tribunal está integrado por los jueces Carlos Escudero -presidente-, y los vocales Santiago Camogli Roque y Raúl Alejandro Castro. El veredicto estará a cargo de un jurado popular.

La primera audiencia judicial por el femicidio de Cecilia Basaldúa estuvo marcada por la gran presencia de agrupaciones feministas que se acercaron a la localidad de Cruz del Eje, en el noroeste de la provincia de Córdoba, para apoyar a la familia. Frente a Tribunales hubo radio abierta, olla popular y feria. Antes de ingresar al recinto, Susana y Daniel, padres de Cecilia, conmovidos agradecieron el acompañamiento: “Ustedes son nuestra fuerza. Para que no haya más Cecilias, no queremos más mentiras, ni encubrimientos. Gracias por estar, Cecilia está con ustedes, lo sé”.
Con ingreso de prensa limitada, prohibición de registro audiovisual y teléfonos, la jornada fue registrada desde la sala espejo a través de un monitor. Los jueces del tribunal abrieron la jornada dirigiéndose a Bustos: “Si no comprende algo, pregunte, no importa las veces que sea necesario interrumpir, pero usted debe entender, no puede irse no entendiendo lo que pasó acá”. Paso siguiente, se leyó la imputación. A Lucas Bustos, de 25 años, peón de albañil, poblador rural, se lo imputa de «abuso sexual con acceso carnal, homicidio doblemente calificado por violencia de género y criminis causa».


La soledad de la Fiscalía
Ya lo dice María Galindo: “Fiscalía rima con porquería”. Ni la familia de Cecilia ni la querella a cargo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación acompañan la acusación de la fiscal Paula Kelm, quien dio cierre a la investigación y elevó la causa a juicio.
Consciente de ello, el fiscal a cargo de la acusación, Sergio Cuello, reconoció en la audiencia las dudas de la familia Basaldúa con respecto a la investigación y resaltó su compromiso para “reconstruir en base a pruebas y evidencias” lo que sucedió y terminó con la vida de Cecilia, a quien se refirió como “una víctima que tenía una condición muy especial: la de ser mujer”. Cuello recordó al jurado que “son las pruebas, lo único que debe despejar dudas”, y solicitó agudeza para identificar prejuicios. Para finalizar, el fiscal dijo que “la sentencia debe ser creíble para devolver paz social”.
Por parte de la querella, el abogado de la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación, Guillermo Battiston, manifestó querer evitar una víctima más: “El peor resultado que podemos tener es una condena de Lucas Bustos porque nunca vamos a saber quién fue realmente el asesino”. Escuetamente, la abogada de la familia Basaldúa, Daniela Pavón pidió un proceso transparente y con perspectiva de género.

El imputado
Lucas Adrián Bustos es el único imputado por el femicidio de Cecilia, señalado como el autor material del crimen, detenido desde abril del 2020 .
Lucas tiene 25 años, vivía junto a sus padres y hermanos camino a Los Mogotes, a las afueras de Capilla del Monte. Cursó únicamente la escuela primaria y desde los 14 años es peón de albañil. La acusación que recae sobre él refiere a un supuesto encuentro con Cecilia, “sin una fecha determinada sin lugar determinado, pero en cercanías de un campo y a metros del Río Calabalumba”. Allí habría iniciado una conversación sobre caballos y, supuestamente, cometido el crimen.
Según Daniel Basaldúa “a Bustos lo metieron por la ventana” ya que no hay pruebas genéticas que lo comprometan y llega a juicio por la declaración de policías que dicen que Bustos habría confesado el crimen; declaración que habría ocurrido sin presencia de letrado. La familia del imputado habló de aprietes por parte del personal policial. Daniel, en la puerta de Tribunales volvió a resaltar: «Espero ver las pruebas con las que pretenden meter preso a Bustos, porque no las hay, o yo no las vi, capaz hay algo nuevo, no sé”.
En la audiencia, después de leer la imputación, los jueces del tribunal hicieron una serie de preguntas a Bustos “con el fin de conocerlo”. Luego de los datos biográficos más relevantes, consultaron sobre sus consumos de alcohol y sustancias. La siguiente pregunta fue si era beneficiario de algún plan social.

La primera jornada cerró con el testimonio de Susana Reyes y Daniel Basaldúa, quienes respondieron a las preguntas del fiscal , de la abogada defensora de Lucas Bustos y de su representante, la doctora Pavón.
Daniel -emocionado- recordó la alegría con la que encaraba Cecilia sus viajes: «Ella nunca se hubiera ido dejando el celular y la computadora”, dijo en su declaración que repite en cuanto tiene ocasión, ya que para Daniel es un elemento clave a tener en cuenta y que refuta la hipótesis de que Cecilia podría haberse ido de la casa donde estaba alojada, abandonando sus pertenencias más valiosas. Luego contó que llegó sin ayuda de la fiscalía al lugar donde fue encontrado el cuerpo de su hija y que inmediatamente pensó: “¿Quién armó ésto?”.
La madre de Cecilia, al declarar, lo hizo con la tranquilidad que la caracteriza. Firme y serena Susana manifestó que sus sospechas recaen sobre otras personas que la fiscal Kelm se negó a investigar: «La fiscal no trabajó para nosotros, porque nunca nos escuchó. Nunca presentó pruebas, dijo que a mi hija la atacaron, Cecilia sabía defensa personal, tiene que haber pruebas de los rasguños, su cuerpo tiene que hablar, hicieron las pericias como les convenía a ellos”.
En la calle, mientras, una performance: mujeres vestidas de negro se buscaban mutuamente, se tapaban a veces los ojos, otras la boca.
Se agarran la garganta, y se escucha en el silencio de la tarde:
“¿Quién sos? Cecilia; ¿Qué hacías? Me instalé en Capilla del Monte para escribir sobre mis viajes; ¿Cómo estás? Muerta; ¿Qué dice tu familia? Que la Justicia no investiga. Hay femicidas sueltos”.
El juicio por el femicidio de Cecilia Basaldúa se extenderá durante toda la semana.

Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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