Nota
Comunicación popular: medios de pie
Uno de los tantos talleres que formaron parte del Encuentro Nacional de Educadores Populares organizado por Barrios de Pie, permitió que integrantes de movimientos sociales dieran cátedra sobre los medios. Entre todos, cambiaron títulos de diarios, cuestionaron la agenda mediática y esbozaron hipótesis sobre cómo luchar por el derecho a la comunicación y a la verdad.
Piqueteros hablando sobre comunicación en la facultad de Filosofía.
La combinación es un hallazgo que podría dejar por el suelo a los estudiosos y a los estudiantes del tema, y abre debates que se sabe desde donde parten, pero nadie sabe aún hasta dónde pueden llegar.
El hecho se verificó durante el Encuentro Nacional de Educadores Populares organizado por el Movimiento Barrios de Pie en la Facultad de Filosofía y Letras, del barrio de Caballito, Buenos Aires.
Con sus pecheras identificatorias, gorros de lana, madres con bebés en una mano y mamadera en la otra, militantes territoriales, universitarios traslúcidos y un bochinche lleno de vida, Barrios de Pie dedicó dos días -el 25 y 26 de julio- a debatir diversos temas entre lo cuales se incluyó la comunicación, como para diferenciarse de los medios comerciales en los cuales ese tipo de reflexión jamás corre el riesgo de ocurrir. Los resultados están a la vista.
En el aula 144 de Filosofía, unas 50 personas provenientes de distintos barrios y provincias plantearon sus experiencias desde los pupitres. En el frente del aula, dos integrantes de la agencia Cono Sur -Emanuel y Pablo, estudiantes de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires- habían pegado sobre los pizarrones algunos recortes periodísticos de los diarios Clarín y Página/12. Resultó visible la inexistencia de otros periódicos, siquiera como punto de referencia.
Emanuel planteó una consulta: ¿cómo nos enteramos de las noticias? ¿a través de qué medios? Respuestas variadas: como muchos de los que estaban allí se dedican a temas de comunicación, leen y escuchan todo lo que pueden. Se mencionó a varios canales de televisión. Un cordobés expuso que, de acuerdo a su experiencia en la provincia, los medios tradicionales tienen legitimidad y peso en los barrios: los vecinos empiezan por creerles, de modo no muy crítico.
Otro integrante de Barrios de Pie explicó que algunas veces, los vecinos veían en televisión acontecimientos que ellos mismos habían protagonizado (movilizaciones, actos de protesta) y tendían a creer más en el mensaje distorsionado por el medio, que en lo que ellos mismos habían vivido. «Los medios disfrazan las cosas, pero se hace difícil hacerlo ver» dijo. Hubo varias menciones a la esquizofrenia que significa creer más en lo que reproducen otros que en la propia experiencia.
Desde el medio del aula, una señora mencionó que actualmente los periodistas no expresan lo que piensan, para mantener su trabajo. (Agregados: algunos sí dicen lo que piensan, aunque se trate de pensamientos de psicópatas. Y en otros casos simplemente no piensan, para poder amoldarse. Lo curioso es que últimamente cada vez que se habla de los periodistas -sobre todo de los medios gráficos- se los describe como uno de los sectores con menor libertad de expresión, o capacidad para decir la verdad, de la sociedad argentina).
La señora pronunció otra frase: «Lo mejor es no pertenecer a estos medios», y cuando dijo «medios» hizo con sus dedos el signo de comillas. Sobre los medios por los que se informa, contó que busca mucho en Internet.
Más al fondo, un joven reconoció que se está derritiendo la tendencia a buscar medios o programas que definió como «progres», y citó un ejemplo emblemático: «Hay varios casos de supuestos progres. CQC, (Caiga quien caiga, programa de televisión) por ejemplo, ya pasó, ya fue. No se entiende qué hacen. En este país ya no sirve más todo ese chistecito boludo con el microfonito. Para mí están en la otra vereda».
Por el aula corrían diagramas sobre la concentración mediática, que muestran cómo entre el Grupo Clarín y Telefónica acaparan una desmesurada cantidad de medios, sin contar a muchos que no les pertenecen directa u oficialmente, pero que quedan atrapados por el misma lógica de concentración.
Emanuel y Pablo señalaron los recortes de diarios pegados en el pizarrón y propusieron un ejercicio: ¿cómo titularíamos nosotros las mismas noticias? Tomaron como referencia a lo que los medios consideraron «el evento» de la semana: el viaje del presidente argentino a los Estados Unidos.
Uno de los recortes era una tapa de Página/12. Foto de Kirchner y Bush tomada durante el encuentro, en un jardín de la Casa Blanca, detrás de unas rosas rojas, en pose afectuosa. Título: «Con el fondo hay que pelear hasta la última moneda». Desde lejos no se veía a quién atribuían la frase encomillada, aunque de cerca se observaba que se la adjudican al señor Bush, según voceros argentinos. Nada de esto es información sobre la reunión ni sobre la inédita combatividad del señor Bush, sino trascendidos de lo que dicen que allí se dijo.
En páginas interiores, otro título con una foto similar: Como dos amigos que vienen del sur.
Otro de Página/12, también encomillado: «Construir un país normal«, oración supuestamente atribuida a Kirchner.
Clarín: Kirchner les pidió tiempo a los empresarios de EE.UU.
Uno del diario U, que se reparte en las universidades: Balance positivo de la gira de Kirchner.
Los grupos se dividieron y comenzaron a idear cómo editarían esas mismas noticias.
Mientras duró ese trabajo grupal, Pascual Caliccio -uno de los encargados de la prensa de Barrios de Pie- contó a lavaca que el viernes el acto convocado bajo dos lemas, «No al ALCA» y «Educación para todos» frente a la cancillería, había sido un éxito, con más de 4.000 asistentes que marcharon por el centro. «Para nosotros es importante: no estamos pidiendo subsidios, sino educación».
El dato no es menor en un país donde alguna vez un movimiento popular reclamó: «Alpargatas sí, libros no». Al margen del anecdotario, hoy ya resulta más evidente que la relación entre alpargatas y libros es crucial. O entre necesidades y derechos: funcionan juntos. De lo contrario, lo que funciona es el sometimiento de las personas.
Pascual rescató la experiencia de la Escuelita Piquetera, (ver nota en lavaca) y de la cantidad de áreas que cubre el movimiento con talleres y actividades de toda clase: Salud, Género, Derechos Humanos, Comunicación, Juventud. Todo como parte de un vasto trabajo barrial cuya imagen más cotidiana es la de los comedores populares. Ahí mismo, en Filosofía, cada una de estas áreas realizaba sus propios encuentros.
Como los grupos continuaban discutiendo propuestas, Pascual aclaró que el movimiento tiene una relación política con la agrupación Patria Libre «que nosotros no ocultamos» y recordó que alguna vez Barrios de Pie se llamó «CTA de los Barrios» por la Confederación de Trabajadores Argentinos. El señor Luis D’Elía -cuenta Pascual- les impidió mantener esa denominación. Puede deducirse que esto generó dos ventajas a la larga: un nombre más bello, y que se separaran del señor D’Elía y los suyos.
Vuelta a la reunión.
Uno de los grupos había tomado la frase «Construir un país normal». Contaron que primero pensaron en la definición de la normalidad. Dijo un vocero del grupo: «¿Lo normal es que haya hambre o dolor? Después, pensamos que para nosotros sería normal que existan leyes, que exista la educación». Conclusión, decidieron cambiar el título por: «Construyamos un país normal». Al apropiarse de la frase le dieron a la palabra «normalidad» el sentido que ellos querían. Es una vieja historia: el significado de las palabras lo dan quienes se adueñan de ellas. Cambiaron apenas una palabra y cambiaron todo, sin necesidad de ser pomposos.
Otro grupo -con aspecto mucho más universitario que el anterior- tomó el título de Página/12 con la supuesta frase de Bush («Con el Fondo hay que pelear hasta la última moneda») y las rosas. Propusieron incluir imagen de Bush y Kirchner dentro de un corazón con el título: «Deuda de amor». Otra variante: una imagen con Bush como diablo (con cuernitos y tridente) y el título «Amistades peligrosas». Otro: «No hay que pagar ni una moneda» con la foto dentro de un círculo de prohibición, cruzado por una barra roja. Y otro: «Si el diablo te acaricia».
Pablo, en el pizarrón, señaló el detalle de que la foto de los mandatarios y las rosas era de Presidencia de la Nación. Cuestionó a Página/12 como un diario que alguna vez fue progresista, que estuvo contra el poder, pero ya no. Pablo y Emanuel también cuestionaron muchas veces de qué modo los medios son los que imponen la agenda de temas, los asuntos de los que quieren que hable la sociedad.
Un joven del fondo (la gente de los barrios eligió, en general, irse hacia el fondo del aula) despachó todo un editorial sobre la actitud de los medios: «Siempre nos muestran a los piqueteros cuando hay corte de rutas, de calles, cuando hay conflicto. Pero jamás se vio en un noticiero o en estos diarios a los comedores trabajando, a lo que se hace todos los días con los compañeros». De ese sector salió una idea que apenas alcanzó a diseñarse como trazo grueso, y que acaso fue una de las más brillantes de ese día: dedicar el mismo espacio que los diarios daban a las noticias sobre el viaje presidencial a describir los barrios: las actividades, las historias, los logros, las dificultades, la vida.
Estos participantes rompieron una paradoja del encuentro: ahí se cuestionaba la agenda impuesta por los medios, reproduciendo la misma agenda: «el evento» del viaje de Kirchner a los Estados Unidos, pero para criticarlo. Pablo acertó al cuestionar, por ejemplo, que todos los diarios se basaban sólo en trascendidos y en rumores. Pero los concurrentes tampoco se podían basar para hacer su ejercicio en ninguna información real, salvo la crítica genérica a lo conocido: Estados Unidos se comporta -más que nunca- como un imperialismo de guerra y criminal, con el cual todo acercamiento romántico intentado por los dirigentes argentinos suele terminar del mismo modo, y ya se sabe quién paga las facturas de las rosas.
Pablo insistió en esa línea antioficialista: «Uno, Bush, copó el petróleo invadiendo Irak y matando gente inocente. El otro, Kirchner, lo entregó y fue cómplice del neoliberalismo durante todos estos años». Debe decirse que las frases opositoras sonaron oxigenantes en medio del actual ambiente viciado de un oficialismo bastante más estúpido de lo que el propio gobierno merece.
Pero de todos modos, al proponer la crítica a Bush-Kirchner ¿no se estaba obedeciendo la agenda oficialista y mediática?
Pablo acertó también al plantear que los medios transmiten muchas veces mensajes cerrados, resueltos, absolutos, que no permiten críticas. Cuando se dice «lo bueno» o «lo malo», postuló Pablo, sólo se simplifica realidades mucho más complejas. «Nos quitan palabras». Pocos minutos después de esta crítica se estaba proponiendo inventar eslogans (simplificaciones de palabras) contra el ALCA. Por lo tanto ¿es bueno o es malo simplificar? (con perdón de la pregunta simplificadora).
Otro argumento interesante de Pablo es la conocida idea de que los medios construyen su mensaje desde la óptica de un ciudadano que no participa. Esa situación cambió el 19 y 20 de diciembre: «Los medios fueron desbordados por un discurso que no era el que ellos buscaban imponer. Era el de las personas movilizándose». Otro argumento: «Una cosa es cada uno guardado en su casa, y otra es cada uno volcado a la organización popular».
El aula seguía escuchando. Pablo encontró otro ejemplo sobre cómo los medios esfuman la realidad: «Todos informan sobre tránsito. Cada vez más aparecen en las radios esos informes. Pero puede ser un pozo o una manifestación. Y que haya piqueteros o que haya que asfaltar no es lo mismo». Es interesante: baches, barricadas, cortes por refacciones, cortes por piquetes, todo en la misma bolsa. Las radios ven a la resistencia social como un problema de interrupción de la circulación.
Pablo mencionó lo que publican los diarios, y se preguntó por qué nadie dice «no al ALCA». Cuando redundó por cuarta vez en ese argumento, un militante de Barrios de Pie elevó la voz para cortarlo: «No es que no se le ocurre a nadie, no se le ocurre a esos medios a los que les importa tres carajos todo lo que nos importa a nosotros. No tenemos medios masivos. Todos los medios populares son barriales o comunitarios. Entonces el desafío es ir creando una agencia popular de noticias, y también el desafío es ver cómo ir construyendo una comunicación popular». Toda una propuesta para debatir en algún otro encuentro. Por ejemplo: ¿hablar de comunicación popular implica hablar de «una» agencia de noticias?
Emanuel y Pablo retomaron la palabra para mencionar cómo un tema -la seguridad- termina inyectando miedo en la sociedad y la ingenuidad de creer que con más policía mejorarán las cosas, cuando la experiencia demuestra que a más policía, más inseguridad.
Una joven de San Miguel contó cómo se les ocurrió hacer el boletín Piqueter@s para no tener que seguir respondiendo a la pregunta vecinal: «¿Por qué siguen rompiendo las pelotas con los piquetes?». Otro integrante de Barrios de Pie describió los que considera grandes desafíos para los medios que quieren ser populares: «El tema es cómo se ven reflejados los propios compañeros en esos medios. ¿Cómo se hace para ser participativo? Hay que romper la técnica de los grandes medios y construir una cosa nueva. No existe la comunicación piquetera. Pero así como en el movimiento la cosa va de la base hacia arriba, con la comunicación tenemos que hacer lo mismo, ir de abajo hacia arriba construyendo, continuando con nuestras experiencias, a ver qué podemos hacer».
Pascual intervino y sus palabras empalmaron con algo que estaba escrito en el pizarrón: «red de corresponsales». Su idea es que el propio Movimiento está teniendo más experiencias de las que es capaz de centralizar, y apostó a que eso continúe: «Hay un enorme poder de creatividad en el territorio, en cada lugar, y se podría tener la misma llegada que los medios grandes en esos lugares». Se habló de «ganar la calle» y las paredes de los barrios como herramienta de comunicación. Los integrantes de Cono Sur propusieron que se tomen paredes en los barrios con preguntas del tipo «¿qué opina de la educación?» o «¿qué opina de los piqueteros?» y que los propios vecinos vayan escribiendo sus respuestas en las paredes.
Más allá de las buenas intenciones de la propuesta, se puede maliciar que el resultado será muy poco respetuoso de tal solemnidad comunicativa. Acaso sospechando el mismo problema Pablo dijo: «Con un grupo que se dedique a organizar a los vecinos, claro». Esto retrotrae al viejo dilema político sobre cuál es el sentido de organizar la espontaneidad. Otra propuesta de Pablo fue que todo el mundo lleve un marcador encima, como forma de escribir en micros, trenes y paredes, los mensajes que exige una comunicación popular.
Desde el fondo, un joven de barba replicó: «Habría que ver en qué medida ese tipo de acciones individuales sirven sino consolidan organización o sino forman parte de una acción colectiva más amplia». Celeste, militante de Red Ecoalternativa, que colabora con Cono Sur, dijo que el problema es que los medios masivos imponen una agenda común, y que por eso hay que lograr otra agenda, otros contenidos, e incluso «perderle el miedo al soporte» (el soporte sobre el cual se transmiten los mensajes). Una conclusión que alguien pronunció en voz alta, cuando la reunión empezaba a levantarse: «Nosotros podemos terminar siendo más masivos que los medios masivos».
El joven de barba, uno de los del fondo, tenía algo más para decir: «Lo que no hay que olvidarse es de que tenemos que defender el derecho a la comunicación, y el derecho a la expresión. Así como defendemos la salud y todos los otros temas: la misma lucha». Pocas palabras, y de las sabias.
Hubo un aplauso para cerrar una experiencia que, en demasiados sentidos, recién parece estar comenzando.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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