Nota
Crónica desde Ushuaia. Los nuevos dueños de la aurora
La expropiación de la fábrica metalúrgica Aurora Grundig fue coronada con ovaciones. Sus nuevos propietarios son los trabajadores de la cooperativa Renacer, quienes ese martes 5 de agosto y por primera vez en mucho tiempo, lloraron de alegría.
Es difícil calcular la temperatura de las lágrimas.
La metalúrgica que alguna vez fue Aurora Grundig fue definitivamente expropiada por la legislatura de Tierra del Fuego, en medio de la ovación de unos 80 obreros y obreras, familiares e integrantes del Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas llegados hasta Ushuaia para presenciar uno de esos hechos que transforman la fecha en un día histórico: el 5 de agosto de 2003. Afuera, 0º. Anochecía. Desde la legislatura se veía la ciudad empezando a encenderse, brillando entre el Beagle y las montañas blancas.
Cuando la vicepresidenta del cuerpo Angélica Guzmán, dio por terminada la sesión, estos trabajadores que han aprendido a dormir con un ojo abierto en una choza frente a la fábrica para evitar su vaciamiento final; que han hecho piquetes en las rutas; que han tomado la gobernación, el Banco Nación, el provincial; que enfrentaron a la Unión Obrera Metalúrgica local, y que hace años conocen en qué consiste el vértigo del desempleo, se miraron entre sí durante aproximadamente un segundo de asombroso silencio.
Y ocurrió el estallido. Por primera vez en quién sabe cuántos años, las lágrimas eran de alegría.
Lloraban y se abrazaban Andrea, Juana, Jorge, Mario, Maxi, Tío Sosa, Cambá, Laconi, Mucarzel, Tomi, Miriam, Renato, Vargas, el ingeniero Capriata, Pipo, Juan, Héctor, Petro, Tutu, Oscar, Segovia, Juan Carlos, Felisa, Horacio, Delia, Susana, Churquina, Orlando, Margarita, Raúl, Sandra, Zapala, por nombrar a algunos, que ayer tuvieron la percepción, por primera vez en demasiado tiempo, de ser personas reconocidas, y con un futuro.
También se abrazaban Goyo, don Feliciano, Cachito, Alejandro, don Polo y Hugo, que ya han recuperado sus empresas hace tiempo en la Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires, pero que viajaron y revivieron aquel momento sabiendo -tal vez como nadie- a qué temperatura nacen las lágrimas.
A la salida del recinto, en un pasillo ancho y oscuro, se armó una especie de ronda espontánea donde algunos hablaron, con la ciudad titilando del otro lado de los ventanales. La ronda sólo se quebró cada tanto por la salida de alguno de los 15 legisladores que a su paso escuchaban términos amables como «buenas noches» y «gracias», que no son exactamente los que suelen dirigirse a la clase política argentina en las últimas décadas.
Todos los que estaban en esa rueda demostraron así sus modales. Podrían haberse agradecido a sí mismos, ya que llegaron hasta ese pasillo gracias a tres bienes escasos: coraje, resistencia e inteligencia. Coraje para vencer el miedo y enfrentar lo que enfrentaron. Resistencia para seguir haciéndolo durante más tiempo del que podría parecer soportable. Inteligencia para encontrar cuál es el modo en el que el coraje y la resistencia logran transformar la realidad, sin quedar en puro esfuerzo loable pero inútil.
Todo esto estuvo cruzado por múltiples contradicciones y retrocesos, y en muchos sentidos las cosas recién está empezando.
Pero el 5 de agosto de 2003, ese círculo humano dedicó unos minutos a mirarse y hablarse cara a cara.
Habló Mónica Acosta, de la Comisión de Lucha, y militante de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) que funciona en tándem con el Partido Comunista Revolucionario (PCR). La presencia de este grupo explica que en la fábrica se encuentren ejemplares del periódico Hoy con imágenes de Mao Tse Tung y jerga sobre las vanguardias obreras, que Mónica omitió:
«Ya hemos producido 300 lavadoras, ahora queremos llegar a 500. Fue la primera meta. El segundo paso era la expropiación. Hasta hoy al mediodía estuvimos discutiendo con los legisladores, todos pendientes de cada punto y cada letra. El tercer punto es que mientras mantengamos la unidad y la humildad, vamos a lograr vender lavadoras en Buenos Aires. Le agradecemos al doctor Luis Caro y a todos los compañeros que vinieron de Buenos Aires. Esas experiencias nos marcaron el camino y seguramente a partir de la expropiación de Renacer se generará un nuevo abrecaminos en la provincia de Tierra del Fuego».
Gregorio «Goyo» López, de Lavalán, es de los que ha sabido hacer las dos experiencia: enfrentar a la policía, resistir, ocupar la fábrica, y luego hacerse cargo de ponerla en marcha y convertirla en una exportadora que recuperó clientes y les permite a sus trabajadores volver a funcionar como tales. Dijo: «Ustedes se merecen todo esto. Pasaron frío y hambre para que hoy todo se pueda ver de otra forma. Me llega muy de cerca porque me acuerdo cuando nos pasó a nosotros. Ahora todo depende de ustedes, y de nadie más».
Alejandro «Cachito» Coronel: «Me acuerdo también cuando votaron nuestra ley de expropiación, y se me agita el corazón. Verles la cara a ustedes, la alegría y las lágrimas, la verdad es que no lo paga nadie. Estoy muy orgulloso por ustedes».
Luego habló Luis Caro: «En nombre del Movimiento de Fábricas Recuperadas, no les hablo como abogado sino como compañero. Es muy trascendente que Aurora haya sido expropiada y cedida a la cooperativa. Además, no adquieren los pasivos, las deudas. Desde ahora en más, ustedes tienen que pensar que empezaron un proceso de liberación. Están liberándose del yugo del que les decía lo que tienen que hacer. Ahora son ustedes mismos los que deciden qué se hace, a qué precio, qué se vende, cómo, quién va a vender, cuánto nos vamos a llevar, cómo vamos a organizar la producción y la comercialización. La primera pregunta es: ¿cómo yo voy a hacer eso? Los compañeros que hasta ahora recuperaron sus fábricas y las administran mejor que los patrones son el fiel reflejo de que eso puede hacerse.»
Siguió Caro: «Nosotros discutimos la forma. La forma en que se lleva adelante la fábrica conducida por los trabajadores. Tienen que empezar a decidir todo en asamblea». (Caro parece suponer que no es eso lo que ocurre actualmente.) Y finalizó: «El objetivo nuestro es que tengan el mayor rédito para su familia. Los trabajadores son ricos cuando pueden mantener su familia, mandar a sus chicos a la escuela, a la facultad, tener salud, vivienda, esparcimiento, todo a raíz del propio trabajo. Yo estoy muy emocionado, porque sé que atrás de ustedes están sus familias. Sepan que los consideramos nuestros hermanos». Ahí las lágrimas fueron las del abogado.
Uno de los obreros planteó que lo que le falta a la nueva empresa es el decreto presidencial para que quede incluida en el régimen de promoción industrial (que actualmente pertenece a la vieja empresa). Caro contestó: «Lo principal es que ustedes estén convencidos. Si hay convicción, los papeles llegan. Para mí el decreto lo van a tener. Es un trámite. Pero lo principal es que la comunidad, las autoridades, todos entiendan esa necesidad. Hay que sumar. A los traidores no. A los traidores ni justicia, decía una persona (referencia a Juan Domingo Perón, en su versión combativa). Pero sí a todos los que, equivocados o no en otra etapa, ahora se quieran sumar».
Muchos trabajadores que renunciaron a la empresa Renacer, una Sociedad Anónima formada por obreros y conducida por la UOM, que se hizo cargo de la fábrica cuando Aurora se hundió, renunciaron después de tanto conflicto. Hoy la situación es así:
-Hubo entre 60 y 80 personas que «bancaron» el conflicto siempre. Y unas 250, o algo más que se mantuvieron en observación, a larga distancia. Esas 330 personas formarán la nueva cooperativa, si los alejados deciden volver.
-Hay otro grupo de unas 180 personas que renunció ya en la etapa anterior. No cuentan precisamente con la simpatía de los que se quedaron.
El decreto legislativo postula que, en caso de tomarse nuevo personal, los renunciantes tienen la prioridad de reingreso.
Por ahora se trata de un bello sueño, ya que Renacer aún debe demostrar si es capaz de funcionar con sus actuales integrantes. Hay indicios favorables. Los primeros contratos llegarán apenas la empresa logre instalar un service en Buenos Aires. Es lo que redondeará la primera venta de 300 lavarropas a la cadena Easy, por ejemplo.
Durante la sesión habló la diputada Fabiana Ríos, del ARI: «Este es un día histórico. Esto es lo único que podía hacer el Estado. La decisión que toma el Estado provincial a través de la Legislatura no garantiza el éxito. Ni se terminan las luchas. Por cierto que no. Habrá otras luchas, otras peleas. Este proyecto de ley no surge de la dirigencia política, sino que es el fruto de una pelea que han dado los trabajadores en la absoluta convicción de que era lo que les correspondía. Quiero destacar el trabajo, la tarea, y esta enorme lucha, el enorme ejemplo que han dado los compañeros de Renacer porque reitero que esto no ha sido una decisión de la dirigencia política sino una decisión de los trabajadores por tomar lo que les pertenece, que son las herramientas de trabajo».
El radical José Barrozo explicó por qué consideraron a la empresa como de utilidad pública, y por ello sujeta a expropiación: «Primero para la recuperación de la fuente de trabajo. Segundo, para hacer realidad el artículo 14 bis de la Constitución, concordante con un párrafo del artículo 26 de la Constitución provincial, permitiéndole al obrero recuperar la dignidad, y respetando su integridad psico-física, un marco que también ha sido ratificado por diferentes convenios internacionales sobre derechos humanos».
Barrozo dijo que la ley de expropiación no viola la propiedad privada, ya que es una ley específica. Dijo que no sienta precedentes para futuras expropiaciones. Pero también dijo: «Esto va más allá de un beneficio para los obreros de la cooperativa. Creo que es un beneficio para toda la sociedad fueguina porque poniendo en marcha los establecimientos industriales, vamos a reactivar la economía de toda la población de Tierra del Fuego».
Tal vez no sea un precedente legal, pero la decisión sobre qué cosas son o no precedentes, y procedentes, parece que no depende de la dirigencia política -según perciben los mismos legisladores- sino de una cantidad de Andreas, Juanas, Jorges y Marios, por nombrar sólo algunos de los que fueron capaces de cambiar una historia.
Al menos eso fue lo que ocurrió este 5 de agosto de 2003, cuando ya se hacía de noche, el frío no congelaba las lágrimas, y se veía titilar a la capital del fin del mundo.
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Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
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Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
Nota
5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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