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Democracia vs capitalismo

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Casi como un recreo del jaleo local, la filósofa norteamericana Ellen Meiksins Wood brindó una clase magistral en la Facultad de Ciencias Sociales. Allí analizó en voz alta el estado actual del capitalismo global, polemizó con Negri y Hardt y esbozó su teoría sobre el rol de la resistencia local para enfrentar lo que llamó esta «guerra infinita» que los Estados Unidos ha declarado contra todos sus potenciales opositores.

Si Ellen Meiksins Wood se presentara a algún casting cinematográfico, posiblemente le darían el papel de nodriza bondadosa pero firme de algún grupo de niños descarriados, o un ama de casa de cualquier barrio, de cualquier ciudad: pequeña, maciza, con el pelo blanco sin tintura, la cara lavada y vestida con absoluta sencillez, fuera de toda moda.

Así es Meiskin Wood, una referente del pensamiento marxista, al que no abandonó ni cuando tales ideas parecieron una oda al anacronismo o -también en este caso- atavíos ideológicos fuera de toda moda.

Norteamericana, filósofa política, fue profesora de la Universidad de York, Toronto. Es autora de libros como Democracia contra capitalismo (1995), Rising Form de Ashes: Labor in the Age of Global Capitalism (Renaciendo de las cenizas: el trabajo en la era del capitalismo global, 1999) y recientemente Empire of capital (Imperio del capital). Fue editora de la New Left Review y co-editora de la Monthly Review.

Llegó a Buenos Aires invitada por el Observatorio Social de América Latina de CLACSO y la Facultad de Ciencias Sociales, donde el miércoles 16 de abril dictó una conferencia con un título imponente: Democracia contra Capitalismo en los tiempos de la Guerra Infinita.

Ofició como traductor simultáneo Atilio Borón y la señora Ellen, leyendo su conferencia, dejó de parecer una bondadosa nodriza para transformarse en un cerebro capaz de transitar el difícil laberinto de la actualidad política y económica y de ponerse firme con quienes en su mensaje aparecieron casi como niños descarriados: Toni Negri y Michael Hardt, los autores de Imperio.

Meiksins Wood arrancó su exposición denodadamente académica, ante unas 80 personas que se acercaron al aula 100 de la facultad (entre ellas Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, que siguió atentamente los a veces intrincados conceptos de la señora Wood), planteando que la actual es una de las etapas más dramáticas del imperialismo, que está poniendo al mundo ante una situación inédita: «Sin embargo, la teoría más a la moda en la izquierda es completamente incapaz de tratar el tema. Durante la guerra de Afganistán me tocó escuchar una conferencia de Michael Hardt, autor con Toni Negri del libro Imperio. La intención del conferenciante fue desarrollar la tesis de su libro en relación con dos temas: la guerra y la democracia. Lo asombroso fue que Hardt no hizo mención alguna de la campaña que los Estados Unidos estaba llevando a cabo en ese mismo momento en Afganistán. Y eso me parece que es debido a que las tesis de Hardt y Negri simplemente hacen imposible dar cuenta de la acción que desarrolla un estado nacional imperial, al menos el estado nacional imperial de los Estados Unidos».

Meiksins Wood agregó que ya ante la guerra contra Iraq todo lo que hizo Hardt, según ella, fue decir que los Estados Unidos estaban cometiendo un gran error: «Él no pudo reconocer que el Imperio que él y Negri habían imaginado era algo distinto al Imperialismo. En realidad, creían que el Imperio era mejor que el Imperialismo. En otras palabras, Negri y Hardt consideraban que su teoría era la correcta, pero que la realidad estaba equivocada».

La señora Wood interpreta que las cosas son al revés, y que las concepciones equivocadas oscurecen la naturaleza del imperialismo y de la democracia.

¿Cuál es su razonamiento?

Wood empieza por oponerse a quienes creen que el Estado está muriendo y que su poder se disuelve a través de las economías globales. El argumento niega la existencia y hasta la mera posibilidad del imperialismo, según Wood, que cuestiona la idea de Imperio de Hardt y Negri porque describe un mundo en el cual no existen concentraciones reales de poder capitalista. Wood reprodujo esta frase del libro: «En este suave espacio del Imperio no hay un lugar del poder. El poder está por doquier, y en ninguna parte. El Imperio es una utopía, o realmente un buen lugar».

En ese caso, toda esa idea de Imperio es pura negación del imperialismo, tomado como idea de dominación y subordinación. En lo que sí le da la razón a Hardt y a Negri es en que ya no se puede pensar según los viejos cánones del imperialismo colonial: «El nuevo imperialismo -explicó- no impone directamente su soberanía sobre países o gobiernos subordinados. En cambio opera manipulando las fuerzas económicas del mercado para lograr el beneficio del capital imperial».

El capitalismo, entonces, se diferencia de otros regímenes sociales porque puede dominar más allá de lo político, a través de los medios económicos. No necesita ejercer un poder coercitivo directo sobre un país.

¿Cuál es la paradoja?

Que la apropiación capitalista, aunque no dependa de la coerción directa extraeconómica (el poder político o estatal) sí necesita el apoyo de esa coerción. Necesita, entonces, un Estado que proporcione esa fuerza de dominación y de orden social.

La sutileza: aunque no depende del Estado, el capitalismo necesita de modo vital ese orden garantizado por el Estado. Conclusión de la señora Wood: «El capitalismo es más dependiente que antes y que cualquier otra forma social, del orden social y político que confiere el Estado».

¿Por qué?

Por anárquico, informa la señora Wood. La verdadera naturaleza del capitalismo es la de ser un sistema anárquico, en el cual las leyes del mercado amenazan con alterar permanentemente el orden social, y disolver todos los lazos extraeconómicos. Pero a la vez, el sistema necesita estabilidad, previsibilidad de las relaciones sociales, y por eso necesita una regulación social muy minuciosa. Reflexiona Wood:

«El capitalismo depende de prácticas extraeconómicas y de instituciones que compensen sus propias tendencias destructivas. La anarquía del mercado, sus efectos destructivos sobre las relaciones sociales y la vida humana, y principalmente sobre la mayoría desposeída de la sociedad de la cual el poder capitalista depende, hace imprescindible al Estado para evitar el colapso social completo».

El Estado Nacional brinda entonces un marco legal e institucional (extraeconómico) respaldado por la fuerza coercitiva. Salen beneficiados tanto el capital global como el local y el nacional.

El capital, entonces, extiende su alcance económico descansando sobre los Estados locales. Y se mueve cruzando las fronteras, mientras que cada Estado permanece en su territorio. Wood, en este punto, rompe los lugares comunes al rechazar la imagen de la declinación del Estado nacional inmóvil frente a la movilidad fluida del capital:

«Por el contrario, yo pienso que las teorías convencionales sobre la globalización están muy equivocadas en este punto, como lo están Hardt y Negri. Mi punto es que el capital global necesita Estados territoriales. Que la forma política del capitalismo global no es un Estado Global, sino un sistema de muchos Estados locales y que la brecha creciente entre el alcance económico y el alcance político del capital, es algo así como la contradicción fundamenteal del capitalismo global.»

Quiere decir que esa separación que permite que el capital se libere del control político es su fortaleza, pero también su debilidad.

Wood describe dos momentos de la explotación de clases.

-Uno, la apropiación de la plusvalía.

-Dos, el poder coercitivo que la hace posible.

Para lograr lo primero, la clase capitalista necesita que el Estado liberal se dedique a lo segundo.

¿Existe otro ente u organización que pueda realizar este control mejor que el Estado Nacional? La respuesta es no, dice Wood: «Ninguna otra organización local o trasnacional ha empezado siquiera a remplazar al estado territorial como garante coercitivo del orden social, de la relaciones propiedad, de una estabilidad y previsibilidad de los contratos, o ninguna de las otras cuestiones básicas requeridas por el capital en su funcionamiento cotidiano.»

Otra contradicción en marcha es que el capitalismo necesita bajar permanentemente los costos de la fuerza del trabajo, para aumentar su rentabilidad, pero a la vez tiene la necesidad no menos constante de expandir el consumo, lo que requiere que la gente tenga dinero (no pudo saberse si la señora Wood, residente en Londres, conoce qué significa hablar de eso en un país como la Argentina).

«Esta es una de las contradicciones insolubles del capitalismo» dijo, «pero en el balance final el capitalismo global se beneficia del desarrollo desigual y de la fragmentación del mundo en economías separadas, cada una de las cuales tiene su propio régimen social y sus propias condiciones de trabajo».

Por lo tanto, el argumento es que el nuevo imperio global tiene la capacidad excepcional de expandir su economía económica más allá de cualquier Estado nacional, pero eso paradójicamente lo hace cada vez más dependiente de un sistema de múltiples Estados territoriales. La debilidad de la fuerza.

Además, lo distintivo del capitalismo es su capacidad para extender su poder económico mucho más allá de la dominación política y la militar. La condición para lograrlo es que todos (productores y apropiadores de la riqueza), dependan de los imperativos del mercado. El imperialismo es posible -anuncia Wood- cuando los poderes imperiales pueden imponer y manipular los dictados del mercado sin necesidad de un dominio directo colonial.

Ahí aparece la globalización: el mercado a lo ancho y lo largo del planeta. Todas las economías deben ser funcionales a los dictados del mercado.

El instrumento indispensable es el Estado. Los países que mejor lo simbolizan son los que han seguido al pie de la letra las recetas del FMI.

Por eso, a pesar de todas las argumentaciones globalizantes capitalistas, Wood asegura que el mundo cada vez más, y no menos, es un mundo de Estados nacionales, no sólo como resultado de las guerras de liberación, sino por la propia lógica de la globalización.

Wood consideró que el capital no es capaz de organizar el mundo, y que ni siquiera puede organizar los circuitos económicos globales por sí mismo.

Por eso mientras las teorías convencionales de la globalización suponen que el Estado se convierte en algo crecientemente irrelevante e impotente, Wood argumenta exactamente lo opuesto.

Ese es el punto en el que se entiende mejor el diagnóstico sobre la actualidad.

Dice Wood: «En ausencia de un Estado global y planetario que se corresponda con el capital global, lo cual sería imposible, los Estados Unidos están buscando otros caminos de controlar un sistema poco confiable de múltiples Estados, y de asegurar que ninguno de ellos, amigo o enemigo, jamás aspire a a desafiar a los Estados Unidos como potencia global o incluso a nivel regional.»

Wood considera que los integrantes de la administración Bush son locos y particularmente salvajes, pero la aplicación de sus políticas es el resultado de la construcción de una fuerza militar a lo largo de décadas, que supera a todos sus rivales sumados. Y esa fuerza para algo se venía construyendo.

La consecuencia de tal estrategia es una consigna de guerra infinita, sin límite en territorio ni en tiempo, para evitar cualquier intento de desafío a la supremacía norteamericana, y a partir de allí reorganizar al mundo.

«La nueva estrategia imperialista busca contener el sistema global de múltiples Estados por medio del ejercicio regular de la fuerza militar masiva, transformando el escenario internacional en una suerte de teatro militar permanente.»

La descripción es casi metafísica, porque los Estados Unidos intentan así demostrar que pueden estar en todos los lugares, todo el tiempo, o llegar a cualquier parte, y causar una destrucción masiva.

En estas intervenciones militares, como tienen ese carácter de «mensaje», los medios están desconectados de los fines particulares. Lo militar pasa a ser un fin en sí mismo. «Una guerra sin restricciones de espacio o de tiempo».

Lo constante, en todo caso, tal vez no sea la guerra, sino la amenaza perpetua de guerra.

Pero además del peligro que representa para el mundo, Wood sacude su cabello canoso y extrae de todo esto una nueva paradoja: «La actitud norteamericana envía un mensaje al mundo sobre su hegemonía. Pero a la vez la fuerza militar es un instrumento muy burdo y completamente inapropiado para suministrar las condiciones políticas y legales cotidianas que requiere el capital para su acumulación.»

La conclusión de Wood es que, por lo tanto, las luchas nacionales y locales son hoy más importantes que nunca, porque el capital global depende no de algún poder místico que no reside en ningún lugar, sino de concentraciones muy concretas de poder. Por lo tanto los cambios democráticos locales tales como las elecciones en Brasil podrían llegar a alterar el balance imperial.

(«si Lula hace lo que todos esperamos que haga», advirtió señalando con el índice acaso hacia Brasilia).

Otra conclusión: siempre se dice que los Estados dependen de los capitales globales. ¿Y si se piensa el asunto al revés? En ese caso las luchas democráticas en cada país pueden cambiar las relaciones de fuerza internas, y el balance internacional. Y esto puede ocurrir tanto en los países periféricos (así los llamó la señora Wood) como en los centrales.

La pregunta sería: ¿cuántos países más o menos díscolos puede llegar a invadir concretamente la fuerza militar norteamericana, para defender la hegemonía del capitalismo?

Por otro lado, el capitalismo prefiere una forma de expansión que no dependa del colonialismo, ni de la dominación militar o política directa, porque es más barato.

Pero esta misma política imperialista empuja a los movimientos antiimperialistas que crean, en términos prácticos, condiciones cada vez más adversas al sistema.

De la supremacía económica, se ha pasado a una etapa de imposición de la supremacía militar. Las víctimas no son sólo los países pobres: «No veo como una casualidad que los Estados Unidos declarasen la guerra a Iraq muy poco tiempo después de que Saddam Hussein transformara sus reservas por ventas petroleras al euro».

La guerra infinita recién ha comenzado. Y una batalla central sería la que las democracias y las luchas locales dentro y fuera del Estado pueden dar contra el imperialismo del capital. La conferencia se cerró con un aplauso, la señora Wood conversó con jóvenes estudiantes con su sonrisa recuperada a pleno, y Nora Cortiñas, antes de irse, alcanzó a brindar una conclusión de alto voltaje descriptivo sobre los tiempos actuales: «Una cosa de locos».

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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