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Democracia vs capitalismo

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Casi como un recreo del jaleo local, la filósofa norteamericana Ellen Meiksins Wood brindó una clase magistral en la Facultad de Ciencias Sociales. Allí analizó en voz alta el estado actual del capitalismo global, polemizó con Negri y Hardt y esbozó su teoría sobre el rol de la resistencia local para enfrentar lo que llamó esta «guerra infinita» que los Estados Unidos ha declarado contra todos sus potenciales opositores.

Si Ellen Meiksins Wood se presentara a algún casting cinematográfico, posiblemente le darían el papel de nodriza bondadosa pero firme de algún grupo de niños descarriados, o un ama de casa de cualquier barrio, de cualquier ciudad: pequeña, maciza, con el pelo blanco sin tintura, la cara lavada y vestida con absoluta sencillez, fuera de toda moda.

Así es Meiskin Wood, una referente del pensamiento marxista, al que no abandonó ni cuando tales ideas parecieron una oda al anacronismo o -también en este caso- atavíos ideológicos fuera de toda moda.

Norteamericana, filósofa política, fue profesora de la Universidad de York, Toronto. Es autora de libros como Democracia contra capitalismo (1995), Rising Form de Ashes: Labor in the Age of Global Capitalism (Renaciendo de las cenizas: el trabajo en la era del capitalismo global, 1999) y recientemente Empire of capital (Imperio del capital). Fue editora de la New Left Review y co-editora de la Monthly Review.

Llegó a Buenos Aires invitada por el Observatorio Social de América Latina de CLACSO y la Facultad de Ciencias Sociales, donde el miércoles 16 de abril dictó una conferencia con un título imponente: Democracia contra Capitalismo en los tiempos de la Guerra Infinita.

Ofició como traductor simultáneo Atilio Borón y la señora Ellen, leyendo su conferencia, dejó de parecer una bondadosa nodriza para transformarse en un cerebro capaz de transitar el difícil laberinto de la actualidad política y económica y de ponerse firme con quienes en su mensaje aparecieron casi como niños descarriados: Toni Negri y Michael Hardt, los autores de Imperio.

Meiksins Wood arrancó su exposición denodadamente académica, ante unas 80 personas que se acercaron al aula 100 de la facultad (entre ellas Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, que siguió atentamente los a veces intrincados conceptos de la señora Wood), planteando que la actual es una de las etapas más dramáticas del imperialismo, que está poniendo al mundo ante una situación inédita: «Sin embargo, la teoría más a la moda en la izquierda es completamente incapaz de tratar el tema. Durante la guerra de Afganistán me tocó escuchar una conferencia de Michael Hardt, autor con Toni Negri del libro Imperio. La intención del conferenciante fue desarrollar la tesis de su libro en relación con dos temas: la guerra y la democracia. Lo asombroso fue que Hardt no hizo mención alguna de la campaña que los Estados Unidos estaba llevando a cabo en ese mismo momento en Afganistán. Y eso me parece que es debido a que las tesis de Hardt y Negri simplemente hacen imposible dar cuenta de la acción que desarrolla un estado nacional imperial, al menos el estado nacional imperial de los Estados Unidos».

Meiksins Wood agregó que ya ante la guerra contra Iraq todo lo que hizo Hardt, según ella, fue decir que los Estados Unidos estaban cometiendo un gran error: «Él no pudo reconocer que el Imperio que él y Negri habían imaginado era algo distinto al Imperialismo. En realidad, creían que el Imperio era mejor que el Imperialismo. En otras palabras, Negri y Hardt consideraban que su teoría era la correcta, pero que la realidad estaba equivocada».

La señora Wood interpreta que las cosas son al revés, y que las concepciones equivocadas oscurecen la naturaleza del imperialismo y de la democracia.

¿Cuál es su razonamiento?

Wood empieza por oponerse a quienes creen que el Estado está muriendo y que su poder se disuelve a través de las economías globales. El argumento niega la existencia y hasta la mera posibilidad del imperialismo, según Wood, que cuestiona la idea de Imperio de Hardt y Negri porque describe un mundo en el cual no existen concentraciones reales de poder capitalista. Wood reprodujo esta frase del libro: «En este suave espacio del Imperio no hay un lugar del poder. El poder está por doquier, y en ninguna parte. El Imperio es una utopía, o realmente un buen lugar».

En ese caso, toda esa idea de Imperio es pura negación del imperialismo, tomado como idea de dominación y subordinación. En lo que sí le da la razón a Hardt y a Negri es en que ya no se puede pensar según los viejos cánones del imperialismo colonial: «El nuevo imperialismo -explicó- no impone directamente su soberanía sobre países o gobiernos subordinados. En cambio opera manipulando las fuerzas económicas del mercado para lograr el beneficio del capital imperial».

El capitalismo, entonces, se diferencia de otros regímenes sociales porque puede dominar más allá de lo político, a través de los medios económicos. No necesita ejercer un poder coercitivo directo sobre un país.

¿Cuál es la paradoja?

Que la apropiación capitalista, aunque no dependa de la coerción directa extraeconómica (el poder político o estatal) sí necesita el apoyo de esa coerción. Necesita, entonces, un Estado que proporcione esa fuerza de dominación y de orden social.

La sutileza: aunque no depende del Estado, el capitalismo necesita de modo vital ese orden garantizado por el Estado. Conclusión de la señora Wood: «El capitalismo es más dependiente que antes y que cualquier otra forma social, del orden social y político que confiere el Estado».

¿Por qué?

Por anárquico, informa la señora Wood. La verdadera naturaleza del capitalismo es la de ser un sistema anárquico, en el cual las leyes del mercado amenazan con alterar permanentemente el orden social, y disolver todos los lazos extraeconómicos. Pero a la vez, el sistema necesita estabilidad, previsibilidad de las relaciones sociales, y por eso necesita una regulación social muy minuciosa. Reflexiona Wood:

«El capitalismo depende de prácticas extraeconómicas y de instituciones que compensen sus propias tendencias destructivas. La anarquía del mercado, sus efectos destructivos sobre las relaciones sociales y la vida humana, y principalmente sobre la mayoría desposeída de la sociedad de la cual el poder capitalista depende, hace imprescindible al Estado para evitar el colapso social completo».

El Estado Nacional brinda entonces un marco legal e institucional (extraeconómico) respaldado por la fuerza coercitiva. Salen beneficiados tanto el capital global como el local y el nacional.

El capital, entonces, extiende su alcance económico descansando sobre los Estados locales. Y se mueve cruzando las fronteras, mientras que cada Estado permanece en su territorio. Wood, en este punto, rompe los lugares comunes al rechazar la imagen de la declinación del Estado nacional inmóvil frente a la movilidad fluida del capital:

«Por el contrario, yo pienso que las teorías convencionales sobre la globalización están muy equivocadas en este punto, como lo están Hardt y Negri. Mi punto es que el capital global necesita Estados territoriales. Que la forma política del capitalismo global no es un Estado Global, sino un sistema de muchos Estados locales y que la brecha creciente entre el alcance económico y el alcance político del capital, es algo así como la contradicción fundamenteal del capitalismo global.»

Quiere decir que esa separación que permite que el capital se libere del control político es su fortaleza, pero también su debilidad.

Wood describe dos momentos de la explotación de clases.

-Uno, la apropiación de la plusvalía.

-Dos, el poder coercitivo que la hace posible.

Para lograr lo primero, la clase capitalista necesita que el Estado liberal se dedique a lo segundo.

¿Existe otro ente u organización que pueda realizar este control mejor que el Estado Nacional? La respuesta es no, dice Wood: «Ninguna otra organización local o trasnacional ha empezado siquiera a remplazar al estado territorial como garante coercitivo del orden social, de la relaciones propiedad, de una estabilidad y previsibilidad de los contratos, o ninguna de las otras cuestiones básicas requeridas por el capital en su funcionamiento cotidiano.»

Otra contradicción en marcha es que el capitalismo necesita bajar permanentemente los costos de la fuerza del trabajo, para aumentar su rentabilidad, pero a la vez tiene la necesidad no menos constante de expandir el consumo, lo que requiere que la gente tenga dinero (no pudo saberse si la señora Wood, residente en Londres, conoce qué significa hablar de eso en un país como la Argentina).

«Esta es una de las contradicciones insolubles del capitalismo» dijo, «pero en el balance final el capitalismo global se beneficia del desarrollo desigual y de la fragmentación del mundo en economías separadas, cada una de las cuales tiene su propio régimen social y sus propias condiciones de trabajo».

Por lo tanto, el argumento es que el nuevo imperio global tiene la capacidad excepcional de expandir su economía económica más allá de cualquier Estado nacional, pero eso paradójicamente lo hace cada vez más dependiente de un sistema de múltiples Estados territoriales. La debilidad de la fuerza.

Además, lo distintivo del capitalismo es su capacidad para extender su poder económico mucho más allá de la dominación política y la militar. La condición para lograrlo es que todos (productores y apropiadores de la riqueza), dependan de los imperativos del mercado. El imperialismo es posible -anuncia Wood- cuando los poderes imperiales pueden imponer y manipular los dictados del mercado sin necesidad de un dominio directo colonial.

Ahí aparece la globalización: el mercado a lo ancho y lo largo del planeta. Todas las economías deben ser funcionales a los dictados del mercado.

El instrumento indispensable es el Estado. Los países que mejor lo simbolizan son los que han seguido al pie de la letra las recetas del FMI.

Por eso, a pesar de todas las argumentaciones globalizantes capitalistas, Wood asegura que el mundo cada vez más, y no menos, es un mundo de Estados nacionales, no sólo como resultado de las guerras de liberación, sino por la propia lógica de la globalización.

Wood consideró que el capital no es capaz de organizar el mundo, y que ni siquiera puede organizar los circuitos económicos globales por sí mismo.

Por eso mientras las teorías convencionales de la globalización suponen que el Estado se convierte en algo crecientemente irrelevante e impotente, Wood argumenta exactamente lo opuesto.

Ese es el punto en el que se entiende mejor el diagnóstico sobre la actualidad.

Dice Wood: «En ausencia de un Estado global y planetario que se corresponda con el capital global, lo cual sería imposible, los Estados Unidos están buscando otros caminos de controlar un sistema poco confiable de múltiples Estados, y de asegurar que ninguno de ellos, amigo o enemigo, jamás aspire a a desafiar a los Estados Unidos como potencia global o incluso a nivel regional.»

Wood considera que los integrantes de la administración Bush son locos y particularmente salvajes, pero la aplicación de sus políticas es el resultado de la construcción de una fuerza militar a lo largo de décadas, que supera a todos sus rivales sumados. Y esa fuerza para algo se venía construyendo.

La consecuencia de tal estrategia es una consigna de guerra infinita, sin límite en territorio ni en tiempo, para evitar cualquier intento de desafío a la supremacía norteamericana, y a partir de allí reorganizar al mundo.

«La nueva estrategia imperialista busca contener el sistema global de múltiples Estados por medio del ejercicio regular de la fuerza militar masiva, transformando el escenario internacional en una suerte de teatro militar permanente.»

La descripción es casi metafísica, porque los Estados Unidos intentan así demostrar que pueden estar en todos los lugares, todo el tiempo, o llegar a cualquier parte, y causar una destrucción masiva.

En estas intervenciones militares, como tienen ese carácter de «mensaje», los medios están desconectados de los fines particulares. Lo militar pasa a ser un fin en sí mismo. «Una guerra sin restricciones de espacio o de tiempo».

Lo constante, en todo caso, tal vez no sea la guerra, sino la amenaza perpetua de guerra.

Pero además del peligro que representa para el mundo, Wood sacude su cabello canoso y extrae de todo esto una nueva paradoja: «La actitud norteamericana envía un mensaje al mundo sobre su hegemonía. Pero a la vez la fuerza militar es un instrumento muy burdo y completamente inapropiado para suministrar las condiciones políticas y legales cotidianas que requiere el capital para su acumulación.»

La conclusión de Wood es que, por lo tanto, las luchas nacionales y locales son hoy más importantes que nunca, porque el capital global depende no de algún poder místico que no reside en ningún lugar, sino de concentraciones muy concretas de poder. Por lo tanto los cambios democráticos locales tales como las elecciones en Brasil podrían llegar a alterar el balance imperial.

(«si Lula hace lo que todos esperamos que haga», advirtió señalando con el índice acaso hacia Brasilia).

Otra conclusión: siempre se dice que los Estados dependen de los capitales globales. ¿Y si se piensa el asunto al revés? En ese caso las luchas democráticas en cada país pueden cambiar las relaciones de fuerza internas, y el balance internacional. Y esto puede ocurrir tanto en los países periféricos (así los llamó la señora Wood) como en los centrales.

La pregunta sería: ¿cuántos países más o menos díscolos puede llegar a invadir concretamente la fuerza militar norteamericana, para defender la hegemonía del capitalismo?

Por otro lado, el capitalismo prefiere una forma de expansión que no dependa del colonialismo, ni de la dominación militar o política directa, porque es más barato.

Pero esta misma política imperialista empuja a los movimientos antiimperialistas que crean, en términos prácticos, condiciones cada vez más adversas al sistema.

De la supremacía económica, se ha pasado a una etapa de imposición de la supremacía militar. Las víctimas no son sólo los países pobres: «No veo como una casualidad que los Estados Unidos declarasen la guerra a Iraq muy poco tiempo después de que Saddam Hussein transformara sus reservas por ventas petroleras al euro».

La guerra infinita recién ha comenzado. Y una batalla central sería la que las democracias y las luchas locales dentro y fuera del Estado pueden dar contra el imperialismo del capital. La conferencia se cerró con un aplauso, la señora Wood conversó con jóvenes estudiantes con su sonrisa recuperada a pleno, y Nora Cortiñas, antes de irse, alcanzó a brindar una conclusión de alto voltaje descriptivo sobre los tiempos actuales: «Una cosa de locos».

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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