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Derechos Humanos hoy: cuando participar es un crimen

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Además de los debates, los protagonistas de la Semana Contra la Criminalización de la Protesta mantuvieron encuentros para denunciar el acoso judicial que sufren. Expusieron sus reclamos ante el Defensor del Pueblo de la Nación y el Colegio Público de Abogados. Conversaron con las Madres y escucharon a movimientos de desocupados. Al terminar la recorrida, quedó claro que los jueces tratan de controlar aquello que el 19 y 20 de diciembre del 2001 estalló: la participación popular.

Uno

Una Madre de Plaza de Mayo escucha el relato de Pepino Fernández. Hace preguntas cortas y profundas. Y regresa al silencio, mientras las palabras de Pepino le pintan el pueblo de Mosconi, con sus sombras, pero también con las luces que enciende la batalla por defender la dignidad y la ilusión de cambiar un destino, que imagina que puede -y debe- ser distinto. El encuentro dura casi una hora, un tiempo compartido con las medialunas y el café que alimentan la merienda que ofrece la anfitriona. Al fin, esa Madre dice:

– Mi hijo era como ustedes. Se lo llevaron a los 19 años. Estaba en segundo año de Medicina y era todo amor. No sé si ayudaba a los demás tanto por una cuestión militante, sino por afecto, de sensibilidad. Me quitaba los libros de la biblioteca y me decía: mamá, acá los libros duermen. Mejor que lo tenga alguien que los despierte. Y los regalaba… Todos los días pienso si lo habrán torturado. Y cómo. Si lo habrán hecho sufrir. Qué habrá pensado, cuánto le habrá dolido… Nunca vamos a poder hacer el duelo. Para las Madres, ese día nefasto es siempre ayer.

Otro

El encuentro es casual. En el café de las Madres están Pepino, Hippie y Marina Schifrin esperando el auto que los llevará hasta Puente Saavedra, a la reunión organizada por las asambleas de zona Norte. Toti Flores y Soledad, del MTD de La Matanza llegan allí un día tarde. La conferencia en la Universidad de las Madres fue ayer, pero ellos creían que era hoy. Y la confusión se enmienda con una rueda improvisada que permite el intercambio. Marina había estado toda la semana preocupada por lograr un encuentro con docentes, para charlar sobre los temas que le interesan: la educación, la profesión, el gremio. Sin embargo, será ahí donde recibirá las novedades que quiere llevar a Bariloche. Soledad cuenta la experiencia del jardín que acaba de inaugurar el movimiento de trabajadores desocupados en el que trabaja, intensamente. Es un sueño, completo y real, que les permite integrar familias, problemáticas, soluciones. Cuenta que el próximo año piensan seguir con la apertura del ciclo preescolar. Y cómo docentes, padres y chicos piensan juntos qué mejorar, cómo sumar, acompañándose y apoyándose. Hippie Fernández interviene, sonriente, para hacer la pregunta del millón.

-A veces me pregunto si los docentes piensan, en el algún momento, en su responsabilidad. Si piensan que el aula es responsabilidad de ellos y lo que allí hacen tiene consecuencias. Si son autocríticos, porque están llevando adelante una educación que no sirve, que ellos saben que no funciona. Se lo digo siempre a mis hermanas, que son docentes. ¿No piensan que ustedes transmiten los valores de una sociedad que no funciona?

Más

En la oficina de la Defensoría del Pueblo de la Nación, Anselmo Cella recibe y sella la denuncia presentada por la doctora Mara Puntano acerca del acoso judicial a los integrantes de la Unión de Trabajadores Desocupados de Mosconi, en general, y Pepino Fernández, en particular. Luego, Pepino quien saca de su bolsa de plástico blanca un papel y se lo entrega. Es una carta, fechada en agosto de 1999, donde denuncia ante las autoridades la contaminación del agua de su pueblo. «Las petroleras tiran los deshechos a cielo abierto, en medio del monte. Son tóxicos y matan todo. Y lo que es peor, se filtran en los arroyos que nos dan el agua. Nadie nos recibe la denuncia, porque los jueces dicen que no tienen competencia en esos temas. Yo a veces digo: no fuimos a Afganistán, ni fuimos a Irak, pero en mi pueblo hay cada vez más gente sin piernas. Se las cortan por la diabetes. Y hay celíacos, cuando nunca tuvimos. Y bebés que nacen hidrocéfalos. ¿Dónde se ha visto que pasen esas cosas y nadie se las tome en serio? Nos están matando, ¿entiende?».

Cella escucha, atento, promete una respuesta y luego, a manera de opinión colaboradora e incluso respetuosa, sugiere que los piquetes han cortado la relación entre los sectores medios y los desocupados:

-Deberían hacer algo para recuperar el apoyo de la clase media.

-Es cierto. Quizá deberíamos darles clases de derechos humanos, responde la doctora Puntano.

Final

En el quinto piso del Colegio Público de Abogados la comisión asesora de Derechos Humanos recibe a Marina Schifrin y Mara Puntano. Los escritorios forman un cuadrado perfecto, que desparrama a la docena de abogados sentados en posición de escuchar, hablar y pensar. La doctora Puntano les cuenta los dos pedidos que ha elevado un juez salteño al Tribunal de Ética con la intención de quitarle la licencia. Cuenta el estado de las cárceles, de los encarcelados. Cita los indignantes fallos de la Cámara de Casación en los casos de Marina y los trabajadores ferroviarios, donde se pone claramente en palabras la intención de limitar la participación ciudadana en las escasas medidas de la urna. Escuchándola, resulta claro deducir qué quieren decirnos esta serie de fallos. Escritos con más torpeza por los jueces salteños, quienes directamente refieren en sus sentencias la prohibición de participar en reuniones organizadas por la UTD. O con mayor pericia por los jueces del Tribunal de Casación, cuando se permiten citar al doctor Miguel Ángel Ekmedjian (Tratado de Derecho Constitucional, t.II, pág.599, Ed. De Palma) para afirmar: «la única forma legítima y verificable de la expresión soberana del pueblo, es el sufragio. Por medio de éste, el pueblo rechaza o acepta las alternativas que le propone la clase política. (…) Otros tipos de presunta expresión de la voluntad popular, distintos del sufragio (tales como reuniones multitudinarias en plazas o lugares públicos, encuestas, huelgas, lock-outs u otros medios de acción directa, vayan o no acompañadas por las armas, etc.) no reflejan realmente la opinión mayoritaria del pueblo, sino a los sumo, la de un grupo sedicioso».

El Derecho es una herramienta de control social, dicen los que saben definirlo. La raya que trazan estos fallos, detrás de la cual deben permanecer quietitos y silenciosos los excluidos, intenta disciplinar aquello que el 19 y 20 de diciembre desacomodó. No se trata de defender las instituciones democráticas, sino los privilegios de quienes las usan. Y las gastan. La decadencia es así: no tiene metáforas.

El doctor Ángel Di Paola es quien plantea que de lo que se trata no es de defender o criminalizar la protesta social, sino de profundizar o limitar la participación ciudadana en los asuntos públicos. «Están condenando a quienes salieron a la calle para efectivizar el pleno ejercicio de derechos humanos no suspendibles».

Por un momento, al menos, el debate acerca de la criminalización de la protesta superó los pobres límites a los que lo han confinado los cuatro poderes: funcionarios, jueces, legisladores y periodistas. No se trata ya de normas de tránsito – quien tiene derecho a pasar primero: el que maneja un auto o el que está obligado a mantener a toda su familia con 150 pesos por mes- sino de una nueva víctima eliminada de la agenda pública por el terrorismo de Estado: los derechos sociales. Esos que, como decía el dictador Videla «No existen, no tienen entidad. Desaparecieron. No están».

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]

Taller: ¡Autogestioná tu Podcast!

De la idea al audio: taller de creación de podcast 

Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.

¿Cómo hacer sonar una idea? Desde el concepto al formato, desde la idea al sonido. Vamos a recorrer todo el proceso: planificación, producción, grabación, edición, distribución y promoción.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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