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Diario del aborto en el Senado 18-7-2018

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Los que venden fetos para andar en Lamborghini. Youtube como fuente de información. Los power point como centro de una escena anacrónica. Las citas a Hitler, Salomón y Galileo Galilei. Las teorías conspirativas. El piquete en el Senado. Los argumentos y datos concretos: la realidad en el Norte, NOA y NEA. Las preguntas que dejaron en offside a los antiderechos. El rol de la Iglesia. Y el progresismo. Todo parece estar en debate en el Salón Illia del Congreso de la Nación, menos la realidad de las mujeres que reclaman #AbortoLegalYa. Otra crónica imperdible de Pablo Marchetti para lavaca.org

Por Pablo Marchetti

Casi diez horas, 24 expositores, un cambio de escenario, peleas, gritos y, como siempre, nada de aplausos. Afuera hacía un día gris, frío, con llovizna. Frente al Congreso, un par de miles de personas pedían Aborto Legal Ya. Desde adentro, cada tanto, se escuchaban los bombos y los gritos. En la puerta de entrada al Senado, una mujer de alrededor de 40 años, sola, miraba a cada una de las personas que entraban y les mostraba un cartel con la foto de un feto y la leyenda: “Cuidemos las 2 vidas”. Esto es el Senado de la Nación, este es el debate por el aborto legal. Bienvenidas y bienvenidos a la locura que rige la realidad.

Del Plan Andinia al Plan Fetidia

“Yo a los 17, 18 años empecé a militar en esta causa hermosa que es el justicialismo. Una de las primeras cosas que aprendí como peronista fue que debíamos vivir en una comunidad organizada, donde todos debíamos aportar algo. Todos menos los niños. Los únicos privilegiados son los niños, decía el General Perón. Son los únicos que no aportan, reciben. Si se aprueba esta ley los niños van a tener el derecho a ser eliminados”.
José Antonio Quarracino se autodefine como filósofo. Así se presenta. Su exposición atravesó algunas cuestiones que podrían definirse como “filosóficas”. Dijo, por ejemplo: “En este proyecto desaparece el esposo y padre. Me llama la atención que diga que en las primeras 14 semanas el aborto es un derecho. Y después es un crimen. Una gran contradicción, es bipolar esto”.
Más que en la filosofía, la presentación de Quarracino se basó en la geopolítica: “El proyecto de ley no dice nada sobre qué se hace con el resto de los fetos. Una de las fundaciones que financia esto es la Fundación Internacional de Paternidad Planificada. Que tiene problemas en Estados Unidos porque se descubrió que se dedica al comercio de restos de fetos”.
El comercio de fetos, que sería el gran negocio para legalizar el aborto, fue tratado por varios expositores. Pero ninguno lo hizo con la profundidad ni la dedicación con que lo hizo Quarracino. “Esta fundación está prohibida en Estados Unidos y el FBI está tras ellos. Pueden encontrar en YouTube un montón de denuncias y cámaras ocultas que muestran cómo operan. Una directora de un centro dice que necesita vender rápido porque se tiene que comprar un Lamborghini”.
“En este proyecto de ley no se dice si a los fetos se los entierra o se los tira a la basura”, continuó Quarracino, denunciando lo que evidentemente es un punto oscuro de la ley. Y explicó por qué: “El tema del aborto empieza en 1966, como un emprendimiento privado impulsado Rockefeller III. Dice que la paz está en peligro porque viene mucha gente al mundo. Se lo hace firmar a 30 líderes mundiales, entre ellos al Mariscal Tito. Y transforma un problema privado en un problema de Estado. Lo que siempre hacen las oligarquías”.
Y sigue: “Este dogma lo toma luego Henry Kissinger. Después lo asume la ONU. El sustento ético de este dogma es el derecho de la mujer. Pero los oligarcas son vivos. Y hacen que los Estados se hagan cargo”. Y explicó que esta usina ideológica se financia a través de la Fundación Ford, que a su vez financia a entidades locales como el CELS, Católicas Por el Derecho a Decidir y la Fundación Huésped.
Quarracino dijo que tenía pruebas sobre todo lo que estaba diciendo y mientras hablaba agitaba unos papeles que parecerían tener toda la información. De todos modos, lo más conveniente sería buscar en  YouTube, que es un medio serio y donde se publican las denuncias que hacen tambalear al poder financiero internacional.
A la hora de las preguntas, el senador Alfredo Luenzo preguntó: “Mire, yo estoy de acuerdo en que los oligarcas son vivos y que le hacen pagar al Estado sus planes. Ahora, si se trata de un plan de negocios con órganos de fetos, ¿no le parece que es mejor la ilegalidad para hacer esto? Parece que estuviera hablando del Plan Andinia”.
Quarracino siguió hablando del plan macabro del imperialismo para el control de la población y el tráficos de órganos de fetos. Pero no dijo nada sobre la conveniencia o no de la legalidad del aborto para llevar adelante este plan macabro. Eso sí, hay que reconocer que tampoco dijo nada sobre otro plan macabro: el que están llevando adelante los judíos para quedarse con la Patagonia.

El salón machirulo

La audiencia de hoy tuvo un cambio de escenario. Esta vez se realizó en el Illia, otro de los salones que tiene el Senado en el Palacio del Congreso Nacional. Hablar de un salón del Senado significa hablar de un salón señorial, de un siglo atrás, por lo menos. A diferencia del de la audiencia de ayer, en el salón Illia no predomina el mármol.
Hay columnas, eso sí. Como en todo el Palacio, como en todo edificio imponente que se precie. Pero aquí hay columnas de material con yesería trabajada y pintura. Y, como contraste, mucha madera. El trabajo en madera de los pisos es realmente sofisticado. El Illia es alto, muy alto. Y en el medio hay un piso (los pisos en sí son altos) que terminan en un gran balcón que da al Illia desde el piso de arriba.
Cada una de las paredes del Illia tiene cuadros con retratos de senadores. Son retratos con marcos dorados, con mucha ornamenta. Cada uno de los retratos son ovales y tienen la imagen de un señor, un senador, casi todos con bigotes y barbas sofisticados, muy cuidados, que hoy serían de hípster.
Son once retratos en la parte de abajo, donde se desarrolla la charla. Y once retratos en la parte de arriba, donde está el balcón que da al centro del salón. En total son veintidós retratos de señores mirando atentamente el debate sobre una ley que trata sobre algo que sucede en el cuerpo de las mujeres.
Veintidós señores. Casi el plantel completo de la Selección. Sólo falta Willy Caballero. O Sampaoli. Bueno, está Illia en un busto dorado, en un rincón. Pobre Illia, ser estandarte de ese salón machirulo.

Give me the Power Point

“El aborto es el genocidio más grande de la historia”, dice el doctor Roque Carrero Valenzuela, del Colegio Médico de Tucumán, en un claro llamado a la mesura y al diálogo civilizado.
“Esta es una medida foránea y seguirla sería incurrir en el delito de traición a la Patria”, continuó Carrero Valenzuela. “Siguiendo el razonamiento de los abortistas, Hitler no debería haber sido juzgado porque no incurrió en genocidio, sino que hizo una contribución al control de natalidad de la población”.
Carrero Valenzuela tiene puesta una corbata color celeste antiderecho. Y en la solapa de su saco azul, un pin con la bandera argentina que combina con su corbata. “Señores senadores, ustedes tienen hoy, como Salomón, la espada entre sus manos”, advierte. Lo que no dice es que él también tiene un arma entre sus manos: un powerpoint.
Si los pueblos tienen los representantes que se merecen, esos representantes reciben los powerpoint que se merecen. Lo bueno de asistir a las audiencias por la legalización del aborto es que se sale con varios conocimientos nuevos. Uno de ellos es la crítica y el análisis estético del powerpoint.
El powerpoint de Carrero Valenzuela tiene colores y efectos de apertura de cada una de las palabras. También hay una gran variedad de tipografías. Parece el video de una cumpleaños de 15 de hace 10 años. “Si decimos que el bebé en el vientre de la madre no es una persona, también podemos decir que un ser humano adulto no es una persona”, dice el médico, mientras corre el powerpoint.
“Señores senadores, les pido por favor que no aprueben esta ley”, concluye Carrero Valenzuela. No queda claro cuál es el pedido a las señoras senadoras. Eso sí, los retratos de los 22 señores que están en las paredes del Salón Illia deben sentirse muy honrados.

Miss Florencio Varela

“En Florencio Varela el programa de educación sexual está fracasando”, dijo la doctora María de Urranza, médica obstetra del Hospital de Florencio Varela, pañuelo-bufanda celeste anti derecho al cuello. La doctora nombra permanentemente su lugar de origen, para que se entienda que sabe de qué habla cuando se habla de pobreza y de la salud pública.
“Nos quieren convencer que lo mejor para la mujer humilde es no tener hijos, y mi experiencia en Florencio Varela indica otra cosa”, continuó la doctora. “Si las mujeres tuvieran recursos para cuidar a sus hijos habría cero muertes por abortos clandestinos. Al menos esa es mi experiencia en Florencio Varela”.
La doctora también habló de riesgos: “El misoprostol produce estallido uterino, y cuando pasa esto hay que sacar el útero. He visto muchos casos así en Florencio Varela”. Y de necesidades básicas: “En Florencio Varela no hay camas y a muchas mujeres tenemos que atenderlas en sus partos en camillas. Así que si se legalizara el aborto habría que hacer otra sección para atender a esas mujeres”.
“El aborto existe, acá la pregunta es qué hacemos con las mujeres que abortan de manera clandestina, porque no siempre la maternidad es deseada”, cuestionó la senadora por Mendoza Pamela Verasay. Y De Urranza respondió: “Creo que hay muchas cosas que existen, como el trabajo infantil. Y que no por eso habría que legalizarlas”.
La doctora también aseguró que la mayoría de los médicos argentinos estaba en contra del aborto. La senadora Verasay quiso saber de dónde sacaba ese dato. “No se hizo una encuesta, pero sé que en la provincia de Buenos Aires el 70% de los ginecólogos sería objetor de conciencia”, respondió la doctora. Tampoco dijo de dónde sacó esa información, pero esta vez la respuesta era sencilla: la sacó de Florencio Varela.

La publinota

Fondo celeste, tipografía grande, diseño moderno, alguna palabra destacada en blanco, y la leyenda: “Políticas públicas para salvar las 2 vidas”. Corte. Otra leyenda: “La legalización del aborto no disminuye la mortalidad materna”. Corte. Otra leyenda: “Ante un embarazo no deseado, el aborto no es solución”.
Hay que reconocer que el doctor Pablo de la Torre, pediatra del hospital de San Miguel, provincia de Buenos Aires, se llevó el premio mayor a la presentación en powerpoint. Lejos de sus colegas con diseños vetustos, efectos demodés y tipografías básicas, lo del pediatra fue sorprendente.
En realidad, toda su presentación pareció, más que una ponencia, un espacio publicitario cedido a la Municipalidad de San Miguel. De la Torre habló de las bondades de los planes Camino de la Embarazada ó 1.000 Días, con apoyo psicológico a la mujer desde que recibe la noticia de que está embarazada.
Con el desarrollo de los planes, el powerpoint incorporaba fotos con mujeres embarazadas haciendo yoga, niños jugando y demás beneficios de esos que se consiguen en San Miguel. “Esto lo hicimos sólo con recursos del municipio, imaginen si tuviéramos apoyo de la provincia o de la Nación”, dijo.
La exposición cerró con un broche de oro a todo powerpoint y una leyenda: “Con políticas públicas y compromiso nacional, salvar las 2 vidas es posible”. Me imagino que después de ver eso, fueron muchos los presentes que decidieron mudarse a San Miguel.

La línea histórica

“Hay una obsesión de la Iglesia con lo sexual”, dijo la ex diputada nacional y actual diputada por el Parlasur, María Luisa Storani. “El arzobispo de La Plata ya salió a pedirle al presidente Macri que, si se aprueba la ley en el Senado, la vete. A pesar de que el presidente adelantó que no la va a vetar. Estamos en tiempos de obispos”.
Storani trazó una línea histórica que tuvo siempre a la Iglesia en contra: reforma universitaria, divorcio vincular, matrimonio igualitario, aborto. “Cuando se trató el divorcio, monseñor Ogñenovich lanzó una cruzada en contra, a pesar de que obispos como Hesayne le dijeron que no se había manifestado así contra los crímenes de la dictadura”.
“En 1987, Monseñor Laguna dijo que los católicos no tenían derecho a imponer cosas a quienes no profesaban su credo”, recordó Storani. “Como mujer y militante feminista me asombra ver cómo hay senadoras y senadores que se opusieron a la Ley de Educación Sexual, que hoy ponderan esa ley para oponerse a la legalización del aborto. O ese proyecto de adopción que presentaron ahora”.
La senadora María Cristina del Valle Fiore Viñuales salió al cruce de Storani: “Lamento mucho sus dichos sobre la Iglesia y su descalificación a un senador que no está, que es el autor del proyecto de adopción”. Fiore Viñuales pretendía una disculpa o una rectificación por parte de la ex diputada.
“Reitero absolutamente todo lo que dije”, respondió Storani. “Soy una mujer política, militante de la UCR y del movimiento de mujeres, feminista, y tengo todo el derecho del mundo a decir lo que pienso. Esta es una discusión política”. La discusión con Fiore Viñuales duró un rato.
Luego Storani, que tenía en una muñeca el pañuelo verde de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, recordó que en Rosario había bajado a cero la mortalidad por abortos gracias al protocolo que se había implementado. Además, explicó que la provincia de Santa Fe estaba fabricando misoprostol, la droga con la que, además, se hacían el 90% de los abortos en Uruguay.
“Basta de decir que las mujeres tenemos que ser madres”, Concluyó Storani. “Dejen que las mujeres decidamos nosotras”.

La inseguridad del útero

“Es común que la madre al comienzo no quiera a su bebé”, dice el abogado Octavio Lo Prete, de estricta corbata azul, trazando un paralelismo entre lo que puede pasar con un embarazo no deseado y la crisis de una madre. “En lo personal, me pongo en la piel de esas mujeres y las comprendo”. Pero la comprensión de Lo Prete tiene sus límites.
“Se dice que con esta ley quien no quiera abortar no va a abortar, y eso es mentira, porque una ley tiene una función docente, y con esta ley se está incentivando a las mujeres a abortar”, dice Lo Prete. “Además, el proyecto da amplios poderes a la madre y no protege al niño. El proyecto dice 30 veces la palabra ‘mujer’ y ninguna la palabra ‘niño’. ¿Dónde queda en este proyecto la protección de los niños?”
Para incorporar un tema de agenda cotidiana y de interés público, Lo Cane decide hablar de un flagelo que tiene en vilo a la sociedad argentina: la inseguridad. “Este proyecto va a producir que la inseguridad llegue al seno materno, pues el útero será un lugar peligroso para el niño”, dice el abogado. O sea, con el aborto legal, el útero dejará de ser Zurich y se transformará en Berazategui.
“¿Progresismo no es estar del lado del más débil?”, se pregunta Lo Cane que, además de ser experto en saber lo que siente una mujer embarazada, también sabe mucho de progresismo. Y para el final lee una palabras del presidente uruguayo Tabaré Vázquez en contra del aborto. Pero tiene que interrumpir su lectura porque se le llenan los ojos de lágrimas y se le entrecorta la voz.
Lo Cane se emociona. Por suerte, enseguida se repone y puede terminar su ponencia con voz firme: “Señores senadores, los exhorto a trabajar por la vida. Sean progresistas en serio”, concluye.

Una provincia modelo

La presentación de Verónica Vergara de la Fuente, del Colegio de Médicos de La Rioja, fue muy extensa. Y muy reveladora. “En mi provincia el año pasado no hubo una sola muerte materna por causa del aborto. Y esto no se logró legalizando, sino trabajando”, aseguró.
Antes hizo dos maniobras muy astutas. Primero habló de óvulo y espermatozoide, una forma porno de llamar la atención en el Senado. Siguió con la transferencia de código genético, se metió en el hit antiderecho (“¿cuándo comienza la vida?”) y la remató a lo grande: con un powerpoint.
“El embarazo no es una enfermedad, entonces esto no es un problema de salud pública”, dijo. “Como médicos, queremos defender la vida. Y la vida de una persona comienza en la concepción. Si no es una persona, como se dijo aquí, ¿alguien me puede decir a qué especie pertenece?”
En el powerpoint mostró que en su provincia hubo “179 muertes por cáncer de mama y 86 por cáncer de útero, contra sólo dos por aborto”. Y reclamó entonces “enfocar sobre el verdadero problema de causa de muerte materna”. Igual esos datos son de hace algunos años.
Ahora las cosas cambiaron en La Rioja. O al menos eso es lo que dijo Vergara. “En mi provincia en los últimos cinco años no hubo ni un solo caso de muerte por abortos. Esto no se logró legalizando, sino trabajando. Este proyecto no habla de la maternidad vulnerable, que es donde más trabajamos en La Rioja”. Y mostró un montón de datos de la provincia en un powerpoint con muchos colores.
Ya está. Se los ganó. La quieren, la necesitan. Los antiderecho encontraron un estandarte, un ejemplo a seguir. El abortismo encontró una bestia negra. Vergara se tuvo que quedar un rato largo respondiendo las preguntas de unos y otros.
Hasta que llegó el momento cúlmine. El hit máximo. El “una que sepamos todos”. Esa canción por la que hace un par de décadas todo el mundo sacaba encendedores. Y hace una década sacaba celulares. Llegó el momento de hablar de objeción de conciencia. “Es discriminatorio, hay que respetar la libertad de culto”, dijo.
La senadora María de los Ángeles Sacnún tuvo algunos reparos con las palabras de Vergara. “La Rioja encabeza el ránking de embarazos de menores”, le dijo. Y Vergara respondió: “Estamos apenas un poco por encima de la media nacional”. “Usted le negó a Giselle Brizuela un aborto legal, lo mismo que a una niña de 13 años violada”, dijo la senadora, y la médica respondió: “No obstaculicé nada”.
No entiendo de qué se quejan.

La película de Pino

Hubo una acción performática artístico-política muy interesante durante la sesión. La palabra “interesante” da muy pedorra, lo sé. Pero fue eso: interesante. Una combinación entre un golpe de efecto muy certero desde el punto de vista del impacto, pero un tanto ingenuo desde la linealidad política.
En general no está bueno analizar las cosas desde una linealidad tan extrema. Excepto que tu objetivo no sea artístico ni comunicacional, sino que se trate de convencer a senadoras y senadores de la Nación. De todos modos fue una acción complementaria entre dos intervenciones no coordinadas pero absolutamente complementarias. Y esto terminó potenciando a ambas. O creando un nuevo espacio. Porque eso fue lo que pasó.
Pino Solanas había estado un rato el martes 17. Un rato, mirando, escuchando, haciéndose ver. Como Federico Pinedo, como Alfredo de Ángeli, por nombrar a algunos de los senadores más conocidos en la ciudad de Buenos Aires. Los famosos. Ayer vino, se sentó un rato y pidió la palabra a la hora de las preguntas, luego de la exposición de la médica Verónica Vergara de la Fuente. Pino no preguntó nada. Simplemente habló.
“Señor presidente, quiero expresar mi disconformidad porque esta gente nos está llamando asesinos o genocidas –arrancó Solanas-. Y me parece bien que haya un debate, pero creo que no se puede dar en estos términos. No puede haber agresión como la está habiendo”.
“Acá escuchamos a todo el mundo, la idea de este debate es justamente discutir, que cada uno exponga sus ideas”, fue la respuesta a Solanas. “¿Cuál es su pregunta, señor senador?” “Mi pregunta la voy a hacer luego de que diga algunas cosas”, agregó Solanas. Y siguió hablando.
Pino hizo una defensa del aborto legal, dijo que el aborto existía de todos modos, que era ridículo hablar de crimen pues en todo caso había víctimas, no culpables, que a nadie se le ocurriría equiparar al aborto con un crimen, que la pena no era la misma, y que acá se trataba de derechos. Y siguió diciendo que era injusta y fuera de lugar la acusación de “criminales” y “genocidas” de los anti derecho.
La discusión siguió durante un rato. Vergara de la Fuente miraba, esperando la pregunta de Pino. Después de un intercambio de palabras y de gritos, Solanas dijo: “Nada más señor presidente”, sin hacer ninguna pregunta. Y se retiró. La película terminó. Fin.

Moderazo al mentón

Médico por la vida, bufanda celeste antiderecho, camisa celeste abogado clásico, corbata azul y… ¡campera! Azul, por supuesto. Azul marino, oscuro. Pero no saco. ¡Campera! No, no combina. De ninguna manera. No me queda claro si el doctor Jorge Ramacciotti adscribe a una informalidad con capacidades diferentes o a una elegancia con capacidades diferentes. O si simplemente usa campera porque afuera llueve.
“Tenemos que reconocer que hubo fanatismo de ambos lados”, arranca, contemporizador. “Es momento de reconocer que las militantes a favor del aborto han cumplido con el objetivo de instalar un tema muy importante en la sociedad, un debate que nos debíamos. Reconozco y valoro que se instaló el tema. Pero…”
El idilio y la buena onda no podían durar mucho. Lo bueno es que cuando Ramacciotti clavó el “pero” nos advirtió claramente lo que podía llegar a venirse. Más bien, lo que se vino: “Pero esa visión es sesgada. Hay otras alternativas al aborto, que no gozan de buena prensa ni de financiamiento internacional, como el que da la Fundación Ford. Ford, que en los años 70 controlaba la natalidad esterilizando a miles de mujeres en América latina”.
La alternativa de Ramacciotti incluye contención, acompañamiento y justicia social. ¿Vieron que era fácil? No entiendo cómo es que no se le ocurrió a nadie antes.

El sanitarista

“Las mujeres tienen menos derechos que los hombres. Y las mujeres pobres tienen menos derechos que las demás mujeres”. Víctor Urbani es médico sanitarista. Nació en Mendoza pero durante seis años fue ministro de Salud de Jujuy. Y arrancó relativizando muchos de los datos que se venían dando: “Unicef recomienda hacer mediciones quinquenales sobre muerte materna, porque entre un año y otro los datos pueden cambiar mucho”.
Urbani hizo un minucioso relato basado en experiencias personales: “Una mujer de unos 35 años, cuatro o cinco hijos, sin opción de cuándo tener relaciones sexuales, de pronto se encuentra con un embarazo no deseado. Decide abortar y va a una comadrona, que se lo hace con alguno de los muchos métodos que se usan: perejil, un hueso de pollo, etc. Se siente mal y no va al médico por vergüenza o porque es ilegal. Muere. El médico que la ve no pone ‘aborto’ como causa de muerte”.
Esta realidad cambia mucho de acuerdo a la zona del país en donde sucede. Sigue Urbani: “En el norte, NOA y NEA, hay 340 muertes registradas sobre 100 mil abortos. Contra 8 de la Ciudad de Buenos Aires y 1 de los países en los que el aborto es legal. El promedio en la Argentina es de 109, pero como vemos, hay realidades muy distintas de acuerdo a las zonas”.
“Obviamente, esos 8 casos de CABA son de la villa, no de Recoleta –continúa Urbani-. Pero aún estando en la villa, hay hospitales muy cercanos. El aborto es un problema de salud. Y quienes creen que no debería haber un programa especial por aborto, les digo que en la Argentina hay más complicaciones por aborto que por diabetes o tuberculosis. Y sin embargo existen programas por diabetes o tuberculosis”.
Por último, Urbani se refirió a los problemas que podría generar a las experiencias en otros países donde se legalizó el aborto. “No quiero irme a Europa, me voy a referir a lo que ocurre hoy en Uruguay. El 98% de los abortos son medicamentosos. Y apenas un 3% tuvo problemas con el misoprostol”.
Vamo’ arriba, vo.

Palabra de Galileo

La intervención de Urbani generó muchas preguntas y varios reproches por parte de los senadores anti derecho. Urbani rebatió cada uno de los argumentos que se le plantearon. Y lo hizo con información, con cifras, con conocimiento. En un momento, el médico sanitarista habló de la enorme injerencia que estaba teniendo la Iglesia Católica en el debate sobre la ley.
“El Papa, nuestro papa, vive a pocas cuadras de clínicas y hospitales donde se realizan abortos legales”, contó Urbani, tratando de quitarle dramatismo al asunto. “De todos modos les recuerdo que Galileo Galilei fue preso por decir que la Tierra giraba alrededor del sol. Y la Iglesia tardó 360 años en reconocer este error”.
Cansada de que se le refutaran uno a uno sus argumentos, la senadora por La Rioja Olga Inés Brizuela sacó el ancho de espadas. “Galileo Galilei decía que la vida comienza desde la concepción”, afirmó, muy segura. Como podría haber dicho Arquímedes, Isaac Newton, Albert Einstein o Carlos Gardel. Da lo mismo. Total, andá a chequearlo a la concha de tu madre. Y recordá que no podés abortar. Ni siquiera el chequeo de una información.

Los métodos piqueteros

¿Qué decir de la performance de Daiana Asquini, representante del Partido Piquetero? Por un lado, un piquete en la Cámara de Senadores es algo que siempre se agradece. Y en ese sentido no se puede negar que rompió con la monotonía. Fue una rareza, una anomalía. Y eso, en un lugar así, siempre es bienvenido.
Por otro, el contenido del discurso fue más que discutible. Básicamente (y esto es una lectura absolutamente personal, de más está decirlo) porque no hay una comprensión de la transversalidad que atraviesa este debate. El discurso de Asquini fue violentamente anti Macri, como si se estuviera discutiendo el acuerdo con el FMI. Y lo que se discute es la legalización del aborto. Una discusión que abrió Macri en el Congreso.
Ya sé, la discusión fue impulsada por el movimiento de mujeres. Pero en términos institucionales fue Macri. Y si bien hubo mayoría de legisladores del PRO que estuvieron en contra, hubo muchos que estuvieron a favor. Y muchos de ellos fueron decisivos para la media sanción en Diputados. Lospennato y Lipovetsky, por nombrar los más notorios. Por no hablar de ministros. Pero todo eso es retórica. La cuestión política central, en esta coyuntura, es otra.
En el debate en el Senado no se trata de discutir entre nosotros. Se trata de convencer a los senadores de que voten una ley que, hasta hace algunos meses (o semanas, o días) nadie pensó que podían llegar a votar. Y en esa coyuntura, lo único que importa es ser inteligente para lograr consenso. Excepto que lo que importe no sea aprobar la ley sino tener un minuto de fama mediática y crecer políticamente a partir de allí. En ese sentido, la intervención no pareció ser de lo más inteligente.
Claro que, como decía, se trató de una performance explosiva. Y sirvió de complemento ideal con lo que había planteado Pino Solanas. Porque las palabras de Asquini generaron una reacción inmediata de varios senadores y varias senadoras. “No vamos a tolerar esta violencia”, dijeron. O sea: ¿puedo tratar a alguien de “genocida” pero no puedo soportar que venga alguien a criticarme? En ese sentido, fue un buen ejercicio práctico sobre convivencia y diálogo.
Por lo demás, lo del comienzo: como hecho estético, como momento disruptivo, como estimulante y para evitar la modorra, siempre es bueno que haya un piquete en la Cámara de Senadores y en cualquier lugar del Congreso de la Nación. En ese sentido, entonces, se agradece el momento de fama del Partido Piquetero.

Hipócratas Hipocráticos

“Estamos en un momento histórico en la Argentina, frente a un cambio de paradigma en materia de derecho, y la universidad pública no puede estar ajena a este cambio –aseguró el doctor Ricardo Nidd, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario-. Y así como ahora estamos discutiendo el aborto legal, tenemos otras discusiones pendientes, como el cannabis medicinal”.
Nidd vino a relativizar algunas cuestiones que se tienen por ciertas y hasta por sagradas, como el Juramento Hipocrático. “Es una metáfora –explicó-. No creo que hoy haya alguien que jure por Apolo, Aslepio, Higía y Panacea, como indica el Juramento Hipocrático. Como tampoco hay una verdad objetiva para definir cuándo comienza la vida humana”.
También pidió separar lo que es justo de lo que es legal: “La amnistía a los militares fue legal a pesar de que fue algo aberrante. Y las Madres de Plaza de Mayo fueron un ejemplo de resistencia, a pesar de que eran ilegales”. Por último, habló de la objeción de conciencia: “Debe ser personal, las instituciones no tienen conciencia, son las personas las que la tienen”.

Feticidio nazi

“El aborto es un tema moral”, dice Siro de Martini, doctor en Ciencias Jurídicas por la Universidad Católica Argentina y miembro titular de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales. “Nuestra Constitución dice que la vida humana empieza con la concepción”.
“Tratar diferente a los no nacidos es incurrir en discriminación arbitraria –continúa De Martini-. En una época fueron los negros o los judíos; hoy los discriminados arbitrariamente son los niños por nacer. Si no hay derecho a matar a un adulto, no hay derecho a matar a un niño por nacer”.
El senador Alfredo Lorenzo protestó por los dichos de De Martini. “Nosotros no hacemos un proyecto de muerte –explicó-. Por otra parte, la discusión sobre el número de abortos que se hacen en la Argentina me hace acordar a cuando se discute el número de desaparecidos. Mientras no haya un número oficial, no puede decirse cuántos son en realidad”.
De Martini afirmó que cree que el número de 500 mil abortos es algo que “les conviene a los abortistas”. Y aseguró: “Si se legaliza y se registran 100 mil abortos por año, van a decir ‘vieron, bajamos la cifra al 20%’.” Y agregó: “Estamos mal, pero con esta ley vamos a estar mucho peor. Creo que tenemos que rechazar esta ley y después del 8 de agosto empezar a pensar proyectos para cuidar a las madres”.
Según De Martini “existe una ola abortista en todo el mundo” que, según él, hay que combatir. “La Organización Mundial de la Salud y Unicef son abortistas, siempre hacen recomendaciones a favor del aborto. Pero ellos no pueden imponer nada en la legislación argentina. Sí condicionarnos con algunos créditos internacionales, pero eso ya lo sabemos”. Y concluyó: “Es mentira que somos todos partidarios de la vida. Este proyecto trae muerte”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

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La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

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Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

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Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

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La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Nota

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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