Nota
Dolor Morena

La atacaron a las 7 y 27.
Morena Domínguez, 11 años, iba a la escuela. En el camino, en ese laberinto de las calles impredecibles, la arrastraron desde una moto. Le robaron el celular y huyeron. Fue en Lanús. El celular solo funcionaba en lugares con wifi: estaba bloqueado para otros usos por falta de pago.
La transparencia de la época permite ver la escena en video. En unos 15 segundos ocurre todo. Morena queda golpeada. Se acercan a ayudarla. Después se pudo saber que la llevaron hasta su escuela. Se pudo saber que la policía tardó más de media hora en llegar al lugar. La ambulancia un poco más, 40 minutos.
Morena Domínguez murió a las 9 y 20. Una hemorragia interna por los golpes en el abdomen, que le reventaron el hígado.
La transparencia de la época permite ver otras escenas. Estamos ante la campaña electoral más patética de la historia, en un momento de crisis social, económica, ambiental, humana, que no figura en la agenda de nadie. Un cimbronazo inédito de alcances impensables. Estamos también ante los medios de comunicación más patéticos de la historia, que reaccionan frente a los temas según las mediciones minuto a minuto que determinan qué cosas impactan, o importan, y qué temas fallecerán en las pantallas, sin siquiera una autopsia.
Morena no podía saber que su nombre tan bello quedaría en medio de las batallas mediáticas y electorales. Por una vez el mundo pareció paralizarse frente a lo irremediable. Se suspendieron los actos de campaña. ¿Qué iba a ocurrir en esos actos? ¿Qué palabras o proyectos nos estaremos perdiendo?
¿Quién dirá algo que nos consuele frente a la muerte? ¿Quién dirá algo que represente un proyecto de vida?
Lo que le pasó a Morena se puede enlazar con lo que le pasó a Cecilia en Chaco, a Griselda en Curuzú Cuatiá. Muertes de mujeres, un tema siempre relegado, convertidas en hechos que le estallan en la cara a alguna forma de poder. Por eso la policía se pertrechó amenazante en Lanús ante la asombrada furia de la gente.
Lo que le pasó a Morena se puede enlazar con lo que ocurre en Jujuy, trasladado a la Plaza Lavalle en estos días.
Morena vivió y murió en periferias urbanas que son el lugar que alberga, cada vez con menos trabajo, menos horizontes, a millones de personas desplazadas de un país gigante pero vaciado:más del 92% de su población es urbana.
Esa matriz de desigualdad, hacinamiento y falta de proyectos productivos es la consecuencia del modelo de producción extractivo, que necesita ese vacío para que los territorios se transformen en zona liberada. Para seguir haciendo negocios. Negocios que se presentan como la salvación (monocultivos transgénicos, minería, fracking) y que en las últimas décadas no salvaron a nadie salvo a las propias corporaciones y a los funcionarios estatales, mientras se incrementaba la pobreza, la contaminación, la destrucción de comunidades y de territorios.
Las zonas conurbanas que hace 80 años prometían trabajo, mejora de la vida, progreso, hoy se convirtieron en lugares de riesgo, falta de porvenir, territorios aptos para control narcopolicial, clientelar: cadenas que simulan dar un destino frente a la incertidumbre.
En la Corte Suprema hay gente encadenada. Están haciendo una huelga de hambre para evitar que Jujuy se transforme o se deforme hasta convertirse en uno de esos escenarios como el que Morena recorría cada día.
Se encadenaron para defender la posibilidad de la vida. Jujuy es el laboratorio en el que uno de los candidatos de estas elecciones intenta continuar esa tarea de vaciamiento. Por múltiples razones de todo tipo, los pueblos allí resisten y plantean otros proyectos de vida. Son proyectos ajenos a esos laberintos en los que mataron a Morena, a las 7 y 27 de un miércoles patético.
Todos los discursos y el palabrerío buscarán plantear la necesidad del rigor, el control, la fuerza, la seguridad. Los plazos son obvios: el domingo las PASO, luego las generales, en dos años el medio término, en cuatro el juego empezará otra vez.
En Jujuy se encadenan con otros tiempos. Piensan en décadas, en siglos. Buscan darle espacio a la vida. A sus Morenas. A las manos sanas, no a las manos duras. Las manos duras son siempre las que permiten fermentar a las mafias que son parte del mismo sistema, para que nada cambie.
Frente a todo esto, ¿la política hará algo coherente? Tal vez sea una psicosis utópica pretenderlo. Tal vez no haya que pensar la política como esta farándula del presente, sino como la posibilidad social de intervenir en lo público. Como lo hace la gente de Jujuy.
Las familias de Lanús se encadenan a la desesperación de reclamar por las Morenas. Las de Jujuy, a la desesperación de que les quiten la naturaleza, la tierra y el agua que les garantizan que la vida sea posible, que sea un gesto de libertad y no de sometimiento. Tal vez en esas pretensiones, tan modestas y a la vez vitales, se esté jugando mucho de lo que será el futuro.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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