#NiUnaMás
El Congreso se llenó del reclamo trans y travesti por una reparación histórica
“Nuestra venganza es llegar a viejas”, es la frase de la poeta trans Susy Shock que cuelga en una bandera blanca de letras negras frente al Congreso Nacional. Dentro del edificio, en la Sala 5 de Diputados, se ve un video en el que Marlene Wayar dice: “Tengo un cementerio en mi cabeza. Son muchas las que no sobrevivieron”.
En ese clima y con esa emoción, se volvió a presentar la ley conocida como “Reconocer es reparar”, un proyecto que busca un reconocimiento económico a las mujeres trans y travestis de más de 40 años que fueron víctimas de violencia institucional a lo largo de las últimas décadas.
Las referentes trans de diferentes colectivos LGTBI defendieron sus derechos a los gritos en el recinto de diputados, recordaron con lágrimas las muertes de sus compañeras y exigieron que se repare la tortura policial ejercida sobre sus cuerpos.
En la calle, además de la frase de Susy Shock había bombos, banderas del color del arcoiris y cantos y aplausos de las integrantes del Colectivo Lohana Berkins, que esperaban a sus compañeras que lograron llenar de trans y travestis el Congreso Nacional: colmaron la capacidad de la Sala 5 de diputados con unas 40 representantes de más de 15 organizaciones LGTBI.
La Ley 2526 había sido redactada, impulsada y presentada hace dos años por dos de las máximas referentes intelectuales y políticas del movimiento trans: Lohana Berkins (fallecida en febrero de 2015) y Marlene Wayar. En 2014 los diputados no la trataron y perdió estado parlamentario.
Las trans volvieron a la carga con más impulso todavía: el proyecto se presentó este jueves con el apoyo de 22 diputados y diputadas de distintas fuerzas políticas. Además, llevaron adelante la campaña #ReconoceresReparar en las redes sociales para impulsar la jornada.
“Tengo un cementerio en mi cabeza. Son muchas las que no sobrevivieron”, dice Marlene Wayar desde un video que todas miran y escuchan atentas al comienzo de la presentación. Así comenzó una lista de testimonios entre los que estuvieron los de Lohana, Diana Sacayán (asesinada en 2014), Mocha Cellis, La Tucumana, La Leona, y muchas más. La lista es tan abrumadora como los abusos y violencias que vivieron en comisarías. Es casi imposible presenciar esos testimonios sin un nudo en la garganta.
Memoria y justicia trans
Lara María Bertolini, integrante de la Colectiva Lohana Berkins, explicó que, por eso mismo, la Ley considera que las que llegaron hoy a cumplir más de 40 años son sobrevivientes: “Nos consideramos sobrevivientes por la poca expectativa de vida que tenemos las travestis. Generalmente no llegamos a los 65 años vivas. Esto se debe a que no pudimos acceder a los mínimos derechos de salud, vivienda, educación y trabajo que nos merecemos como ciudadanas.” Lara habla con voz fuerte y clara mientras lee frente al micrófono, y mira a los diputados a los ojos: “Las sobrevivientes estamos a la espera de una vejez digna y en paz. Por eso también exigimos una reparación y, además, la reglamentación de la Ley de cupo laboral trans”.
Entre las representantes de distintos movimientos estaban Alma Fernández, directora del Bachillerato Trans Mocha Cellis, que recordó también la importancia de que se reglamente la Ley del cupo laboral y agregó: “Merecemos que haya memoria, verdad y justicia también para el movimiento transexual”.
Derechos democráticos
“A pesar de ser ultrajadas y violadas en ámbitos institucionales y familiares, la comunidad trans y travesti fue construyendo derechos democráticos”, dice Lara y agrega sobre los contenidos fundamentales del proyecto: “El Estado reconoce mediante la Ley de identidad de género, la del Matrimonio igualitario y la Ley de cupo laboral que hubo que hacer leyes especiales para considerar a las travestis y trans miembros de esta sociedad y sujetas de derechos. Por lo tanto, si seguimos el razonamiento lógico de esos derechos, quiere decir que en épocas anteriores como la de los edictos policiales, esos derechos no se respetaron y por eso estamos exigiendo una reparación”.
¿Qué es lo que hay que reparar? Lara contesta: “Muchas veces por el tema de la prostitución y por no estar vestidas de acuerdo a nuestro sexo se nos encerró a partir de edictos policiales, se nos golpeó y se nos maltrató. Además, por defender y sostener nuestra identidad que no coincidía con nuestro DNI, siempre estábamos presas o teníamos antecedentes. De esa forma nos fue imposible acceder a los derechos básicos”.

La sonrisa y la furia
Las integrantes del movimiento trans fueron describiendo de a una distintos ejemplos de violencia policial. En muchos casos nombraron a Diana y Lohana como ejemplos de lucha que enfrentaban y repudiaban el accionar que tuvieron las fuerzas de seguridad en las comisarías con ellas. “Nunca más queremos ir presas”, gritó en su discurso la representante por la Cooperativa de Arte Trans.
Lara cerró su discurso con una frase que ejemplifica la alegría con la que travestis y trans suelen plantarse frente a estas peleas: “Ni las rejas, ni los golpes harán borrar mi sonrisa, ni el orgullo de ser quién soy: una travesti argentina. Furia travesti siempre”.
Allí empezó esta nueva etapa para que la ley sea posible, cuando todas aplaudieron a Lara y gritaron fuerte: “Furia travesti siempre”.
#NiUnaMás
Oraciones, entre la cruz y la raya: un ritual para presentar el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez

Este domingo 16 de noviembre presentamos el nuevo libro del Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez, editado por lavaca, con una perfomance conmovedora: Oraciones, entre la cruz y la raya fue una obra de teatro danza basada en los ejes teóricos de Femicidios, narcotráfico y Estado. La puesta transformó en lenguaje poético, corporal y musical una realidad que duele y mata, de la mano de talentosas artistas.

Familias sobrevivientes de femicidios, con el libro del cual son parte: el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez.
Oraciones, entre la cruz y la raya: así se llamó la presentación performática del nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez editado por lavaca y titulado Femicidios, narcotráfico y Estado.
La obra de teatro y danza indagó en los mecanismos que operan sobre los cuerpos y los territorios desde una dramaturgia que combinó texto, movimiento y música. El resultado fue una experiencia que funcionó tanto como obra artística como herramienta para hacer sentir, colectivamente, de qué hablamos cuando hablamos de femicidios.
La obra fue ideada y escrita por Claudia Acuña, también responsable de la dirección general del Observatorio Lucía Pérez. En escena, Oraciones desplegó el trabajo de las intérpretes Julieta Costa, Lola Domínguez Hayes, Lucía Harismendy, Pia Leone, Luca y Juana Torras, quienes construyeron una trama sensible entre la fragilidad y la fortaleza. La música en vivo, a cargo de Santiago Torricelli en piano, aportó un pulso emocional que atravesó toda la pieza.



El diseño sonoro siguió de la mano de Pía Leone, junto con la operación técnica de Teo Escobar y Lucas Pedulla. Y el diseño gráfico estuvo a cargo de Jonatan Ramborger (autor, también, de la tapa del libro) y Julie August.
La puesta en escena fue realizada por Julieta Costa, mientras que la dirección coreográfica estuvo a cargo de la reconocida directora y coreógrafa Carla Rímola.
Oraciones dejó en quienes asistieron la certeza de que el arte no sólo puede denunciar lo que duele, sino también abrir caminos para imaginar otras formas de vida y de cuidado.
Y también, otras formas de presentar un libro.



El Observatorio y su libro
El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por lavaca.org con el objetivo de profundizar el trabajo sobre formas de prevención y erradicación de la violencia patriarcal.
Cada día un equipo conformado por Claudia Acuña, Amalia Etchesuri, Anabella Arrascaeta y Pablo Lozano actualiza 12 padrones de manera autogestiva, datos que sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas. Se trata del único registro público del país, lo cual quiere decir que pueden consultarse las fuentes de cada dato.
Cada mes el Observatorio realiza un resumen de este diagnóstico junto a víctimas y familias sobrevivientes de femicidios. El resultado es el informe mensual que se difunde a través de organizaciones sociales y referentes de la política y la cultura que intenta pensar, más allá de las cifras, la radiografía social y política de esta violencia.


Femicidios, narcotráfico y Estado reúne ahora y por primera vez los distintos informes, investigaciones y acciones del Observatorio Lucía Pérez. Es un material que indaga a través de la articulación de textos teóricos y reportajes periodísticos las vinculaciones entre lo narco, la violencia machista, los femicidios y el rol del Estado en la trama de la impunidad.
Todo eso quedó plasmado en esta presentación-ritual colectivo para empezar a sanar una realidad que duele, y organizar la realidad que viene: aquella que queremos, deseamos y nos merecemos.
Si querés el libro escribinos al teléfono que figura en este link, y suscribite para apoyar todo lo que hacemos:
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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.

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