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El conjuro artístico: Ballet Embrujado en una nueva presentación de CALLE

El Ciclo Artístico Lírico Llamativo y Extraordinario (C.A.L.L.E.) de MU Trinchera Boutique contó en su tercer encuentro con el Ballet Embrujado, integrado por les artistas Nehuén Zogbe, Fabrizio Ancillotti, Mishquila Bailone Bringas, Nair Godoy y Maik Ghioldi. Con ponchos y una estética de película de terror que apela a la diversión, interpretaron zambas, bagualas, malambos y chamamé, en la Plaza de los Dos Congresos, en una propuesta que cruza de Molina Campos hasta Tim Burton.
Son poco más de las cuatro de la tarde de un día feriado en el que comienza el solsticio de invierno y transitamos del lado sur del mapa el día más corto del año. Antes de que la luz solar se vaya apagando, en la Plaza de los Dos Congresos hará su aparición un grupo de bailarinxs con un nombre sugestivo: el Ballet Embrujado. En una de las construcciones semicirculares con barandas que bordean la media-luna ubicada sobre Hipólito Yrigoyen, Virginia Silva Finguer, actriz de la compañía de teatro Ver Llover, es la encargada de dar la bienvenida a les presentes a este Ciclo Artístico Lírico Llamativo y Extraordinario – C.A.L.L.E.- organizado por Mu Trinchera Boutique, que tuvo su segunda incursión el jueves pasado de la mano del dúo Ópera Queer.
Luego de la presentación, una voz en off que parece ser la de una viejita con tonada de alguna provincia norteña, con expresión tierna, que por momentos toma un carácter misterioso y hasta lúgubre, relata que un antiguo ballet de un pueblo olvidado del interior del país, se preparaba para su última presentación “La mitologia criolla”, en donde hacían referencia a los personajes de nuestra cultura: “El Alma Mula, la luz mala, el Cacuy, la Llorona y ¡hasta el mismísimo Zupay! (el diablo)”. Durante la función, afirma la viejita, todos estos espiritus se hicieron presentes y realizaron travesuras paranormales. Desde entonces, les bailarinxs quedaron impregnados de ese encantamiento y esto se puede comprobar en cada presentación del Ballet Embrujado. ¿Ocurrirá lo mismo esta vez?
Por fin, aparecen les bailarinxs. Son cinco, danzan con vestuario folclórico, miran al público y se destacan las sonrisas en sus rostros extremadamente pálidos con ojeras amarronadas. Suena el ritmo alegre de una chacarera. Algunes zapatean, otres zarandean las polleras, se arman rondas y un niño del público, de unos tres años, corre hacia elles hasta ser interceptado por su papá justo antes de subir un par de escalones y unirse al baile. Revoleo de ponchos negros, fervor y aplausos.

Le seguirán la zamba, la baguala, malambo, el chamamé. Más personas se acercan, atraídas por la música y el despliegue escenográfico de les danzarines. Algunos acontecimientos insólitos ocurren en el escenario improvisado sobre la construcción semicircular: de repente une bailarine queda inmóvil, le resulta imposible mover sus piernas que quedaron rígidas como estacas. Un torbellino de ponchos le rescata del trance. Una gigante vestida de rojo se inmiscuye en el medio de una danza, provocando el asombro de les bailarinxs. La llegada de las máscaras le imprime un halo de ensueño. Se escucha nuevamente la voz de la viejita, que cuenta que los vientos ancestrales de las montañas bajaban a contemplar la magia y las travesuras de los espíritus.

A continuación, dos bailarinxs hacen una demostración de sus habilidades con las boleadoras y reciben el aplauso de niñes, jóvenes y adultes que disfrutan del show al aire libre. Es el turno del carnavalito –el baile final- y como es tradición, arrojan puñados de harina. Les cinco forman una fila tomándose por la cintura y con gritos de entusiasmo pasan saludando entre la gente hasta desaparecer. El espectáculo ha culminado. Quizás los espíritus traviesos todavía estén flotando por la Plaza de los Dos Congresos, invisibles y atrevidos.
“Nos tenemos que marchar para llevar nuestras danzas a otro lugar del país. Nos dejaremos guiar por los vientos ancestrales y quién sabe otra vez nos volvamos a encontrar”, se despide la viejita. Más aplausos. Virginia toma el micrófono y explica que el show es a la gorra, de carácter autogestivo y que como dice Susy Shock, “si comprás Coca Cola, Coca Cola crece, si comprás autogestión, autogestión crece”.
Por último preguntó: ¿Dónde está Tehuel?
El Ballet
Nehuén Zogbe, Fabrizio Ancillotti, Mishquila Bailone Bringas, Nair Godoy y Maik Ghioldi son les integrantes del Ballet Embrujado, que se formó en 2019. ¿Cómo surge la propuesta de armarlo? Responde Maik, directore del ballet: “Se me ocurrió la idea de armar una compañía de danza que pudiera ir a bailar a los barrios, tener una compañía propia para ir a los lugares donde no hay tanta propuesta de danza, de teatro. Hablé con una amiga que hacía programación en los barrios, y me dijo que podía ser una propuesta de folclore. Se me ocurrió trabajar con un folclore que tenga ilusionismo, embrujado por los mitos y leyendas. Toda mi familia es de Cosquín, mucha de mi historia está allá, he curtido las peñas, mi abuela me enseñó a bailar desde chiquito. Lo viví de muy cerca y está en mí no desde lo académico sino desde algo más ritual. Llamé a Nehuén, le conté la idea y se nos ocurrió que este embrujo de les bailarinxs y los sucesos extraños tuvieran que ver con los mitos y leyendas”.
Nehuén describe: “Este ballet se está preparando para Cosquín, así lo cuenta la voz en off, y los mitos que elles estaban trabajando se les meten adentro, les poseen».
Agrega Maik: “Las referencias eran Molina Campos y Tim Burton, al mismo tiempo. El cuadro más criollo que te puedas imaginar, Molina Campos, y lo más embrujado, humano pero embrujado, Tim Burton. Nos propusimos otra manera de contar el folclore, que sea danza, magia, trance, raíces, un ritual. Es una visión actualizada, con nuestras perspectivas y filosofías. Vivir el folclore de otra manera, con diversión, juego, en vez de algo solemne y ceremonial”. Romper con el binarismo también es parte de la propuesta. “Todes estamos en una caracterización no binaria de lo que es el espectro folclórico, en los vestuarios y en las danzas. Desdibuja el binarismo que suele haber en la danza folclórica. Tomamos a la danza como un súper poder, que te puedas transformar”.
La baguala está cantada por Paola Bernal, tía de Maik, con música de ReFolk, banda de folclore rockera amiga. La voz en off es de Nehuén, un amigo les prestó su estudio de grabación, otro pintó las máscaras, se juntaron a armar los ponchos y las polleras y blusas fueron una donación de la mamá de Nehuen y Fabrizio.

Hicieron 20 funciones en 2019, en espacios culturales, escuelas, centros de jubilades, en distintos barrios. En Ciudad Oculta y antes del inicio de la pandemia, bailaron para 500 niñes. Pensado para todo público, el Ballet invita a que les adultes también recuerden que pueden jugar, bailar, disfrazarse y disfrutar. “Te invitan a bailar una zamba y sepas o no sepas bailar, entrás en el juego y seguis. Bailar el carnavalilto es un juego, así es esa danza. Antes de la pandemia sacábamos a bailar a les pibes y elles estaban esperando eso”, cuenta Maik.
Durante media hora, nos dimos permiso para sumergirnos en la atmósfera sobrenatural, el atardecer delineó el desenlace del hechizo, los vientos ancestrales dispersaron los espiritus y es tarea de cada une comprobar si el efecto perdura. La danza, con sus trucos infalibles, produjo el conjuro.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani