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El Malón de la Paz se desencadena de la Corte, denuncia el cerco mediático provincial y nacional y recibe apoyo internacional

El Malón de la Paz en Buenos Aires realizó una conferencia de periodistas de Jujuy para relatar los atropellos a la prensa: la libertad de expresión, coartada. Luego, este jueves 10 de agosto, se desencadenaron las personas que hacían huelga de hambre en reclamo de que la Corte Suprema los reciba. Frenaron esa acción para resguardar su integridad física (72 horas de huelga de alimentos) y ante la certeza de que no los recibirán hasta después de las elecciones. Anunciaron también que el gobierno nacional se comprometió a formar una “mesa” junto a organizaciones y sindicatos para darle cauce a los reclamos, a partir de la semana que viene. Y sobre la tarde de otro día agitado, recibieron a Zenaida Yasacama, Vicepresidenta de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas en Ecuador) y Elisa Loncon, mapuche, ex presidenta de la Asamblea Constituyente en Chile, quienes dieron una clase pública. Casi simultáneamente en el Obelisco una represión provocada y absurda a la vez, terminaba con el crimen de uno de los manifestantes.
Por Francisco Pandolfi
El día 10 del Tercer Malón de la Paz en vigilia frente a Tribunales no arrancó de 10. Al contrario.
Arranca violento. Esta vez no hay balas de goma, gases lacrimógenos, policías infiltrados, allanamientos ilegales. Nada eso. ¿Dónde está la violencia?
Está ahí, a metros de donde decenas de comunidades y de familias y de personas siguen esperando en paz, a la intemperie, infructuosamente respuestas concretas que no llegan. Está ahí, en esos 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25 gazebos blancos que dicen Ferias de la Ciudad. Uno al lado del otro. En la mismísima Plaza Lavalle donde permanecen de los pueblos originarios, a quienes el Gobierno de la Ciudad les prohibió instalar carpas o gazebos para resguardarse del frío, de la lluvia, del viento.
Los vendedores de la feria sí.
Los pueblos originarios no.
En la sede del SerPaJ (Servicio Paz y Justicia) se hace una conferencia de prensa con otro aspecto menos conocido: comunicadoras y comunicadores jujeños describen el nivel altísimo de hostigamiento y la represión sufrida en Jujuy, que aún persiste.

La persecución a la prensa
En una conferencia donde hay más medios jujeños que porteños y nacionales, denuncia César, de la Red Chaski: «La represión fue dirigida directamente a la prensa, con balazos de goma y gases lacrimógenos. Tenían orden de tirarle a nuestras personas y a los dispositivos con los que hacíamos registro. Sufrimos la rotura de dos cámaras fotográficas que dan prueba de su accionar. Tras la represión del 20 de junio en San Salvador la Policía me empezó a perseguir varias cuadras. Horas después paró un patrullero en la puerta de mi casa. Se quedó un minuto. Dio marcha atrás y se fue, para amedrentarme. La persecución no paró en Jujuy, continúa. Por ejemplo, debimos desmontar nuestra emisora durante una semana para que no se lleven los equipos en los allanamientos que realizan sin aviso y notificación».
Una idea que apunta a la descomposición del periodismo: «Nuestro rol es fundamental para romper el cerco mediático que está ocurriendo. En todas las provincias que recorrimos para llegar hasta Buenos Aires con el Malón, no hubo ningún medio local ni nacionales».
En esa conferencia donde hay más medios jujeños que porteños y nacionales, denuncia Johana Arce, de Sisas medio: «La represión se hizo mientras había inhibidores de señal en las zonas de los conflictos. Ya estaba preparado. A mí me pegaron un balazo fe goma que impactó a centímetros del ojo. Además me golpearon, me rompieron el celular y la cámara. Fue una agresión direccionada y no teníamos señal para comunicarla. La represión a la libertad de prensa es una de las patas por lo que decimos que Jujuy se está convirtiendo en una dictadura».
Ante más medios jujeños que porteños y nacionales, denuncia María, de TeleSisa: “Sufrimos un enorme cerco mediático. Y esto incluye a los medios hegemónicos pero también a los no hegemónicos, que no cubrieron a este tema como sí lo hacen con otros. Es importante entender que no habrá comunicación con identidad si no se logran los derechos que se vinieron a pedir desde el Malón. Queda claro que debe cambiarse este sistema estructural racista que sigue sucediendo, también en lo mediático”.
Desde Jujuy llegan noticias de Jujuy, como una nueva prueba del avasallamiento a la libertad de expresión: la periodista Olga Burgos acaba de recibir una contravención. ¿Por qué? “Se me excusa de haber estado en Purmamarca en la represión del 17 de junio, lo cual es verdad, porque soy comunicadora e hice las primeras imágenes de la represión. Fue muy avasallante cómo vinieron a traerme la contravención: 5 policías a la puerta de mi casa a acusarme de un delito. El delito de ser periodista, me persiguen por mi profesión”.
Desencadenamiento y después
Sigue violento el día 10 porque la promesa de la Corte Suprema de recibirlos en el día de hoy, no sucede. Pasa la mañana. Pasa la tarde y nada de nada. Entonces, frente a Tribunales, el Malón llama a conferencia de prensa para comunicar el desencadenamiento y el cese de la huelga total –de alimento y bebida– que cuatro maloneros llevaron a cabo desde el martes al mediodía. Más de 50 horas sin ingerir nada, a puro mascado de coca para seguir aguantando. «Queremos resguardar la integridad física de nuestros compañeros», anunciaron. Y agregaron una nueva promesa que les acaban de hacer: «El gobierno nacional, los gremios y los movimientos sociales se comprometieron a conformar una mesa de trabajo junto al Tercer Malón para darle cauce a nuestros reclamos, a partir del lunes que viene, luego de las elecciones”.
Néstor Jerez, cacique de Oclayo y una de las referencias del Malón, asegura a lavaca: «Llamaron de la secretaría de Presidencia de la Nación para confirmarnos esta mesa. Como gesto de la voluntad de diálogo nos desencadenamos. Si no llega haber una respuesta haremos un plan de lucha definitivo».
Pero no todo es violento, porque hay resistencia y hay ideas y hay propuestas. Y porque hay una «Clase Pública y Abierta» de Zenaida Yasacama y Elisa Loncon, en la Plaza Lavalle.
Zenaida Yasacama, Vicepresidenta de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas en Ecuador), enseña: «Es importante compartir experiencias, más cuando nuestros derechos siempre han sido violentados, nunca han sido respetados. Queremos tomar el agua limpia, comer comida sana, tener la medicina que viene de nuestra selva, porque así hemos logrado vivir hasta hoy».
Elisa Loncon, mapuche, ex presidenta de la Asamblea Constituyente en Chile, enseña: «No somos pobres, nos empobrecieron, porque nos quitaron el territorio, la sabiduría, la forma de pensar. Somos una organización horizontal, que no tiene solo una cabeza, sino que somos distintas cabezas. Así es que luchamos por el derecho a decidir, a definir el futuro de nuestro pueblo. No puede ser que a través de 5 siglos sigan pensando ellos que van a decidir por nosotros». Y da otra lección para que podamos pensar: «El agua no está sólo en el río, está en nosotros, en nuestros cuerpos. Somos 75 por ciento agua. Sin agua, no hay cuerpos. Por eso la lucha indígena es por la defensa de la vida y la tenemos que hacer todos juntos. Los pueblos no indígenas también. Esto es a lo que invita el Malón. Están acá para defender nuestro futuro. Buenos Aires debería estar conmovida por esto».
Luego el foco de la violencia pasaría a otro lugar, porque muy cerca del Obelisco una manifestación terminó en una absurda y provocada represión policial, y la muerte de un manifestante llamado Facundo Molares.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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