Nota
El milagro de la lealtad
El 17 de octubre de 1945 ocurrió un milagro: el nacimiento de una identidad. ¿Cuál? La de ser peronista, o la de autopercibirse peronista. Porque, ¿qué hace falta para ser peronista, sino autopercibirse peronista? La derecha, la izquierda, el progresismo y el peronismo. Las identidades, las alternativas y las contradicciones. Y un grito de corazón.
Por Pablo Marchetti
La autopercepción parece ser lo que define la identidad sexual de esta época. Ya nadie es aquello que la biología o la medicina dice que es. Lógico, lo que define a la sexualidad es el deseo.
El deseo es el motor y al mismo tiempo un signo de individualidad. Eso que parece ser la gran enseñanza del movimiento. ¿Del movimiento trans, transexual, travesti? No, del movimiento peronista.
Mucho antes de que las travas, el peronismo nos enseñó la importancia de la autopercepción. ¿Qué es lo que hace falta para ser peronista? Autopercibirse peronista. Con eso basta. A partir de esa autopercepción une pasa a ser compañere.
El 17 de octubre funciona entonces como fecha fundacional de esa autopercepción. Una fecha que, históricamente, habla de una movilización popular inédita y del nacimiento de un actor social nuevo en la política argentina. Pero espiritualmente nos recuerda que alguna vez ocurrió un milagro.
Como en el cristianismo, lo histórico queda relegado a un segundo plano cuando es la fe lo que define a una identidad. El 17 de octubre fue una fecha histórica crucial en la historia argentina porque nos recuerda que allí sucedió un milagro. El milagro del nacimiento de una identidad.
Eduardo Duhalde dijo alguna vez que “el peronismo tenía un Día de la Lealtad porque tenía los otros 364 días del año para la traición”. Una ocurrencia aguda y certera, que no hace más que agigantar el mito. Porque la traición es constitutiva de las identidades.
El Día de la Lealtad es la Navidad del peronismo porque funciona como el recordatorio de que cualquier cosa puede pasar si se pertenece a esa identidad. Si se ejerce la autopercepción.
¿A qué debería ser leal el peronismo? Precisamente, a esa autopercepción tan difícil de definir, tan sencilla de ostentar. La complejidad en el ejercicio de la identidad tiene que ver con que el peronismo requiere, por definición, un accionar político.
Existe una dimensión espiritual del peronismo. Pero cada peronista busca ser alguien que actúe políticamente. De modos bien distintos, antagónicos por momentos, por real voluntad transformadora o por simple ejercicio del poder.
¿Se puede pensar en el poder por el poder en sí? ¿O el poder es algo a lo que se accede siempre por voluntad transformadora? ¿Es el peronismo una identidad para cambiar la sociedad? ¿O es simplemente un dique de contención creado por los sectores oligárquicos para llevar adelante esas transformaciones?
Si se repasa la historia puede pensarse que todo eso y más. La teoría de que el peronismo contenía socialmente la revolución fue un argumento utilizado desde una izquierda que jamás acertó al comprender al peronismo. Y el viejo sueño progresista de terminar con el bipartidismo en la Argentina lo hizo realidad la derecha.
Lejos de estar muerto, el peronismo sigue encarnando una especie de esperanza para los sectores más postergados. Tal vez sea este el legado de un movimiento surgido el 17 de octubre de 1945 y que llevó adelante el proceso de inclusión social más grande de la historia argentina.
Tan grande fue esa transformación que 73 años después esa identidad funciona como el recuerdo de que el milagro es posible. Sin embargo, Perón dejó el poder tras 10 años. Por un golpe de Estado, es cierto. Pero también con una sociedad donde la mitad lo odiaba, incluida una clase media que él había creado con la inclusión social.
Algo similar a lo que le ocurrió al kirchnerismo, hace apenas tres años. ¿Fue el peso de la corrupción del Gobierno? ¿Fue el accionar de grupos mediáticos? ¿Fue el enemigo externo? ¿Fueron sus propias limitaciones? Me inclino a pensar que un poco de todo eso junto.
Si miramos alrededor, en el continente, en aquello que supo ser el “sueño de la Patria Grande”, las cosas están más o menos igual. Movimientos populares que mejoraron las condiciones de vida de la gente pero que no resolvieron la pobreza estructural. Atacados por grandes corporaciones mediáticas, pero atravesados por una corrupción enorme.
Ninguno de estos gobiernos (con sus diferencias enormes) supo salir del modelo exportador de materias primas. ¿Por qué? ¿Nadie quiso? ¿O es que el sistema tiene un funcionamiento tan perverso que es imposible llevar adelante las reformas profundas que se necesitan para cambiar una sociedad?
Si las cosas se pueden hacer de otra manera, si es posible una sociedad más igualitaria, ¿por qué ningún Gobierno “progresista” lo hizo? Frente a este desconcierto, ante esta falta de certezas, es lógico que aparezca la fe como salvación.
Esa fe puede aparecer del modo más despiadado y reaccionario. Como pasa con la Iglesia Universal en Brasil, que está por llevar a Jair Bolsonaro a la presidencia.
En la Argentina, esa identidad milagrosa sigue siendo el peronismo. Por ahora. Una identidad contradictoria, sí. Pero es lo que hay. La autopercepción que supimos conseguir.
Mientras no podamos construir otra alternativa, mientras alguien no demuestre que realmente es posible vivir en una sociedad más igualitaria, habrá que seguir celebrando el Día de la Lealtad. Aunque sea a regañadientes, con el escepticismo propio del ateísmo.
Por eso, a pesar de todo, desde lo más profundo de mi corazón ácrata, les digo:
¡Feliz día, compeñeres autopercibides!
¡Viva Perón, carajo!
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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