Nota
El tiempo no para (la teoría Bersuit)
¿Cómo describir la situación actual? Hace poco le pregunté a un amigo cómo le están yendo sus cosas: su trabajo, su vida.
Me respondió: «Aquí estoy, tratando de subirme a la lona».
Puede parecer sólo una humorada más, una simple exhibición de ingenio frente a la crisis. Pero si se piensa mejor en esa frase, resulta muy descriptiva de lo que está ocurriendo entre nosotros y -tal vez- en todo el mundo: estallaron los parámetros con los cuales comprendemos la realidad. Antes, estar mal era estar en la lona. Tirado. Peor, imposible. Ese era el límite. Ahora hay que recurrir a un humor casi surrealista para decir que existe un mundo incierto que se abrió más abajo de esa lona. Una especie de dimensión desconocida debajo del suelo que creíamos pisar.
Reventaron nuestros mecanismos de comprensión. No se trata de una cuestión de edad o de neuronas caducas. Lo descubrí a través de un incidente musical. Mis hijos, de 12 y 11 años respectivamente, tienen su propio equipo de música: estoy sobrellevando el asunto con cierta dignidad. Pero el otro día escuché a uno de ellos cantando:
- «Ya no tengo fechas para recordar, mis días se gastan de par en par, buscando un sentido correcto a todo esto».
Es una canción (El tiempo no para) de unos señores que se llaman Bersuit. Es un conjunto musical, cantan en pijama, y mis oídos están empezando a reconocer que ahí hay una música fuerte y muchas veces bella.
Y que, además, tienen razón: así andamos muchos, buscando un sentido correcto a todo esto. Lo cantan -y eso es lo más sugerente- una multitud de jóvenes, incluso los de 12 y 11.
Uno de los paradigmas que se derritió es la idea de progreso, de avance permanente de la historia hacia algún lugar determinado. Los señores de Bersuit dicen
- » Veo al futuro repetir el pasado».
El avance puede dar la sensación de ir hacia atrás o hacia abajo. Abajo de la lona. El tiempo no para, pero no sabemos si eso significa progreso o regreso. (Y tal vez por eso muchos progresistas parezcan nostálgicos, casi regresistas.)
Otro gran modo de pensar la realidad, otro paradigma que se rompió, lo explica gráficamente Ignacio Ramonet con el ejemplo de un ícono moderno: el reloj. Ramonet dice que en el siglo XVIII se consideraba que el reloj era la máquina perfecta. Lograba relacionar tiempo y espacio. En el espacio de la esfera uno lograba comprender el tiempo. La máquina, en un espacio, hacía coincidir cada pieza y cada engranaje, para lograr casi una utopía: la exactitud. Cuando todo estaba bien, se decía que las cosas funcionaban como un reloj. El universo y la naturaleza podían ser explicados como supremos mecanismos de relojería.
A partir de esa idea, se consideró que el modelo mecánico se podía aplicar en cualquier circunstancia. Se construyeron sociedades sobre el modelo de una máquina: un conjunto de elementos que se complementan. Si sobran o faltan piezas, la máquina no funciona. A su vez, la máquina hace funcionar, le da lugar e integra a todos los elementos que la componen.
En estos momentos, ese modelo de pensamiento ha dejado de servir. Murió. Hoy sabemos que la máquina fue superada, en una pantalla líquida podemos ver la hora, mientras los viejos relojes, sus piezas y engranajes, son exhibidos en las ferias de antigüedades como eventuales adornos, y crece un número criminal de personas que van quedando -como esas piezas- marginadas de la maquinaria del trabajo, excluídas de un sistema para el que parecen -parecemos- no servir.
A la inversa, es válido calcular que en realidad lo que no funciona es ese modelo: no le sirve a las personas. Esa tensión es el principal conflicto político y social de esta época.
Lo que Ramonet no alcanza a decir sobre el perdido símbolo del reloj como explicación que lograba relacionar funcionamiento social, tiempo y espacio, es que la desorientación en tiempo y espacio es una de las definiciones de la locura. Y esta es, literalmente, una época enloquecedora para mucha gente.
En Inglaterra Anthony Giddens lo planteó explicando que las sociedades modernas padecen inseguridad ontológica. No se sabe si lo real es lo real, se pierden horizontes, hay confusión sobre el sentido de las cosas, de los acontecimientos, y sobre el sentido de la propia vida. El señor Giddens habla de Europa. Propongo invitarlo una temporada a la Argentina, si desea cursar un verdadero master de inseguridad ontológica.
Cuando cae un paradigma, aparece otro. Lo que reemplazó a la idea de la maquinaria social es la noción del mercado. Pero ya sabemos que el mercado no es como la relojería. Buscando imágenes, podría pensarse en una especie de centrifugado que expulsa a las personas.
O en una cárcel.
Podría plantearse incluso que nociones como «libertad» y «mercado», en términos prácticos resultan cada vez más incompatibles entre sí.
Todo esto entró en un nuevo vértigo en los últimos años y creo que en el caso argentino podemos considerarnos una avanzada de lo que se ve actualmente en el mundo.
En la Argentina desaparecieron personas: por eso existen las Madres de Plaza de Mayo. Pero desaparecieron también industrias, riquezas. Desaparece el trabajo. Desapareció el dinero que la gente había depositado en los bancos. Desaparecen derechos.
Y todo forma parte de la misma lógica, que fue revelada por primera vez por Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar, de marzo de 1977, un año después del golpe, pocos días antes de convertirse, él mismo, en una víctima.
Allí Walsh describió con claridad absoluta todas las atrocidades cometidas por los militares. Habló de los cementerios lacustres, las fosas comunes, los vuelos de la muerte. Habló de la tortura que definió como «absoluta, intemporal y metafísica» aplicada con la tecnología de la picana eléctrica, para machacar la sustancia humana.
Pero en aquella carta hay un párrafo dirigido a los militares que propongo releer:
- «Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada».
¿A qué se refería Walsh? Veamos: reducción salarial masiva, redistribución de ingresos y concentración brutal de la riqueza, desocupación récord, derrumbe del consumo, éxodo de profesionales por la «racionalización» de la economía, endeudamiento externo histórico, atrofia de todas las funciones creadoras y protectoras del Estado, obediencia ciega a las recetas del FMI, reinado de los monopolios y de lo que llamó «nueva oligarquía especuladora». Hay más: desnacionalización de la banca, dominio extranjero del ahorro interno y el crédito, premio a las empresas que estafaron al Estado.
Quiere decir que la Argentina está hace décadas en el «corralito» (o en la cárcel) de una economía perversa. Miseria planificada. Aquellas palabras son recuerdos del futuro.
Para Walsh el crimen mayor de los militares no eran las atrocidades cometidas hora a hora, sino el plan económico que fue, en muchos sentidos, una premonición de esa práctica llamada neoliberalismo.
Un mercado absoluto, intemporal y metafísico.
Un neoliberalismo de guerra.
Aquel proyecto económico que acompañó un cambio cualitativo en el capitalismo -de lo productivo a lo financiero- ha sido redondeado en los años 90 por sucesivos gobiernos, con los resultados que tenemos a la vista.
Apenas se estudian los números argentinos referidos a marginación social, empobrecimiento masivo de la población, desnutrición, falta de salud, falta de trabajo, ruptura del tejido social, destrucción del aparato productivo, emigración y demás, se tiene la sensación de estar ante un país que pasó una guerra. Una especie de guerra invisible, de la cual sólo vemos sus resultados.
La Argentina, en varios sentidos, está exactamente sintonizada con el neoliberallismo de guerra que se percibe en América Latina y en el mundo.
El simple ejercicio de mirar arbitrariamente las páginas de cualquier diario y ver nombres como Bush, Powell, Menem, Brinzoni, Rico, hacen que cualquier ciudadano previsor empiece a buscar la cotización de las trincheras.
Hay planes y movimientos de militarización en amplias zonas de América Latina. Y hay amenazas. El señor Bush, que perdió las elecciones en su país pero se quedó con la presidencia de un modo que nunca ha sido debidamente explicado, ha dicho:
- » Hasta ahora, la historia la escribieron otros, pero de ahora en más la escribiremos nosotros».
Los que quieran escribir su propia historia, están advertidos. El imperialismo, que solía ser una denuncia que muchos consideraban exagerada, ahora es asumido orgullosamente por el propio gobierno estadounidense como un destino.
Las imágenes son elocuentes: si las agencias de espionaje estadounidenses han intervenido y «pinchado» los teléfonos de las delegaciones diplomáticas de las Naciones Unidas; si hay listas negras de actores norteamericanos que se pronuncian contra la guerra; si hay pleno empleo en las fábricas de armas y también en las de ataúdes, de ahí en más ya se sabe -más o menos- qué es lo que puede esperarse.
Es absolutamente personal y simbólico, pero no puedo dejar de mencionar el escalofrío que me provocó observar que el enviado del Papa para disuadir de su psicopatía bélica a George Bush fue Pio Laghi, el mismo que aquí se encerraba a conversar con Jorge Videla, o jugaba al tenis con Eduardo Massera.
Neoliberalismo de guerra. En algunos casos, las armas como método ostensible de expansión y consolidación de un modelo económico que, obviamente, no funciona. En otros, un nivel de violencia y sometimiento que hace pensar que los enemigos del poder son las sociedades civiles.
La democracia, mientras tanto, no da señales de vida. El descreimiento en las clases dirigentes tiende al absoluto, se rompen los mecanismos de representación.
El miedo, la violencia y la marginación, ya se sabe, generan electoralmente el resurgimiento de opciones y nombres que los señores de Bersuit definen así en su canción: «Ellos sumergieron a un país entero, pues así se roba más dinero».
¿Por qué entonces tienen apoyo? La teoría de Bersuit: «Y tu cabeza está llena de ratas, compraste las acciones de esta farsa, y el tiempo no para».
Ratas en la cabeza en ciertos casos, el fracaso (o la complicidad) de la política tradicional en otros, y también el poder disuasivo del empobrecimiento y la represión: tal vez allí haya que buscar explicaciones para entender esta política que parece la película Sexto Sentido, con tantos sujetos que parecían muertos pero andan caminando de aquí para allá.
Pero este mapa es parcial. También existe todo lo otro: los movimientos sociales, las luchas de trabajadores desocupados, las fábricas recuperadas por los obreros, los experimentos de nuevas formas de producción y de propiedad, las asambleas barriales, las experiencias comunitarias, la solidaridad genuina, la invención de modos de vida para sobrellevar la crisis, la voluntad de hacer cosas. Y una capacidad de resistencia, que en determinados casos ha sido emblemática.
La Argentina se ha transformado en un centro al cual acuden muchos investigadores y estudiosos que intentan comprender las nuevas formas que puede asumir la lucha social. Y es un fuerte punto de referencia para los movimientos mundiales de resistencia, muchos de los cuales han asumido como propio un aporte local: el «que se vayan todos». El tiempo dirá si la Argentina es un punto de inflexión, un Muro de Berlín del neoliberalismo.
Hablar sobre estos temas, en la sede de las Madres de Plaza de Mayo, no es más que confirmar cierta genética de la resistencia. No lo digo para halagar el oído de mi anfitrionas, sino para mencionar un asunto técnico.
¿Qué pueden transmitir y producir grupos como Madres, en estos tiempos violentos? Tecnología de la resistencia, y de lucha. El manual de instrucciones.
Si actualmente existe miedo, las Madres demostraron cómo se lo podía enfrentar. Más que al miedo, al terror sistematizado, al terrorismo de Estado. Si el miedo paraliza, había que moverse. Si el miedo aisla, había que juntarse.
Las Madres también demostraron cómo se puede enfrentar la realidad cuando todos nuestros mecanismos de comprensión estallan. Alguna vez Nora Cortiñas me dijo, al hablar de lo que significaba la desaparición de un hijo: «No nos daba la cabeza para entender lo que pasaba». Era enloquecedor. Las llamaron las madres locas. Sin embargo demostraron que les daban la cabeza y el cuerpo para la acción. Escaparon de la locura. No dejaron de moverse, y cambiaron la historia.
Por eso tienen lo que los científicos llamarían el «know-how» de la resistencia. Cómo llevarla a cabo. El valor de la firmeza, y la perseverancia, que no poseen tantos de los que se dicen progresistas.
La capacidad de hacer mucho, aunque se hable poco.
La noción de que siempre se está construyendo, aunque no lo parezca.
La idea de que ningún avance es pequeño, porque todo lo que se hace es importante. Más allá de los resultados, la propia acción es un resultado, que Madres ha logrado dirigir en dos sentidos que hoy resultan centrales para entender a los nuevos movimientos sociales: conservar la autonomía, pero romper el aislamiento.
El rol de los organismos de derechos humanos es crucial, incluso para darle un sentido a una democracia genuina. Hubo muchos asesinados en estos años, y en estos meses. Los organismos tienen mucho que hacer en la medida en que no se pierdan de vista dos palabras: Nunca más. Pero su papel también puede ser decisivo en un momento en el que se tiende a hacer desaparecer los derechos de las personas.
Como decía Walsh, la peor violación a los derechos humanos es la miseria planificada.
Muchos movimientos sociales actúan aisladamente. Madres es una de las instituciones que pueden funcionar como un gran punto de referencia para establecer nexos, crear redes de emergencia y de conocimiento entre movimientos y organismos, pensando en la acción.
Estamos ante unos meses en los que se van a definir muchas cosas, en el país y en el mundo. La historia ya enseñó que la peor derrota, en estos casos, es resignarse a no hacer nada.
Cantan los Bersuit, y cantan multitudes de jóvenes: «Las noches de frío es mejor ni nacer. Las de calor se escoge matar o morir. Y así nos hacemos argentinos».
Matar o morir. En ese clima, habrá que pensar que la idea de apostar por la vida es mucho más que una metáfora o una frase bella. Es el principal programa de acción que tenemos por delante, mientras escuchamos a una generación que nos recuerda que el tiempo no para.
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
Nota
Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.
Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.


La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.
El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.
Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.
Pero falta para eso.
Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.
En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.
Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.
Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.
Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.
Fin.


Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.
Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.
Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.
Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.
Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.
Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.


Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.
Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.
Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.
Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.
Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.
¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.
¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.
Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.
¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.
¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.
Fin.

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.
Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.
Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.
De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.
Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.
Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.
Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.
Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.
¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.
Fin.




Otras celebridades que se llevan las miradas:
El Zorro con la bandera de Argentina.
Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.
Lila Lemoine vestida como playera de YPF.
Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:
- Castrá
- Adoptá callejeritos
- Educá
- No compres
- No + piroctenia
Son tatuajes.
En la cara.
Fin.

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?
Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.
La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.
¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.
¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.
Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.
Fin.


Equivalencias y bebidas.
Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.
Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.
Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.
Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.
Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.
Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.
La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.
Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.
Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.
Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.
Le han robado el celular.
Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.
El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.
Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:
-Es que está lleno de negros.
Fin.
